ANTERIOR |
EL COMPROMISO DE CASPE |
SIGUIENTE |
---|
En 1406 se inició una
guerra entre Castilla y Granada. Las fuentes castellanas dicen,
naturalmente, que fue Granada quien la declaró, si bien el reino
nazarí atravesaba un periodo de decadencia cultural y no tenemos
ningún testimonio que nos dé su versión de los
hechos. El caso es que el infante Fernando de Trastámara,
hermano del rey Enrique
III, dirigió una campaña en el sur, al tiempo que la
flota castellana desbarataba la escuadra de los
sultanes de Túnez y Tremecén. El rey de Sicilia,
Martín el Joven, conquistó la isla de Gelves, junto a las costas de
Túnez. El 1 de octubre
Fernando tomó la
ciudad de Zahara.
El 25 de diciembre murió
Enrique III el Doliente. Los cronistas le contabilizaron unas ochenta
dolencias en sus veintisiete años de vida (tifus, viruela,
fracturas, etc.). Dejó un hijo de un año, que pasó
a ser el rey Juan II de
Castilla. Las cortes eligieron como regentes a su madre, Catalina de
Lancaster, y a su tío Fernando. Pronto surgieron rencillas entre
ambos, en parte motivadas por discusiones sobre quién era el
Papa. En abril de 1407 decidieron
repartirse geográficamente el gobierno del reino. En Granada murió el rey Muhammad VII, y fue sucedido por su
hermano Yúsuf III. Se
conservan algunos versos suyos, más bien mediocres. El rey Martín I de Aragón, que el año anterior
había enviudado de María de Luna, se casaba ahora, a sus
cincuenta y un años, con Margarita
de Prades, nieta del conde Juan de Prades, que no
tenía aún los veinte años cumplidos. Jaime, el hijo del conde Pedro II de Urgel, se casó con Isabel, hermana del rey Martín I de Aragón. Ese año hubo un nuevo intento de reunir a los dos Papas,
Benedicto XIII y Gregorio XII, esta vez en Marsella, pero una vez
más se negaron a comparecer. La muerte del duque Felipe II de Borgoña había dado el
predominio al duque Luis de Orleans sobre el gobierno de Francia,
especialmente sobre el tesoro real, y el nuevo duque, Juan sin Miedo,
adoptó la estrategia de presentarse como reformador fiscal y
defensor de la burguesía. Las tensiones aumentaron, hasta el
punto de que el duque Juan de Berry creyó conveniente invitarlos
a cenar e instarlos a que se prometiesen amistad. Así lo
hicieron, pero su concepto de la amistad debía de ser muy
peculiar, ya que la tarde del 23 de
noviembre, cuando Luis se dirigía a su palacio desde el
palacio del rey, él y su escolta fueron atacados de repente. El
duque fue despedazado. Por primera vez, Juan sin Miedo hizo honor a su sobrenombre y
admitió abiertamente haber ordenado la muerte de Luis, para
salvar al pueblo de Francia de impuestos injustos. Así se
convirtió en el héroe de los comerciantes de
París. La nobleza, en cambio, se volvió contra Juan y
apoyó a Carlos, el hijo de Luis, que a sus dieciséis
años se convirtió en el nuevo duque de Orleans. Su
hermano Juan recibió en
herencia el condado de Angulema. Entre los más enérgicos
adversarios de Juan estaba el conde Bernardo
VII de Armañac (un condado cercano a Tolosa), que estaba
casado con Bona, la hija del duque Juan de Berry que había
estado casada con el conde Amadeo VII de Saboya. El ducado de
Luxemburgo, del que Luis de Orleans era usufructuario, regresó a
manos de Josse, el margrave de Brandeburgo. Desde 1408, Juan sin Miedo dirigía a su
antojo el consejo del rey. La negativa de Benedicto XIII y Gregorio XII a entrevistarse y
tratar de poner fin al cisma hizo que la cristiandad dudara de su buena
fe. Se planteó entonces la vía
conciliar, es decir, convocar un concilio que los depusiera a
ambos. Esto era delicado, pues si no se planteaba adecuadamente
podía sentar el precedente de que un concilio tenía
más autoridad que el Papa, y nadie deseaba eso. En primer lugar
se les propuso que ellos mismos nombraran un tribunal supremo a cuyo
juicio se someterían, pero, ante la negativa de ambos, en junio se reunieron en Livorno seis cardenales romanos y
seis de Aviñón, los cuales convocaron un concilio en Pisa
para el año siguiente. La finalidad del concilio era decidir si
los Papas, perturbadores de la unidad de la Iglesia, podían ser
considerados herejes, en cuyo caso habrían dejado de ser Papas
sin que fuera realmente el concilio quien los depusiera. Si Benedicto
XIII sufría las presiones de Francia y Castilla, Gregorio XII
tenía que vérselas con el rey Ladislao de Nápoles,
que ese año ocupó Roma. De este año data la primera obra independiente del escultor
florentino Donato di Niccolo Betto
Bardi, más conocido como Donatello.
Se trata de un David en
mármol. Donatello tenía entonces veintidós
años, y los años precedentes había estudiado con
Ghiberti, para pasar luego a trabajar en la catedral de Florencia bajo
la dirección de Nanni di Banco.
Se había proyectado que la fachada de la catedral contuviera
estatuas en mármol de los cuatro evangelistas. Nanni di Banco
recibió el encargo del san Lucas y a Donatello se le
encomendó el san Juan. El condado de Habsburgo, que había permanecido en manos de
una rama colateral de la familia, pasó a manos del duque de
Austria Leopoldo IV el Orgulloso tras morir sin descendencia el
último conde, Juan IV. También murieron el escritor catalán Francesc
Eiximenis y el conde Pedro II de Urgel, que fue sucedido por su hijo Jaime II. El rey Martín I de Aragón envió a
Cerdeña a su hijo Martín el Joven, el rey de Sicilia, al
frente de una potente expedición militar con la misión de
pacificar definitivamente la isla. En 1409, el rey Enrique IV de
Inglaterra estuvo finalmente en condiciones de enfrentarse seriamente a
la revuelta de Owen Glendower en Gales. El duque Juan de Borgoña se hizo nombrar preceptor del
delfín Carlos, que
tenía entonces seis años. Su hermano, el duque Antonio de
Brabante y Limburgo se casó con Isabel
de Görlitz, sobrina de
los reyes Venceslao IV de Bohemia y Segismundo de Hungría. El rey Tvrtko II de Bosnia trataba de mantener su independencia
frente a Hungría, pero fue hecho prisionero y trasladado a Buda. Tras la conversión de Lituania al catolicismo, la orten
teutónica estaba en paz con el país, pero sus territorios
privaban tanto a Polonia como a Lituania del acceso al mar y, ni los
polaco-lituanos estaban satisfechos con este estado de cosas, ni los
caballeros teutónicos habían perdido sus ambiciones
expansionistas. Tarde o temprano tenía que estallar la chispa
entre ambos estados, y la chispa estalló en forma de una
revuelta en Samogitia, ciudad
ocupada por los teutónicos. Musa Celebi, un cuarto hijo
del sultán otomano Bayaceto I, se apoderó de una parte
del imperio de su padre, en Rumelia y se sumó a las disputas
entre sus hermanos. El emperador chino Yongle trasladó la capital a Pekín.
La ciudad recuperó su antiguo esplendor. Yongle hizo construir
la mayoría de los palacios que todavía pueden admirarse
en la actualidad. El budismo tibetano fue reformado por Tsong-Kha-pa, que fundó el
monasterio de Dga-Ida y
fundó la secta Dgelugs-pa.
El rey Martín I de Sicilia no había tenido hijos con
su primera esposa, María de Sicilia; su segunda esposa, Blanca
de Navarra le había dado un hijo, Martín, que había
muerto a los pocos años de edad, de modo que el único
descendiente del monarca era un hijo bastardo llamado Fadrique, hijo de una de sus
amantes, Tarzia Rizzari. El 14 de abril, el Papa Benedicto XIII lo
legitimó a instancias de su abuelo, el rey Martín I de
Aragón. Unas semanas antes había comenzado el concilio de Pisa,
compuesto por medio centenar de eclesiásticos, y el 5 de junio decretó la
deposición de los Papas Benedicto XIII y Gregorio XII. El 26 de junio veinticuatro cardenales
eligieron un nuevo Papa en la misma ciudad de Pisa. Se trataba de
trataba de un franciscano cretense de sesenta y nueve años
llamado Petros Filargos, hasta
entonces arzobispo de Milán y que adoptó el nombre de Alejandro V. Si el propósito
del concilio de Pisa había sido que la Iglesia Católica
dejara de tener dos Papas, su éxito fue completo, pues,
ciertamente, desde ese momento la Iglesia Católica dejó
de tener dos Papas... ahora tenía tres. En efecto, ni Benedicto
XIII ni Gregorio XII acataron la decisión. El primero
huyó de Francia y se instaló en Perpiñán,
bajo la protección del rey Martín I de
Aragón; el segundo también tuvo que ponerse a salvo del
rey Ladislao de Nápoles, y se instaló en Rímini.
Los florentinos, alarmados por el poder
que Ladislao estaba adquiriendo, llamaron en su ayuda al duque Luis II
de
Anjou, el otro rey de Nápoles, que dejó Provenza por
segunda vez con el propósito de conquistar la corona que
pretendía. El 30 de junio el rey de Sicilia
Martín el Joven obtuvo la victoria de Sant Lluri, en la que aplastó
al último gran ejército de los jueces de Arborea, en
Cerdeña. Poco después cayó la ciudad de Oristano, que se había
convertido en el núcleo de la rebelión sarda. El rey
Martín ya no era tan joven como indicaba su sobrenombre
(tenía treinta y seis años), y murió el 10 de julio, víctima de una
súbita enfermedad. A pesar de que su hijo Fadrique había
sido legitimado unos meses antes, el testamento de Martín I
legaba el reino de Sicilia a su padre, el rey Martín I de
Aragón. Fadrique heredó únicamente el condado de
Luna, que Martín el Joven había heredado de su madre,
María de Luna. Por esta época estaba en Barcelona fray Vicente Ferrer, que seguía siendo partidario incondicional de Benedicto XIII. En los últimos diez años había recorrido el Delfinado, Saboya, Lombardía, Monferrato, el Piamonte, Suiza, Lyon, Génova, Flandes, Galicia, Sevilla, Toledo y el Rosellón, y se dice que su fama era tal que en Barcelona acudieron a escucharle unas veinticinco mil personas (cifra probablemente exagerada, si bien la ciudad debía de tener entonces unos treinta y cinco mil habitantes). Ese año murió a sus veinte años Isabel de
Orleans, la hija del rey Carlos VI de Francia a la que a los siete
años habían casado con Ricardo II de Inglaterra, y a los
diecisiete con el ahora duque Carlos de Orleans. En México murió Techotlala, el rey de los chichimecas,
que fue sucedido por su hijo Ixtlilxóchitl.
Jan Hus fue nombrado rector de la universidad de Praga. Su
vocación reformista no se limitaba a la religión, pues se
le atribuye un manual publicado en 1410
con el título de De
orthographia Bohemica, que introdujo una reforma de la
ortografía checa. Ese año murió el Papa de Pisa Alejandro III, y como
sucesor fue elegido un cardenal napolitano de cuarenta años
llamado Baldassare Cossa, que
adoptó el nombre de Juan XXIII.
Mientras tanto, Benedicto XIII celebró un concilio en
Perpiñán donde sus partidarios lo ratificaron como Papa. El rey Martín I de Aragón, a sus cincuenta y cuatro
años, se negaba obstinadamente a nombrar un heredero. Su
pariente más próximo por línea masculina era el
conde Jaime II de Urgel, a no ser que se reconociera la legitimidad de
su nieto Fadrique, legitimidad proclamada el año anterior por un
Papa cuya legitimidad era a su vez dudosa (Benedicto XIII), y con unas
bases más que dudosas (pues Fadrique había nacido
indiscutiblemente fuera del matrimonio). Parece ser que el monarca
estaba preparando un acto solemne para que las cortes reconocieran esta
legitimidad, para después proclamarlo heredero, pero el 31 de mayo le sorprendió la muerte
antes de poder llevar adelante su plan. Sus súbditos no veían con buenos ojos la candidatura
de Fadrique, pero un sector importante tampoco quería a Jaime
II, enemistado con un sector importante de la nobleza aragonesa (entre
ellos el justicia mayor y el gobernador de Aragón) y con
la burguesía catalana, que lo veía como representante de
la nobleza más conservadora. La mayor parte de los
antiurgelistas apoyaban las pretensiones de la ex reina Violante de Bar
(la viuda de Juan I), que intrigaba para que la sucesión pasara
a su nieto Luis de Anjou, de siete años. Mientras el rey
agonizaba estaban reunidas las cortes catalanas, donde los
antiurgelistas eran
mayoritarios, y enviaron una comisión a los aposentos del
monarca para formularle la pregunta: "Señor,
¿os place que la sucesión de vuestros reinos y tierras
recaiga en aquel a quien por derecho corresponda?" y dicen que
el rey respondió "Hoc",
que en latín significa "eso" o "sí". De este modo, las
cortes catalanas acordaron disolverse para constituir un parlamento de
todos los reinos de la Corona para estudiar y decidir a quién le
correspondía la sucesión. Entre los partidarios de Luis de Anjou estaba la reina Margarita de Prades, la viuda de Martín I. El duque Luis II de Anjou, el padre del joven Luis, seguía en Italia luchando contra el rey Ladislao de Nápoles, pero desde la muerte de Martín I se tituló rey de Aragón. En este río revuelto se sumaron dos pretendientes más a la corona: el infante Fernando de Trastámara, sobrino por parte de madre de Martín I, y el duque Alfonso de Gandía, hermano del conde Juan de Prades y nieto por línea masculina del rey Jaime II de Aragón.
También murió el emperador Roberto de Wittelsbach. El
rey Venceslao IV de Bohemia trató entonces de recuperar el
título imperial que Roberto le había arrebatado, pero se
encontró con dos rivales: su hermano Segismundo, el rey de
Hungría, y su primo Josse, el margrave de Brandeburgo. Ambos se
arrogaron el título de rey de romanos. Roberto de Wittelsbach era también el conde palatino del Rin.
El Palatinado fue dividido entre sus cuatro hijos: Otón I heredó el Palatinado-Mosbach, Juan heredó el Alto Palatinado, Luis III heredó el Palatinado Electoral y Esteban heredó el Palatinado-Zweibrücken. El 15 de julio el ejército
del rey Ladislao II de Polonia y el duque Vytautas de Lituania se
enfrentó al de los caballeros teutónicos cerca de Grunwald (Prusia). Los polacos
contaban entre sus filas con algunos mercenarios checos y mongoles.
Teóricamente, los caballeros
teutónicos eran aliados de la casa de Luxemburgo, en particular,
de los
reyes Venceslao IV de Bohemia y Segismundo de Hungría. Sin
embargo, a
la hora de la verdad no recibieron ayuda alguna, pues los Luxemburgo
estaban muy ocupados peleando entre ellos por el Imperio. Para colmo,
los nobles y burgueses prusianos, vasallos de los teutónicos,
llevaban ya mucho tiempo descontentos con la tiranía de la orden
y habían constituido secretamente la liga de Lucertole. En mitad de la
batalla, decidieron abandonar a los teutónicos, que fueron
aplastados completamente. La mayoría de los dignatarios de la
orden murió en la batalla, incluido el gran maestre, Ulrich von Jungingen. Las muertes se
contaron por millares. La tregua concertada entre Castilla y Granada había terminado
unos meses atrás y el 24 de
septiembre Fernando de Trastámara obtuvo una sonada
victoria al tomar la ciudad de Antequera.
A partir de entonces fue conocido como Fernando
de Antequera. El 25 de septiembre se
reunió en Barcelona el parlamento catalán, como paso
previo a la constitución del parlamento general que debía
decidir la sucesión del rey Martín I. Sin embargo, su
labor no sirvió de nada, pues las violentas luchas entre
urgelistas y angevinistas impidieron la constitución de
parlamentos similares en Aragón y en Valencia. El duque Carlos de Orleans se casó con Bona, la hija del conde Bernardo VII
de Armañac. Con el apoyo de los mercenarios gascones de su
suegro, Carlos pudo recrudecer su oposición contra el duque de
Borgoña, Juan sin Miedo, y Francia se vio envuelta en una guerra
civil: los partidarios de Juan sin Miedo fueron conocidos como borgoñones, mientras que los
partidarios de Carlos de Orleans eran los armañacs. Juan sin Miedo
conservó el control sobre París, donde apoyó a la
clase media, conducida por un carnicero llamado Simon Caboche. Los
borgoñones reclamaban reformas, la disminución de
los impuestos y se quejaban de las malversaciones de los funcionarios;
los armañacs querían reforzar las prerrogativas reales,
el poder de los funcionarios y la eficacia de la administración. Otros fallecimientos del año fueron el del duque Luis II de
Borbón, que fue sucedido por su hijo Juan I; el de Juan de
Beaufort, el conde de Somerset, hermanastro del rey Enrique IV de
Inglaterra, que fue sucedido por su hijo Juan, y el del poeta catalán
Jaume March. Pierre d'Ailly, teólogo francés, canciller de la universidad de París y confesor del rey Carlos VI de Francia, publicó un atlas que tituló Imago mundi (Imagen del mundo), en el que incluía hechos sobre la geografía del globo terrestre basados en los trabajos del geógrafo musulmán al-Fargani. En lo referente a las dimensiones de la Tierra, d'Ailly equiparó la unidad de medida que empleaba al-Fargani (las millas árabes) con las millas italianas, por lo que el tamaño la Tierra del Imago mundi es mucho menor que el establecido por al-Fargani, que a su vez ya era ligeramente menor que el real. En 1411 d'Ailly fue nombrado cardenal por el Papa Benedicto XIII. Ese año murió Josse, el
margrave de Brandeburgo, con lo que su primo Segismundo de Luxemburgo
logró imponerse como emperador. Segismundo recuperó el
margraviato de Brandeburgo, mientras que el ducado de Luxemburgo, del
que Josse era usufructuario, pasó a Isabel de Görlitz. Su
marido, el duque Antonio de Brabante y Limburgo, adoptó
también el título de duque de Luxemburgo. El escultor Donatello había estado trabajando en la catedral
de Florencia, para la que realizó diversas esculturas.
Allí conoció a Brunelleschi, y ambos viajaron a Roma,
donde estudiaron la arquitectura y la escultura clásica. La Orden Teutónica había estado a punto de
desaparecer, pero uno de los caballeros que logró escapar de la
derrota de Grunwald, llamado Heinrich
von Plauen, resistió y
obligó a negociar al rey Ladislao II de Polonia hasta que se
firmó el tratado de Torun.
Polonia consiguió el acceso al mar Báltico, y la Orden
Teutónica tuvo que replegarse a Prusia. Ese año murió el duque de Austria, Leopoldo IV el
Orgulloso. El duque Alberto V, que representaba la línea
primogénita de los Habsburgo, tenía aún catorce
años, por lo que la rama leopoldina conservó su
hegemonía, ahora bajo la dirección del duque Ernesto I,
hermano de Leopoldo IV.
El Papa de Roma, Gregorio XII, se vio finalmente en la necesidad de
aceptar la "protección" del rey Ladislao de Nápoles, lo
que llevó al Papa de Pisa, Juan XXIII, a ofrecer indulgencias a
quienes le ayudaran en una cruzada contra Ladislao. Por otra parte,
Juan XXIII excomulgó a Jan Hus por sus denuncias contra
los abusos de la jerarquía eclesiástica y éste,
con el apoyo del rey
Venceslao IV de Bohemia, respondió censurando las indulgencias y
negando la legitimidad del Papa de Pisa. Sin embargo, la llamada a las
armas de Juan XXIII tuvo éxito y, gracias a ella, el duque Luis
II de Anjou pudo derrotar a Ladislao en Rocca Secca. Sin embargo, esta
derrota no fue decisiva, y Luis II terminó abandonando Italia.
De todos modos, la victoria de Rocca Secca le sirvió a Juan
XXIII para entrar en Roma. En Aragón continuaban las luchas entre urgelistas y
angevinistas. Entre los principales partidarios del conde Jaime II de
Urgel estaba Antón de Luna,
uno de los mayores terratenientes de aragón. El 31 de mayo asesinó a García Fernández de Heredia,
el arzobispo de Zaragoza, que se negaba a sumarse a la causa urgelista.
Este asesinato fue hábilmente explotado por sus enemigos, que
lograron que el Papa Benedicto XIII lo excomulgara. Esto supuso un
serio revés para el urgelismo en Aragón. Antón fue
excluido del parlamento y Fernando de Antequera envió tropas a
Aragón con el pretexto de defender el arzobispado de Zaragoza.
Si hasta entonces su candidatura no había tenido mucha
relevancia, ahora empezó a aglutinar a los antiurgelistas, que
valoraron sus dotes personales: su edad (no era un niño, como
Luis de Anjou), su experiencia de gobierno (era regente de Castilla,
donde gobernaba acertadamente), su decisión y su audacia.
Además, como regente de Castilla disponía de grandes
recursos, y era el único candidato capaz de imponerse al conde
de Urgel (si contaba con el apoyo suficiente en la Corona de
Aragón). Fernando se instaló en Aillón,
cerca de la frontera Aragonesa, donde recibió la visita del
predicador dominico fray Vicente Ferrer, que en los dos últimos
años había estado predicando por Valencia y Murcia.
Fernando expresó a fray Vicente su convicción de que
Benedicto XIII era el verdadero Papa e, inmediatamente, fray Vicente se
convenció de que Fernando era el mejor monarca que podría
tener la Corona de Aragón. Para tener las manos libres en
Aragón, Fernando firmó un tratado de paz con el rey Juan
I de Portugal. Entonces hubo un nuevo intento de reunir los parlamentos de la
Corona de Aragón. El de Cataluña se reunió en agosto en Tortosa, pero en Aragón los
urgelistas convocaron un parlamento en Mequinenza y los antiurgelistas
otro en Alcañiz; y lo
mismo sucedió en Valencia: se formó un parlamento en Vinaroz y otro rival en Traiguera. A finales de año,
el parlamento catalán decidió solicitar la
intervención del Papa Benedicto XIII. Éste propuso que la
elección del sucesor de Martín I se confiara a una
comisión de personas doctas. Logró que el parlamento de
Alcañiz aceptara su propuesta, y el 15
de febrero de 1412 el parlamento catalán se sumó a
ella. El justicia y el gobernador de Aragón elaboraron una lista
de nueve compromisarios o jueces. La integraban:
El parlamento de Alcañiz presionó para que excluir a
los representantes mallorquines. Los partidarios del conde de Urgel y
de Luis de Anjou recusaron a Gualbes, Ram, Aranda, Bardaxí y
Bonifacio Ferrer, pues todos ellos eran declarados antiurgelistas o
devotos de Benedicto XIII o de Vicente Ferrer (lo que los decantaba a
priori por Fernando de Antequera). Naturalmente, lo mismo podía
decirse del propio fray Vicente, pero nadie se atrevió a
cuestionar su imparcialidad. El 27 de
febrero, el ejército de Fernando de Antequera
acabó sangrientamente en Murviedro con la facción
urgelista valenciana, con lo que Valencia aceptó la lista de
compromisarios, que ya había sido aceptada por Cataluña. Violante de Aragón, la esposa de Luis II de Anjou, propuso en
nombre de su marido que el ducado de Anjou y el condado de Provenza se
integrarían en Cataluña si su hijo Luis era elegido rey
de Aragón. Sin embargo, el parlamento de Tortosa rechazó
la propuesta a la vez que aprobaba la lista de compromisarios. Los nueve jueces se reunieron en Calpe el 18 de abril (aunque Genís Rabaça tuvo que ser sustituido por el jurista Pere Bertran, por razones de salud). Por espacio de dos meses, escucharon los informes de los abogados de cada uno de los candidatos, y el 24 de junio pronunciaron su sentencia. Se había acordado que el candidato designado debía contar al menos con un voto de Cataluña, uno de Aragón y otro de Valencia. El primero en emitir su voto fue Vicente Ferrer, que apoyó a Fernando de Antequera, por ser el pariente más próximo del rey Martín I. Fue secundado por Ram, Bonifacio Ferrer, Aranda, Gualbes y Bardaxí. Sagarriga dio su voto en igualdad al conde de Urgel y al duque de Gandía; Vallseca votó por el conde de Urgel, y Bertran reservó su voto alegando falta de tiempo. El 28 de junio se publicó la sentencia, conocida como el compromiso de Caspe, en virtud del cual Fernando de Antequera se convertía en el rey Fernando I de Aragón. Así pues, Martín I el Humano resultó ser el
último rey de Aragón de la casa condal de Barcelona,
descendiente por línea masculina del conde Wifredo el Velloso, y
a partir de este momento la dinastía castellana de los
Trastámara obtuvo la Corona de Aragón, como fruto de su
acertada política matrimonial. Todos los pretendientes acataron el compromiso de Caspe excepto
Violante de Aragón, que impugnó la elección en
nombre de su hijo Luis, y el conde Jaime II de Urgel, que se
declaró en rebeldía. La protesta de Violante no tuvo
mayores consecuencias, pero Jaime II provocó una guerra civil.
La burguesía catalana apoyó a Fernando I, pero
aprovechó las circunstancias para solicitar numerosas
concesiones al monarca a través de las cortes de Barcelona.
Fadrique, el conde de Luna, se mantuvo leal a Fernando I y luchó
contra el conde de Urgel. Vicente Ferrer reanudó sus predicaciones a lo largo y ancho
de la Corona de Aragón, si bien el rey solicitaba a menudo su
presencia en la corte y sus consejos.
www.proyectosalonhogar.com |