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En los extremos de Oriente y Occidente las cosas no
habían
cambiado mucho en el último siglo: Norteamérica
seguía
poblada por culturas neolíticas de cazadores-recolectores,
mientras
que al sur del actual México florecía el reino tolteca, y
al sur de éste la confederación de ciudades
mayas-toltecas.
Los zapotecas, que habitaban los valles en torno a Monte Albán,
seguían resistiendo la presión de los mixtecas, que
poblaban
las montañas. En sudamérica, la civilización de
Tiahuanaco
y Huari seguía imperando en los Andes Centrales, si bien estaban
apareciendo nuevas culturas, como el reino Chimú, al
norte,
con capital en Chanchán.
Japón estaba gobernado teóricamente por el emperador Horikawa, dominado por el clan Fujiwara, si bien el poder real lo seguía ostentando su padre Shirakawa en alianza con los clanes guerreros del norte y con los principales monasterios budistas. Esta alianza había permitido que los territorios del norte volvieran a estar en paz desde hacía unos pocos años, mientras los Minamoto y los Taira desplazaban a los Fujiwara al ocupar cada vez más cargos relevantes en la corte. China seguía prosperando económica y culturalmente bajo la dinastía Song. Una pequeña parte de su territorio histórico, al norte, estaba en manos del Imperio Liao, mientras que el reino de Corea conservaba su independencia. Más al norte, un pueblo que se llamaba a sí mismo Mongol trató de formar un reino. Se trataba de una tribu emparentada con otras conocidas hoy con el mismo nombre genérico, entre las que estaban los khitán que habían formado el Imperio Liao, pero también muchas más. Los cambios más notables se estaban produciendo en Tierra Santa. La cruzada había permitido al emperador bizantino Alejo I recuperar las dos terceras partes de Asia Menor. El sultán turco Barkyaruq había tenido que ceder varios territorios, entre ellos Armenia y Mesopotamia, a su hermano Muhammad. En 1100 murió el duque Godofredo IV de la Baja Lorena, el Protector del Santo Sepulcro. Los cruzados habrían confiado sin duda el gobierno de Jerusalén al príncipe Bohemundo I de Antioquía si no hubiera caído prisionero de los turcos poco antes. Fue el conde Balduino I de Edesa, el hermano de Godofredo IV, quien se hizo con el poder, y adoptó el título de rey de Jerusalén. Poco a poco logró convertir el nuevo reino en un estado laico feudal, bien distinto del estado eclesiástico proyectado por su hermano. Dejó el condado de Edesa a su primo Balduino II, que gobernó con habilidad y se hizo apreciar tanto por sus súbditos armenios como por los barones latinos. Estaba casado con Morfia, la hija del príncipe armenio que había asesinado su antecesor para hacerse con el condado. El éxito de la primera cruzada impulsó un movimiento de caballeros en ambos sentidos: por una parte, los nobles poderosos que habían acudido a Tierra Santa por motivos puramente religiosos consideraron que su misión se había cumplido y se dispusieron a regresar a occidente. Entre estos estaba el duque de Normandía Roberto II Courteheuse. Por otra parte, muchos nobles de segunda fila y gente humilde partieron hacia Tierra Santa en busca de mejor fortuna. Partieron sobre todo de Lombardía, Poitu, Borgoña y Baviera. Entre los que regresaron se encontraba Pedro el Ermitaño, que había sobrevivido a la carnicería que los turcos habían hecho con su gente y se había unido a Godofredo IV. A su regreso a Europa fundó el monasterio de Huy. Occidente prosperaba. Los condes de Champaña fomentaron en su territorio la celebración de ferias que reunían a todo tipo de comerciantes, de modo que su condado estableció un puente entre Flandes y el norte de Italia. Los comerciantes genoveses convirtieron su ciudad en la República de san Jorge. Esta prosperidad dio pie a la aparición de hombres que se ganaban el sustento cantando, bailando, tocando instrumentos, recitando poemas y realizando ejercicios circenses. Eran los juglares. Esta palabra está documentada desde mediados del siglo anterior. Los primeros poemas de juglares que se conocen fueron escritos en la lengua de oc. Precisamente, los juglares contribuyeron a unificar los distintos dialectos de la lengua de oc en una lengua común conocida como provenzal. La palabra "poeta" se reservó para quienes componían poemas en latín, mientras que los que componían en provenzal fueron llamados trovadores (que en provenzal significa algo así como creadores). La nobleza no sólo se interesó por escuchar los poemas de los trovadores, sino también por componerlos. Así, el primer trovador cuyo nombre conocemos es nada menos que el duque Guillermo IX de Aquitania. En su obra se distinguien dos clases de poemas: unos de carácter tabernario con rasgos obscenos y otros de carácter lírico y amoroso, característicos de la literatura provenzal. En general, los trovadores desarrollaron el ideal de caballero cortés, generoso, enamorado leal de una dama a la que sirve y rinde un vasallaje amoroso. Por esta época adquirió su forma definitiva la Chanson de Roland (la canción de Roldán), que narra un episodio totalmente deformado sobre Carlomagno en Roncesvalles. (En el poema Carlomagno conquista toda España a los musulmanes.) Poemas como éste contribuyeron a generar un hasta entonces inexistente nacionalismo francés. Es probable que llegaran noticias a Inglaterra del regreso del duque Roberto II. Allí se encontraba, junto a su hermano, el rey Guillermo II, un tercer hijo de Guillermo I el Conquistador. Se llamaba Enrique y había apoyado alternativamente a sus hermanos durante los enfrentamientos previos a la partida de Roberto II hacia Oriente, pero finalmente se había puesto de parte de Guillermo II. Tenía entonces veintidós años. El joven debió de darse cuenta de que si Guillermo II moría antes de que Roberto II regresara él se convertiría en el nuevo rey de Inglaterra, mientras que si lo hacía más tarde el trono podría pasar a Roberto II o a alguno de sus hijos. Casualmente Guillermo II murió ese mismo año. Fue un accidente de caza: Guillermo el Conquistador había creado un bosque cerca de su residencia favorita en Winchester. Para ello había desalojado una amplísima zona y demolido los edificios para que creciera el que vino a llamarse el Bosque Nuevo. Decretó que sólo los nobles podían dedicarse a la caza mayor, y que los infractores fueran cegados, pero Guillermo II había cambiado la sanción por la pena de muerte. Uno de los hijos del conquistador, llamado Ricardo, había muerto en ese bosque en vida de su padre. En mayo había muerto allí mismo otro Ricardo, hijo ilegítimo del duque Roberto II, y en agosto el mismo Guillermo II se dispuso a cazar en el Bosque Nuevo. El pueblo llano, quizá como una forma de consolarse por el atropello que había supuesto la formación del bosque y la prohibición de cazar, creó la leyenda de que el lugar era visitado por el Diablo, y que los normandos buscaban su perdición al adentrarse en él. Es probable que Enrique ayudara al Diablo a cumplir el mal augurio con su hermano, si bien la versión oficial que se contó fue ésta: Guillermo II fue a cazar acompañado de su amigo Walter Tyrrel, cuando dio con un ciervo y se dispuso a dispararle, pero la cuerda de su arco se rompió y entonces instó a su amigo a que disparara para no perder la presa. Tyrrel se precipitó nervioso y el resultado fue que la flecha acabó en el corazón de Guillermo II. Comprendiendo que nadie creería esta historia, huyó a Normandía, desde donde partió a Tierra Santa. El cuerpo del rey fue encontrado más tarde por un campesino que lo llevó a Winchester. Inmediatamente Enrique se hizo con el control del tesoro real y tres días más tarde se convertía en el rey Enrique I de Inglaterra. Roberto II estaba en Italia, apresuró su marcha confiado en que la gloria que traía consigo le daría el trono de Inglaterra, pero Enrique I inició rápidamente un programa de medidas populares: Escribió una carta conciliadora al arzobispo Anselmo de Canterbury invitándolo a regresar a Inglaterra, con lo que se ganó el apoyo de la Iglesia; destituyó a Ranulf Flambard, que era el ministro favorito de Guillermo II y el que se había encargado de gestionar los impuestos abusivos; prometió que rebajaría los impuestos y que gobernaría de acuerdo con las leyes de Eduardo el Confesor (que era recordado con veneración por el campesinado); otorgó cartas a Londres y otras ciudades importantes garantizándoles ciertos privilegios que las libraban en parte de las injerencias de los nobles y, por último, se casó con Edith, la hija del rey Malcom III de Escocia y de santa Margarita, luego descendiente por línea materna de la vieja familia real sajona. Edith cambió su nombre por el de Matilde. Cuando el duque Roberto II llegó finalmente a Normandía, todos estos planes se habían iniciado, y ello le privó de toda posibilidad de hacerse con el trono de Inglaterra. En 1101 trató de invadir el país, pero todo estaba en su contra y finalmente tuvo que aceptar una suma de dinero de su hermano a cambio de renunciar a todo derecho sobre el trono de Inglaterra. Ese año murió el conde Roger I de Sicilia, que fue sucedido por su hijo de seis años Roger II. Su madre Adelaida ejerció de regente. También murió san Bruno, el fundador de la orden de la Cartuja, así como el Califa Fatimí al-Mustali, que fue sucedido por al-Amir. Fue proclamado por el visir al-Afdal, que gobernó en su nombre. También murió el duque Güelfo I de Baviera, que fue sucedido por su hijo Güelfo II el Gordo. El rey Pedro I de Aragón puso sitio a la ciudad de Zaragoza, pero no tuvo éxito. El duque Guillermo IX de Aquitania partió hacia Tierra Santa. El conde Raimundo IV de Tolosa, que seguía en Constantinopla, se puso al frente de un ejército de lombardos y acordó con el emperador Alejo I que tomaría Antioquía para él. Tancredo de Hauteville se había hecho cargo del principado de Antioquía, pues su tío Bohemundo I seguía prisionero de los turcos. Es poco probable que Raimundo IV estuviera dispuesto a cumplir su promesa, y es poco probable que Alejo I confiara en que lo fuera a hacer. Su esperanza debía de ser más bien que Raimundo IV y Tancredo se destrozaran mutuamente y así luego él podría tomar la ciudad sin gran esfuerzo. Sin embargo, Raimundo IV fue derrotado y en 1102 fue capturado por Tancredo, aunque pudo escapar y se apoderó de la ciudad de Tartus, en el Líbano. Ese año murió en Tierra Santa el conde Esteban de Blois y fue sucedido por su hijo de nueve años Teobaldo IV. El conde se había casado con Adela, la hermana del rey Enrique I de Inglaterra con la que tuvo otro hijo de cinco años conocido también como Esteban de Blois y que se educó en Inglaterra con su madre. El príncipe Constantino I de la Pequeña Armenia murió y fue sucedido por su hijo Thoros I. El rey Balduino I de Jerusalén depuso al patriarca Daimberto, pero el Papa Pascual II ordenó que fuera restablecido. Ese mismo año murió el último Papa designado por el emperador germánico Enrique IV, que fue sucedido por Alberto. El otro Papa, Pascual II, excomulgó al emperador y desligó a su hijo Enrique de los lazos de fidelidad. También murió el duque Ladislao I de Polonia y fue sucedido por su hijo Boleslao III Boca Torcida, que hizo ejecutar a su hermano Zbigniew por conspirar contra él. El rey Kalmán de Hungría fue coronado rey de Croacia y de Dalmacia. En Borgoña murió el duque Eudes I, que fue sucedido por su hijo Hugo II. También murieron el conde Guislaberto II de Rosellón, que fue sucedido por su hijo Girardo I, y el conde Armengol V de Urgel, que fue sucedido por su hijo Armengol VI, bajo la tutela de su abuelo materno, Pedro Ansúrez, consejero del rey Alfonso VI de León y Castilla. Jimena, la viuda del Cid, incapaz de resistir por más tiempo el empuje almorávid, evacuó Valencia con la ayuda de Alfonso VI. Por esta época un juglar anónimo de san Esteban de Gormaz debió de empezar la composición del Cantar de Mio Cid, el más antiguo poema que se conserva en lengua castellana. En su primera parte se narra el destierro del Cid y sus hazañas en Zaragoza; luego se relata la conquista de Valencia y el perdón por parte de Alfonso VI, junto con un episodio ficticio sobre la boda de las hijas del Cid (en el poema doña Elvira y doña Sol) con los infantes de Carrión, que luego las maltratan y abandonan. Probablemente, esta parte la incorporó al poema un segundo autor unos treinta años después. El rey almorávide Yúsuf ibn Tasfin se proclamó Emir de los Musulmanes y obtuvo el título de Emir de los Creyentes del Califa Abasí. El rey Magnus III de Noruega murió en el curso de una expedición a Irlanda. Fue sucedido por sus tres hijos Sigurd, Olav y Eystein Magnusson. El rey de Dinamarca Erik Ejegod había marchado a Tierra Santa, pero murió en Chipre. Fue sucedido por su hermano Niels Svensson, el quinto y último de los hijos del rey Sven II que reinaron sucesivamente. También murió el conde Humberto II de Saboya, que fue sucedido por su hijo Amadeo III. Vladimiro Monómaco, el príncipe del estado ruso de Pereiáslav, dirigió una campaña contra los cumanos en la que participó también el gran príncipe de Kíev Sviatpolsk. El príncipe Bohemundo I de Antioquía se libró finalmente del cautiverio turco y tomó de nuevo el gobierno del principado, que hasta entonces había regido su sobrino Tancredo. El emperador Alejo I seguía tratando de hacerse con la ciudad, así que en 1104 Bohemundo I decidió embarcar en secreto hacia Europa para atacar por la retaguardia al emperador. Tancredo quedó nuevamente al frente de Antioquía. Ese año participó en una expedición contra Harrán. Mientras tanto fallecía el sultán Barkyaruq, lo que permitió a su hermano Muhammad establecerse definitivamente como Sultán. También murió el rey Pedro I de Navarra y Aragón, que fue sucedido por su hermano Alfonso I, pues su heredero Pedro había muerto apenas un año antes. El conde Enrique de Portugal emancipó a Portugal de Castilla en el plano religioso al obtener la elevación a arzobispado del hasta entonces obispado de Braga. El rey Felipe I de Francia se reconcilió finalmente con la Iglesia y se anuló su excomunión, si bien el incidente había minado sensiblemente su autoridad. Enrique, el hijo del emperador germánico Enrique IV, al que el Papa Pascual II había liberado dos años antes de la fidelidad debida a su padre, ya estaba en condiciones de aprovechar esta excusa, por lo que inició una rebelión. El Papa Alberto (nombrado por Enrique IV) había sido detenido, pero el emperador logró que en 1105 un sector de la población romana se rebelara contra Pascual II y eligiera Papa al arcipreste Maginulfo, que adoptó el nombre de Silvestre IV. Sin embargo, ese mismo año Enrique obligó a su padre a abdicar, con lo que se convirtió en el rey Enrique V de Alemania. El conde Raimundo IV de Tolosa se había adueñado de una parte de la costa libanesa, pero murió mientras asediaba la ciudad de Trípoli. Había nombrado sucesor (de sus dominios en Tierra Santa) a su primo, el conde de Cerdaña Guillermo Jordán I. En Tolosa le sucedió su hijo Alfonso I Jordán, y Bertrán, el hijo bastardo que había estado rigiendo el condado en ausencia de su padre, partió hacia Trípoli. El débil duque de Normandía Roberto II Courteheuse no lograba tener a raya a sus barones. En un momento dado éstos solicitaron la protección del rey Enrique I de Inglaterra, que no dejó pasar la oportunidad y envió un ejército que desembarcó en Normandía. Mientras tanto murió Luis, el conde palatino del Rin, que fue sucedido por Sigfrido. También murió el duque de Suabia Federico I de Staufen, que fue sucedido por su hijo de quince años Federico II. Su viuda, Inés, hermana de Enrique V, se casó en 1106 con el margrave de Austria Leopoldo III. Ese año murieron el duque Magnus de Sajonia y Enrique de Limburgo, el duque de la Baja Lorena. Enrique V concedió Sajonia a Lotario de Supplimbug, que pertenecía a una familia de la baja nobleza sajona, mientras que la Baja Lorena se la concedió al conde de Lovaina, que ahora pasaba a ser el duque Godofredo VI. Enrique V fue coronado por segunda vez rey de Alemania. Enrique IV murió poco después de la coronación y el nuevo rey se dedicó a perseguir y castigar a sus partidarios. También juzgó conveniente deponer y nombrar los obispos oportunos para asegurarse su control sobre la Iglesia, lo que suponía reavivar la querella de las investiduras y el enfrentamiento con el Papa Pascual II, a pesar de que había obtenido la corona con su apoyo. Enrique V fue condenado por un concilio celebrado en Guastalla. El rey Enrique I desembarcó en Normandía con un ejército mayor que el enviado el año anterior. El 28 de septiembre se enfrentó al ejército de su hermano Roberto II Courteheuse junto a la ciudad de Tinchebray. Tras una dura batalla, obtuvo una victoria completa. Roberto II fue capturado y llevado prisionero a Inglaterra, donde vivió bien tratado y mejor vigilado. También fue hecho prisionero Edgar, el que fue por unos días rey de Inglaterra, y recibió el mismo trato que Roberto II. Evidentemente, Enrique I se convirtió en el nuevo duque de Normandía. Ese año murió el almorávide Yúsuf ibn Tasfin, que fue sucedido por su hijo Alí ibn Yúsuf. También murió el vizconde Aimeric I de Narbona y su viuda Mahalda, la madre del conde Ramón Berenguer III de Barcelona, marchó a la corte de su hijo. Cuando el padre de Ramón Berenguer III murió asesinado, el conde de Béziers Bernardo Atón se hizo cargo de los condados de Carcasona y Razes, si bien prometió devolverlos en cuanto el conde recién nacido llegara a la mayoría de edad. Sin embargo, llegado el momento, no cumplió su promesa y los condados pasaron a su hijo Roger. En 1107 los carcasoneses se sublevaron contra la tiranía de Roger y rindieron homenaje al conde de Barcelona, pero éste no pudo ayudarlos porque tenía que hacer frente a los almorávides, que acababan de invadir sus tierras. Ese año murió Raimundo de Borgoña, el conde de Galicia, que dejó un hijo de dos años llamado Alfonso Raimúndez. El rey Alfonso VI de León y Castilla concedió el condado a su hija Urraca (la viuda de Raimundo) conjuntamente con Alfonso, pero con la salvedad de que si volvía a casarse el condado pasaría a ser únicamente del niño. Además designó como tutores del infante al conde de Traba, Pedro Fróilaz, y al obispo de Compostela Diego Gelmírez. El obispo estaba volcado en la construcción de una gran basílica en Compostela para aumentar el esplendor del culto a Santiago. La ciudad recibía un constante flujo de peregrinos europeos que iban a visitar la tumba del apóstol, y así se habían consolidado varias rutas de peregrinación conocidas conjuntamente como el Camino de Santiago, en torno al cual se fundaron varios monasterios, sobre todo de la orden de Cluny. Gelmírez recibió numerosos favores y privilegios de Alfonso VI para financiar la basílica, como el de acuñar moneda propia. En las últimas décadas, los reinos cristianos habían solicitado ayuda en numerosas ocasiones a Roma y a la cristiandad Europea (especialmente a la de Francia) para enfrentarse a los moros, y ello había abierto las puertas a numerosas influencias extranjeras en el terreno religioso. Una muestra de ello fue que el antiguo ritual visigótico fue desplazado definitivamente por la liturgia romana. El duque Borivoj II de Bohemia fue derrocado por un pariente llamado Svatopluk. En Escocia murió el rey Edgar, que fue sucedido por su hermano Alejandro I el Feroz. Residía en la zona norte del país, pues la zona sur era patrimonio de su hermano David, pero, aun así, bajo su reinado continuó penetrando en Escocia la cultura normanda. Desde su regreso a Inglaterra, el arzobispo Anselmo de Canterbury mantenía un pulso con el rey Enrique I respecto a las investiduras. Finalmente se llegó a un acuerdo en virtud del cual sería el Papa quien nombraría a los obispos, si bien éstos tendrían que rendir homenaje al rey. El compromiso fue sugerido por Adela, la hermana del rey. Vladimiro Monómaco, el príncipe del estado ruso de Pereiáslav, dirigió una segunda y exitosa campaña contra los cumanos, en la que participó nuevamente Sviatpolsk, el gran príncipe de Kíev. El rey Sigurd de Noruega decidió unirse a los cruzados en Tierra Santa, para lo cual inició una larga travesía por mar. Después de hacer escala en Inglaterra, ayudó a tomar Lisboa al conde Enrique de Portugal. En Asia Menor murió Kiliç Arslan I, el sultan de Rum, que fue sucedido por Sahan Sah. Mientras tanto, Bohemundo I había reunido un ejército en el sur de Italia y había pasado con él a Épiro, al tiempo que su sobrino Tancredo atacaba en Siria a las tropas del emperador Alejo I. Sin embargo, los bizantinos derrotaron fácilmente a Bohemundo I en Dyrrachium y en 1108 éste tuvo que firmar un tratado por el que se reconocía vasallo del emperador y le cedía la ciudad de Antioquía. Amargado, prefirió no volver a Oriente y se retiró a Italia. Sin embargo, Tancredo no reconoció la rendición de su tío y se negó a entregar Antioquía. La región que gobernaba Vladimiro Monómaco había recibido muchos emigrantes rusos en los últimos años, que huían de los cumanos. Por ello Vladimiro pudo fundar la ciudad de Vladímir. Los rusos se estaban mezclando con la población autóctona finesa. En Francia murió el rey Felipe I y su hijo se convirtió en Luis VI. Durante su reinado no hizo nada espectacular, pero logró ganarse el aprecio de sus súbditos. Fue el primer Capeto realmente popular. Necesitó más de veinte años para librar a París de los nobles de segunda fila que se dedicaban a saquear a los comerciantes y los campesinos. Apoyó a la Iglesia y la reforma, fomentó la creación de ciudades en territorio de los nobles más belicosos, a las que concedió ciertos privilegios. Así los habitantes de las ciudades recelaban de los señores terratenientes vecinos y consideraban al rey como su aliado y protector. Además las ciudades generaban dinero que en parte acababa enriqueciendo al rey. Eligió a sus consejeros y funcionarios entre la nobleza menor, el clero y los habitantes de las ciudades, es decir, entre gentes sin gran poder personal que, por consiguiente, necesitaban al rey como protector. En suma, fue uno de los gobernantes más inteligentes de su tiempo. Fue conocido como Luis el Gordo, si bien tuvo otro sobrenombre, menos usado pero más atinado: Luis el Listo. Alí ibn Yúsuf derrotó en Uclés (cerca de Cuenca) al ejército de Alfonso VI de León y Castilla. El rey salió herido en el hombro y en el cuello. El conde García Ordoñez halló la muerte mientras trataba en vano de proteger al infante Sancho, el hijo y heredero de Alfonso VI, que también murió en la batalla. A raíz de esta victoria, los almorávides ocuparon Oporto, Badajoz, Guadalajara y Madrid, entre otras ciudades. Álvar Fáñez también había participado en la batalla de Uclés, y poco después se le encargó el gobierno y defensa de Toledo. Los almorávides intentaron tomarla en 1109, pero no tuvieron éxito. Alfonso VI tenía ya cincuenta y nueve años, y ahora su reino carecía de heredero. Estaba su hija Urraca y su nieto Alfonso Raimúndez, de cuatro años. En tiempos tan críticos lo peor que podía pasarle a su reino era tener un rey niño, así que se empezó a negociar un posible matrimonio entre Urraca y el rey Alfonso I de Navarra y Aragón. Las bodas se celebraron el mes de septiembre, y poco después murió el rey castellanoleonés, con lo que Urraca pasó a ser la reina de León y Castilla. La situación era especialmente interesante, pues un futuro hijo de Alfonso I y Urraca podría convertirse simultáneamente en rey de León, Castilla, Navarra y Aragón. Pero las cosas no eran tan simples, pues dicho plan suponía dejar de lado al hijo de Urraca, Alfonso Raimúndez, y había muchos intereses en juego. Por una parte estaban sus tutores, Pedro Fróilaz y el obispo Diego Gelmírez, cuya influencia política dependía sustancialmente de que el infante fuera o no heredero al trono; luego estaba el conde de Portugal, Enrique de Borgoña, a quien le interesaba que los reinos de León y Castilla fueran heredados por su sobrino segundo Alfonso ya que ello instalaría a la dinastía borgoñona (su dinastía) en el trono; por último, la nobleza Gallega, fuera por interés o por sentimientos nacionalistas, quería ver al conde de Galicia convertido en rey de León y Castilla. El conde de Portugal empezó por declarar independiente a su condado, y pronto surgió la idea de que el matrimonio era nulo, dado que Urraca y Alfonso I eran primos segundos (ambos eran bisnietos de Sancho III el Mayor). Enrique contó con el apoyo de la orden de Cluny, que tenía gran influencia sobre la nobleza castellana. El resultado fue que la mayor parte de la nobleza y el clero de León y Castilla fueron partidarios de la disolución del matrimonio y de que Alfonso Raimúndez fuera declarado heredero, mientras que la burguesía, considerando más práctica la unión de los cuatro reinos, se declaró favorable al matrimonio y a que el heredero fuera un futuro hijo de la pareja. Hubo un conato de guerra civil, pero las discrepancias se zanjaron rápidamente ante la amenaza almorávide. Así se estableció un pacto que regulaba el gobierno conjunto de los dos cónyuges, se establecían sus obligaciones recíprocas y los derechos del infante Alfonso Raimúndez, pero se estipuló que si la pareja tenía un hijo, éste sería el heredero de los cuatro reinos. Por debajo de toda esta política había que sumar que los dos cónyuges no se llevaban nada bien personalmente, lo que complicaba mucho más la situación. Ese año murieron Hugues, el abad de Cluny, que fue sucedido por Pons de Melgueil, y san Alberico, el abad del Císter, que fue sucedido por Esteban Harding, uno de los monjes que fundaron la orden junto con Roberto, el cual aún seguía en Molesmes. También murió el arzobispo san Anselmo de Canterbury. En Francia murió el conde Foulques IV de Anjou, que fue sucedido por su hijo Foulques V el Joven, llamado así porque tenía entonces quince años. El duque Boleslao III de Polonia se liberó de la dominación alemana. Con la ayuda de los húngaros y los Rutenos (así llamaban los polacos a sus vecinos rusos) rechazó una expedición enviada por Enrique V. Después de eliminar a algunos parientes, Ladislao I, hermano del derrocado Boriboj II, se convirtió en duque de Bohemia. Los cruzados lograron finalmente tomar la ciudad de Trípoli, culminando así las campañas en el Líbano iniciadas por el conde Raimundo IV de Tolosa. En la toma de la ciudad participó Tancredo de Hauteville. Así se constituyó definitivamente el último de los llamados Estados Latinos de Oriente, que recibió el nombre de Condado de Trípoli. Su dirección se la disputaron el conde de Cerdaña Guillermo Jordán I, que había sido nombrado heredero por Raimundo IV, y Bertrán, que reclamaba su derecho como hijo (aunque bastardo) del difunto conde. La disputa se zanjó cuando Bertrán hizo asesinar a su tío. El condado de Cerdaña pasó a Bernardo Guillermo, hermano de Guillermo Jordán, que ya estaba gobernándolo desde que Guillermo había partido a Tierra Santa. Bertrán se reconoció vasallo del rey Balduino I de Jerusalén (lo cual era poco más que un formulismo, teniendo en cuenta el concepto que los franceses tenían de los reyes). Mientras tanto Balduino I extendía su reino ocupando Beirut, y en 1110 tomó Sidón con la ayuda del rey Sigurd de Noruega. El rey al-Mustaín de Zaragoza murió frente al rey Alfonso I de Navarra y Aragón en la batalla de Valtierra, circunstancia que aprovechó el almorávide Alí ibn Yúsuf para obligar a su sucesor Abd al-Malik a licenciar a sus mercenarios cristianos y entregarle la ciudad de Zaragoza. Esto no supuso exactamente la desaparición del reino de Zaragoza, sino que Abd al-Malik continuó al frente de un reino mucho más reducido con centro en la ciudad de Rueda. El conde de Anjou Foulques V arrebató a
Normandía
el condado del Maine.
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