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En 1400 la Guerra de los Cien
Años duraba ya sesenta y tres, si bien pasaba por un largo
periodo de tregua: tanto Inglaterra como Francia atravesaban una crisis
que desaconsejaba cualquier aventura en el exterior. El derrocamiento
del rey Ricardo II de Inglaterra no había mejorado mucho la
situación del país: la legitimidad del nuevo rey Enrique
IV podía ser cuestionada fácilmente, por lo que no le
faltaron enemigos en la corte. Además, al tratar de confiscar
las tierras a un príncipe galés en conflicto con los
señores ingleses, provocó una rebelión que pronto
se extendió por toda Gales. El citado príncipe se llamaba
Owain Glyn Dwr, aunque es
más conocido por la versión inglesa de su nombre: Owen Glendower. La revuelta galesa
puso de manifiesto la debilidad del nuevo rey. Glendower supo
aprovechar las disensiones entre la nobleza inglesa para conseguir
aliados. La lengua inglesa había reemplazado completamente a la
francesa en Inglaterra, y a lo largo del siglo que ahora terminaba
había ido desarrollándose como lengua literaria.
Había surgido una poesía trovadoresca anónima, en
la que destacan poemas como Sir
Gawain y el caballero verde, La
muerte de Artús o Perla.
Por esta época moría William Langland, el autor del poema
Pedro el labrador, del cual habían surgido posteriormente otras
dos versiones ampliadas de autores desconocidos; pero el inglés
alcanzó su madurez literaria con la producción de
Geoffrey Chaucer, que fijó el que se impondría como
inglés estándar entre los distintos dialectos hablados en
la isla. También murió ese mismo año, dejando
incompleta su obra cumbre: los Cuentos
de Canterbury. Su planteamiento es similar al del
Decamerón de Boccaccio: treinta peregrinos van de Londres a
Canterbury para visitar la tumba de santo Tomás Becket, se
reúnen en la posada The Tabard
y allí el hostelero les propone que cada uno de ellos cuente
cuatro historias a sus compañeros, dos a la ida y dos a la
vuelta, de modo que quien cuente la mejor historia sea obsequiado con
una comida por los demás peregrinos. Según esto, la obra
debía componerse de ciento veinte historias, pero Chaucer
sólo llegó a escribir veinte cuentos completos, dos
inacabados y otros dos deliberadamente inacabados, pues los interrumpe
el auditorio. Los cuentos están escritos en verso y sus
contenidos son de lo más dispar: los hay edificantes,
desvergonzados, paródicos, etc. Son, sin duda, la primera obra
maestra de la poesía inglesa. La situación política de Francia no era mejor que la
de Inglaterra. La principal actividad de la corte era mantener
entretenido con fiestas y mascaradas al rey Carlos VI el Loco, de lo
que se encargaba especialmente Isabel de Baviera, la esposa del rey y
amante de su cuñado, el duque Luis de Orleans. La corte de Paris
no podía competir en magnificencia con las de los ducados de
Berry y de Borgoña, que los tíos del rey, Juan y Felipe
II, hacían crecer a costa del estado francés y de sus
propios súbditos, a los que no dudaban en extorsionar para
patrocinar un ejército de artistas. El duque Juan V de
Bretaña incorporó su ducado a esta competición por
el lujo y el arte. Gracias al apoyo inglés, los últimos
duques habían logrado convertir a Bretaña en un
territorio prácticamente independiente de Francia. Mientras
tanto, el enfrentamiento entre Luis de Orleans y Felipe II de
Borgoña era cada vez más abierto. Por esta época murió un clérigo llamado Jean Froissart. Dejó una
crónica que comprende los tres últimos cuartos del siglo
XIV, una crónica que se centra en noticias pintorescas y en los
sucesos de la alta sociedad, no en los hechos históricos
fundamentales. Alemania era la nación occidental que menos había
evolucionado políticamente en los últimos siglos. Es
cierto que precisamente en estos momentos Inglaterra y Francia no daban
muy buen ejemplo, pero al margen de situaciones transitorias de
debilidad y fragmentación, los estados europeos habían
tendido a sustituir las antiguas estructuras feudales por
sólidos estados centralizados. Alemania, en cambio,
seguía siendo el campo de batalla de los recelos y ambiciones de
los grandes señores y la autoridad del emperador era muy
limitada y azarosa. Culturalmente, también seguía anclada
en la vieja escolástica, el latín predominaba sobre el
alemán en la literatura. La literatura en lengua alemana
había dado un siglo atrás dos obras maestras
anónimas: el Cantar de los
Nibelungos y Gudrun.
Existió una poesía épica alemana de
imitación francesa, que fue pronto sustituida por una
poesía burguesa, la de los llamados maestros cantores; aunque la
principal producción en el último siglo era la prosa
religiosa de varios autores místicos. Por el contrario, Italia era la vanguardia de la cultura europea.
Últimamente, en el norte había surgido un gran
interés por la lengua griega. Hasta entonces, las obras de los
autores griegos se habían vuelto accesibles a través de
las traducciones desde el árabe realizadas en Castilla, o a
través de especialistas bizantinos en cuyo buen hacer
había que confiar sin posibilidad de discusión. Los
intelectuales occidentales desconocían el griego, y era famosa
la frase "graecum est, non legitur"
(es griego, no se lee) con la que los maestros invitaban a sus
discípulos a que se saltaran los incisos en griego que
eventualmente aparecían en los clásicos latinos. Desde
hacía tres años, residía en
Florencia el maestro bizantino Manuel
Chrysoloras, que se dedicó a enseñar griego a unos
discípulos entusiasmados. Ese año dejó la ciudad,
pero fue sucedido por Johannes
Argyropoulos, que puso a Florencia a la cabeza de los estudios
griegos. El interés por el griego no tardó en extenderse
por otras ciudades italianas. En 1401 se convocó un
concurso para realizar una segunda puerta de bronce para del
baptisterio de Florencia, acorde a la que había construido
Andrea Pisano años atrás. Siete artistas presentaron
otros tantos proyectos, y dos de ellos quedaron los primeros ex aequo. Eran Filippo Brunelleschi y Lorenzo Ghiberti. Los dos eran
florentinos, el primero tenía veinticuatro años y el
segundo veintitrés. Finalmente se decidió encargar el
trabajo a Ghiberti y se propuso a Brunelleschi que fuera su ayudante,
pero éste renunció. El rey Enrique IV de Inglaterra devolvió a Francia a Isabel,
la viuda de Ricardo II e hija del rey Carlos VI de Francia, que
tenía ahora doce años. El monarca publicó el
edicto De haeretico comburendo,
en el que ordenaba quemar por heréticos los escritos de John
Wycliffe. Esta medida no disuadió a sus discípulos, los
lolardos, aunque tal vez los desorganizó un poco, pues, si bien
coincidían en negar los sacramentos y en propugnar la
confiscación de los bienes eclesiásticos, por lo
demás se dividían en innumerables sectas. Roberto de Wittelsbach fue coronado emperador en Colonia, pero Juan
Galeazo Visconti, el duque de Lombardía, no lo reconoció
como tal, sino que mantuvo su lealtad hacia Venceslao IV. Roberto
marchó a Italia, pero Juan Galeazo lo derrotó en Brescia. El rey Enrique III de Castilla consideró que los benimerines
de Marruecos eran una amenaza constante y decidió hacer una
exhibición de fuerza. Una flota castellana saqueó
Tetuán. El rey Ladislao II de Polonia cedió definitivamente el
título de duque de Lituania a su primo Vytautas. El conde Amadeo VIII de Saboya se casó con María, hija del duque Felipe
II de Borgoña. El duque Guillermo I de Austria se casó con Juana, la hermana del rey Ladislao
de Nápoles. El burgrave de Nuremberg Federico VI se casó con Isabel, hija del duque Federico de Baviera-Landshut. En la India, la región meridional del sultanato de Delhi se declaró independiente y se convirtió en el sultanato de Malwa. Timur Lang continuaba en Siria, donde ahora destruía Damasco.
No obstante, salvó la vida a los artesanos de la ciudad, que
fueron deportados a Samarkanda. Durante el viaje de regreso, y ya que
le venía de paso, saqueó Bagdad una vez más. El shogun Ashikaga Yoshimitsu restableció las relaciones
oficiales con China, y adoptó el título chino de rey de Japón. Desde el
año anterior, Yoshimitsu estaba tratando de reducir a los
piratas Wako, que asolaban las
costas
japonesas, coreanas y chinas. En los últimos años
había proliferado el no,
un género teatral cuyas reglas definitivas fueron fijadas por Zeami, autor de varias obras no, en
su tratado Kaden-sho. El emperador bizantino Manuel II viajaba por Europa Occidental, con
una mezcla de dignidad y humillación, solicitando ayuda para
defender su imperio, si es que podía darse ese nombre al
conjunto formado por la ciudad de Constantinopla y el despotado de
Mistra. Había estado en la corte de Carlos VI de Francia y en
la de Enrique IV de Inglaterra, y todo el mundo le hacía
promesas, pero éstas no se materializaban en ninguna ayuda
concreta. El sultán Bayaceto I estaba empeñado en tomar
Constantinopla y su caída parecía ser inminente. Sin
embargo, la ayuda que Manuel II no recibió de Occidente la
recibió inesperadamente de Oriente: En 1402 Timur Lang se fijó como
objetivo la conquista del sultanato otomano. El principio de su campaña fue más fácil de lo
esperado: los turcos de Karamania le abrieron sus puertas dispuestos a
unirse a él contra Bayaceto I, que fue derrotado y hecho
prisionero en la batalla de Ancira.
Timur Lang terminó su expedición destruyendo una
guarnición de los Hospitalarios que resistía en Esmirna.
Manuel II regresó a Constantinopla, donde tuvo que expulsar
nuevamente del trono a Juan VII. El emperador Roberto, después de su derrota en Italia,
había regresado a Alemania, donde tuvo que enfrentarse a su
antecesor, Venceslao IV. Éste recabó la ayuda del duque
Luis de Orleans, a cambio de la cual le concedió en usufructo el
ducado de Luxemburgo, del que hasta entonces disfrutaba su primo Josse,
el margrave de Brandeburgo. El ducado de Luxemburgo tenía gran
valor estratégico para Luis, pues dividía las posesiones
de su rival, el duque Felipe II de Borgoña (Flandes al norte y
Borgoña al sur). En Escocia, el duque de Albany, al que su hermano, el rey Roberto
III,
había nombrado regente, mantenía una larga enemistad con
David, el heredero del rey, enemistad que terminó cuando David
fue encarcelado por orden del duque y murió en prisión.
Este incidente provocó un escándalo y parte de la nobleza
escocesa se rebeló contra el rey con ayuda inglesa. Enrique IV
de Inglaterra infligió una derrota a los escoceses, a
raíz de la cual, éstos establecieron una alianza con el
rebelde galés Owen Glendower. En mayo, unos aventureros
normandos, llamados Jean de
Bethencourt y Gadifer de la
Salle, partieron de la Rochelle y en junio
llegaron a la isla de Lanzarote,
situada frente a la costa de Marruecos. No eran los primeros
occidentales que llegaban a la isla. Al parecer, su nombre se debe a un
genovés llamado Lancerotto
Marocello, que las había visitado casi un siglo
atrás. Formaba parte de un archipiélago que desde
entonces había recibido expediciones de mallorquines,
vizcaínos, andaluces y portugueses. Fueron, al parecer, los
mallorquines quienes bautizaron a dicho archipiélago como islas Canarias, dicen que por los grandes
perros que encontraron en ellas. Estos últimos visitantes
llegaron con la intención de adueñarse de las islas, y no
consideraron pertinente consultar la opinión de los nativos. La población de las Canarias era muy
heterogénea. Las
dos islas mayores se conocen ahora como Gran Canaria y Tenerife. Ésta última
estaba habitada por los guanches,
nombre que terminó aplicándose a los nativos de todo el
archipiélago, si bien había etnias de procedencias muy
distintas, algunas de las cuales habían llegado allí unos
tres mil años atrás. Gran Canaria estaba gobernada por Artemi Semidan, hijo de la diosa Andamana y el guerrero Gumidafe. Las demás islas
estaban repartidas entre diversos reyes (menceys) que gobernaban otras
tantas tribus. Su economía era esencialmente pastoril y
recolectora, aunque practicaban también una agricultura
rudimentaria (desconocían el arado). En Gran Canaria se
encuentra el Teide, un
volcán habitado por el maligno Guayota,
cuya maldad era, por fortuna, contrarrestada por la diosa madre Achguayaxiraxi, conservadora del
mundo. Los guanches también rendían culto a los muertos,
a divinidades astrales y de la naturaleza. Tenían sacerdotes y
lugares sagrados. Los recién llegados se encontraron con que los nativos no
veían razón alguna para someterse a ellos, y no fueron
capaces de controlar por sí solos la situación. Entonces
solicitaron la ayuda del rey Enrique III de Castilla a cambio de
rendirle vasallaje. Enrique III les envió refuerzos, con los que
emprendieron la conquista de las islas. Otra expedición (sin duda menos pretenciosa) fue la que
Enrique III envió nada menos que a la corte de Timur Lang, no se
sabe muy bien para qué. Los enviados fueron Ruy González de Clavijo, Payo
Gómez de Sotomayor y Hernán
Sánchez de Palazuelos. Antonio Acciaiuoli, un hijo
natural de Ranieri Acciaiuoli, recuperó los ducados de Atenas y
Neopatria, que habían pertenecido a su familia hasta que los
venecianos se los arrebataron a su padre. Bernat Metge se había congraciado con el rey Martín I de Aragón, en parte gracias su libro Lo somni. Ahora conseguía un puesto de escribano y un tiempo después sería nombrado secretario del monarca. Ese año murió la reina María de Sicilia, esposa
de Martín el Joven, que se casó poco después con Blanca, la hija del rey Carlos III
de Navarra. Otra hija de Carlos III, Juana,
se casó con Juan, el
hijo de la condesa Isabel de Foix. También murió el duque de Lombardía Juan Galeazo Visconti, quien, tras haber ocupado Pisa, Perugia y Bolonia, estaba a punto de proclamarse rey. Fue sucedido por su hijo Juan María, de trece años, bajo la regencia de su madre, Catalina. En Inglaterra murió Edmundo de Langley, el duque de York,
que fue sucedido por su hijo Eduardo
de Norwich. En 1403 murió el
sultán otomano Bayaceto I, y sus hijos se repartieron y
disputaron su imperio: Isa
ocupó la ciudad de Bursa,
la primitiva capital de los otomanos, donde estaban las tumbas de los
antecesores de Bayaceto I; Mehmet I
dominó el resto de Asia Menor, descontando los emiratos turcos
que habían sido sometidos por su padre al yugo otomano, y que
ahora recuperaron su independencia; por último, Suleymán dominó Rumelia, que era el nombre que los
turcos daban a la parte europea de su imperio (que para ellos
seguía siendo el Imperio Romano). El sultanato de Delhi seguía
desmembrándose. Ahora se
independizaba el sultanato de Gujarat. Un príncipe
javanés fundó el puerto de Malaca en la península que
hoy se conoce con ese mismo nombre. La región, hasta entonces
disputada por la influencia de Java y Siam, quedó
definitivamente bajo la influencia javanesa y Malaca se
convirtió en un punto clave de la ruta de las especias. Esto
atrajo a los musulmanes, y el islam empezó a penetrar en la
región. El rey Enrique IV de Inglaterra se casó con Juana, la hermana del rey Carlos III
de Navarra. El rey Ladislao II de Nápoles reclamaba para sí la
corona de Hungría, que su padre, el rey Carlos III, había
tratado de
adjudicarse cuando fue asesinado. Ese año se hizo coronar como
rey de Hungría, pero no le valió de nada. En China, el emperador Huidi fue derrocado por uno de sus
tíos, que se proclamó emperador con el nombre de Ming Chengzu, aunque es más
conocido por Yongle, que es en
realidad el lema de su gobierno, que en este caso significa Alegría
eterna, expresión de la satisfacción nacional por
haberse librado de los funestos mongoles. Bajo la dinastía Ming,
el recuerdo del yugo mongol extendió por el país un
sentimiento xenófobo. Los intentos de forzar la abdicación del Papa Benedicto XIII
eran cada vez más impopulares, debido en parte a las
predicaciones de Vicente Ferrer. El duque Luis de Orleans y los hombres
enviados por el rey Martín I de Aragón ayudaron al Papa a
escapar de Aviñón, desde donde huyó a Marsella.
Finalmente, Francia y Castilla accedieron a reconocerlo de nuevo como
el Papa legítimo a cambio de su promesa de que abdicaría
si Bonifacio IX abdicaba también o moría. Catalina, la madre de Juan María Visconti, el duque de
Milán, decidió devolver Bolonia y Perugia a Bonifacio IX,
a quien el duque Juan Galeazo se las había arrebatado poco antes
de su muerte. En 1404 Juan
María cumplió catorce años y decidió que
esta política de su madre no era la más provechosa para
la familia, así que la hizo encarcelar y dejó el gobierno
en manos del condotiero Facino Cane.
El rey Carlos III de Navarra firmó un tratado con Francia por
el que renunciaba a los condados de Champaña, Brie y Evreux a
cambio de unas rentas y del condado de Nemours.
El rey Martín I de Aragón había emprendido la
conquista de Córcega, que casi completó con la ayuda del
noble corso Vicentello de Istria.
Un hijo del rey Tvrtko I logró el trono de Bosnia, con el
nombre de Tvrtko II. Ese año murió el duque Felipe II de Borgoña y
fue sucedido por su primogénito, el que se había "ganado"
el sobrenombre Juan sin Miedo en la cruzada contra los turcos. No
obstante, los condados de Flandes, Borgoña y Artois siguieron en
poder de su madre, la condesa Margarita II. El ducado de Limburgo lo
heredó Antonio, hermano
menor de Juan. También murió el duque Alberto I de Baviera-Straubing,
que fue sucedido por sus hijos Guillermo
II y Juan III. El
primero heredó también el condado de Holanda (Guillermo VI), y estaba casado con
Margarita, hermana de Juan sin Miedo. En Austria murió duque Alberto IV, que fue
sucedido por su hijo de siete años Alberto V. El otro duque, Guillermo
I, se aprovechó de la corta edad del heredero para asegurarse el
control sobre la mayor parte de las propiedades de los Habsburgo, que
pasaron así de la línea albertina a la línea
leopoldina de la familia. Pero la muerte más destacada del año fue, sin duda, la
del Papa Bonifacio IX. Sucedió en octubre,
y antes de que la noticia llegara a París los cardenales romanos
ya habían elegido un sucesor. Era Cosimo Gentile de'Migliorati, que a
sus sesenta y ocho años adoptó el nombre de Inocencio VII. Benedicto XIII montó en cólera al enterarse, y
consideró que su promesa de abdicar a la muerte de Bonifacio IX
no podía aplicarse en estas circunstancias. Al contrario,
trató de promover una invasión de Roma, pero no
logró apoyos suficientes. Pese a todo, las invectivas del Papa
de Aviñón sirvieron de pretexto a la facción
romana opuesta al papado para amenazar a Inocencio VII, que en 1405 optó por retirarse a Viterbo.
Desde allí denunció las doctrinas de un predicador y
teólogo de la universidad de Praga que se llamaba Jan Hus, el cual acababa de publicar
una libro, De sanguine Christi,
en el que defendía tesis inspiradas en las del inglés
John Wycliffe, en contra de la simonía y de los abusos de la
jerarquía eclesiástica. El emperador Roberto de Wittelsbach estaba agotándose en sus
luchas contra su antecesor, Venceslao IV, y ahora se encontró
con la oposición de una coalición de nobles y burgueses
(la liga de Marbach). En Gales, Owen Glendower era más poderoso que nunca, y el rey
Enrique IV de Inglaterra no disponía de medios para enfrentarse
a él. Antonio Acciaiuoli adoptó el título de duque de Atenas
y reconstruyó el ducado con la ayuda de los griegos.
Logró mantener buenas relaciones con los turcos y así
consiguió un periodo de paz para la región. Jean de Bethencourt y sus hombres ya dominaban todas las islas
Canarias excepto las dos mayores: Gran Canaria y Tenerife. Bethencourt
decidió regresar a Francia y las islas pasaron al
señorío de Niebla. Por esta época regresó la embajada que el rey Enrique
III de Castilla había enviado a Timur Lang. Ruy González
de Clavijo escribió la Embajada
a Tamerlán, en la que relataba su aventura. Timur Lang recibió en Samarkanda las ofertas de
sumisión del sultán de Egipto y del emperador bizantino.
Estaba preparando una expedición contra China cuando
murió a sus sesenta y nueve años. Antes de morir
repartió sus territorios entre sus numerosos descendientes y
decidió que la autoridad suprema la detentaría su nieto Pir Muhammad ibn Jahangir, que fue
rápidamente asesinado por Jalil,
otro de los nietos, si bien el poder efectivo lo tuvo desde el primer
momento Sha Ruj, hijo de Timur
Lang, que se esforzó por mantener la concordia en su familia. A diferencia de su padre, Sha Ruj era civilizado. Tomo Harat como capital, donde
fundó una magnífica biblioteca y protegió a los
escritores. Él mismo fue poeta y artista. En 1406 murió el Papa de
Roma Inocencio VII, y sus cardinales eligieron sin dilación a un
veneciano de ochenta y un años, Angelo
Correr, que adoptó el nombre de Gregorio XII. Ese año
Benedicto XIII cumplía setenta y ocho años. Se
organizó una reunión entre ambos en Savona (Italia), pero finalmente
ambos renunciaron a comparecer. También murio el duque Guillermo I de Austria. No dejó
descendencia, y sus hermanos mantuvieron el dominio de los estados
habsburgueses frente a su sobrino segundo, el duque Alberto V, que
ahora tenía nueve años. El cabeza de familia era entonces
Leopoldo IV, conocido como Leopoldo
el Orgulloso. Su hermano menor, el duque Federico IV, se
casó con Isabel, hija
del emperador Roberto de Wittelsbach. La duquesa Juana de Brabante murió sin descendencia, y el
ducado pasó a un pariente lejano, el duque Antonio de Limburgo. En Champaña murió el poeta Eustaque Deschamps, que
dejó inacabado su Miroir de
mariage (Espejo del matrimonio), que constituye una larga
argumentación en pro y en contra del matrimonio. En Escocia el rey Roberto III, que fue
sucedido por su hijo de doce años Jacobo I. Poco antes de la muerte de
su padre había sido capturado por los ingleses, y pasó su
juventud en Inglaterra, mientras Escocia era gobernada por su
tío Roberto, el duque de Albany. El duque Luis de Orleans casó a su hijo Carlos con Isabel, la hija del rey
Carlos VI de Francia y viuda de Ricardo II de Inglaterra (y prima de
Carlos). Ricardo de Conisburgh, el
hermano de Eduardo de Norwich, el duque de York, se casó con Ana Mortimer, hermana de Edmundo
Mortimer, el conde de la Marche y del Ulster. Pisa cayó definitivamente bajo el dominio de Florencia. El emperador chino Yongle derrotó al rey Ho Qui e inició la conquista de Vietnam.
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