Quinta
Ley
LA LEY
DE LA INTENCIÓN Y DESEO
Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su
realización... la intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura
tienen un infinito poder organizador.
Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad
pura, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.
En el principio era el deseo, primera semilla
de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón, descubrieron por
su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.
- Himno de la Creación, Rig Veda
La quinta ley espiritual del éxito es la ley de la intención y el deseo.
Esta ley se basa en el hecho de que la energía y la información existen en
todas partes en la naturaleza. En efecto, a nivel del campo cuántico
solamente hay energía e información. Campo cuántico es sólo otra manera de
denominar el campo de la conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en
este campo cuántico influyen la intención y el deseo. Examinemos este
proceso en detalle.
Cuando una flor, un arco iris, un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo
humano se descomponen en sus partes esenciales, vemos que éstas son energía
e información. Todo el universo, en su naturaleza esencial, es el movimiento
de la energía y la información. La única diferencia entre nosotros y un
árboles el contenido de información y de energía de nuestros respectivos
cuerpos.
En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los
mismos elementos reciclados: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno,
nitrógeno y otros elementos en cantidades minúsculas. Estos elementos se
podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferencia entre nosotros y
el árbol no reside en el carbono, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De
hecho, nosotros y el árbol intercambiamos constantemente nuestro carbono y
nuestro oxígeno. La verdadera diferencia entre los dos está en la energía y
en la información.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos,
pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz
de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo
particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo
subjetivamente en forma de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos,
recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo campo es percibido
objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, percibimos ese
campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos
videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso es
todo lo que existe".
Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque al nivel
de la mecánica cuántica no existen fronteras bien definidas. Somos como una
onda, una ola, una fluctuación, una circunvolución, un remolino, una
perturbación localizada en un campo cuántico más grande. Ese campo cuántico
más grande - el universo - es nuestro cuerpo ampliado.
El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la
información y de la energía de su propio campo cuántico, sino que, como la
conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese maravilloso
sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el contenido de
información que da origen a nuestro cuerpo físico. Podemos cambiar
conscientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio
cuerpo de mecánica cuántica y, por tanto, influir en el contenido de energía
y de información de nuestro cuerpo ampliado - nuestro entorno, el mundo - y
hacer que sucedan cosas en él.
Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes a
la conciencia: la atención y la intención. La atención da energía, y la
intención transforma. Cualquier cosa a la cual prestemos atención, crecerá
con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar
atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá. Por otro lado, la
intención estimula la transformación de la energía y de la información. La
intención organiza su propia realización.
El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará
una infinidad de sucesos espacio-temporales orientados a producir el
resultado buscado, siempre y cuando que uno cumpla las otras leyes
espirituales del éxito. Esto se debe a que la intención, dirigida sobre el
campo fértil de la atención, tiene un infinito poder organizador. Infinito
poder organizador significa poder para organizar una infinidad de sucesos
espacio-temporales, todos al mismo tiempo. Vemos la expresión de este
infinito poder organizador en cada hoja de hierba, en cada flor de manzano,
en cada célula de nuestro cuerpo. Lo vemos en todo lo que vive.
En el orden general de la naturaleza, todo se conecta y se correlaciona con
todo lo demás. Cuando la marmota sale de su madriguera subterránea, sabemos
que se avecina la primavera. Las aves comienzan a migrar en cierta dirección
en determinada época del año. La naturaleza es una sinfonía. Y esa sinfonía
es orquestada en silencio desde el fundamento último de la creación.
El cuerpo humano es otro buen ejemplo de esta sinfonía. Una sola célula del
cuerpo humano realiza cerca de seis billones de funciones por segundo, y
debe saber lo que todas las demás células están haciendo al mismo tiempo. El
cuerpo humano puede tocar un instrumento musical, matar gérmenes, hacer un
bebé, recitar poesías y observar el movimiento de las estrellas, todo al
mismo tiempo, porque el campo de la correlación infinita es parte de su
campo de información.
Lo que es asombroso acerca del sistema nervioso de la especie humana es que
puede gobernar ese infinito poder organizador a través de la intención
consciente. En la especie humana, la intención no está fija o encerrada en
una red rígida de energía e información. Tiene una flexibilidad infinita. En
otras palabras, mientras no infrinjamos las otras leyes de la naturaleza, a
través de nuestra intención podemos, literalmente, dirigir las leyes de la
naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.
Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su
infinito poder organizador. Podemos ir hasta ese fundamento último de la
creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo de
la correlación infinita.
La intención sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y suave de la
potencialidad pura, que busca pasar de lo inmanifiesto a lo manifiesto. La
única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de la
humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está
alineado con las siete leyes espirituales del éxito.
La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es
muy poderosa, porque es deseo sin apego al resultado. El solo deseo es débil,
porque en la mayoría de los casos es atención con apego. La intención es
desear respetando estrictamente todas las demás leyes, pero en particular la
sexta ley espiritual del éxito: la ley del desapego.
La intención, combinada con el desapego, lleva a una conciencia del momento
presente centrada en la vida. Y cuando la acción se realiza teniendo
conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención mira
hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mientras la atención
esté en el presente, la intención hacia el futuro se cumplirá porque el
futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente tal como es.
Aceptemos el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre
podemos crear por medio de la intención desapegada, pero nunca debemos
luchar contra el presente.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El
pasado es recuerdo, memoria; el futuro es expectación; el presente es
conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del pensamiento.
Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el
presente, que es conciencia, es real y es eterno. Lo es. Es la potencialidad
para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un campo
eterno de posibilidades que se experimenta a sí mismo en forma de fuerzas
abstractas, trátese de la luz, el calor, la electricidad, el magnetismo o la
gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el futuro;
sencillamente son.
Nuestra interpretación de estas fuerzas abstractas hace posible que tengamos
la experiencia de los fenómenos concretos. Las interpretaciones que
recordamos de las fuerzas abstractas crean la experiencia del pasado,
mientras que las que anticipamos crean el futuro. Ellas son las cualidades
de la atención en la conciencia. Cuando estas cualidades se liberan de la
carga del pasado, la acción en el presente se convierte en suelo fértil para
la creación del futuro.
La intención, apoyada en esta libertad indiferente del presente, actúa como
catalizador para la mezcla correcta de materia, energía y sucesos
espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.
Si tenemos conciencia del momento presente centrada en la vida, entonces los
obstáculos imaginarios - los cuales constituyen más del noventa por ciento
de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El restante
cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en
oportunidades por medio de la intención focalizada.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito.
Tener una intención focalizada significa mantener nuestra atención en el
resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que impida
completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concentración de
nuestra atención. Se eliminan de la conciencia todos los obstáculos, de
manera total y completa. Así podemos mantener una serenidad inconmovible, a
la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo.
Éste es, simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención
focalizada.
Aprendamos a aprovechar el poder de la intención, y podremos crear cualquier
cosa que deseemos. Todavía será posible obtener resultados a través del
esfuerzo y la constancia, pero a un precio; ese precio puede ir desde la
tensión emocional hasta una enfermedad cardíaca o un trastorno de la función
del sistema inmunológico. Es mucho mejor dar los siguientes cinco pasos para
poner en práctica la ley de la intención y el deseo. Cuando sigamos estos
cinco pasos para cumplir nuestros deseos, la intención generará su propio
poder.
1) Entremos en el espacio de la conciencia pura. Eso significa ubicarnos en
medio de ese espacio silencioso que hay entre los pensamientos, entrar en el
silencio - ese nivel de sólo ser que es nuestro estado esencial.
2) Una vez establecidos en ese estado de sólo ser, liberemos nuestras
intenciones y nuestros deseos. Cuando uno está realmente en ese espacio, no
hay pensamiento, no hay intención; pero en cuanto sale de él - en esa unión
entre el espacio silencioso y un pensamiento - es posible introducir la
intención. Si tenemos una serie de metas, escribámoslas y concentremos
nuestra intención en ellas antes de entrar en el espacio silencioso. Si
deseamos una carrera de éxito, por ejemplo, debemos entrar en el espacio
silencioso con esa intención, y así la intención ya estará allí como una
tenue llama vacilante en nuestra conciencia. Liberar las intenciones y los
deseos en este espacio significa sembrarlos en el suelo fértil de la
potencialidad pura y esperar a que florezcan en el momento propicio. No es
conveniente desenterrar las semillas de los deseos para ver si están
creciendo, o aferrarse rígidamente a la manera como deberán desarrollarse.
Lo único que hay que hacer es dejarlas libres.
3) Permanezcamos en el estado de auto-referencia. Esto significa permanecer
establecidos en la conciencia de nuestro verdadero yo - nuestro espíritu,
nuestra conexión con el
campo de la potencialidad pura. También significa no vernos a nosotros
mismos a través de los ojos del mundo, o dejarnos influir por las opiniones
y las críticas de los demás. Una buena manera de mantener el estado de
autoreferencia es no divulgar nuestros deseos; no compartirlos con nadie, a
menos que la otra persona tenga exactamente los mismos deseos que nosotros y
entre los dos exista una unión fuerte.
4) Renunciemos a nuestro apego al resultado. Esto significa renunciar a
nuestro rígido interés por un resultado específico y vivir en la sabiduría
de la incertidumbre. Significa disfrutar cada momento de la jornada de la
vida, aunque desconozcamos el desenlace.
5) Dejemos que el universo se encargue de los detalles. Nuestras intenciones
y nuestros deseos, una vez liberados en el espacio silencioso, tienen un
infinito poder organizador.
Confiemos en que ese infinito poder organizador de la intención orquestará
todos los detalles por nosotros.
Recordemos que nuestra verdadera naturaleza es el espíritu puro. Llevemos la
conciencia de este espíritu a donde quiera que vayamos, liberemos suavemente
nuestros deseos, y el universo manejará los detalles por nosotros.
CÓMO
APLICAR LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Pondré a funcionar la ley
de la intención y deseo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Haré una lista de todos mis deseos, y la llevaré a donde quiera que vaya.
Miraré la lista antes de entrar en mi silencio y mi meditación. La miraré
antes de dormir por la noche. La miraré al despertar por la mañana.
2) Liberaré esta lista de mis deseos y la entregaré al seno de la creación,
confiando en que cuando parezca que las cosas no están saliendo bien, hay
una razón, y en que el plan cósmico tiene para mí unos designios mucho más
importantes que los que yo he concebido.
3) Recordaré practicar la conciencia del momento presente en todos mis actos.
No permitiré que los obstáculos consuman o disipen la concentración de mi
atención en el momento presente. Aceptaré el presente tal como es, y
proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos
y queridos.
Sexta
Ley
LA LEY
DEL DESAPEGO
La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego... en la sabiduría de
la incertidumbre reside la liberación del pasado, de lo conocido, que es la
prisión del condicionamiento anterior.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las
posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del
universo.
Como dos aves doradas posadas en el mismo
árbol, el ego y el yo, íntimos amigos, viven en el mismo cuerpo. El primero
come los frutos dulces y amargos del árbol de la vida., mientras que el
segundo observa con indiferencia.
1. Upanishad Mundaka
La sexta ley espiritual del éxito es la ley del desapego. Esta ley dice que
para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a
nuestro apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de
cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo;
renunciamos al interés por el resultado.
Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto como renunciamos al
interés por el resultado, combinando al mismo tiempo la intención
concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos. Podemos conseguir
cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la
confianza incuestionable en el poder del verdadero yo. El apego, en cambio,
se basa en el temor y en la inseguridad - y la necesidad de sentir seguridad
emana del desconocimiento del verdadero yo.
La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo
físico es el yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad.
Todo lo demás es un símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones. Los
símbolos son transitorios; llegan y se van. Perseguir símbolos es como
contentarse con el mapa en lugar del territorio. Es algo que produce
ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque
cambiamos el yo por los símbolos del yo.
El apego es producto de la conciencia de la pobreza, porque se interesa
siempre por los símbolos. El desapego es sinónimo de la conciencia de la
riqueza, porque con él viene la libertad para crear. Sólo a partir de un
compromiso desprendido, podemos tener alegría y felicidad. Entonces,
los símbolos de la riqueza aparecen espontáneamente y sin esfuerzo. Sin
desapego somos prisioneros del desamparo, la desesperanza, las necesidades
mundanas, los intereses triviales, la desesperación silenciosa y la gravedad
- características distintivas de una existencia mediocre y una conciencia de
la pobreza.
La verdadera conciencia de la riqueza es la capacidad de tener todo lo que
deseamos, cada vez que lo deseamos, y con un mínimo de esfuerzo. Para
afianzarnos en esta experiencia es necesario afianzarnos en la sabiduría de
la incertidumbre. En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear
cualquier cosa que deseemos.
La gente busca constantemente seguridad, pero con el tiempo descubriremos
que esa búsqueda es en realidad algo muy efímero. Hasta el apego al dinero
es una señal de inseguridad. Uno podría decir: "Me sentiré seguro cuando
tenga X cantidad de dinero porque entonces tendré independencia económica y
podré jubilarme. Y entonces haré todo lo que he querido hacer siempre". Pero
eso es algo que nunca sucede - que nunca llega.
Quienes buscan la seguridad la persiguen durante toda la vida sin
encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y efímera porque no puede
depender exclusivamente del dinero. El apego al dinero siempre creará
inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga en el banco. De hecho,
algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.
La búsqueda de la seguridad es una ilusión. Según las antiguas tradiciones
de sabiduría, la solución de todo este dilema reside en la sabiduría de la
inseguridad o la sabiduría de la incertidumbre. Esto significa que la
búsqueda de seguridad y de certeza es en realidad un apego a lo conocido. ¿Y
qué es lo conocido? Lo conocido es el pasado. Lo conocido no es otra cosa
que la prisión del condicionamiento anterior. Allí no hay evolución -absolutamente
ninguna evolución. Y cuando no hay evolución, sobrevienen el estancamiento,
el desorden, el caos y la decadencia.
La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura
y de la libertad. La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada
momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las
posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación
de nuevas manifestaciones. Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la
vida es sólo una vil repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en
víctimas del pasado, y nuestro torturador de hoy es el yo que ha quedado de
ayer.
Renunciemos a nuestro apego a lo conocido y adentrémonos en lo desconocido,
así entraremos en el campo de todas las posibilidades. La sabiduría de la
incertidumbre jugará un importante papel en nuestro deseo de entrar en lo
desconocido. Esto significa que en cada momento de nuestra vida habrá
emoción, aventura, misterio; que experimentaremos la alegría de vivir: la
magia, la celebración, el júbilo y el regocijo de nuestro propio espíritu.
Cada día podemos buscar la emoción de lo que puede ocurrir en el campo de
todas las posibilidades. Si nos sentimos inseguros, estamos en el camino
correcto - no nos demos por vencidos. En realidad no necesitamos tener una
idea rígida y completa de lo que haremos la semana próxima o el año próximo,
porque si tenemos una idea clara de lo que ha de suceder y nos aferramos
rígidamente a ella, dejaremos por fuera un enorme abanico de posibilidades.
Una de las características del campo de todas las posibilidades es la
correlación infinita. Este campo puede orquestar una infinidad de sucesos
espacio-temporales con el fin de producir el resultado esperado. Pero cuando
hay apego, la intención queda atrapada en una forma de pensar rígida y se
pierden la fluidez, la creatividad y la espontaneidad inherentes al campo de
todas las posibilidades. Cuando nos apegamos a algo, congelamos nuestro
deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo
encerramos dentro de un rígido marco que obstaculiza el proceso total de la
creación.
La ley del desapego no obstaculiza la ley de la intención y el deseo - la
fijación de metas. Siempre tenemos la intención de avanzar en una
determinada dirección, siempre tenemos una meta. Sin embargo, entre el punto
A y el punto B hay un número infinito de posibilidades, y si la
incertidumbre está presente, podremos cambiar de dirección en cualquier
momento si encontramos un ideal superior o algo más emocionante. Al mismo
tiempo, será menos probable que forcemos las soluciones de los problemas, lo
cual hará posible que nos mantengamos atentos a las oportunidades.
La ley del desapego acelera el proceso total de la evolución. Cuando
entendemos esta ley, no nos sentimos obligados a forzar las soluciones de
los problemas. Cuando forzamos las soluciones, solamente creamos nuevos
problemas. Pero si fijamos nuestra atención en la incertidumbre y la
observamos mientras esperamos ansiosamente a que la solución surja de entre
el caos y la confusión, entonces surgirá algo fabuloso y emocionante.
Cuando este estado de vigilancia - nuestra preparación en el presente, en el
campo de la incertidumbre - se suma a nuestra meta y a nuestra intención,
nos permite aprovechar la oportunidad. ¿Qué es la oportunidad? Es lo que
está contenido en cada problema de la vida. Cada problema que se nos
presenta en la vida es la semilla de una oportunidad para algún gran
beneficio. Una vez que tengamos esta percepción, nos abriremos a toda una
gama de posibilidades - lo cual mantendrá vivos el misterio, el asombro, la
emoción y la aventura.
Podremos ver cada problema de la vida como la oportunidad de algún gran
beneficio. Habiéndonos afianzado en la sabiduría de la incertidumbre,
podremos permanecer alerta a las oportunidades. Y, cuando nuestro estado de
preparación se encuentre con la oportunidad, la solución aparecerá
espontáneamente.
Lo que resulta de esto es lo que denominamos comúnmente "buena suerte". La
buena suerte no es otra cosa que la unión del estado de preparación con la
oportunidad. Cuando los dos se mezclan con una vigilancia atenta del caos,
surge una solución que trae beneficio y evolución para nosotros y para todos
los que nos rodean. Ésta es la receta perfecta para el éxito, y se basa en
la ley del desapego.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DESAPEGO
Pondré a
funcionar la ley del desapego comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los
que me rodean la libertad de ser como somos. No impondré tercamente mi
opinión de cómo deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los
problemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en todo
con absoluto desprendimiento.
2) Hoy convertiré a la incertidumbre en un elemento esencial de mi
experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la incertidumbre,
las soluciones surgirán espontánea
mente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más
inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre
es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la
incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3) Penetraré en el campo de todas las posibilidades y esperaré la emoción
que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infinidad de alternativas.
Cuando entre en el campo de todas las posibilidades, experimentaré todo el
regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
Septima Ley
LEY
DEL"DHARMA"O PROPÓSITO
Todo el mundo tiene un propósito en la vida... un don único o talento
especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con
el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro
propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
Cuando
trabajas, eres como una flauta a través de cuyo corazón el susurro de las
horas se convierte en música... ¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer una
tela con hilos sacados de tu corazón, como si tu amado fuese a vestirse con
esa tela...
- KHALIL GIBRAN, El profeta
La séptima ley espiritual del éxito es la ley del dharma. "Dharma" es un
vocablo sánscrito que significa "propósito en la vida". Esta ley dice que
nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. El campo de
la potencialidad pura es la divinidad en su esencia, y la divinidad adopta
la forma humana para cumplir un propósito.
De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una
manera única de expresarlo. Hay una cosa que cada individuo puede hacer
mejor que cualquier otro en todo el mundo - y por cada talento único y por
cada expresión única de dicho talento, también existen unas necesidades
únicas. Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de
nuestro talento, se produce la chispa que crea la abundancia. El expresar
nuestros talentos para satisfacer necesidades, crea riqueza y abundancia sin
límites.
Si pudiéramos enseñarles a los niños desde el principio esta manera de
pensar, veríamos el efecto que esto tendría en su vida. En realidad, yo lo
hice con mis hijos. Les dije una y otra vez que había una razón para que
ellos estuvieran aquí, y que ellos debían descubrir esa razón por sí mismos.
Eso fue algo que oyeron desde los cuatro años. También les enseñé a meditar
cuando tenían aproximadamente esa edad, y les dije: "No quiero que se
preocupen, nunca, por ganarse la vida. Si cuando sean mayores no pueden
ganarse la vida, yo les daré lo necesario, de manera que no se preocupen por
eso. No quiero que se concentren en ser los mejores de la escuela, en
obtener las mejores notas o en ir a la mejor universidad. En lo que
realmente quiero que se concentren es en preguntarse a sí mismos cómo pueden
servir a la humanidad y cuáles son sus talentos únicos. Porque cada uno de
ustedes tiene un talento único que nadie más tiene, y una manera especial de
expresarlo, que tampoco tiene nadie más". Mis hijos acabaron estudiando en
las mejores escuelas, obteniendo las mejores notas e incluso en la
universidad son los únicos que son económicamente autosuficientes, porque
ellos tienen su atención puesta en el propósito por el cual están aquí. Ésta,
entonces, es la ley del dharma.
La ley del dharma tiene tres componentes. El primero dice que cada uno de
nosotros está aquí para descubrir su verdadero yo, para descubrir por su
cuenta que el verdadero yo es espiritual y que somos en esencia seres
espirituales que han adoptado una forma física para manifestarse. No somos
seres humanos que tienen experiencias espirituales ocasionales, sino todo lo
contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias humanas
ocasionales.
Cada uno de nosotros está aquí para descubrir su yo superior o su yo
espiritual. Esa es la primera forma de cumplir la ley del dharma. Debemos
descubrir por nuestra cuenta que dentro de nosotros hay un dios en embrión
que desea nacer para que podamos expresar nuestra divinidad.
El segundo componente de la ley del dharma es la expresión de nuestro
talento único. La ley del dharma dice que todo ser humano tiene un talento
único. Cada uno de nosotros tiene un talento tan único en su expresión que
no existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese
de esa manera. Eso quiere decir que hay una cosa que podemos hacer, y una
manera de hacerlo, que es mejor que la de cualquier otra persona, en este
planeta. Cuando estamos desarrollando esa actividad, perdemos la noción del
tiempo. La expresión de ese talento único - o más de uno, en muchos casos -
nos introduce en un estado de conciencia atemporal.
El tercer componente de la ley del dharma es el servicio a la humanidad -
servir a los demás seres humanos y preguntarse: "¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo
puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?" Cuando
combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a
la humanidad, usamos plenamente la ley del dharma. Y cuando unimos esto al
conocimiento de nuestra propia espiritualidad, el campo de la potencialidad
pura, es imposible que no tengamos acceso a la abundancia ilimitada, porque
ésa es la verdadera manera de lograr la abundancia.
Y no se trata de una abundancia transitoria; ésta es permanente en virtud de
nuestro talento único, de nuestra manera de expresarlo y de nuestro servicio
y dedicación a los demás seres humanos, que descubrimos preguntando: "¿Cómo
puedo ayudar?", en lugar de: "¿Qué gano yo con eso?"
La pregunta "¿Qué gano yo con eso?" es el diálogo interno del ego. La
pregunta "¿Cómo puedo ayudar?" es el diálogo interno del espíritu. El
espíritu es ese campo de la conciencia en donde experimentamos nuestra
universalidad. Con sólo cambiar el diálogo interno y no preguntar "¿Qué gano
yo con eso?" sino "¿Cómo puedo ayudar?", automáticamente vamos más allá del
ego para entrar en el campo del espíritu. Y aunque la meditación es la
manera más fácil de entrar en el campo del espíritu, el simple hecho de
cambiar nuestro diálogo interno de esta manera también nos brinda acceso al
espíritu, ese campo de la conciencia donde experimentamos nuestra
universalidad.
Si deseamos utilizar al máximo la ley del dharma, es necesario que nos
comprometamos a hacer varias cosas:
Primer compromiso: Por medio de la práctica espiritual buscaremos nuestro yo
superior, el cual está más allá de nuestro ego.
Segundo compromiso: Descubriremos nuestros talentos únicos, y después de
descubrirlos disfrutaremos de la vida, porque el proceso del gozo tiene
lugar cuando entramos en la conciencia atemporal. En ese momento, estaremos
en un estado de dicha absoluta.
Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera en que podemos
servir a la humanidad. Responderemos esa pregunta, y luego pondremos la
respuesta en práctica. Utilizaremos nuestros talentos únicos para atender a
las necesidades de nuestros congéneres los seres humanos; combinaremos esas
necesidades con nuestro deseo de ayudar y servir a los demás.
Hagamos una lista de nuestras respuestas a estas dos preguntas: ¿Qué haría
yo si no tuviera que preocuparme por el dinero y si a la vez dispusiera de
todo el tiempo y el dinero del mundo? Si de todas maneras quisiéramos seguir
haciendo lo que hacemos ahora, es porque estamos en dharma, porque sentimos
pasión por lo que hacemos, porque estamos expresando nuestros talentos
únicos. La segunda pregunta es: "¿Cuál es la mejor manera en que puedo
servir a la humanidad?" Respondamos esa pregunta y pongamos la respuesta en
práctica.
Descubramos nuestra divinidad, encontremos nuestro talento único y sirvamos
a la humanidad con él; de esa manera podremos generar toda la riqueza que
deseamos. Cuando nuestras expresiones creativas concuerden con las
necesidades del prójimo, la riqueza pasará espontáneamente de lo
inmanifiesto a lo manifiesto, del reino del espíritu al mundo de la forma.
Comenzaremos a experimentar la vida como una expresión milagrosa de la
divinidad - no ocasionalmente, sino a toda hora. Y conoceremos la alegría
verdadera y el significado real del éxito - el éxtasis y el júbilo de
nuestro propio espíritu.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL "DHARMA" O PROPÓSITO EN LA VIDA
Pondré a funcionar la ley
del "dharma" comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy cultivaré con amor al dios en embrión que reside en el fondo de mi
alma. Prestaré atención al espíritu interior que anima tanto a mi cuerpo
como a mi mente. Despertaré a esa quietud profunda del interior de mi
corazón. Mantendré la conciencia del ser atemporal y eterno, en medio de la
experiencia limitada por el tiempo.
2) Haré una lista de mis talentos únicos. Después haré una lista de las
cosas que me encanta hacer cuando estoy expresando mis talentos únicos.
Cuando expreso mis talentos únicos y los utilizo en servicio de la humanidad,
pierdo la noción del tiempo y produzco abundancia tanto en mi vida como en
la vida de los demás.
3) Todos los días me preguntaré: "¿Cómo puedo servir?" y "¿Cómo puedo ayudar?"
Las respuestas a estas preguntas me permitirán ayudar y servir con amor a
los demás seres humanos.
RESUMEN Y CONCLUSIÓN
Quisiera conocer los pensamientos de Dios...
lo demás son detalles.
- ALBERT EINSTEIN
La mente universal es la coreógrafa de todo lo que sucede en miles de
millones de galaxias y hace su trabajo con una precisión exquisita y con una
inteligencia inquebrantable. Su inteligencia es máxima y suprema e impregna
cada fibra de la existencia: desde la más pequeña hasta la más grande, desde
el átomo hasta el cosmos. Todo lo que vive es expresión de esta inteligencia.
Y esta inteligencia actúa a través de las siete leyes espirituales.
Si miramos cualquiera de las células del cuerpo humano, a través de su
funcionamiento veremos la expresión de estas leyes. Cada célula, sea del
estómago, del corazón o del cerebro, se origina en la ley de la
potencialidad pura. El ADN es el ejemplo perfecto de la potencialidad pura;
en realidad, es la expresión material de ella. El mismo ADN que hay en todas
las células del cuerpo, se expresa de diferentes maneras para cumplir los
requisitos particulares de cada una.
Cada célula opera además a través de la ley del dar. Una célula vive y
permanece sana cuando está en estado de equilibrio. Este estado es de
realización y armonía, pero se mantiene a través de un constante dar y
recibir. Cada célula da y apoya a las demás, y a cambio recibe alimento de
ellas. La célula permanece en estado de flujo dinámico, el cual jamás se
interrumpe. En realidad, el flujo es la esencia misma de la vida de la
célula. Y solamente manteniendo este flujo de dar puede la célula recibir y,
por tanto, continuar con su existencia vibrante.
Las células ejecutan con suma perfección la ley del karma, porque
incorporada en su inteligencia está la respuesta más apropiada, precisa y
oportuna para cada situación que se presenta.
Las células también ejecutan con suma perfección la ley del menor esfuerzo:
cumplen su trabajo con tranquila eficiencia, en un estado de sosegada
vigilancia.
Por medio de la ley de la intención y el deseo, cada intención de cada
célula utiliza el infinito poder organizador de la inteligencia de la
naturaleza. Hasta una intención simple como la de metabolizar una molécula
de azúcar desencadena inmediatamente una sinfonía de sucesos en el cuerpo
para secretar las cantidades exactas de hormonas en el momento preciso, a
fin de convertir la molécula de azúcar en pura energía creativa.
Desde luego, cada célula expresa la ley del desapego. No se aferra al
resultado de sus intenciones. No duda ni tropieza porque su comportamiento
es función de una conciencia centrada en la vida y en el momento presente.
Cada célula también expresa la ley del dharma.
Debe descubrir su propia fuente, el yo superior; debe servir a sus
congéneres y expresar su talento único. Las células del corazón, del
estómago, del sistema inmune, todas se originan en el yo superior, el campo
de la potencialidad pura. Y como están directamente enlazadas con ese
computador cósmico, pueden expresar sus talentos únicos con toda facilidad y
conciencia atemporal. Sólo expresando sus talentos únicos pueden mantener
tanto su propia integridad como la de todo el cuerpo. El diálogo interno de
cada una de las células del cuerpo humano es: "¿Cómo puedo ayudar?" Las
células del corazón desean ayudar a las células del sistema inmune, y éstas
desean ayudar a las del estómago y a las de los pulmones, y las células del
cerebro se dedican a escuchar y ayudar a todas las demás. Cada una de las
células del cuerpo humano tiene solamente una función: ayudar a todas las
demás.
Observando el comportamiento de las células de nuestro cuerpo, podemos ver
la expresión más extraordinaria y eficiente de las siete leyes espirituales.
Ésa es la genialidad de la inteligencia de la naturaleza. Son los
pensamientos de Dios; lo demás son sólo detalles.
Las siete leyes espirituales del éxito son principios poderosos que nos
ayudarán a alcanzar el dominio de nosotros mismos. Si prestamos atención a
estas leyes y ponemos en práctica los ejercicios propuestos en este libro,
veremos que podremos hacer realidad cualquier cosa que deseemos - toda la
abundancia, todo el dinero y todo el éxito que deseemos. También veremos que
nuestra vida se volverá más alegre y próspera en todo sentido, porque estas
leyes también son las leyes espirituales de la vida, aquéllas que hacen que
vivir valga la pena.
Existe una secuencia natural para aplicar estas leyes en la vida diaria, la
cual puede ayudarnos a recordarlas. La ley de la potencialidad pura se
experimenta por medio del silencio, de la meditación, del hábito de no
juzgar, de la comunión con la naturaleza, pero es activada por la ley del
dar. El principio consiste en aprender a dar lo que se busca. Así es como
uno activa la ley de la potencialidad pura. Si buscamos abundancia, demos
abundancia; si buscamos dinero, demos dinero; si buscamos amor, aprecio y
afecto, aprendamos a dar amor, aprecio y afecto.
Por medio de nuestros actos en la ley del dar, activamos la ley del karma.
Si creamos un buen karma, éste nos facilitará todo en la vida. Notaremos que
no necesitamos mayor esfuerzo para satisfacer nuestros deseos, lo cual nos
lleva automáticamente a comprender la ley del menor esfuerzo. Cuando todo
ocurra con facilidad y sin esfuerzo, y todos nuestros deseos se cumplan sin
cesar, espontáneamente comenzaremos a comprender la ley de la intención y el
deseo. Cuando nuestros deseos se cumplan sin esfuerzo, nos será fácil
practicar la ley del desapego.
Por último, cuando comencemos a comprender todas estas leyes, comenzaremos a
concentrarnos en nuestro verdadero propósito en la vida, lo cual lleva a la
ley del dharma. A través del uso de esta ley, expresando nuestros talentos
únicos y satisfaciendo las necesidades de los otros seres humanos,
empezaremos a crear lo que deseemos, cuando lo deseemos. Nos volveremos
despreocupados y alegres, y nuestra vida se convertirá en la expresión de un
amor sin límites.
Somos los viajeros de una travesía cósmica -polvo de estrellas danzando y
girando en las corrientes y los torbellinos del infinito. La vida es eterna,
pero las expresiones de la vida son efímeras, momentáneas, transitorias.
Siddharta Gautama, el Buda, fundador del budismo, dijo una vez:
Esta existencia nuestra es tan transitoria como las nubes del otoño.
Observar el nacimiento y la muerte de los seres es como mirar los
movimientos de una danza. Una vida es como un relámpago en el cielo, que se
desliza veloz como un torrente por la pendiente de una montaña.
Nos hemos detenido momentáneamente para encontrarnos unos a otros, para
conocernos, amarnos y compartir. Este es un momento precioso, pero
transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Si compartimos con
cariño, alegría y amor, crearemos abundancia y alegría para todos. Y
entonces este momento habrá valido la pena.
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