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En la segunda mitad del siglo
VIII
el mundo civilizado experimentó muchos cambios. En 750
el rey nubio Kashta avanzó hacia el norte y
conquistó
Tebas, tras lo cual los sacerdotes nubios descendientes de los
sacerdotes
de Amón exiliados tiempo atrás recuperaron el poder de
sus
antepasados.
Mientras tanto, Hesíodo escribe "Los
trabajos y los días". Era un campesino beocio, y en su obra
enseña la administración de una granja. Su
descripción
de la Grecia de su tiempo, desde el punto de vista de un hombre
humilde,
es desoladora, pero por estas fechas Grecia empezaba a salir de su edad
oscura. Una de las zonas más prósperas a la sazón
era la isla de Eubea. Llegó a tener tal exceso de
población
que buena parte de ella tuvo que emigrar. La ciudad de Calcis
llegó
a fundar en cien años hasta treinta colonias al norte del mar
Egeo,
en la que pasó a llamarse península Calcídica.
En el Peloponeso, la ciudad de Argos llegó a
la
cumbre de su poder bajo el rey Fidón. Su influencia
sobrepasó
la Argólida y llegó hasta el oeste, e incluso hasta
algunas
islas próximas.
Israel vivía un periodo de esplendor bajo
Jeroboam
II, mientras que Judá progresaba bajo Ozías. Sin embargo,
en Judá había un conflicto interno, y era la rivalidad
entre
el rey y el sumo sacerdote. Desde los tiempos de David y
Salomón,
el sumo sacerdote había estado supeditado al rey, pero el
reinado
y el derrocamiento de Atalía había dado alas al clero.
Joás
y Amasías no consiguieron imponerse y fueron asesinados, y ahora
Ozías luchaba también por reafirmar su autoridad. Hasta
trató
de presidir los sacrificios en el Templo, pero de algún modo
fracasó.
La versión de la Biblia (tal vez no muy fiable) es que
Ozías
enfermó de lepra (por castigo divino, naturalmente), y un
leproso
no podía entrar en el templo. Desde 749
su hijo Jotan actuó como regente.
En 748 murió
Jeroboam
II y su hijo Zacarías le sucedió en el trono de
Israel,
pero sólo reino medio año, tras lo cual hubo un golpe de
estado al que siguieron unas semanas de conmoción. Finalmente
fue
hecho rey un general llamado Menajem. Éste era un
año
olímpico en Grecia. Los juegos anteriores los había
organizado Élide,
ciudad cercana a Olimpia, pero en esta ocasión Argos
consiguió
arrebatarle la organización. Élide pidió ayuda a
Esparta
y así se inició una enconada rivalidad entre Esparta y
Argos.
No se sabe muy bien lo que sucedió, pero Esparta debió de
imponerse, pues a partir de entonces Élide organizó casi
ininterrumpidamente los juegos, y los registros de
748
fueron borrados. Desde entonces, Argos se unió a todos los
enemigos
de Esparta y jamás participó en ninguna actividad en la
que
la conductora fuera Esparta.
Desde la muerte de Salmanasar III, Asiria
había
sido gobernada por monarcas débiles, pero en 745
un general dio un golpe de estado, con lo que puso fin a una
dinastía
que había gobernado el país durante mil años,
desde
que la fundara Shamshi-Adad I. El nuevo rey adoptó el nombre de
un gran conquistador asirio y pasó a ser Teglatfalasar III.
Bajo su mandato, Asiria resurgió. Empezó por reorganizar
el Imperio. Ajustó la maquinaria administrativa e hizo a todos
los
funcionarios responsables ante él. Creó un
ejército
profesional asalariado, que podía actuar constantemente, sin
necesidad
de reclutar campesinos durante periodos limitados de tiempo. Esto
requería
dinero, para lo cual tuvo que saquear a los pueblos tributarios. Luego
pasó a ocuparse de pueblos circundantes. Los medos
nómadas
llevaban años campando a sus anchas. Fueron perseguidos y
sometidos
a tributo. A continuación se dirigió al oeste.
Las naciones Cananeas se coaligaron contra Asiria.
La
coalición estaba encabezada por Ozías de Judá,
pero
el intento fue un fracaso y en 738 el
ejército
cananeo fue derrotado por Teglatfalasar III. Israel, Judá,
Siria,
Tiro y las demás ciudades fenicias fueron sometidas a tributo.
Ese
mismo año murió Menajem de Israel, que fue sucedido por
su
hijo Pecajya.
Según la tradición griega, 738
fue también el año en que ocupó el trono de Frigia
el rey Midas. Buena prueba de la prosperidad de Frigia en esta
época
es la conocida leyenda griega según la cual Midas
convertía
en oro todo cuanto tocaba.
Volviendo a Israel, el rey Pecajya hizo cuanto pudo
para
contentar a Asiria, pero el pago del tributo exigía recaudar
muchos
impuestos y el pueblo estaba descontento. Además en Judá
había desde siempre un sentimiento de odio hacia los
extranjeros,
lo que unido a una subestimación del poder asirio culminó
con un golpe de estado en 736, que le dio
el trono a un general llamado Pecaj, que se apresuró a
organizar
una nueva coalición contra asiria. No tardó en conseguir
el apoyo del rey Rezin de Siria, hijo de Benhadad III, pero
tuvieron
dificultades en convencer a Jotan (el hijo de Ozías, regente de
Judá). En 735 apareció en
la
vida pública de Judá el profeta Isaías,
profeta
en la línea reformista inaugurada por Oseas años antes.
Sin
embargo, a diferencia de Oseas, Isaías era de familia
aristocrática,
por lo que tenía fácil comunicación con el rey y
los
sacerdotes, y estaba en contra de una rebelión contra Asiria.
Para
complicar más las cosas, en 734
murió
Ozías y poco después murió también Jotan,
con
lo que el trono pasó a su hijo Ajaz. El nuevo rey estuvo
de acuerdo con Isaías y optó por la neutralidad de
Judá
en un hipotético enfrentamiento contra Asiria por parte de
Israel
y Siria.
Este mismo año los corintios fundaron la
ciudad
de Siracusa, al oeste de Sicilia. Se abría así un
proceso de expansión de Grecia por el Mediterráneo. La
política
de los griegos fue fundar colonias en zonas costeras adecuadas para el
comercio. Sus ciudades se especializaban en elaborar productos de
artesanía
con materias importadas que después intercambiaban con tribus
del
interior, más primitivas, que les suministraban alimentos.
Mientras tanto, las fuerzas conjuntas de Siria e
Israel
invadieron Judá, en represalia por su negativa a integrarse en
la
coalición antiasiria. No tuvieron dificultades en tomar todo el
país. Los edomitas y los filisteos aprovecharon para
independizarse
y Ajaz vio reducido su reino a los alrededores de Jerusalén. El
rey pidió ayuda a Asiria y Teglatfalasar III no tardó en
responder. Sus ejércitos llegaron a Siria en 732
y la aplastaron sin dificultad. Con ello Siria desapareció para
siempre de la historia como nación independiente. Esta
aniquilación
se debió a que Teglatfalasar III empleó una
política
mucho más astuta de la de sus predecesores. Mientras
éstos
trataron de contener a los pueblos sometidos mediante el terror,
Teglatfalasar
III decidió realizar deportaciones en masa. Diseminaba la
aristocracia
de un pueblo entre otras regiones lejanas, mientras que otros
extranjeros
eran llevados a ocupar el vacío dejado. Así logró
borrar muchos sentimientos nacionales, a la vez que creaba fricciones
internas
entre los antiguos habitantes de una zona y los recién llegados,
fricciones que consumían unas energías que de otro modo
podrían
haberse empleado contra Asiria. El caso fue que los sirios se
diseminaron
por el imperio Asirio, y con ellos se llevaron su lengua, el arameo. Se
trataba de una lengua mucho más simple que el acadio, la lengua
de Asiria, por lo que fue rápidamente adoptada por los
mercaderes
y se convirtió en una especie de idioma internacional del Asia
Occidental.
Con el tiempo desplazaría también al hebreo.
Israel sobrevivió a las represalias asirias,
pero
el reino de Pecaj se redujo a los alrededores de Samaria. El
descontento
dio pie a un golpe de estado por el que fue proclamado rey el general Oseas,
que logró la aprobación de Asiria comprometiéndose
a pagar el correspondiente tributo.
En 730 el rey nubio Pianji,
sucesor de Kashta, conquistó el Delta del Nilo, con lo que se
convirtió
en rey de un Egipto unido de nuevo. Se le considera el primer rey de la
XXV
dinastía. En realidad pequeñas zonas del bajo Egipto
quedaron bajo el control de reyes nativos, englobados en una XXIV
dinastía.
En esta misma fecha surgió un conflicto en
Grecia.
Al oeste de Esparta, en el Peloponeso, se extendía la
región
de Mesenia. Los dorios que se habían establecido en
Mesenia
se mezclaron con la población nativa, al contrario de lo que
sucedió
en Esparta, por lo que los espartanos despreciaban a sus vecinos. No
conocemos
los detalles, pero en 730 se
inició
la Primera Guerra Mesenia, con una invasión repentina
por
parte de Esparta. Tras algunos años de lucha, los mesenios,
conducidos
por su rey Aristodemo, se vieron obligados a parapetarse en el
monte Itome,
un pico de unos 800 m. de altura, donde resistieron algunos años
más.
Mientras tanto Teglatfalasar III dirigía su
atención
hacia Babilonia, que ahora estaba gobernada por un rey caldeo. Cuando
éste
murió marchó sobre la ciudad y se proclamó
él
mismo rey con el nombre de Pulu (tal vez su verdadero nombre).
Esta
unión fue corroborada en los cielos como era habitual, de modo
que
el dios asirio Asur obtuvo la supremacía sobre el dios
babilónico
Marduk.
Teglatfalasar III murió en 727
y fue sucedido por su hijo Salmanasar V. Egipto había
observado
con inquietud el progreso de Asiria. Temía que en cualquier
momento
los asirios pudieran llegar a sus fronteras, así que se
dedicó
a apoyar todo intento de rebelión contra el Imperio. La muerte
del
rey era el mejor momento posible para una rebelión, así
que
el rey egipcio indujo a Oseas de Israel a rebelarse. Éste
aceptó
la propuesta y se negó a pagar el tributo pactado. En 725
Salmanasar V puso sitio a Samaria.
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