L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 

Taller de Lectura

 

EL CENTRO CEREMONIAL INDÍGENA DE TIBES

Estudiantes visitando el Centro Ceremonial de Tibes

Esa tarde estaban en el balcón Isabelita, las hermanas gemelas,así como Andrés y Jaime. Todos se encontraban muy contentos, pues pronto saldrían de excursión para la playa. Sin embargo, Isabelita se notaba un poco preocupada. Jaime se dio cuenta y le preguntó:

—¿Qué te pasa, Isabelita? Te veo muy pensativa.

—Sí, Isabelita, no has dicho nada de la excursión —le comentó Andrés.

—Bueno, ustedes saben que mi maestra siempre me ha dicho que escribo bastante bien.

—Sí, ¡ojalá nosotras supiéramos escribir como tú! —le dijeron las gemelas.

—Eso no es para estar así, preocupada; al contrario, de­berías estar contenta—observó Jaime.

—Si sólo fuera eso, tú tendrías razón —le contestó Isabelita—. Lo que sucede es que me pidió que participara en un con­curso.

—¿Qué concurso es ese? —preguntaron todos.

—Es un concurso donde pueden participar todos los estudiantes de Puerto Rico y su tema principal es nuestra cultura indígena.

—Pero tú puedes hacerlo, escribes bien y sabes mucho en estudios sociales —la tranquilizó Andrés.

—Sí, Andrés, pero no me siento segura. Yo no sé mucho sobre nuestros indios y lo que he leído no me parece suficiente —contestó Isabelita.

—Mira, Isabelita, yo fui con mi papá y mi tío, hace unos meses, a Tibes, un centro ceremonial que hay en Ponce y me tome fotos. Tengo unos papeles que te hablan de ese parque y de los indios. ¿Por qué no los lees para ver si te pueden ayudar? —le ofreció An­drés.

—Gracias, Andrés, así después que escriba mi composición se la leo a ustedes y me dicen si les gusta.

Isabelita se leyó toda la información y decidió escribir sobre el «Centro ceremonial indígena de Tibes».

 

Cultura de los Taínos

Centro Ceremonial o Batey

 

«El Centro ceremonial de Tibes se descubrió en 1975. Ese año la tormenta Eloíza azotó Puerto Rico y se desbordaron muchos ríos. Uno de los ríos que se desbordó fue el río Portugués e inundó el Barrio Ti­bes. Después que pasaron las inundaciones se descubrió un parque ceremonial. Se encontraron siete bateyes, dos plazas ceremoniales, muchos amuletos, cerámicas, cemíes y muchas cosas más.

Se hicieron estudios que probaron que el Valle Tibes había sido poblado por dos culturas, la igneri y la pretaína.

Los indios igneris fueron los primeros agricultores y ceramistas que poblaron Las Antillas. Llegaron a Tibes desde el río Orinoco a través de Las Antillas Menores.

Vivían cerca de las costas y los ríos. Se dedicaban a sembrar la yuca. Sus obras artísticas más importantes eran las vasijas de barro sobre las que pintaban diseños blancos.

Para estos indios el Valle Tibes era sagrado. Enterraban a sus muertos allí y les ofrecían caracoles, comida, vasijas y otras cosas porque creían en la otra vida después de la muerte. Ponían a los muertos en la misma posición que están los bebés en el vientre de la madre.

 

Los pretaínos llegaron a Tibes varios siglos después. Ellos también sembraban la yuca, pero además eran cazadores, pescadores y recolectores. Con caracoles hacían hachas, platos, cucharas, amuletos y muchas cosas más.

 

Los pretaínos construyeron los bateyes y las plazas ceremoniales. Allí los indios jugaban a la pelota.

En este juego se tiraba la pelota de lado a lado sin que cayera al suelo y no se podía tocar con las manos. La pelota era muy dura y se hacía de yerbas y raíces mezcladas con resina.

En ciertas épocas del año celebraban una ceremonia religiosa que se llamaba areyto. Allí bailaban y cantaban por varios días, hablaban con sus dioses y contaban historias de sus antepasados. Así comunicaban sus tradiciones a las nuevas generaciones.

Este Centro ceremonial es uno de los centros arqueológicos principales de Las Antillas. Es actualmente el centro ceremonial más grande y antiguo de Puerto Rico. Por su vegetación se considera un jardín botánico natural».

—¿Qué les parece mi composición? —les preguntó Isabelita cuando terminó de leer.

—¡Muy bonita e interesante! ¡Bravo! Te felicitamos —dijeron todos.

 

Historia del descubrimiento de Tibes:

Para el 1975, Don Luis Hernández, obrero de la caña y agricultor del sector Torna Vieja del Barrio Tibes de Ponce, quien en sus días de asueto se buscaba el pan de cada día fabricando carbón vegetal, merodeaba por la Vega de Tani en busca de materia prima para su carbón.
 
No hacía mucho tiempo que el huracán Eloisa paso cerca de Puerto Rico, la lluvia provocada por el fenómeno atmosférico hizo que la superficie de la tierra se erosionará, dejando al descubierto restos de una cultura indígena ya desaparecida en el tiempo.
 
Mientras caminaba por la Vega de Tani (según testimonio de Don Luis Hernández, QEPD) vió caracoles y pedazos de "ladrillos", por lo cual sintió un deseo inmenso de "escarvar" el suelo y así lo hizo, recolectó fragmentos de hueso, caracoles y fragmentos de vasijas. Se sintió en poder de un gran secreto y así lo guardó por un tiempo. Poco a poco y con ayuda de lectura de divulgación, reconoció que los objetos encontrados pertenecían a nuestros indios.
 
Jamás por su mente pasó la idea de que había hecho el decubrimiento de uno de los sitios arqueológicos más importantes del área antillana.
 
Para el año 1976, la Sociedad Arqueológica de Sur Oeste en sus recorridos buscando lugares arqueológicos en la isla, llegan un día al Barrio Tibes de Ponce. Preguntando, llegan a conocer a Don Luis Hernández y éste los lleva a la Vega de Tani. Allí se percataron de que la misma era un lugar arqueológico, con un batey, pues en su recorrido localizaron un gran rectángulo que resulto ser la plaza principal.
 
Varios meses después, en una reunión de la Sociedad Guaynia de Arqueología e Historia, la cual se reunía entonces, en los altos de la Biblioteca Encarnación Valdes de la Universidad Católica de Puerto Rico,los socios de la sociedad arqueológica del Sur Oeste, notificaron que conocían un lugar "muy bueno y con bateyes, en la misma área Ponce". Citándose ambos grupos para visitar el lugar.
 
Cuando la Sociedad Guaynia llega al lugar, se percató de la gran magnitud del yacimiento, el cual estaba protegido por la naturaleza, bordeado por el Río Portugues (en tiempos prehispánicos Baramaya) y de muy difícil acceso.
 
Poco a poco la Vega de Tani fue revelando su secreto, pues se acababa de descubrir para beneficio de los puertorriqueños y la comunidad científica el yacimiento arqueológico más importante (dentro de su contexto) del Caribe.
 

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