A finales del siglo IV el estado chino de Qin
inició
un proceso de expansión hacia el sur y el noroeste por el que
aumentó
considerablemente su territorio. Los demás estados tuvieron que
hacer grandes esfuerzos diplomáticos, bien para aliarse en su
contra,
bien para mantener relaciones amistosas con Qin. Por esta época
vivió Mengzi, un filósofo confuciano del que se
conserva
el libro que lleva su nombre y en el que desarrolla rigurosamente las
teorías
de Confucio. También se redactó en esta época el Zhuangzi,
una de las obras fundamentales del taoismo filosófico. No se
sabe
nada de su autor, pero su estilo es mordaz y polemista,
características
poco habituales en la filosofía china.En Europa hacía ya algún tiempo que un
grupo
de pueblos marineros de origen indoeuropeo había iniciado un
proceso
de expansión desde la península de Jutlandia o sus
alrededores.
Por esta época se habían extendido por escandinavia y el
norte de las modernas Alemania y Polonia, desde el Weser al
Vístula.
Este último territorio había estado poblado por celtas,
que
fueron desplazados hacia la actual Francia. Los celtas llamaron Germanos
a estos nuevos pueblos. Al abandonar el mar, los germanos se
convirtieron
en guerreros-agricultores. Estaban gobernados por una oligarquía
de nobles, sometidos a un rey cuya autoridad era de origen divino.
Adoraban
esencialmente a la naturaleza, campo de batalla para Odín,
o Wotan, dios de las tempestades y de las victorias, Tyr,
dios de las asambleas, y Thor, o Donar, dios del rayo.
Practicaban
su culto en lugares elevados, o al pie de árboles majestuosos,
en
fuentes, etc. A diferencia de los celtas, no existía una clase
sacerdotal
semejante a los druidas, sino que eran los nobles o los jefes de las
familias
los que hacían las veces de sacerdotes. En cambio, sí que
tenían cantores análogos a los bardos que en las fiestas
sagradas relataban historias sobre los dioses, historias que fueron
componiendo
una extensa mitología germana. Por ejemplo, los germanos
creían
que los guerreros, al morir, eran conducidos hasta Odín por unas
hermosas amazonas, las Valquirias, y en el paraíso
gozaban
para siempre de la vida feliz de los banquetes y los grandes combates.
En México la cultura olmeca desaparece
rápidamente.
Se desarrollaron entonces varias culturas regionales, pero
habrán
de pasar varios siglos antes de encontrar nuevos progresos
significativos
en la zona.
En el occidente civilizado, el final del siglo
estuvo
marcado por las disputas por el poder entre los diádocos, los
antiguos
generales de Alejandro Magno. En 320,
Ptolomeo,
que dominaba Egipto, envió un ejército a Canaán.
Atacó
Jerusalén en sábado, y los judíos se negaron a
combatir
en su día sagrado, con lo que no tuvo dificultades en tomar la
ciudad.
Antípatro dominaba Grecia y Macedonia, pero murió en 319
y, por alguna extraña razón, designó como regente
a Polispercón, otro diádoco, en lugar de a su
hijo
Casandro.
Éste no aceptó la situación y buscó apoyos
en Grecia para derrocar a Polispercón. Los hijos de los
diádocos
que, como Casandro, también participaron en las disputas por los
restos del Imperio, fueron llamados Epígonos (nacidos
después).
Casandro trató de legitimar sus aspiraciones controlando a
Filipo
III, el hermanastro deficiente mental de Alejandro pero Olimpia lo hizo
asesinar.
En Siracusa había aparecido un nuevo
personaje:
se llamaba Agatocles, y era de origen humilde, pero
tenía
un gran encanto, lo que le permitió casarse con una viuda rica y
con ello se convirtió en uno de los hombres más
influyentes
de la ciudad. Fue expulsado a causa de sus actividades
políticas,
pero reclutó un ejército privado y se dedicó a
combatir
como mercenario en distintas partes del mundo. Finalmente, en 317
volvió a Siracusa, la tomó e hizo ejecutar a muchos
oligarcas
y partidarios de la tiranía. Tras ello, él mismo
gobernó
como un tirano, pero se ganó el apoyo de las clases humildes.
Mientras tanto Casandro tomaba Atenas con la ayuda
de
las ciudades griegas más importantes, y en 316
marchó contra Olimpia en Macedonia y la hizo ejecutar. Luego
encarceló
a Roxana, la mujer de Alejandro, junto a su hijo pequeño.
Así
se hizo con el dominio de Macedonia y Grecia que le había negado
su padre. Ese mismo año, otro diádoco, Antígono,
derrotó a Eumenes en una batalla y lo hizo ejecutar, con lo que
se apoderó de Asia Menor. Luego marchó sobre Babilonia y
expulsó a Seleuco. Antígono y su hijo Demetrio no
tardaron en dominar la parte asiática del Imperio de Alejandro,
y todo parecía indicar que no tendrían dificultades en
hacerse
con el resto. Pero. precisamente por ello, Ptolomeo y Casandro se
aliaron
con Seleuco contra ellos.
En 313 Casandro
venció
al rey de Épiro, un primo de Olimpia que había sucedido a
Alejandro de Épiro tras su muerte en Italia. Su hijo fue
proclamado
rey, el cual aceptó el dominio de Macedonia.
En 312 Demetrio
atacó
a Ptolomeo en Gaza. Llevó allí un formidable
ejército
formado por 11.000 soldados de infantería, 2.300 de
caballería
y 43 elefantes. Desde que Alejandro se los encontró en la India,
los elefantes pasaron a ser un arma de guerra griega, parecían
un
poderoso elemento para desorganizar las tropas enemigas, pero poco a
poco
se vio claramente que era fácil rechazarlos: los elefantes
reconocían
rápidamente el peligro y rápidamente daban media vuelta y
terminaban volviéndose contra quienes los llevaban. Así
sucedió
en Gaza: Ptolomeo colocó estacas de hierro a intervalos
regulares
en el campo de batalla. Cuando los elefantes se las encontraron se
detuvieron
y Ptolomeo aprovechó el desconcierto que dominó a sus
adversarios,
con lo que Demetrio se vio obligado a retirarse apresuradamente. Tras
esta
retirada, Ptolomeo arrasó todas las fortificaciones de Judea y
Siria,
para evitar que Antígono o Demetrio pudieran usarlas contra
él.
Además, ayudó a Seleuco a reconquistar Babilonia, de modo
que Antígono se viera obligado a luchar en dos frentes. Por su
parte
Demetrio decidió combatir a Ptolomeo en el mar. Ptolomeo
poseía
una flota poderosa, y Demetrio se apresuró a reunir la suya
propia.
Roma seguía en guerra contra los samnitas.
Tras
el revés sufrido en las Horcas Caudinas, la guerra se
encomendó
a Lucio Papirio Cursor (el corredor), que fue cinco veces
cónsul
y dos veces dictador. Era un hombre que imponia una férrea
disciplina
y no era querido por las tropas, pero obtenía victorias. En este
periodo, el ejército romano fue perfeccionándose
paulatinamente.
En los tiempos anteriores a la invasión gala, la técnica
de combate consistía simplemente en reunir una cantidad adecuada
de hombres, entre 3.000 y 6.000, y lanzarse al ataque armados con
largas
espadas. Este grupo de hombres era llamado legión, que
en
latín significa eso mismo: grupo, conjunto. Por otra parte, los
soldados no eran profesionales, sino campesinos que dejaban
momentáneamente
sus tierras cuando se necesitaba combatir en las cercanías. Sin
embargo, el largo asedio de Veyes obligó a muchos soldados a
permanecer
lejos de sus tierras durante un periodo de tiempo indefinido, lo que
llevó
a instituir una paga, de forma que algunos ciudadanos pasaron a
dedicarse
exlcusivamente a la milicia. Esto les daba más tiempo para ser
entrenados
con técnicas más sofisticadas que el mero atacar cuando
se
les daba la señal.
Durante las guerras contra el Samnio, la
legión
se especializó. Se dividió en un grupo de unos 3.000
hombres
pesadamente armados, unos 1.000 ligeramente armados para maniobras
más
rápidas y unos 300 jinetes para maniobras aún más
rápidas. Se formaron grupos de 10 hombres, llamados decurias,
bajo la responsabilidad de un decurión, y 10 decurias
formaban
una centuria, bajo las órdenes de un centurión.
En la batalla, la legión se ordenaba en tres líneas,
todas
las cuales llevaban espadas pesadas y cortas, las dos primeras llevaban
también jabalinas y dardos, mientras que la tercera llevaba las
espadas largas. Las dos primeras líneas se dividían en manípulos
(algo así como puñados) que se colocaban dejando
espacios
entre ellos, de modo que las dos primeras líneas formaban una
especie
de tablero de ajedrez. Esto permitía una serie de maniobras
adaptadas
a cada situación concreta: la primera línea podía
atacar, lanzar sus jabalinas y retirarse cuando estuviera agotada,
mientras
que la segunda línea podía adelantarse entonces por los
huecos
de la primera sin que los que retrocedían entorpecieran a los
que
avanzaban. La caballería podía reforzar
rápidamente
los puntos más débiles, etc.
Por otra parte, en 312
fue
elegido censor el patricio Apio Claudio. Fue conocido como Apio
Claudio el Censor hasta que se quedó ciego, y entonces se le
llamó
Apio Claudio el Ciego. Ese mismo año ordenó la
construcción
de un camino que uniría Roma con Capua, en la Campania, a una
distancia
de unos 212 kilómetros. Fue conocido como la Vía Apia.
Fue el primero de los muchos caminos que construirían los
romanos.
Su objetivo era, naturalmente, permitir a los ejércitos
desplazarse
con rapidez a donde fueran requeridos. Otra innovación debida a
Apio Claudio fue que extendió la ciudadanía romana a los
individuos que no tenían tierras, lo que indica que en Roma
estaba
surgiendo una clase media de mercaderes y artesanos. También
estudió
gramática, escribió poesía y fue el primer romano
que puso por escrito sus discursos. Apio Claudio es considerado el
padre
de la prosa latina y con él se pone de manifiesto que la cultura
romana estaba sufriendo también profundos cambios.
Ese mismo año, las ciudades etruscas, que
hasta
entonces habían respetado y renovado antiguos acuerdos de paz
con
Roma, decidieron que los problemas de Roma en el sur les
permitirían
mejorar su situación en el norte, así que declararon la
guerra.
Roma no se amilanó. Dejó a Papirio Cursor en el sur y
envió
tropas al norte al mando de Quinto Fabio Máximo Ruliano
(el
cuarto nombre indica que fue adoptado de la familia Rulia).
Anteriormente,
Fabio había derrotado a un ejército samnita
contraviniendo
unas órdenes del dictador Papirio Cursor. Éste se
mostró
indignado, pues para él una victoria no excusaba la
desobediencia.
Tal vez estaba dispuesto a ejecutar a Fabio, pero se encontró
con
la oposición tajante de los soldados y tuvo que ceder para
evitar
una rebelión.
En 311 los enemigos de
Agatocles
decidieron pedir ayuda a Cartago, que envió gustosa una fuerza
expedicionaria
al mando de un nuevo Amílcar, que fue
aproximándose
lentamente a Siracusa, victoria tras victoria.
En 310 Casandro se
decidió
a ejecutar a la mujer y el hijo de Alejandro Magno, a los que
tenía
encarcelados. De este modo, el único descendiente de la casa
real
era Tesalónica, la hermanastra de Alejandro, con la cual se
casó.
Además reconstruyó una ciudad en la calcídica y le
puso el nombre de Tesalónica, (la actual
Salónica)
en honor a su esposa.
Amílcar había llegado a sitiar la
misma
Siracusa. La situación de Agatocles era comprometida, pues se
había
excedido en las matanzas de oligarcas y ahora no encontraba apoyo en
ninguna
parte. La desesperación le llevó a un plan audaz.
Dejó
en la ciudad una pequeña fuerza y embarcó con el resto de
sus hombres. Aprovechó que una parte de la flota cartaginesa
rompió
un instante el cerco para abordar unos barcos que traían
provisiones,
entonces Agatocles zarpó a toda velocidad hacia el agujero, y
cuando
los cartagineses se dieron cuenta y cambiaron de rumbo, ya había
escapado (más aún, las provisiones pudieron entonces
llegar
a Siracusa). Desembarcó cerca de Cartago y, como sus tropas eran
demasiado escasas para llevar parte consigo y dejar parte custodiando
la
flota, tuvo otro golpe de audacia: hizo quemar sus naves, de modo que
la
única posibilidad que tenían sus hombres de volver sanos
y salvos era vencer. Luego acampó en las afueras de Cartago.
Los cartagineses supusieron que el ejército
de
Amílcar había sido aniquilado, pues de otro modo
Agatocles
no habría podido llegar hasta allí. Enviaron mensajeros
para
enterarse de lo ocurrido y ordenar el regreso de los posibles
supervivientes.
Mientras tanto atacaron a Agatocles con un improvisado ejército
que fue fácilmente desarticulado, pero entre tanto la ciudad se
pudo preparar para un asedio. Amílcar recibió la orden de
regresar, pero no quiso hacerlo antes de tomar Siracusa, esto le hizo
precipitarse,
fue derrotado y murió. Las tropas cartaginesas regresaron
finalmente
a su ciudad, pero Agatocles había tenido tiempo de construirse
nuevos
barcos y regresar a Siracusa, que le recibió como un
héroe.
Este mismo año abrió una escuela en
Atenas
Zenon
de Citio. Había estudiado con filósofos
cínicos,
pero elaboró una filosofía mucho más refinada.
Enseñó
que el hombre debía estar por encima de las emociones, debe
evitar
la alegría y el dolor, y de este modo hacerse dueño de la
fortuna, tanto si es buena como si es mala. Su objetivo ha de ser la
virtud
y el cumplimiento del deber. El mayor poder, afirmaba, es el poder
sobre
uno mismo. Su escuela tenía un pórtico adornado con
pinturas,
por lo que los griegos la llamaban la Stoa Poikile (el
pórtico
pintado). Por ello, Zenón y sus seguidores son conocidos como estoicos,
y su filosofía como estoicismo.
En 309 Seleuco se
anexionó
Bactriana, la región más oriental del antiguo Imperio
Persa
y trató de extender su dominio más al este, lo que le
enfrentó
al rey indio Chandragupta. Lisímaco fundó la ciudad de Lisimaquia
en Tracia y la convirtió en su capital. Ese año Ptolomeo
I nombró gobernador de Cirene a Magas, que se acababa de
casar con una hija del rey.
En 308 Fabio
logró
la rendición de Etruria tras una serie de exitosas
campañas,
mientras la guerra contra los samnitas continuaba en el sur. En 307
los cartagineses se vieron obligados a firmar un tratado de paz con el
que reconocieron el dominio de Agatocles sobre la mayor parte de
Sicilia.
Entre tanto la flota de Demetrio tomaba Atenas y en 306
derrotó a la flota de Ptolomeo frente a Chipre. Definitivamente,
Demetrio se había adueñado del mar. Tras esta victoria,
Antígono
decidió que no podía esperar más. Tenía ya
setenta y cinco años y las posibilidades de verse con todo el
imperio
de Alejandro bajo su dominio eran cada vez menores. Por ello
decidió
nombrarse rey de Asia Menor, y los otros diádocos se apresuraron
a seguir su ejemplo. Con esto se reconocía finalmente el
desmembramiento
del imperio.
Ptolomeo pasó a ser Ptoloméo I, el
primer
rey de la XXXI dinastía, conocida también como
dinastía
Ptolemaica, porque todos sus sucesores se llamarían
también
Ptolomeo. Estableció su capital en Alejandría, que se
convirtió
en un reducto de la cultura griega en Egipto. En efecto, los Ptolomeos
respetaron totalmente las costumbres egipcias y reverenciaron a sus
dioses,
al menos formalmente, y permitieron que todo el país fuera
gobernado
según las tradiciones por gobernantes nativos. En cambio,
Alejandría
fue a todos los efectos una ciudad griega que los egipcios no
consideraban
parte de su país. El resultado fue una simbiosis perfecta, de
tal
modo que los egipcios nunca se rebelaron contra el dominio de los
Ptolomeos,
al contrario de lo que había sucedido con los hicsos, los
asirios
o los persas. Ptolomeo I fue el primer monarca egipcio que
acuñó
moneda, lo que dio un gran impulso a la economía del
país.
Por su parte, Seleuco se convirtió en Seleuco
I,
el primer monarca del Imperio Seléucida, que no solo
comprendía
Mesopotamia, sino también todos los territorios orientales del
imperio
de Alejandro. Seleuco I trató de potenciar la decadente cultura
mesopotámica, en detrimento de la cultura Irania, e incluso
trató
de protegerla de la influencia griega. Desalentó el zoroastrismo
y potenció el culto babilónico y la lengua aramea. Parece
que decidió dar continuidad al proyecto de Alejandro de unir a
griegos
y asiáticos en una cultura común. Fue el único
diádoco
que conservó a la mujer asiática que le había
impuesto
Alejandro. Su intención fue que Babilonia conservara su propia
cultura
al tiempo que Seleucia, una nueva ciudad que había
mandado
contruir a 55 kilómetros de Babilonia, fuera como la
Alejandría
de Egipto. Sin embargo, la cultura griega arrasó a la antigua
cultura
de los sumerios. El griego y su alfabeto desplazaron a las tablillas y
la escritura cuneiforme y paulatinamente Babilonia dejó de tener
la más mínima relevancia.
Lisímaco se proclamó igualmente rey de
Tracia.
También Agatocles, en Sicilia, siguió el ejemplo de los
diádocos
y se proclamó rey. El siguiente paso de Demetrio tras su
victoria
en Chipre fue asediar la isla de Rodas, que era aliada de Ptolomeo I.
En 306 llegó a
Atenas
un hombre nacido en Samos, si bien sus padres eran atenienses. Se
llamaba
Epicuro,
y enseñó una versión moderada de la
filosofía
del placer de Aristipo. Epicuro afirmaba, en efecto, que el placer era
el bien principal, pero añadía que éste
sólo
podía obtenerse a partir de una vida moderada y virtuosa.
En 305 Seleuco I fue
definitivamente
derrotado por Chandragupta en la India y firmó un tratado de
paz,
tras el cual la India empezó a recibir la cultura occidental a
través
de sus relaciones con el imperio Seléucida.
Mientras tanto Papirio Cursor lograba expulsar
definitivamente
a los samnitas de Campania e invadía el mismo Samnio. Los
samnitas
se vieron amenazados y no tardaron en pedir la paz. Ésta se
firmó
en 304, de modo que se reconoció
la
soberanía romana sobre Campania, pero el samnio conservó
su independencia. Ese año Demetrio decidió levantar el
sitio
de Rodas. Había empleado máquinas aparatosas, pero los
rodios
lograron resistir. El sitio de Demetrio se hizo tan famoso que desde
entonces
fue conocido como Demetrio Poliorcetes (el sitiador). Los rodios, por
su
parte, decidieron emplear las máquinas abandonadas por los
sitiadores
para construir una gran estatua en conmemoración de su victoria.
Se trataba de un proyecto muy ambicioso que tardaría más
de una década en completarse.
Tras abandonar Rodas, Demetrio volvió a
Atenas,
que estaba siendo asediada por Casandro. Demetrio liberó a
Atenas
y se hizo con el control de la mayor parte de Grecia. En 302
fue elegido general en jefe de las ciudades griegas, como lo fueron
Filipo
II y Alejandro Magno. Pero Casandro envió tropas a Asia Menor
para
enfrentarse con Antígono. Demetrio tuvo que volver a Asia para
ayudar
a su padre, lo que permitió que Casandro retomara Grecia.
Finalmente,
en 301 todos los demás
diádocos
se unieron contra Antígono y Demetrio en una batalla que se
libró
en Ipso, en el centro de Asia Menor. En la batalla participaron
unos 300 elefantes entre ambos bandos. Antígono fue finalmente
derrotado.
Se cuenta que murió gritando "Demetrio me salvará",
pero Demetrio tuvo que huir. Lisímaco extendió su reino
anexionando
a Tracia los territorios de Antígono en Asia Menor. Seleuco I
reprochó
a Ptolomeo I que apenas se había implicado en la batalla de
Ipso,
y tomo esto como excusa para reclamar Siria. Por otra parte, un persa
descendiente
de una familia de sátrapas aprovechó la confusión
tras la batalla de Ipso para erigirse en rey de una región de
Asia
Menor, la correspondiente a la costa nororiental, conocida como El
Ponto
(el mar, en griego). El nuevo rey adoptó el nombre de Mitrídates
I.
Por esta época abdicó el rey
Chandragupta
y se hizo discípulo del santo jainista Bhadrabahu. Fue
sucedido
por Bindusara, al que los griegos llamaron Amitrajates
(Asesino
de enemigos).
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