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El interés por los clásicos griegos y latinos se
habia convertido en una pasión en el incipiente círculo
intelectual italiano. Un florentino llamado Gianfrancesco Bracciolini,
más conocido como Poggio,
se dedicaba desde hacía tiempo a la caza y captura de
manuscritos. Su primer descubrimiento fue el De rerum natura, de
Lucrecio, catorce años atrás. En una carta explica
cómo descubrió un manuscrito de Quintiliano en la
abadía de San Gall, en Suiza:
El monasterio de San Gall
queda a unas veinte millas de distancia de la ciudad. Fui allí
en parte para distraerme, en parte para ver si había libros. En
la biblioteca, llena de polvo y suciedad, encontré el texto de
Quintiliano entero y en buen estado. Los libros estaban en la sala baja
de una torre oscura y húmeda que debió de haber servido
de cárcel en la Edad media. [...] Magnífico, pulcro,
elegante y urbano, Quintiliano no podría haber resistido
mucho más tiempo la prisión en que le habían
encerrado, ni la salvaje injuria de sus carceleros, ni la bajeza del
lugar.
Poggio copió el manuscrito en treinta y dos días, y
luego se lo envió al canciller florentino Leonardo Bruni, que le
dio las gracias en una carta en la que se leen párrafos como
éste:
Como Camilo fue llamado
el segundo fundador de Roma, vos podéis recibir el título
de segundo autor de estos libros que habéis descubierto. Gracias
a vos, tenemos ahora a Quintiliano completo; antes poseíamos
sólo la mitad del texto, y aun corrompido y defectuoso.
¡Oh, preciosa adquisición!
Un florentino llamado Palla Strozzi
es considerado el primer mecenas italiano. Por esta época
tenía ya casi sesenta años y protegía a un grupo
de estudiosos, uno de los cuales dice de él:
[...] Envió a
buscar a
Grecia infinidad de volúmenes que antes no teníamos. A
él debemos que se haya salvado la Cosmografía de
Ptolomeo, con el mapa o pintura que lo ilustraba. Asimismo nos
procuró las Vidas completas de Plutarco, y una copia
íntegra de Platón. La Política de
Aristóteles no se encontraba en Italia hasta que Palla Strozzi
la envió a buscar. [...] Apasionadísimo por los libros,
micer Palla mantenía copistas en su casa, y con ellos
fundó la más notable librería en Santa Trinidad,
que estaba en el centro de Florencia y era accesible a todo el mundo.
Uno de los protegidos por Palla Strozzi era Francesco Filelfo, que,
después de fracasar en su intento de vender sus manuscritos
griegos en Venecia y en Bolonia, consiguió venderlos en
Florencia, pero poco después se peleó con Poggio y
abandonó la ciudad. Llevó una vida errante por Italia,
enseñando latín y griego.
Otro florentino, llamado Niccoló
de Niccoli, llegó a reunir unos ochocientos libros,
probablemente la mayor biblioteca particular del siglo XV. Entre ellos
estaba un libro con siete tragedias de Sófocles y seis de
Esquilo. Quiso vivir como un antiguo. Vestía una túnica
púrpura y comía en platos y vasos antiguos. Su
afán por propagar el conocimiento de los clásicos era tal
que cuando murió se averiguó que tenía prestados
más de doscientos volúmenes de su biblioteca. Sus
manuscritos fueron comprados por Cosme de Médicis, y
constituyeron el núcleo inicial de su biblioteca. Estos
manuscritos fueron catalogados por Tommaso
Parentucelli, que había sido maestro de los hijos de
Palla Strozzi. Al catálogo, Parentucelli añadió
los títulos que hubiera deseado adquirir para completar la
colección, y esta lista sirvió de referencia para formar
futuras bibliotecas.
Hacía ya un tiempo que un joven romano llamado Lorenzo Valla daba clases de
filosofía y filología en Pavía. En 1431, a la edad de veinticuatro
años, escribió De
uoluptate, un tratado en el que demostraba que el cristianismo
concuerda con las aspiraciones más profundas de la naturaleza
humana.
Hay que destacar la mención que Poggio hace en su carta a la
Edad Media. Fue por esta época cuando empezó a
distinguirse entre la Edad Antigua, en la que floreció la
cultura grecorromana; la Edad Media, el paréntesis oscuro en el
que la barbarie extinguió la cultura; y la Edad Moderna, en la que la cultura
antigua estaba siendo rescatada y continuada. A pesar de que Poggio la
dé por terminada, los historiadores consideran más
adecuado incluir en la Edad Media algunas décadas más,
pues la explosión cultural que se estaba produciendo en Italia
es sólo uno de los rasgos que distinguirán la Edad
Moderna del periodo medieval (entendiendo, por supuesto, que esta
división sólo es aplicable a la historia de Occidente), y
las otras transformaciones de corte político, económico,
social, etc. todavía estaban por llegar o por consolidarse
plenamente. La revolución artística y cultural que estaba
viviendo Italia es conocida como el Renacimiento
italiano, expresión acuñada también en la
época y que podemos convenir que empieza con el siglo o, si
queremos ser más precisos, con las primeras obras de
Brunelleschi y Donatello. Más amplio es el concepto de humanismo, que describe el
interés naciente por todo lo humano (la filosofía, las
lenguas clásicas, el arte, la literatura romántica, etc.)
por oposición a la estrechez intelectual de la Edad Media, que
hacía de la teología la única disciplina digna de
estudio, y que convertía en hereje potencial a cualquiera que se
dejara llevar demasiado por los autores paganos. El humanismo se
inició en Italia en el siglo precedente, en el periodo conocido
como el trecento italiano, y
sus figuras más destacadas son, por supuesto, las de Dante,
Petrarca y Bocaccio.
Por esta época, Donatello y Michelozzo realizaron un viaje a
Roma (el segundo para Donatello). Si Brunelleschi y Donatello
habían sentado las bases de la arquitectura y la escultura
renacentistas creando un estilo bien diferenciado del gótico, la
evolución en la pintura iniciada por Masaccio fue más
vacilante. El pintor italiano más famoso de la época
conservaba en sus obras las características esenciales de la
pintura gótica. Se llamaba Guido
di Pietro, y tenía ahora unos treinta años; cuando
ocho años atrás ingresó en el convento de San Domenico de Fiesole
cambió su nombre por Fra
Giovanni da Fiesole, aunque su fama de pintar como los
ángeles le valió el sobrenombre de Fra Angélico. Sus primeras
obras son muy conservadoras (plenamente góticas), pero su estilo
experimentó pronto una evolución, tal vez como
consecuencia de su contacto
con Zanobi Strozzi, un
destacado miniaturista llegado al convento de Fiesole el año
anterior. Su pintura conservó las características del
gótico (figuras planas, predominio del dibujo sobre el color,
personajes rígidos en poses artificiales, etc.), pero Fra
Angélico supo aprovechar al máximo sus posibilidades
expresivas. Ahora trabajaba en una de sus obras más conocidas: La anunciación. En ella se
aprecian algunos elementos "modernos", como los detalles
arquitectónicos y del paisaje, aunque la perspectiva es
más bien defectuosa.
Entre tanto, Netzahualcóyotl, el hijo del rey tepaneca
Ixtlilxóchitl, que había sido expulsado de Texcoco por el
rey chichimeca Tezozómoc hacía más de una
década, se había aliado con los aztecas y otros
tributarios de su padre, con ayuda de los cuales logró entrar de
nuevo en Texcoco. Se
formó entonces la llamada cuádruple
alianza entre las ciudades de Texcoco, Tenochtitlan, Cuautitlán y Huetxotzinco contra Maxtla, el rey
chichimeca.
Los siameses de Ayuthia se apoderaron de Angkor, la saquearon y se
llevaron prisioneros a sus habitantes.
En Valaquia, tras años de luchas y de alternancia en el
poder, el príncipe Dan II se había impuesto cuatro
años atrás a su rival Radu II. Ahora moría y era
sucedido por Alejandro I.
El emperador Segismundo, viendo cada vez más debilitada su
autoridad sobre los príncipes alemanes, marchó a
Milán, donde fue coronado como rey de Italia, y luego
empezó a entablar conversaciones con el Papa Eugenio IV para ser
coronado como emperador en Roma.
Álvaro de Luna dominaba ahora Castilla, y para conseguir algo
de prestigio decidió atacar al reino de Granada, donde obtuvo la
victoria de La Higueruela.
El duque Luis III de Anjou y de Calabria se casó con Margarita, hija del duque Amadeo
VIII de Saboya.
Ese año murió el duque Carlos I de Lorena, cuya
heredera era su hija Isabel, pero el duque Felipe III de Borgoña
apoyó a un candidato rival, Antonio
de Vaudémont, que derrotó en Bulgnéville a Renato de
Anjou, el marido de Isabel, y lo envió prisionero a la corte de
Felipe III. Fue liberado en 1432,
tras dejar como rehenes a sus hijos Juan
y Luis.
El vóivoda Alejandro I de Moldavia se había declarado
vasallo de Polonia, pero ahora se había unido a los lituanos
para atacarla. El rey Ladislao II reaccionó y Alejandro I fue
derrotado y muerto. Sus hijos se declararon vasallos de Ladislao II y
empezaron a luchar entre sí por el gobierno de Moldavia.
Un cardenal italiano llamado Nicola
Albergati había estado en Flandes en misión
diplomática el año anterior, y allí, el
pintor Jan van Eyck hizo un esbozo de su retrato, que ahora
convertía en una pintura al óleo, tal vez el primer
retrato de "calidad
fotográfica" del que tenemos constancia. El esbozo
preliminar lleva notas escritas por el pintor con observaciones sobre
el color que debería tener la versión final: die nase sanguynachtich (la nariz
algo sanguínea), die lippen
zeer witachtich (los labios muy blanquecinos), etc.
Ese año van Eyck terminó también la que
quizá sea su obra más ambiciosa: el retablo del Cordero Místico,
en la catedral de San Bavón,
articulado en veinte tablas de roble, ocho de las cuales (las de las
alas) están pintadas por ambas caras. Desplegado mide 3.50 x
4.61 metros, algo insólito en el arte flamenco, dado a las
miniaturas. Una inscripción afirma que el retablo fue iniciado
por Hubert van Eyck, pintor no superado por nadie, y
terminado por Jan, segundo en el
arte. Poco se sabe de este hermano de Jan van Eyck, que
había muerto seis años atrás. No existe ninguna
pintura que se le pueda atribuir con seguridad. Las imágenes del
retablo, siguiendo un complejo programa, probablemente trazado por un
erudito teólogo, recorren un amplio abanico de motivos, y todas
ellas se caracterizan por un meticuloso realismo, donde la vista no
detecta el menor toque del pincel. El único defecto que puede
señalarse es que van Eyck no domina la perspectiva, y
así, por ejemplo, en la escena de la anunciación, cabe
esperar que cuando el ángel se vaya y la virgen se incorpore (en
la escena está de rodillas), tendrá que salir de la
habitación encorvada para no romper el techo.
También tiene esta fecha su óleo Hombre con tocado verde, que tal
vez sea Gilles Binchois, que
servía al duque Felipe III de Borgoña, y era uno de los
compositores más famosos de la época, junto con otro
borgoñón, de su misma edad (treinta y pocos años),
llamado Guillaume Dufay.
Éste vivía en Roma, donde disfrutaba del cargo de chantre
de la capilla pontificia. Sus obras se basan en la técnica del contrapunto, que se
convirtió en uno de los pilares de la música renacentista.
La pintura de van Eyck dista de la pintura gótica mucho
más que la de cualquier pintor italiano del momento, por lo que
se habla de un renacimiento flamenco,
paralelo al italiano. Otra figura destacada de este movimiento
artístico es la de Robert
Campin, artista algo más de veinte años mayor de
van Eyck, del que no se conserva ninguna obra, salvo que sea correcta
la conjetura que lo identifica con el maestro
de Flémalle, autor de varios óleos innovadores,
aunque sin alcanzar la calidad de van Eyck. En su Anunciación, por ejemplo,
los defectos de perspectiva son mucho más ostensibles. Un
discípulo de Campin llamado Rogier
van der Weyden, coetáneo de van Eyck, ingresó ese
año en el gremio de pintores.
En Rímini murió Galeotto Roberto Malatesta, que fue
sucedido por su hermano de quince años Sigismondo Pandolfo.
También murió el rey Jano de Chipre, que fue sucedido
por su hijo Juan II.
Los marinos portugueses estaban explorando el océano
atlántico en busca de nuevas tierras. Una expedición
dirigida por Gonçalvo Velho
Cabral llegó a
unas islas situadas a
unos mil quinientos kilómetros de la costa portuguesa,
más o menos a la altura de Lisboa, que al parecer figuraban en
algunos mapas italianos. Las bautizó como las islas Azores, (halcones) por la abundancia
de estas aves.
La guerra entre Castilla y Granada terminó cuando
Álvaro de Luna
depuso al rey Muhammad IX y lo sustituyó por un pariente llamado
Yúsuf IV, nieto del rey
Muhammad VI. No obstante, el nuevo rey murió a los seis meses, y
Muhammad IX recuperó el trono.
La rebeldía de los infantes de Aragón Pedro y Enrique
terminó cuando el primero fue capturado en octubre por el duque Pedro de Coimbra, que
firmó con Juan II el tratado de Ciudad
Rodrigo. Enrique se unió entonces a una expedición
a Italia organizada por su hermano, el rey Alfonso V de Aragón,
al que la reina Juana II de Nápoles había vuelto a
nombrar heredero tras enfadarse con el duque Luis III de Anjou. El rey
Juan II de Navarra también marchó con sus hermanos. Sin
embargo, cuando Alfonso V llega a Nápoles, ya en 1433, se encuentra con que la reina Juana
se había congraciado con Luis III y lo había vuelto a
nombrar heredero. Alfonso V marchó entonces a Sicilia, desde
donde se mantuvo a la expectativa de la política napolitana.
Allí se reunió con su hermano Pedro, que fue liberado
después de entregar al rey Juan II de Castilla las fortalezas
rebeldes que le eran fieles. Alfonso V lo nombró virrey de
Sicilia. Los turcos atacaron la isla de Rodas, y la flota aragonesa
colaboró en su defensa. La isla estaba en manos de los
hospitalarios, y el gran maestre de la orden en aquel momento era el
catalán Antón
Fluvià.
Jan van Eyck terminó su retrato El hombre del turbante, que, por
primera vez en la historia de la pintura, aparece mirando directamente
al espectador. No es descabellada la hipótesis de que se trate
de un autorretrato.
Enrique de Villena escribió el Arte de trovar, en el que introduce
en castellano las técnicas y procedimientos poéticos de
los provenzales.
Ese año murió en prisión el conde de Urgel
Jaime II el Desventurado.
También murió el rey Juan I de Portugal, que fue
sucedido por su hijo Duarte. Por esta época, las islas Madeira
contaban ya con una colonia
portuguesa de unos ochocientos habitantes, y producía cada
año una cosecha de unos quinientos quintales de caña de
azúcar, cultivo importado de Sicilia, que resultó ser
mucho más productivo en el clima de Madeira.
La cuádruple alianza acabó con el rey Maxtla, y con
él terminó el Imperio Tepaneca. Se formó entonces
una triple alianza entre
Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan
(la principal ciudad tepaneca tras la destrucción de
Azcapotzalco). Se acordó que Tlacopan se quedaría con una
quinta parte de los impuestos y los botines de guerra, mientras que el
resto se lo repartirían a partes iguales Tenochtitlan y Texcoco.
Sin embargo, Tenochtitlan no tardó en imponerse sobre sus
aliados, por lo que podemos hablar de un Imperio Azteca.
Segismundo de Luxemburgo logró finalmente que el Papa Eugenio
IV lo coronara emperador en Roma el 31 de
mayo. El Papa se había desentendido del concilio de
Basilea, pero ahora Segismundo se presentó en él en su
nombre. Allí tuvo éxito negociando con los husitas, y el 30 de noviembre los moderados aceptaron
los llamados compactata, que
concedían a los husitas la libertad de predicación, el
uso del cáliz por los laicos, la supresión
de los bienes
temporales de la Iglesia y la aplicación de penas para los
pecados mortales. Ya de paso, Segismundo convocó una dieta en
Basilea en la que trató de que los príncipes del Imperio
aprobaran una serie de reformas políticas, conocidas como la Restauratio Sigismundi, de las
cuales sólo se puso en práctica unos pocos
artículos relativos a los tribunales. El Papa, viendo los
progresos que estaba haciendo el concilio, volvió a reconocer su
legitimidad. Los husitas radicales de Tabor no aceptaron los acuerdos
de Basilea, pero en 1434 fueron
derrotados en Lipany por una
coalición de católicos y husitas moderados. Prokov el
Grande murió en la batalla.
El príncipe
Enrique el Navegante había decidido dar prioridad en sus
empresas
a la exploración de la costa occidental africana. Empezó
a preparar una expedición
tras otra, un año tras otro. La de ese año, capitaneada
por Gil Eannes, llegó a
doblar el cabo Bojador,
ligeramente más al sur que las Canarias. La bruma y los vientos
lo habían convertido hasta entonces en una barrera
infranqueable.
Una revuelta en Roma, instigada por los Colonna, obligó al
Papa Eugenio IV a huir a
Florencia. El año anterior, el florentino Rinaldo Albizzi
había
hecho condenar al exilio a Cosme de Médicis, acusado de
malversación de fondos públicos, pero su excesivo
autoritarismo hizo que varios partidarios de Cosme fueran elegidos para
el consejo de gobierno, y éstos hicieron que Cosme regresara a
la ciudad, al tiempo que Rinaldo era desterrado. Cosme entró
triunfalmente en Florencia, y se convirtió en el hombre
más prestigioso de la ciudad. Inició una política
de mecenazgo a gran escala, que le enfrentó a Palla Strozzi y se
las arregló para confiscarle sus bienes. El viejo Strozzi se
marchó a Padua, donde, a sus sesenta y un años,
todavía fue capaz de crear un círculo de helenistas. Su
hijo Filippo marchó a
Nápoles, donde fundó una banca.
Entre los protegidos de Cosme de Médicis estuvo el escultor
Donatello, que a la sazón había terminado su Anunciación, un altorrelieve
en mármol con dorados, y estaba trabajando en la Cantoría, la tribuna de los
cantores en la catedral de Florencia. En la pared de enfrente
esculpía una tribuna similar un florentino de treinta y tantos
años llamado Luca della Robbia,
aunque los estilos de ambos artistas eran antagónicos: la
cantoría de della Robbia rebosa clasicismo, mientras que la de
Donatello es sorprendentemente alegre y desenfadada, con unos
ángeles bailando festivamente.
Mientras tanto Jan van Eyck terminaba El matrimonio Arnolfini, un retrato
de cuerpo entero de un comerciante italiano residente en Brujas,
llamado Giovanni Arnolfini,
junto a su esposa Giovanna Cenami,
hija de otro mercader italiano. En la pared del fondo, entre los dos
esposos, un pequeño espejo redondo y
convexo refleja en una reducida imagen curva, de extraordinaria
precisión, la escena vista desde atrás, y en ella
aparecen dos figuras adicionales, una de las cuales, en la puerta del
dormitorio, es el propio pintor (sobre el espejo está su firma: Johannes de eyck fuit hic, Jan van
Eyck estuvo aquí) y la otra es el propio espectador del cuadro.
La ciudad de Angkor, que había llegado a ocupar unos cien
kilómetros cuadrados, fue abandonada poco después de
haber sido saqueada por los siameses. Chau
Ponhea Yat, el hijo del monarca de Angkor asesinado por los
siameses, fundó una nueva capital más al norte, Phnom Penh, originando así el
reino de Camboya, sucesor del
de Angkor.
La guerra contra Holstein en la que se había embarcado el rey
Erik de Dinamarca, Suecia y Noruega, había terminado en un gran
fracaso, lo que dio lugar a elevados impuestos y al descontento
general. Este descontento fue mayor en Suecia, pues el rey trataba de
apoyarse principalmente en funcionarios daneses. Finalmente, los
propietarios de las minas de Dalecarlia
(la región situada al norte de Estocolmo), viendo que no
podían exportar su hierro, se rebelaron bajo la dirección
de un escudero llamado Engelbreckt.
Aunque empezó dirigiendo partidas de campesinos, pronto se le
unieron nobles deseosos de librar a Suecia del dominio danés.
El duque Amadeo VIII de Saboya se retiró a un monasterio y
dejó el gobierno de su estado en manos de su hijo Luis, en calidad de lugarteniente,
aunque en la práctica dirigió sus decisiones más
relevantes. El año anterior, Luis se había casado con Ana de Lusignan, hija del rey Juan
II de Chipre.
Ese año murió el duque Juan I de Borbón, que
fue sucedido por su hijo Carlos I.
Su segundo hijo, Luis I,
heredó de su madre el condado de Montpensier.
En Madrid murió el escritor Enrique de Villena. Una gran
parte de su obra fue quemada poco después, pues tenía
fama de mago y hechicero. Aun así, se ha salvado, por ejemplo,
su Tractado de aojamiento o
fascinología, además de otras obrar más
"inocentes", como varias traducciones de Virgilio, Cicerón, La
divina comedia de Dante, etc., o algunas obras originales, como su Arte cisoria, un tratado culinario
y de comportamiento en la mesa.
En Polonia murió el rey Ladislao II Jagellón, que fue
sucedido por su hijo de diez años Ladislao III.
En Rusia murió Yuri Dimitrievich, el tío y rival del
gran príncipe Basilio II de Moscú. Sus hijos Basilio Yurievich y Dimitri Shemiaka continuaron la
lucha contra su primo.
También murió sin descendencia (a los treinta y un
años de edad) el duque Luis III de Anjou y de Calabria. En su
testamento legaba sus posesiones, incluidos sus derechos sobre el reino
de Nápoles a su hermano Renato, (con excepción del
condado del Maine, que lo
heredó su otro hermano Carlos).
La reina Juana aceptó esta voluntad, lo que llevó al
emperador Segismundo a reconocer a su vez a Renato como legítimo
duque de Lorena, y esto a su vez llevó al duque Felipe III de
Borgoña a encarcelarlo de nuevo. Así, cuando la reina
Juana murió en 1435, Renato
no tuvo ocasión de marchar a Italia a hacerse cargo del reino de
Nápoles, y el rey Alfonso V de Aragón consideró
que había llegado el momento de pasar a la acción.
Asedió la ciudad de Gaeta, pero una flota de quince naves
genovesas, aliadas de Renato, se presentó en su defensa. Ambos
bandos libraron entonces una batalla junto a la isla de Ponza,
donde Alfonso V fue estrepitosamente derrotado y hecho prisionero por
el duque de Milán, Felipe María Visconti. Otros muchos
caballeros corrieron su misma suerte, entre ellos sus hermanos Juan y
Enrique. María de Castilla, la esposa de Alfonso V,
convocó las cortes en Monzón
para obtener dinero con que pagar el rescate del rey, y logró
que se prolongara la tregua con Castilla. Ese año murió
Leonor de Alburquerque, la madre de Alfonso V.
La captura del rey causó gran conmoción en la Corona
de Aragón. Íñigo López de Mendoza compuso
la Comedieta de Ponza, un
poema de carácter alegórico y moral sobre la mutabilidad
de la fortuna, en el que se describe brevemente la batalla naval.
Jorge de Trebisonda tradujo la Retórica de
Aristóteles, aunque no hacía falta saber mucho griego
para sospechar que la traducción no era muy literal: en ella
Aristóteles cita a Cicerón.
Parecía que el Papa Eugenio IV no iba a poder regresar a Roma
durante algún tiempo, así que su séquito se
reunió con él en Florencia. Entre otros llegaron el
compositor Guillaume Dufay, que reanudó allí sus
funciones de chantre pontificio, y también el canciller
pontificio Mulin, que
llevó consigo a su secretario, un genovés de treinta y un
años llamado Leon Battista
Alberti, que acababa de publicar su De pictura, uno de los tratados en
los que empieza a cobrar forma la teoría renacentista sobre la
pintura y el arte en general
La función del
pintor consiste en circunscribir y pintar sobre una tabla o pared
mediante determinadas líneas y colores la superficie visible de
algún cuerpo, de suerte que, visto a una cierta distancia y
desde un determinado ángulo, lo representado aparezca en relieve
y tenga la apariencia del cuerpo.
Alberti destaca la importancia de la
formación del artista:
Yo deseo que el pintor
sepa todo lo posible acerca de todas las
artes liberales, pero deseo, sobre todo, que sea versado en
geometría. Soy del parecer de Pánfilo, muy antiguo y muy
ilustrado pintor, que enseñaba a los jóvenes nobles los
primeros elementos de la pintura, de que nadie llegaría a ser un
buen pintor si ignoraba la geometría.
Por otra parte, comprende que no puede confiarse
únicamente al cálculo geométrico el efecto
espacial, sino que no menos importante es el buen uso del color, que ha
de ser diferente en los objetos cercanos y en los lejanos:
Yo creo que la causa de
esto se encuentra en el hecho de que los rayos, al pasar a
través del aire denso, pierden algo de su masa de luz y de
color. De aquí nosotros derivamos la regla siguiente: cuanto
mayor es la distancia, tanto menos intensa y sin luz aparecerá
la superficie observada.
Estos preceptos tardarían aún cierto tiempo en calar
en los pintores italianos. De momento, las creaciones de Fra
Angélico, como La anunciación (que acababa de terminar) o
El juicio final, de Santa
Maria degli Angeli, en Florencia, habrían horripilado al
teórico genovés. En los últimos años
habían surgido algunos nuevos autores, como Paolo di Dono, más conocido
como Paolo Uccello (de treinta
y ocho años) o Filippo Lippi
(de veintinueve), cuyas primeras obras son esencialmente
góticas. En cambio, le habrían satisfecho
las obras del flamenco Rogier van del Weyden, que terminaba por aquel
entonces su Descendimiento de la cruz
y su Anunciación, en
las que se combinan las técnicas pictóricas de van Eyck
con la expresividad del maestro de Flémalle.
La última creación de van Eyck era heterodoxa en otro
sentido: representa a la virgen María con su hijo en brazos y un
ángel sosteniendo una corona sobre su cabeza (hasta aquí
todo normal) y ante ella, en actitud de oración, uno de los
"patrocinadores" del pintor: Nicolás
Rolin, canciller de Borgoña y Brabante. El cuadro se
titula La Virgen del canciller Rolin.
Van Eyck es autor de otros cuadros modernos para su época que,
por desgracia, se han perdido, como los titulados Baño de mujeres o Mujer en su toilette, los primeros
desnudos profanos en el arte europeo.
Por su parte, Rogier van der Weyden pintó el Descendimiento de la Cruz, un
tríptico del que sólo se conserva la parte central,
pintado para la capilla del gremio de ballesteros en la iglesia de Nuestra Señora Extramuros de
Lovaina. El cuadro simula ser un conjunto escultórico situado en
una hornacina. Los personajes, de un realismo inusitado, reflejan
perfectamente sus distintos estados anímicos. También
data de esta época su Anunciación,
un óleo cuyo planteamiento recuerda a van Eyck.
También China estaba viviendo su propio renacimiento,
después de haberse recuperado del yugo mongol. Las piezas de
porcelana Ming son hoy en día cotizadas obras de arte. Ese
año moría el eunuco musulman Zheng He, que había dirigido
grandes expediciones marítimas formadas por decenas de barcos,
algunos de hasta ciento cuarenta metros de eslora, en las que
participaban más de veinte mil hombres, y que llegaron hasta la
India y la costa oriental de África. Su finalidad era
principalmente comercial, pero también diplomática, pues
todas ellas tenían carácter oficial.
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