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A finales del siglo II Judea había afirmado
su
existencia como reino independiente gobernado por el sumo sacerdote
Juan
Hircano. Hay poca información sobre el largo periodo que los
judíos
pasaron bajo el dominio persa y luego bajo el dominio del Egipto
Ptolemaico,
signo de que la vida en Judea había sido tranquila y el culto
judío
había sido respetado por los gobernantes extranjeros. Sin
embargo,
la represión seléucida en primer lugar y luego la
autonomía
habían dado un nuevo vigor a la política judía, y
las discrepancias entre las distintas facciones pasaron al primer
plano.
Las mayores diferencias se daban entre los sacerdotes y los legos. Los
primeros tenían en sus manos el Templo y el ritual oficial, y se
llamaban a sí mismos sadoquim, o saduceos, es
decir,
seguidores de Sadoc, el sumo sacerdote del rey Salomón, en cuya
familia, según la tradición, había recaído
el cargo hasta hacía unos pocos años. Los saduceos eran
estrictamente
ortodoxos y tradicionalistas, y sólo aceptaban la Ley Mosaica,
contenida
en los cinco primeros libros de la Biblia. Teóricamente era la
ley
que Dios había dado a los judíos antes de entrar en
Canaán,
pero en realidad llevaba incorporados muchos mitos, creencias y
costumbres
babilónicas. (Si alguien conservaba el ritual primitivo, eran
los
samaritanos, a los que los judíos tenían por herejes.) En
cambio, los saduceos no aceptaban muchas otras creencias populares de
los
judíos, la mayoría de ellas tomadas del mazdeísmo
persa: la existencia de los ángeles y los demonios, la vida
después
de la muerte, el juicio final por el que Dios premiaría a los
justos
y castigaría a los pecadores, etc. Otra creencia que
había
surgido durante el exilio en Babilonia pero que los saduceos no
aceptaban
era la esperanza en el Mesías. Ésta nunca se había
plasmado explícitamente en los textos sagrados. Los que
esperaban
al Mesías citaban numerosos pasajes bíblicos, pero
siempre
se trataba de párrafos (e incluso frases) sacados de contexto o
interpretados forzadamente de forma alegórica.
Los saduceos habían logrado que sólo
los
sacerdotes pudieran formar parte del Sanedrín, una
asamblea
en la que se tomaban decisiones sobre asuntos religiosos, pero teniendo
en cuenta que, para los judíos, la diferencia entre
religión
y estado civil o política no estaba muy bien definida. Los
legos,
excluidos, pues, del sanedrín, se llamaban a sí mismos perushim
(separados), palabra que, a través del griego, se
convirtió
en fariseos. Los fariseos tenían una exuberante
mitología
en torno a los ángeles y sus jerarquías, a Satán,
el ángel caído, y sus ejércitos de demonios, la
resurrección
de los muertos y, sobre todo, la futura llegada del Mesías.
Había muchas otras sectas minoritarias.
Algunas
de carácter ascético, la más importante de las
cuales
era la de los esenios, que habitaban en comunas en las que no
estaba
permitido el acceso a mujeres, la mayoría de ellas situadas en
las
costas del mar Muerto. Por otra parte, las rebeliones de los Macabeos
habían
creado algunas sectas violentas, algunas de las cuales degeneraron a
meros
bandidos que, de algún modo, se consideraban siervos de Dios.
Juan Hircano simpatizó con los saduceos, como
era
de esperar: era sacerdote y además, los fariseos esperaban la
llegada
de un rey de la casa de David (a la que, ciertamente, él no
pertenecía,
pues los Macabeos eran levitas, y además la case de David se
había
extinguido hacía mucho), de modo que los fariseos eran traidores
en potencia (que en cualquier momento podían reconocer al
Mesías
y proclamarlo rey).
En 120 murió
asesinado
Mitrídates V del Ponto y, como sus hijos eran menores de edad,
el
poder pasó a su viuda, Laódice.
En 119 fue elegido
tribuno
Cayo
Mario. Había combatido en España bajo las
órdenes
de Escipión el Joven, y ahora destacaba como ferviente defensor
de las reformas propugnadas por los Gracos, si bien sus logros fueron
modestos.
El emperador chino Wudi tenía grandes planes
militares,
para los que necesitaba grandes sumas de dinero. Para ello
instauró
un monopolio sobre la sal y el hierro e introdujo un impuesto sobre los
barcos y las carreteras. Estos fueron los primeros pasos de una serie
de
reformas económicas atribuidas en su mayor parte al ministro Sang
Hongyang. Fue el principal representante de la llamada escuela
modernista,
heredera de la administración Qin, que propugnaba la
intervención
del estado en todos los aspectos relevantes de la economía del
país.
Sang Hongyang impulsó varias leyes para fijar los precios de las
mercancías y coordinar su transporte, de modo que se evitaran
tanto
la escasez como la superproducción. El fuerte control
económico
exigió la creación de un ministerio de agricultura,
otro de inspectores de finanzas, así como una autoridad
de
vigilancia de los canales y parques.
Desde que Cleopatra volvió a
Alejandría,
la situación de Ptolomeo VII había mejorado notablemente,
y en 118 pudo declarar una amplia
amnistía
con la que terminaron las luchas internas en la corte. El heredero al
trono
repudió a su esposa y hermana, Cleopatra. Esto lo
enemistó
con su madre, Cleopatra Evergetis, pero aun así, ésta
hizo
que aceptara la mano de su otra hermana, Cleopatra Selene. Al
año
siguiente casó a Cleopatra con el hermano de Antíoco
VIII.
Roma fundó la ciudad de Narbo Marcio
(la
actual Narbona) en la costa gala, 200 kilómetros al oeste de
Massilia.
Pronto se convirtió en la ciudad más importante de la
provincia,
que pasó a llamarse Galia Narbonense. La región
tenía
un clima muy agradable, y se convirtió en el lugar de veraneo de
muchos romanos. Puesto que era la única provincia a la que los
romanos
solían viajar (negocios aparte), pronto fue conocida simplemente
como "la provincia", de donde deriva el nombre actual de la
región:
Provenza.
Ese mismo año murió Micipsa, el rey de
Numidia.
Estaba previsto que el trono lo heredaran sus hijos Aderbal y Hiempsal
junto con su sobrino Yugurta, pero éste asesinó a
Hiempsal
en 117, invadió el territorio de
Adherbal
en 116, lo mandó al exilio y se
hizo
proclamar rey de Numidia. Numidia era un protectorado romano, y Roma no
podía consentir que Yugurta tomara estas decisiones. El senado
formó
una embajada que se trasladó a Numidia a enterarse de lo
sucedido.
Yugurta colmó de regalos a los senadores y éstos
volvieron
a Roma explicando que en realidad todo había sido un
malentendido.
No obstante, el Senado no quedó satisfecho y Yugurta fue llamado
a Roma a dar explicaciones. Allí sobornó a algunos
senadores
más y la decisión final fue que Numidia quedó
dividida
en dos partes: la peor se le asignó a Yugurta y la mejor a
Adherbal.
También murió Ptolomeo VII, el cual
fragmentó
Egipto, pues legó su reino a su primogénito,
Ptolomeo
IX, pero dispuso que su hijo menor Alejandro I se
convirtiera
en rey de Chipre, así como que un hijo bastardo, llamado Ptolomeo
Apión, fuera nombrado gobernador de Cirene. El ordinal de
Ptolomeo
IX se debe a que tras la reconciliación entre Cleopatra y
Ptolomeo
VII se reconoció el breve reinado del hijo de ambos, Ptolomeo
VIII.
Quienes cuentan como Ptolomeo VII al hijo de Ptolomeo VI y llaman
Ptolomeo
VIII al que nosotros hemos venido llamando Ptolomeo VII, consideran en
consecuencia que el nuevo rey es Ptolomeo X. Esta discrepancia se
arrastra
a todos los siguientes reyes de Egipto.
Mientras tanto, el hermano de Antíoco VIII
logró
arrebatar a éste Fenicia y Celesiria (la región
en
la que estaba situada Antioquía, al norte de Fenicia), y se
proclamó
rey, con el nombre de Antíoco IX. Cleopatra Trifena, la
esposa
de Antíoco VIII, hizo asesinar a su hermana Cleopatra, esposa de
Antíoco IX, pero éste, al año siguiente, en 115
se vengó asesinando a Cleopatra Trifena. Entonces la madre de
ambas,
Cleopatra Evergetis, viuda de Ptolomeo VII, logró que su hija
Cleopatra
Selene, que estaba casada con Ptolomeo IX, lo abandonara y se casara
con
Antíoco VIII.
Este año Cayo Mario estuvo de nuevo en
España
como pretor, donde pacificó algunas regiones lejanas, aunque no
se trataba de una tarea de las que proporcionaban gloria militar: Desde
la caída de Numancia, la resistencia nativa en España
había
dejado de ser un problema serio para Roma.
Sin embargo, unos nuevos bárbaros estaban a
punto
de causar nuevos quebraderos de cabeza a los romanos. Los territorios
que
actualmente ocupan Alemania y Polonia habían sido invadidos
tiempo
atrás por tribus germanas, de entre las cuales destacaban los Cimbrios
y los Teutones. Éstos últimos se llamaban a
sí
mismos Teutsch o Deutsch, y "deutsch" es
"alemán"
en alemán moderno.
En 113 el Imperio
Chino introdujo
unas nuevas monedas de cobre y prohibió la
acuñación
privada de moneda. Estas nuevas monedas se siguieron usando durante
casi
mil años.
Los Cimbrios y los Teutones cruzaron el Rin y
entraron
en contacto con los Helvecios, tribus celtas, dos de las cuales
se les unieron en 112 y se lanzaron todos
sobre la Galia, donde se encontraron con la resistencia de los Belgas
al norte y los romanos al sur.
Mientras tanto Yugurta hizo la guerra a su primo
Adherbal,
lo mató y se apoderó de nuevo de toda Numidia. En la
guerra
murieron muchos italianos que vivían habítaban la
provincia
de África y que defendieron a Adherbal. Roma declaró la
guerra
a Numidia y envió un ejército al mando de los
cónsules
Lucio
Calpurnio Bestia y Marco Emilio Escauro, pero Yugurta
sobornó a Calpurnio y en 111 se
llegó
a una paz de compromiso. Poco después, Yugurta asesinó a
un primo suyo, Massiva, que tenía posibilidades de
ocupar
el trono con el beneplácito de los romanos. Esto hizo que Roma
reanudara
la guerra.
En el Ponto, Laódice, la viuda del rey
Mitrídates
V, trató de poner en el trono a su hijo Cresto, pero su
otro
hijo mató a Cresto, encarceló a su madre y se hizo
coronar
rey con el nombre de Mitrídates VI. El nuevo rey iba a
dar
mucho trabajo a Roma en la década siguiente, por lo que se
cuentan
muchas historias sobre él. Se decía que había
recibido
una educación muy vasta, y que hablaba hasta 22 idiomas. La
anécdota
más famosa sobre él cuenta que tomaba pequeñas
cantidades
de toda clase de venenos para inmunizarse contra ellos. En realidad
esta
técnica sólo es efectiva con muy pocos venenos y la
resistencia
así adquirida se conoce actualmente como mitridatismo.
Por esta época los sármatas
habían
aumentado su presión hacia el sur de sus dominios. Una de sus
tribus,
los Alanos, ocuparon las tierras al norte del Cáucaso,
entre
el mar Negro y el mar Caspio, otros, los Roxolanos,
habían
absorbido a los escitas de las costas del mar de Azov y amenazaban al
reino
del Bósforo Cimerio. Su rey, Parisades II, pidió
ayuda
a Mitrídates VI, con lo que el Bósforo Cimerio
pasó
a ser un protectorado del Ponto. Algunos cimerios se habían
replegado
al sur del Danubio, donde se mezclaron con los tracios.
El emperador chino Wudi conquistó el reino de
Vietnam
y lo incorporó al Imperio Chino. Los chinos lo llamaron Annam
(el sur pacificado). En 110 logró
la
anexión de los reinos de Yue y Nanyue. Desde que los chinos
descubrieron
la existencia de la civilización occidental, quedó
patente
la importancia económica de la ruta de la seda, y desde 109
sus ejércitos empezaron a avanzar por ella para crear un pasillo
seguro que protegiera el comercio con occidente.
Los romanos lograron encontrar por fin un general
que
resultó inmune a los intentos de soborno por parte de Yugurta.
Era
Quinto
Cecilio Metelo, sobrino del general que había ganado la
Cuarta
Guerra Macedónica. Por primera vez Yugurta recibió golpes
duros, después de una victoria en Suthul, fue derrotado
en
Muthul,
y tras la derrota se vio obligado a abandonar la guerra regular y
emprender
una guerra de guerrillas, a causa de lo cual, los progresos de Metelo
fueron
cada vez más lentos.
En 108 China se
anexionó
la península de Corea, tras 20 años de
campaña.
Destruyó así el reino Chosón, al que las
leyendas
atribuían una historia de más de dos mil años.
Mientras
tanto, Juan Hircano, el rey de Judea, puso sitio a Samaria. Los
samaritanos
pidieron ayuda a Antíoco IX, pero éste poco pudo hacer.
La
ciudad cayó en 107 y Judea se
ratificó
como la mayor potencia de la zona.
Ese mismo año volvió a Roma Cayo
Mario,
que había estado en Numidia bajo las órdenes de Metelo.
Volvió
con cierta fama de héroe de guerra y empezó a acusar a
Metelo
de demorar la victoria en interés propio, lo cual no era cierto,
pero sí creíble en los tiempos que corrían, y
así
Mario consiguió ser elegido cónsul. Inmediatamente
quisó
asumir el mando que tenía Metelo, pero el Senado no lo
consideró
oportuno. Entonces, tras una campaña de violentos discursos
contra
los conservadores, logró reclutar un ejército de
voluntarios
entre el proletariado romano. Era la primera vez que Roma formaba una
legión
de proletarios, hombres que resultaron ser más leales a su
general
que a su gobierno, y que iban a la guerra con la esperanza de obtener
un
buen botín.
Alejandro I de Chipre, con la ayuda de su madre,
Cleopatra
Evergetis, logró derrocar a su hermano Ptolomeo IX y se
convirtió
en Ptolomeo X Alejandro, rey de Egipto. A cambio, dejó
Chipre
a su hermano, quien empezó a tomar parte en las disputas entre
Antíoco
VIII y Antíoco IX.
En 105 Mario estaba a
punto
de darle el golpe definitivo a Yugurta. Ese año se le
unió
como lugarteniente Lucio Cornelio Sila, que logró un
acuerdo
con el suegro de Yugurta, el rey Bocco I de Mauritania
(el
moderno Marruecos) para que le entregara a Yugurta. A pesar de que
Mario
había derrotado a Bocco I en varias ocasiones y de que
prácticamente
todo el mérito era suyo, lo cierto es que Sila (mucho más
astuto que Mario) se llevó la mayor parte del reconocimiento.
Esto
se debió entre otras cosas a que Sila simpatizaba con los
conservadores,
al contrario que Mario, y éstos lograron difundir las noticias
en
Roma según su conveniencia. Naturalmente, esto hizo que Sila se
ganara la enemistad de Mario. La parte occidental de Numidia fue
anexionada
a Mauritania como recompensa, mientras que la parte oriental
quedó
bajo la soberanía del rey Gauda, hermano de Yugurta.
En 104 Yugurta fue
llevado
a Roma, y murió en la prisión. Mientras estaba
todavía
en Numidia, Mario fue nombrado cónsul por segunda vez, y el
Senado,
al borde de la desesperación, le encomendó la defensa de
la Galia Narbonense, en la que ningún ejército
había
logrado someter a los Cimbrios y los Teutones. Una muestra de la
desesperación
de Roma es que, de forma ilegal, Mario fue reelegido cónsul
cinco
años seguidos, mientras duró el peligro.
Ese mismo año murió Juan Hircano, y el
reino
de Judá pasó a manos de su hijo Aristóbulo I,
que añadió el título de rey al de sumo sacerdote.
Conquistó definitivamente Galilea y sí el reino de Judea
alcanzó su máxima extensión, pero murió al
año siguiente, y fue sucedido por su hermano Alejandro
Janneo.
A partir de este año, el emperador Wudi
envió
varias expediciones a Sogdiana (la parte norte de Bactriana).
En 103 los esclavos de
Sicilia
volvieron a rebelarse, con lo que se inició la Segunda
Guerra
Servil. Mientras tanto, los Cimbrios y los Teutones trataron de
saquear
Hispania, pero los celtíberos los detuvieron. Esto le dio cierta
ventaja a Mario, que en 102 halló
a
los Teutones a orillas del Ródano. Los siguió hacia el
sur
dejando que se desgastaran en ataques parciales, permaneciendo siempre
a la defensiva, pero al llegar a Aquae Sextiae les presentó
batalla.
Los ataques de los bárbaros no pudieron con las disciplinadas
filas
romanas. Cuando estuvieron agotados, un destacamento que había
permanecido
oculto atacó por la retaguardia y los aniquiló
definitivamente.
Pero los cimbrios habían atravesado los Alpes
y
estaban en la Galia Cisalpina, donde obligaron a los ejércitos
romanos
a retirarse hasta el valle del Po. En 101
Mario dejó la Galia y se unió al ejército del Po.
Bajo su dirección, los romanos volvieron a cruzar el río
y se enfrentaron a los cimbrios en Vercellae, donde los invasores
fueron
aplastados. Los Helvecios (que eran Celtas, y no germanos) terminaron
asentándose
en la región que desde entonces se llamó Helvecia
(la actual Suiza).
Ese año los romanos lograron sofocar
también
la sangrienta revuelta de Sicilia y terminó la Segunda Guerra
Servil.
También fue el año en que murió Cleopatra
Evergetis,
al parecer asesinada por su hijo Ptolomeo X. Por otra parte, Ptolomeo
Apión
se proclamó rey de Cirene y la región fue una vez
más
independiente de Egipto. Por esta época el rey Mitrídates
VI del Ponto dominaba las regiones de Galacia y Capadocia, con lo que
su
país se había convertido en la mayor potencia de Asia
Menor.
Los chinos, con una victoria en Farganá,
dominaron definitivamente la ruta de la seda casi hasta la frontera con
Bactriana, que por aquel entonces estaba siendo saqueada por los
tokarios.
En 100 el caudillo
cingalés
Dutugumunu
obtuvo una victoria definitiva sobre el rey tamil Elara, con lo
que los cingaleses dominaron definitivamente la isla de Ceilán.
La monarquía cingalesa favoreció el budismo,
desarrolló
el país, construyó monumentos, templos y sistemas de
riego.
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