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Cuando Enrique II de Inglaterra se enteró del
asesinato
de Tomás Becket quedó horrorizado. No era para menos:
pocos
días después, ya en 1171,
Luis
VII de Francia se apresuró a enviar un mensajero al Papa
Alejandro
III exigiendo que Enrique II fuera excomulgado por haber ordenado el
asesinato
de un eclesiástico. Es razonable conjeturar que el rey normando
nunca imaginó que sus palabras contra Becket iban a ser tomadas
en serio, pues llevaba ya un tiempo preparando un proceso contra el
arzobispo
con el que podía haberlo destituido legalmente, incluso tal vez
podría haber acabado ejecutándolo. Ahora no tenía
más opción que limpiar su imagen públicamente:
hizo
numerosos actos de contrición, envió mensajes (y dinero)
al Papa, convocó un concilio en el que juró y
perjuró
su inocencia y alabó las virtudes del difunto arzobispo. Todo
esto
fue terriblemente humillante para Enrique II, pero logró su
propósito
y evitó los disturbios y rebeliones que podrían haberse
ocasionado
si el Papa lo hubiera excomulgado. Eso sí, tuvo que respetar
todos
los privilegios de la Iglesia que había tratado de erradicar.
Los
clérigos siguieron siendo juzgados por el fuero
eclesiástico.
En la práctica, como se suponía que cualquiera que
supiera
leer tenía alguna conexión con la Iglesia, bastaba ser
capaz
de leer un versículo de la Biblia para librarse de una pena de
muerte.
En Irlanda murió el rey Dermot MacMurrough y, conforme a lo pactado, su reino fue heredado por Richard Strongbow, el conde de Pembroke. Esto inquietó a Enrique II, pues los celtas irlandeses no suponían ningún peligro para Inglaterra, pero una Irlanda organizada bajo una autoridad normanda podía volverse una amenaza seria. (Los normandos habían demostrado con creces su habilidad para organizar estados fuertes, primero en Normandía, luego en Italia y luego en Inglaterra.) Por ello se decidió a intervenir. Desembarcó cerca de Waterford, a unos 130 kilómetros de Dublín. Los normandos no opusieron resistencia, Richard Strongbow le rindió vasallaje, y así Inglaterra controló una región de Irlanda de unos cuarenta kilómetros de radio con centro de Dublín que fue conocida como The Pale (La Estaca), pues el territorio estaba protegido frente a posibles ataques de las tribus irlandesas por líneas de estacadas. Las enemistades y rivalidades entre las ciudades italianas hicieron que algunas de ellas se aliaran con el emperador frente a la Liga Lombarda. Era el caso de Pisa, contra la cual se habían aliado Lucca, Florencia y Génova, pero ahora Florencia había entrado en una lucha con Siena que le llevó a aliarse con Pisa, que le proporcionó barcos para el comercio. El emperador bizantino Manuel I había firmado en los dos años anteriores sendos tratados con Génova y con Pisa, lo que causó inquietud en Venecia. El barrio genovés en Constantinopla fue objeto de un misterioso ataque del que se culpó (sin duda interesadamente) a los venecianos. Manuel I ordenó que todos los venecianos presentes en la capital fueran arrestados y que sus propiedades fueran confiscadas (hablamos de unas diez mil personas). Así terminó la larga relación entre Venecia y el Imperio Bizantino. Teóricamente, Yúsuf, el visir del Califa Fatimí al-Zafir, era un títere a través del cual Nur al-Din gobernaba Egipto, pero al parecer él mismo no estaba enterado de ello, ya que derrocó a al-Zafir y se nombró a sí mismo sultán de Egipto. Este cambio supuso el fin de la dinastía fatimí y el inicio de la llamada dinastía ayubí. En particular, Egipto volvió a ser sunní. En la práctica, la mayor parte del pueblo había seguido siendo sunní bajo los fatimíes chiitas, y por ello el cambio de gobierno fue bien acogido. Poco antes se había instalado en al-Fustat el judío Mosé ibn Maymón, más conocido como Maimónides. Había nacido en Córdoba treinta y tres años antes, pero su familia había tenido problemas con la intolerancia religiosa de los almohades, por lo que tuvieron que fingir su conversión al islam y cambiar a menudo de residencia. Finalmente emigraron a Palestina y de allí a Egipto, donde Maimónides se ganó la vida como médico afamado. Es autor de numerosos tratados en árabe sobre el asma, los venenos y sus antídotos, las hemorroides, la dieta, así como comentarios a Hipócrates y Galeno. También había escrito tres años antes una obra de gran importancia para el judaísmo: el Libro de la Elucidación, un comentario en árabe a la Mishná. Los almohades tomaron Valencia y poco despues murió el Ibn Mardanis, el rey Lobo, tal vez envenenado. Recomendó a su hijo Hilal que se sometiese a los africanos, y así los almohades dominaron ya toda al-Ándalus. El único reducto de los almorávides fueron las islas Baleares. Averroes fue destinado como cadí a la ciudad de Córdoba. Ese año escribió sus comentarios a la Física de Aristóteles. Realizó numerosos viajes por Al-Ándalus y por Marruecos. Los almohades eran mucho más intolerantes que los almorávides. Durante los años anteriores habían expulsado a los cristianos de Al-Ándalus, obligados a emigrar hacia los reinos cristianos del norte (no se les permitía convertirse al islám, pues su sangre era impura). Esto benefició enormemente a dichos reinos, que recibieron así un considerable aporte cultural. En 1172 fueron los judíos los que sufrieron el exilio. Algunos pudieron quedarse, pero fueron obligados a llevar un distintivo. Ese año murió el conde Girardo II de Rosellón y el condado pasó al rey Alfonso II de Aragón, que se lo encomendó a su hermano Sancho. También fue el añó en que el rey aragonés fundó la ciudad de Teruel. En Bohemia murió el duque Ladislao II, que fue sucedido por Bedrich. En Hungría murió el rey Esteban III, y fue sucedido por Bela III, el que había estado prometido a la hija del emperador Manuel I. Éste aprovechó las circunstancias para invadir Servia y dejar como rey a Esteban Nemanja, que inauguró la dinastía de los Nemanjic. El conde Raimundo III de Trípoli fue liberado del cautiverio al que lo tenía sometido Nur al-Din. Éste respondió a la llamada de auxilio de Dul-Num, a quien el sultán de Rum Kiliç Arslán II le había arrebatado Cesarea. Nur al-Din penetró en Asia Menor y conquistó algunos territorios al selyúcida. La Iglesia de Irlanda era prácticamente independiente de Roma, por lo que el rey Enrique II de Inglaterra encontró una ocasión para mejorar sus relaciones con el Papa al prestarse para reformar la Iglesia de la isla vecina. Alejandro III promulgó una bula y Enrique II reunió un sínodo en Cashel que le autorizó a llevar a cabo la empresa. Naturalmente, para Enrique II, controlar la Iglesia irlandesa era una forma de extender su dominio sobre la isla. El principal obstáculo a esta expansión fue Rory O'Connor, el rey de Connacht, que dirigió la reacción irlandesa contra los excesos normandos. Por otra parte, su propaganda en favor de Tomás Becket había producido ya numerosos milagros ante su tumba, por lo que en 1173 santo Tomás Becket fue canonizado. Su culto se extendió por Europa y su tumba se convirtió pronto en un centro de peregrinación. Ese año murió el duque de Polonia Boleslao IV y fue sucedido por su hermano Mieszko III el Viejo. El duque Bedrich de Bohemia fue derrocado por Soboslav II. Al-Malik al-Muázam, hermano del sultán Yúsuf de Egipto, conquistó el Yemen. También murió el conde Hugo III de Ampurias, que fue sucedido por su hijo Poncio III, así como Petronila, la madre del rey Alfonso II de Aragón. Éste contrajo matrimonio con Sancha, hermana del rey Fernando II de León y tía de Alfonso VIII de Castilla. El conde Raimundo V de Tolosa, atrapado entre Aragón y el Imperio Angevino, tuvo que firmar una tregua con Alfonso II al tiempo que rendía vasallaje a Enrique II Plantagenet. Enrique el Joven había cumplido los dieciocho años y recordó a su padre que había sido coronado rey de Inglaterra y le exigió participar en las labores de gobierno. Al instante sus hermanos menores Ricardo y Godofredo reclamaron lo mismo sobre Aquitania y Bretaña, con el apoyo de su madre, Leonor. Enrique II se negó en redondo y sus hijos respondieron huyendo a la corte de Luis VII de Francia. Leonor trató de seguirlos, pero fue capturada y Enrique II la retuvo en prisión. Todo hacía prever que Luis VII no tardaría en suministrar un ejército a los hijos del rey normando y que el Imperio Angevino se vería envuelto en una guerra civil. También lo vio así el rey de Escocia Guillermo el León, que declaró la guerra a Inglaterra. Enrique II reaccionó con rapidez. En 1174 realizó una ostentosa peregrinación al sepulcro de santo Tomás Becket, donde se impuso una severa penitencia y se hizo fustigar por una cuerda con nudos. La finalidad de esto era que el pueblo se convenciera definitivamente de la devoción de su rey y no fuera a pensar que todas las desgracias eran un castigo divino. Una vez tuvo a Dios de su parte, marchó al norte con su ejército y derrotó a los escoceses. Además tuvo un golpe de suerte (y es que no hay como tener a Dios de parte de uno): El rey Guillermo quedó aislado en la niebla junto con un grupo de sus caballeros. Cuando la niebla se levantó divisaron a otro grupo de caballeros a los que el rey confundió con vasallos suyos, pero eran normandos y Guillermo fue capturado antes de darse cuenta de su error. No fue liberado hasta que no firmó un acuerdo por el que se reconocía vasallo de Enrique II, con lo que Escocia fue anexionada al Imperio Angevino. A continuación Enrique II pasó a sus dominios continentales y combatió a sus hijos. El conde Raimundo V de Tolosa entabló una alianza con Génova, con la esperanza de conjurar la amenaza catalana. El emperador Federico I Barbarroja preparó una nueva expedición contra Italia, pero los duques Enrique el León de Baviera y Sajonia y Enrique II de Austria se negaron a participar. A pesar de ello llevó adelante su proyecto, pero fracasó ante Alessandria. En Pisa se terminó la construcción de un campanile junto a la catedral, el que posteriormente se convirtió en la famosa Torre Inclinada. En Noruega estalló una rebelión contra el rey Magnus V que apoyaba a Sverre Sigurdsson. En Aleppo murió Nur al-Din, y el sultán Yúsuf de Egipto partió inmediatamente para Siria y asedió Aleppo, donde resistía el hijo de Nur al-Din. Yúsuf se presentó como el sucesor de Nur al-Din al frente de la jihad y el Califa de Bagdad lo nombró sultán de Siria. Entonces adoptó el nombre de Salah al-Din Yúsuf (Yúsuf, el Honor de la Fe). En Occidente fue más conocido como Saladino. El sultán de Rum Kiliç Arslán II aprovechó las circunstancias para recuperar casi la totalidad de los territorios que Nur al-Din le había arrebatado dos años antes. También murió el rey Amaury I de Jerusalén, y fue sucedido por su hijo Balduino IV, de catorce años de edad. El conde Raimundo III de Trípoli ejerció de regente y prestó su apoyo a Aleppo para evitar que Saladino acabara rodeando totalmente a los Estados Latinos de Oriente. En 1175 Guillermo de Monferrato, más conocido como Guillermo Larga Espada, se casó con Sibila de Anjou, hermana de Balduino IV (recordemos que los reyes de Jerusalén pertenecían a la casa de Anjou desde Foulques V, el padre de Godofredo Plantagenet). Los hijos rebeldes de Enrique II Plantagenet, Ricardo y Godofredo, estaban en tal situación que consideraron prudente suplicar el perdón de su padre. Fueron perdonados, pero su madre, Leonor de Aquitania, fue encerrada en un convento. El rey de Connacht, Rory O'Connor, en calidad de Aird-Righ de Irlanda, firmó con Enrique II el tratado de Windsor, por el que le reconocía como rey de toda Irlanda. A partir de ese momento Irlanda fue una colonia de Inglaterra, mal gobernada entre la aristocracia local y los señores feudales extranjeros, cuya única preocupación era afianzar sus poderes respectivos. Ese año murió el poeta normando Robert Wace. También murió el rey Mleh I de Armenia, que fue sucedido por Rubén III. En 1176 murió Richard Strongbow, el conde de Pembroke y rey de Leinster. Fue sucedido por su yerno Guillermo. El título de conde de Pembroke llevaba asociado el oficio de mariscal, por lo que Guillermo fue conocido a partir de entonces como Guillermo el Mariscal, o William Marshal. En Alemania murió el duque Mateo I de la Alta Lorena, que fue
sucedido por su hijo Simón II.
También murió el príncipe de Vladímir Andrei Bogoliubski, asesinado en una sublevación. Fue sucedido por su hermano Vsiévolod el Grande, que adoptó el título de gran príncipe de Vladímir y sofocó la rebelión. Vladímir se convirtió en el centro de un nuevo estado ruso, sucesor del Estado de Kíev. Pero en este nuevo estado las ciudades no desempeñaban el papel económico y político que habían desempeñado en el Estado de Kíev. Sólo las ciudades de Pskov y Nóvgorod siguieron siendo importantes centros comerciales que mantuvieron relaciones con Occidente. El emperador bizantino Manuel I decidió marchar al este contra los turcos. Los turcos ofrecieron la paz y los generales bizantinos recomendaron aceptarla, pero Manuel I quiso combatir. Hizo que su ejército cruzara un valle estrecho cerca de una fortaleza llamada Miryokéfalon. No se dio cuenta de que todas las alturas estaban tomadas por los turcos. Los turcos esperaron a que los bizantinos estuvieran diseminados a lo largo de una estrecha fila de más de quince kilómetros y entonces atacaron. Al cabo de un día de batalla el ejército bizantino había sido aniquilado. El emperador pudo escapar. Jean de Salisbury fue nombrado obispo de Chartres. Ese año hubo una hambruna en Lyon, a raíz de la cual, un rico comerciante llamado Pedro Valdo decidió dedicar su vida a ayudar a los pobres. Metió a sus hijas en un convento, renunció a todo y agrupó a los Pobres de Lyon en un movimiento que fue llamado valdense. Los valdenses eran laicos anticlericales poco instruidos. Negaban el sacerdocio como institución, por lo que no aceptaban la autoridad del Papa. Traducían los evangelios al francés y se consideraban capacitados para interpretarlos sin contar con la Iglesia. Sostenían que cualquiera podía predicar, incluso los laicos o las mujeres. Las misas, limosnas o plegarias por los difuntos carecían de sentido, pues éstos ya estaban salvados o condenados. No eran válidos los sacramentos proporcionados por sacerdotes indignos. Lo que importaba era el mérito, no la ordenación. Prohibían la mentira, el juramento, el servicio militar y la pena de muerte. Los predicadores valdenses fueron extendiendo su doctrina poco a poco por toda Europa, pues encontraban fácilmente simpatizantes entre las clases más humildes descontentas con la corrupción de la Iglesia, o su politización, o su lujo excesivo, etc. En realidad la herejía valdense se encontró el camino trillado por otro movimiento herético más antiguo y más radical: el de los cátaros. Habían surgido en Francia a finales del siglo anterior y se habían extendido notablemente. Sus principales centros eran Tolosa, Carcasona, Foix y Beziers. Sus creencias eran similares a las de los bogomilos, por lo que es razonable conjeturar que surgieron a partir de algún grupo de bogomilos emigrado a occidente. Los cátaros creían en dos principios: el bien, creador del mundo espiritual, y el mal, creador del mundo material. El hombre, para escapar de Satán y unirse a Dios, debe apartarse de la materia. Consideraban imposible que Dios (el bien) se hubiera encarnado (como el mal), así que negaban la divinidad de Jesús. Los cátaros (al contrario que los valdenses) rechazaban los sacramentos de la Iglesia Católica, a los que calificaban de supersticiones, y administraban un bautismo del espíritu o consolamentum, que obligaba a quienes lo recibían a una vida casta y austera (cátaro significa puro en griego). Los que recibían el consolamentum eran llamados perfectos, mientras que los simples creyentes no necesitaban vivir tan rigurosamente y sólo recibían el consolamentum a la hora de su muerte. Los cátaros tenían sus propios obispos y se consideraban una Iglesia. Uno de sus centros más importantes fue la ciudad francesa de Albi, por lo que también son conocidos como albigenses. La liga lombarda derrotó al ejército del emperador Federico I Barbarroja en la batalla de Legnano. Nuevamente, el duque de Baviera y de Sajonia, Enrique el León se había negado a participar en la campaña, pues la liga lombarda siempre le había favorecido. En 1177 Federico I tuvo que pedir la paz. Alejandro III se la concedió en Venecia, donde el emperador se prosternó a sus pies y recibió el "beso de la paz" que no había recibido cuando fue coronado por Adriano IV. En la llamada tregua de Venecia Federico I reconoció a Alejandro III como el Papa legítimo (lo que dejó en una situación delicada a Calixto III), reconoció también a Guillermo II como rey de Sicilia, estableció una tregua de seis años con la Liga Lombarda y una tregua de nueve años con el reino de Sicilia. Ese año murió el duque de Austria Enrique II y fue sucedido por su hijo Leopoldo V. El rey Alfonso II de Aragón pactó con los pisanos una alianza contra Génova, aliada del conde Raimundo V de Tolosa. Alfonso VIII de Castilla conquistó Cuenca a los almohades. En la campaña participaron los caballeros de la orden de Calatrava y también colaboró Alfonso II, a cambio de que el rey castellano renunciara a toda pretensión sobre el reino de Aragón. Mientras tanto, Fernando II de León realizaba una campaña por su cuenta en la que llegó hasta Jerez. Ese año se casó en segundas nupcias con Teresa de Traba. Su primer matrimonio con Urraca de Portugal había sido disuelto dos años antes por el Papa Alejandro III con la excusa usual del parentesco. Enrique II Plantagenet casó a su hija Juana con el rey Guillermo II de Sicilia. El duque Mieszco III de Polonia trató de que toda la aristocracia de su territorio reconociera su autoridad, pero la aristocracia decidió que el título de duque era electivo, expulsó a Mieszco III y puso en su lugar a su hermano, Casimiro II el Justo. Saladino intentó invadir Tierra Santa, pero fue rechazado en Ramleh. El que había sido príncipe de Antioquía, Reinaldo de Châtillon, fue finalmente liberado tras diecisiete años de cautiverio. Mediante un segundo matrimonio obtuvo el señorío de Transjordania. Sverre Sigurdsson se hizo proclamar rey de Noruega mientras seguía combatiendo al rey Magnus V. Los shampa invadieron y saquearon el reino de Angkor. En 1178 se menciona por primera vez a los humillados, una secta religiosa surgida, al parecer, de una asociación de artesanos de la lana en Milán. Llevaban gruesos vestidos grises en señal de peniencia y propugnaban un retorno a la Iglesia primitiva. El duque Bedrich de Bohemia recuperó el ducado que le había arrebatado Soboslav II once años antes. El Papa Calixto III, privado de todo apoyo, se sometió finalmente a Alejandro III. Para evitar nuevos cismas, el Tercer concilio de Letrán estableció en 1179 que el nuevo Papa debía ser elegido por los votos de al menos las dos terceras partes de los cardenales. En este concilio también se condenó a los cátaros por primera vez. Navarra y Castilla seguían disputándose el territorio de Logroño, que Sancho VI de Navarra había arrebatado a Castilla veinte años atrás. Finalmente aceptaron como árbitro a Enrique II Plantagenet, quien falló a favor de Castilla y terminó con el conflicto. Los reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón firmaron el tratado de Cazorla, por el que se repartían los territorios musulmanes que debía conquistar cada uno. Siguiendo la costumbre capeta, el rey Luis VII de Francia coronó a su hijo Felipe, que acababa de cumplir catorce años. Por esta época los Templarios recibieron unos terrenos en las afueras de París donde construyeron una fortaleza que pronto se convertiría en la sede central de la orden. Fue conocida como El Temple, por lo que la Orden de los Templarios es también conocida como la Orden del Temple. El emperador Federico I Barbarroja tenía bien claro que uno de los factores que le habían obligado a humillarse ante el Papa y la Liga Lombarda era la traición de los duques Enrique II de Austria y Enrique el León de Baviera y Sajonia. El primero ya había muerto, pero el segundo seguía vivo y no iba a quedar impune. Inició dos procesos contra él acusado de violación de la paz pública. El duque fue expulsado del Imperio, y en 1180 se le despojó de la mayor parte de sus feudos. Federico I entregó Baviera al conde palatino Otón de Wittelsbach, uno de sus principales consejeros (fue quien colocó en Roma al Papa Víctor IV y obligó a huir a Alejandro III veinte años atrás). El ducado de Sajonia, en cambio, fue desmantelado: su zona oriental se convirtió en el ducado de Westfalia, que fue confiado al arzobispo de Colonia. Éste a su vez confió el gobierno a un Landmarshall, algunos obispados y principados pasaron a depender directamente del emperador, y la parte oriental, atravesada por el Elba, fue donada a Bernardo, hijo de Alberto el Oso, con el nombre de nuevo ducado de Sajonia. Finalmente, el rey Sverre Sugurdsson derrocó Magnus V de Noruega, que murió en un intento de recuperar su reino. Sverre contó con el apoyo de una facción de noruegos descontentos con la monarquía y, sobre todo, con los obispos que en los últimos años habían acaparado gran parte del poder. Eran conocidos como los birkebeiner. Sverre reorganizó la administración local y adoptó una actitud abiertamente hostil a los obispos. En Polonia, la aristocracia pasó factura al duque Casimiro II por haberlo instalado en el poder en lugar de su hermano Mieszco III. El duque convocó una asamblea en Leczyca en la que tuvo que hacer importantes concesiones políticas y fiscales. Ese año murió Jean de Salisbury. Escribió una biografía de santo Tomás Becket y otra de san Anselmo de Canterbury, así como dos sátiras, el Metalogicus, sobre las costumbres de la época, y el Entheticus, sobre las falsas filosofías. También murió la reina Teresa de León, la segunda esposa de Fernando II, el cual empezó a tener relaciones amorosas con una dama castellana llamada Urraca López. En Tierra Santa murió Guillermo de Monferrato. Poco después, su viuda, Sibila de Anjou, se casó con Gui de Lusignan. Su hermano, Raniero de Monferrato, el que se había casado con la hija del emperador Manuel I, recibió de éste el gobierno de Tesalónica. El judío Maimónides escribió su
obra
fundamental sobre el Talmud: la Repetición de la ley,
también
llamada La mano fuerte. Escrita en hebreo, está
considerada
la mejor codificación del material jurídico del Talmud.
Maimónides
se convirtió en la cabeza de las comunidades judías de
Egipto.
Está considerado como la principal figura postbíblica,
hasta
el punto de que un dicho judío afirma que De Moisés a
Moisés no hubo otro Moisés. (El nombre de pila de
Maimónides
era Moisés.)
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