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La entrada en el primer
milenio
de nuestra era se produjo sin incidentes dignos de mención. El
Imperio
Romano disfrutaba de una paz y una estabilidad política como
nunca
antes se había conocido. El mayor problema de Augusto en los
próximos
años iba a ser el de la sucesión. Livia, su esposa,
deseaba que ésta recayera sobre su hijo Tiberio, y había
tratado de que su marido lo adoptara, pero Augusto había puesto
como condición previa que se casara con su hija Julia, si bien
un
tiempo
después de la boda Tiberio decidió que estaría
mucho
mejor exiliado en Rodas, lejos de su cónyuge. Tras un tiempo
prudencial
tras el destierro de Julia, Tiberio solicitó a Augusto permiso
para
volver a Roma, pero le fue denegado. Probablemente Augusto pensaba que
si Tiberio hubiera ejercido dignamente su papel de marido, no se
habría
visto obligado a desterrar a su hija. En 2,
a regañadientes y por la insistencia de su esposa, Augusto
aceptó
finalmente el regreso de Tiberio.
Sin embargo, los acontecimientos iban a favorecer
los
planes de Livia. Ese mismo año enfermó y murió
Lucio
Julio César, uno de los dos hijos de Julia y Agripa a los que
Augusto
había adoptado con vistas a la sucesión. Su hermano Cayo,
siendo todavía un adolescente, fue enviado a una misión
de
escasa importancia en Asia Menor, pero recibió una herida y
murió
en el viaje de vuelta, en 4. Contando la
muerte
de su sobrino Marcelo, ya eran tres los intentos frustrados de Augusto
para designar un sucesor. Julia y Agripa habían tenido dos hijas
más, Julia y Agripina, y un hijo, Agripa
Póstumo,
llamado así porque había nacido tras la muerte de su
padre
y a la sazón tenía quince años. Augusto
decidió
designarlo como sucesor, para lo cual lo adopto. No obstante, Augusto
tenía
ya casi setenta años y comprendía que si le
sorprendía
la muerte en un plazo breve, sería un desastre que el Imperio
quedara
en manos de alguien tan joven, pues las viejas intrigas
resurgirían
inmediatamente. Por ello a Livia no le debió de costar mucho
convencerlo
para que finalmente adoptara también a Tiberio, que se
convirtió,
por consiguiente, en Tiberio Julio César. No obstante,
Augusto
conservaba su astucia de siempre: Druso, el hermano de Tiberio,
había
tenido un hijo que había heredado el sobrenombre de su padre y
era
conocido como Druso Claudio Germánico. Tenía
entonces
dieciocho años, y Augusto obligó a Tiberio a adoptarlo,
con
lo que pasaba a ser Druso Julio César Germánico,
al
que no hay que confundir con su hermanastro de trece años, hijo
de Tiberio y su primera esposa, que con la adopción de su padre
entraba también en la familia Julia y pasaba a ser Druso
Julio
César, conocido también como Druso el Joven.
La
maniobra de Augusto abría la posibilidad de que la
sucesión
saltara directamente a Druso Germánico si no podía recaer
en Agripa Póstumo.
En 5 el emperador de
China
era un niño llamado Pingdi, pero pronto fue envenenado
por
un ministro llamado Wang Mang, que logró hacerse con el
poder
gracias a la ayuda de la madre del difunto emperador.
Tiberio recuperó el mando de las legiones
destacadas
en Germania. Seguía siendo el brillante general que había
sido antes de su destierro, y en 6
Germania
estaba totalmente en calma, así que Augusto lo destinó a
Panonia, donde las cosas no iban tan bien. En Germania puso a Publio
Quintilio Varo, que había sido gobernador de Siria,
más
corrupto de lo que cabría esperar de un funcionario de Augusto.
Años antrás, Druso había
derrotado
en Germania a un pueblo emparentado con los suevos, los Marcomanos,
y algunos de sus miembros fueron llevados a Roma como rehenes. Entre
ellos
estaba un niño llamado Marobodo, que ahora
regresó
a su pueblo y lo guió en una migración hacia el sureste
que
lo llevó a establecerse entre el Danubio y el Elba, y
allí
formó un reino hostil a Roma.
Donde tampoco iban nada bien las cosas era en Judea.
Augusto
había recomendado a Herodes Arquelao que tratase suavemente a
sus
difíciles súbditos judíos, pero éste
decidió
gobernar con mano dura y matener la ley a toda costa, así que
los
judíos, ya predispuestos en su contra por ser medio idumeo y
medio
samaritano, lo odiaron más encarnecidamente que a su padre y no
cesaron de enviar embajadas a Roma solicitando que fuera destituido.
Finalmente,
Augusto consideró que era la mejor opción, Herodes
Arquelao
fue destituido y se retiró de política, mientras Judea
era
gobernada por un procurador, que era el nombre que
recibía
el gobernador de una parte de una provincia. En efecto, Herodes Antipas
se las arregló mejor en Galilea para evitar enfrentamientos con
sus súbditos, por lo que pudo conservar el poder. El
único
motivo de tensión fue su decisión de divorciarse de su
esposa
(hija del rey nabateo) para casarse con Herodías, hija
de
Aristóbulo, uno de los hijos ejecutados por Herodes.
Herodías
estaba casada con su tío Herodes Filipo (el tetrarca), con quien
había tenido una hija llamada Salomé, pero
decidió
abandonar a su esposo y casarse con su otro tío Herodes Antipas.
En realidad era medio sobrina de ambos, pues Aristóbulo, Herodes
Filipo y Herodes Antipas sólo eran hermanos por parte de padre.
No obstante, para los judíos más conservadores ese
matrimonio
era un incesto. (No menos incesto que el matrimonio de Herodes Filipo
con
Herodías, pero ése no pareció molestar a nadie.)
En 6 el rey parto
Fraates
V fue derrocado por su hermanastro Vonones I, que había
sido
educado en Roma como rehén y contaba con el respaldo de Augusto.
En 7 quedó
patente
que Agripa Póstumo era deficiente mental, así que Augusto
revocó la adopción. Para tratar de que se olvidara la
mala
imagen que había dado el "sucesor", Augusto lo confinó en
una isla, lejos de Roma. Ahora los más firmes candidatos a la
sucesión
eran Tiberio y su hijo adoptivo Germánico.
Augusto consideró que Tiberio había
dejado
a Germania lista para ser convertida en provincia romana, así se
lo comunicó a Varo, que emprendió la tarea con arrogancia
y sin ningún tacto, lo que pronto provocó la
rebelión
de los germanos.
En 8 Augusto tuvo que
hacer
frente a un nuevo escándalo en Roma. Esta vez lo provocó
su nieta Julia, que seguía los pasos de su madre y, pese a estar
casada con Lucio Emilio Paulo, fue sorprendida en un romance
con
el poeta Ovidio, que le cantó con el nombre de Corina.
Parece
ser que entre ambos hubo algo más que cantos, pues ambos fueron
desterrados (a lugares distintos, naturalmente). Ovidio no caía
bien a Augusto, pues su poesía distaba mucho del programa
moralizante
que habían seguido otros autores, como Horacio, Virgilio o Tito
Livio destinado a promover las antiguas virtudes romanas entre la
ciudadanía.
La obra más famosa de Ovidio son sus Metamorfosis, donde
narra algunos de los mitos griegos más conocidos y en la que se
relatan toda suerte de amoríos, infidelidades, raptos, etc.
entre
dioses y mortales. Nada que hoy en día no suene normal, pero
suficiente
para escandalizar a Augusto, que era bastante puritano. El caso es que
Ovidio terminó en la desembocadura del Danubio y nunca pudo
regresar
a Roma, pese a sus famosas Tristes, con las que en vano
trató
de conmover al emperador.
Entre tanto los germanos encontraron un líder
de
veinticinco años llamado Hermann. Su pueblo eran los Queruscos.
Había sido llevado como rehén a Roma, donde
aprendió
latín, terminó enrolado en el ejército y
llegó
a conseguir la ciudadanía romana. Es más conocido en la
historia
por la versión latina de su nombre: Arminio.
Arminio no se enfrentó directamente a Varo,
sino
que durante un tiempo realizó un doble juego. Se ganó la
confianza de Varo y finalmente en 9 lo
persuadió
para que abandonase la segura frontera del Rin e instalase su
campamento
en el interior de Germania, hacia donde vivían los queruscos.
Luego
organizó una pequeña revuelta para atraer a Varo
aún
más lejos, en los bosques, mientras él mismo lo
seguía
con un contingente germano (supuestamente leal) como retaguardia.
Cuando
Varo llegó a la región conocida como Teutoburger Wald,
a unos 130 kilómetros al este del Rin, sin saberlo estaba
totalmente
rodeado por insurrectos germanos, que, tras tres días de
violentos
combates, terminaron por exterminar a Varo y las tres legiones que
tenía
a su cargo.
Augusto no podía reconstruir las tres
legiones
sin imponer una inaceptable carga fiscal al Imperio, así que
durante
un tiempo las veintiocho legiones romanas se vieron reducidas a
veinticinco.
Se dice que Augusto pasó un tiempo desesperado gritando en su
palacio:
"¡Varo,
Varo, devuélveme mis legiones!" Pero Varo había
muerto
con sus hombres. Tiberio y Germánico fueron enviados
inmediatamente
al Rin para evitar que los germanos invadieran la Galia.
Mientras tanto, el usurpador Wang Mang se
proclamó emperador de China, fundador de la nueva
dinastía Xin,
tras
lo cual inició una serie de reformas. El estado seguía
siendo
el único propietario del suelo, pero las tierras fueron
redistribuidas.
Se limitó la esclavitud y se fijaron precios máximos para
los productos. El estado se convirtió en un acreedor despiadado,
lo que llevó a una disminución del nivel de vida de los
campesinos.
En 10 la actitud del
rey
parto Vonones I, tan servil hacia Roma, provocó una
rebelión
nacionalista encabezada por el gobernador de Media, que se
convirtió
en el nuevo rey, con el nombre de Artabán III.
En 11 Tiberio y
Germánico
estuvieron en condiciones de iniciar nuevas campañas en
Germania,
para dejar claro a los germanos (y a los romanos) que la derrota de
Teutoburger
Wald había sido un hecho aislado. Germánico se
casó
con Agripina, la hija de Agripa y Julia y hermana de la otra Julia, la
cual seguía en el destierro. Tuvieron nueve hijos. En 13
Tiberio dejó a Germánico al mando y volvió a Roma.
En 14 Augusto
agonizaba en
el lecho, a sus setenta y siete años de edad. Había
reinado
durante cuarenta y tres. Dicen que sus últimas palabras fueron:
"¿Creéis
que he representado bien mi papel en la vida? Si es así,
aplaudid."
Tiberio se encontraba fuera de la ciudad, a punto de partir hacia
Dalmacia,
pero Livia le envió mensajeros con instrucciones, y al
recibirlos
se puso inmediatamente al mando del ejército y regresó a
Roma para asumir el cargo de emperador. Al igual que había hecho
Augusto, ofreció al Senado la posibilidad de restaurar la
República,
pero tanto él como el Senado sabían que no había
más
opción que rechazar la oferta, de modo que Tiberio
recibió
del Senado los poderes de Augusto y así la figura del emperador
dejó de ser una figura excepcional, vinculada a Augusto, para
adquirir
carácter estable. De todos modos, por si acaso, Tiberio se
apresuró
a ejecutar a Julia, la hija de Augusto y a Agripa Póstumo. Tras
su muerte, Augusto recibió honores divinos, con lo que se
consolidó
definitivamente el llamado Culto Imperial, por el cual el
emperador romano era considerado un dios a todos los efectos.
Tiberio no tardó en tomar firmemente las
riendas
del poder. Incrementó la vigilancia sobre los gobernantes de las
provincias para castigar la apropiación indebida de impuestos.
Por
algún motivo, Tiberio llamó a Roma al rey Arquelao de
Capadocia,
donde fue encarcelado. Inmediatamente después de la muerte de
Augusto
las legiones del Rin y del Danubio se amotinaron pidiendo más
paga
y menos horas de servicio. Tiberio envió a su hijo Druso el
Joven
al Danubio y a Germánico al Rin, y ambos se las arreglaron para
resolver la situación con diplomacia (y aumentando la paga).
Para
mantener a los soldados ocupados Germánico dio un nuevo impulso
a las campañas contra los germanos. En 16
los queruscos de Arminio fueron derrotados y Germánico
recuperó
los pendones de las legiones de Varo, pero Arminio logró huir.
Intentó
que los germanos lo proclamaran rey, pero lo que hicieron fue
envenenarlo.
Aunque la posición de Roma en Germania volvia
a
ser favorable, Tiberio decidió que no merecía la pena
mantener
la ocupación: era tentar al destino, pues los germanos
podían
obtener una segunda victoria y ello podría acrecentarlos para
invadir
la Galia. Para evitar esta posibilidad ordenó a Germánico
que se retirara al Rin y cuando la frontera estuvo firmemente
establecida
en el curso del río lo envió al Este, a ocuparse de las
eternas
disputas con los partos sobre Armenia. (No obstante, una estrecha
franja
de terreno entre la Galia y el Rin siguió siendo considerada
territorio
germánico gobernado por Roma, dividido en dos provincias: Germania
Superior y Germania Inferior.)
En 17 Tiberio tuvo que
hacer
frente a una rebelión de los númidas, que decidieron
luchar
por su independencia a las órdenes de Tacfarinas, quien
había
servido en el ejército romano para luego desertar e iniciar la
revuelta.
El rey Arquelao de Capadocia murió en prisión, y su reino
se convirtió en una nueva provincia romana.
También murieron Ovidio y Tito Livio.
Éste
llevaba escritos 142 libros, en los que narraba la historia de Roma
desde
su fundación hasta la muerte de Druso (el hermano de Tiberio).
Su
propia muerte le impidió llegar hasta la muerte de Augusto, que
era lo que tenía planeado. La obra de Livio carece del rigor de
los historiadores griegos. Al contrario, los hechos se presentan de
forma
muy novelada y están infestados de mitos y leyendas
inverosímiles.
Sólo sobreviven 35 de sus libros, más unos
resúmenes
del resto usados en las escuelas.
En 18 murió el
rey
Juba II de Mauritania (al que Augusto había casado con Cleopatra
Selene) y el trono fue ocupado por su hijo, que recibió, como
no,
el nombre de Ptolomeo, conocido en la historia como Ptolomeo
el Mauritano. Fue el último descendiente del general de
Alejandro.
Tras la derrota de Varo, los germanos victoriosos
supusieron
una amenaza para otros pueblos germánicos, entre ellos los
marcomanos,
por lo que el rey Marobodo no tardó en reconciliarse con Roma.
Sin
embargo, en 19 acabó siendo
destronado
por un rey vecino y tuvo que refugiarse en Ravena, en Italia,
donde
permaneció hasta su muerte.
Ese mismo año murió el derrocado rey
parto
Vonones I. Tres años antes había tenido que buscar
refugio
en Siria, donde acabó siendo un prisionero romano. Murió
mientras intentaba escapar.
También murió Germánico, a sus
treinta
y cuatro años de edad. Tiberio no tenía el don de gentes
de Augusto. Era muy eficiente y se tomó muy en serio las labores
del gobierno, pero era taciturno, misántropo e introvertido.
Mientras
Augusto podía ir por las calles sin protección, Tiberio
necesitaba
una escolta. Despreciaba (probablemente con razón) a los
senadores
por su incompetencia, y no tardó en ganarse su enemistad. Los
senadores
difundieron el rumor de que Tiberio había envenenado a
Germánico
para que el Imperio pasara a manos de su hijo Druso el Joven. Parece
ser
que Agripina, la viuda de Germánico, así lo creyó.
La opinión pública consideró
autor
material del envenenamiento a Cneo Calpurnio Pisón, al
que
Tiberio pareció defender en un primer momento, pero luego lo
abandonó
a su suerte y fue condenado sin pruebas en 20.
En realidad lo más probable es que Germánico muriera de
alguna
enfermedad.
En 21 un noble eduo
llamado
Julio
Sacrovir encabezó un levantamiento de los Galos, al que se
le
unió el trévero Julio Floro. Contaron con un
importante
ejército, pero mal equipado e insubordinado, y finalmente la
revuelta
fue aplastada por las legiones de Cayo Silio. Sacrovir se
suicidó
con sus principales compañeros.
Si hubo algo de cierto en que Tiberio pensó
en
dejar el Imperio a su hijo Druso, el caso fue que tuvo la misma suerte
que Augusto con sus herederos, pues Druso el Joven murió en 23
a los treinta y ocho años. La muerte de su hijo afectó
mucho
al emperador, que empezó a buscar un hombre de confianza que
pudiera
encargarse del gobierno (a modo de primer ministro) y le permitiera
retirarse
de la vida política. Eligió a Lucio Elio Sejano,
que
a la sazón era el jefe de la guardia pretoriana (las tropas que
Augusto había repartido por Italia a modo de policía).
Sejano
convenció a Tiberio de que reagrupara la guardia pretoriana en
un
campamento cercano a Roma. En general, Sejano se esforzó por
aumentar
el poder de Tiberio frente al Senado, lo que le granjeó,
obviamente,
la enemistad de los Senadores.
Tiberio eligió como herederos a dos de los
hijos
que Germánico había tenido con Agripina: Nerón
y
Druso
Julio César. Dos años antes, Nerón se
había
casado con Julia, hija del recientemente fallecido Druso y, por
lo tanto, nieta de Tiberio.
Mientras tanto, en China se produjeron numerosos
levantamientos
de campesinos que terminó derrocando a Wang Mang y restaurando
la
dinastía Han. El poder pasó a un miembro de la
dinastía
llamado Liu Xiu, pero que al subir al trono cambió su
nombre
por el de Huang Wudi. Una de sus primeras decisiones fue
trasladar
la capital hacia el este, a Luoyang, por lo que los
historiadores
distinguen entre los Han occidentales (o anteriores) y
los
Han
orientales (o posteriores) para referirse a los emperadores
que gobernaron antes y después de Wang Mang, respectivamente. El
nuevo emperador inició un largo proceso de restauración
del
orden que propició el ascenso de la clase social de los
mercaderes
y de los notables, o grandes propietarios.
En 24 el procónsul
Publio
Cornelio Dolabela puso fin a la rebelión de Tacfarinas en
Numidia
con una sangrienta batalla.
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