La segunda mitad del tercer milenio fue una
época
de grandes cambios. Los pueblos indoeuropeos del oeste de Asia se
desplazaron
hacia el sur. Una tribu de grecohablantes ocupó el noreste de
los
Balcanes. Por aquel entonces los indoeuropeos ya conocían la
agricultura,
si bien se decantaban más por la ganadería. Sus armas
eran
de piedra, pues no conocían la metalurgia. En el sur de Grecia,
la población nativa (no indoeuropea) hacía tiempo que
comerciaba
con el bronce, que obtenía principalmente de Chipre. Los pueblos
semitas que habían invadido Mesopotamia cinco siglos antes
empezaron
a salir de su "edad oscura". La ciudad de Mari desarrolló una
cultura
mixta que conservaba su lengua semítica pero, por ejemplo,
adoraba
a los dioses sumerios.
En Perú aparecen las primeras casas
semisubterráneas,
mayoritariamente en zonas costeras o junto a cauces de ríos,
pues
sus habitantes eran principalmente pescadores.
En Egipto se instauraba la V dinastía,
que
reinó desde el 2500 hasta el 2430,
cuando se instauró (obviamente) la VI dinastía.
Al
parecer, el monarca que sucedió a Menkure fue un sacerdote de
Ra,
lo que cuminaba el ascenso político de este cuerpo sacerdotal.
La
construcción de pirámides entró en decadencia.
Probablemente
los egipcios decidieron invertir sus esfuerzos en cosas más
útiles,
como el refuerzo de sus ejércitos.
Mientras tanto, alrededor del 2425,
los elamitas se unieron por primera vez bajo la dinastía de Awan.
Siglos después pervivió una tradición según
la cual esta ciudad había dominado Mesopotamia antes de la
llegada
de los sumerios. Puede ser cierto y puede ser que la leyenda se creara
a partir de este periodo de esplendor. Por esta época, los
elamitas
ya habían adaptado la escritura sumeria a su propia lengua.
Hacia el 2400 en Sumer
destacó
Eannatum,
rey de la ciudad de Lagash, que al parecer derrotó a los
ejércitos unidos de Uruk y de Ur. Como conmemoración de
sus
victorias, Eannatum erigió una serie de columnas de piedra o
estelas
con inscripciones e imágenes. La más famosa es la Estela
de los buitres, en la que se ve una formación de soldados
con
cascos y lanzas avanzando sobre los cadáveres de los enemigos
devorados
por perros y buitres. Según las inscripciones, el
ejército
vencido era el de la ciudad de Umma, que provocó la
guerra
al quitar ciertas piedras que marcaban las fronteras. Naturalmente, no
conocemos la versión de los vencidos. Lagash conservó su
preeminencia durante algo más de un siglo. Llegó a
dominar
un territorio de unos 4.500 kilómetros cuadrados. Su
último
rey fue
Urukagina, que ascendió al trono alrededor del año
2350.
Por
estas fechas los semitas crearon otro reino poderoso alrededor de la
ciudad
de
Ebla, en Siria, cerca de Fenicia, que llegó a dominar
muchas ciudades del norte de la media luna fértil, de Anatolia y
de la Alta Mesopotamia. Otro tanto sucedió con la ciudad de
Mari,
que dominó muchas ciudades de su entorno, entre ellas Assur.
Volviendo a Lagash, parece ser que Urukagina fue un
rey
ilustrado, que trató impulsar reformas sociales para reducir el
excesivo poder de los sacerdotes en beneficio del pueblo. Sin embargo,
los sacerdotes podían llegar a tener más poder que el rey
sobre un pueblo temeroso de los dioses. Lagash se debilitó por
sus
convulsiones internas y Umma encontró la ocasión de
vengar
su pasada derrota. A la sazón su rey era Lugalzagesi,
que
se apoderó de Ur, se proclamó rey de Uruk y, desde
allí,
en el año 2330 atacó
Lagash
y la saqueó. Pronto adquirió el control de todo Sumer.
Naturalmente, si conocemos todos estos
detalles es
porque
a partir del año 2800 los sumerios empezaron a usar
sistemáticamente
la escritura con fines históricos y literarios (los egipcios
harían
otro tanto a partir del 2100). A los sumerios de siglos posteriores les
debió de sorprender la ausencia de registros anteriores al
2.800.
Posiblemente no se les pasó por la imaginación que la
causa
fuera que antes se desconocía la escritura o, por lo menos, que
ésta tenía un uso aún muy restringido, así
que conjeturaron que ésa debía de ser la fecha del Diluvio
Universal, una leyenda sobre una inmensa inundación que
posiblemente
era mucho más antigua. Los sumerios ubicaron todas sus leyendas
en la época "antediluviana".
Según dichas leyendas, el mundo fue creado en
siete
días. El número siete se debe a que los astrónomos
sumerios habían identificado siete cuerpos celestes, aparte de
las
estrellas: el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y
Saturno.
Estos astros eran divinidades que influian sobre los hombres. El
destino
de una persona dependía fuertemente del astro dominante el
día
y la hora de su nacimiento. Cada día se nombraba según el
astro que dominaba en su primera hora, y así surgió la
división
del tiempo en semanas de siete días.
Las listas de reyes sumerios fueron completadas con
diez
reyes antediluvianos, a los que atribuían reinados de decenas de
miles de años. El último y más famoso de estos
reyes
fue Gilgamesh, rey de Uruk. Su leyenda se basa indudablemente
en
el Gilgamesh histórico que reinó hacia el 2700, pero el
Gilgamesh legendario fue situado antes del Diluvio, como era
preceptivo.
Según la leyenda fue un héroe valiente que realizó
hazañas increíbles. Tras la muerte de un amigo se puso a
buscar el secreto de la vida eterna. Así pasó una larga
serie
de peripecias. Entre ellas sobrevivió al diluvio, causado por
unos
dioses enojados. Otro de los supervivientes fue Utnapishtim
quien,
favorecido por los dioses, construyó un barco en el que se
salvó
juntamente con su familia. Los dioses, sin hombres que les ofrecieran
sacrificios,
sintieron hambre, pero Utnapishtim, cuando el Diluvio hubo pasado,
sacrificó
animales en acción de gracias. Dice el poema:
Los dioses olieron su aroma,
Los dioses olieron el dulce aroma,
Como moscas, se agruparon sobre el sacrificio...
En agradecimiento, los dioses otorgaron a Utnapishtim
el
don de la inmortalidad. Se encontró con Gilgamesh y le
indicó
que debía buscar cierta planta mágica. La
encontró,
pero, cuando se disponía a comérsela, una serpiente se la
robó (lo que explicaba la creencia antigua de que las serpientes
rejuvenecen al cambiar de piel).
Otra ciudad semita que había alcanzado cierto
esplendor
era Kish. Mientras Lugalzagesi reinaba en Uruk y ejercía su
influencia
sobre todo Sumer, el primer ministro del rey de Kish se las
arregló
para usurpar el trono, tras lo cual adoptó el nombre de Sargón,
que significa "Rey legítimo". Su legitimidad no debía
estar
tan clara, pues el nuevo rey prefirió trasladar la corte a una
nueva
capital fundada por él mismo y que no estuviese asociada a la
monarquía
anterior. Esta capital fue Agadé, o Acad, y desde
entonces
el rey fue conocido como Sargón de Acad. Alrededor del 2300
Sargón se enfrentó a Lugalzagesi y lo derrotó.
Según
sus inscripciones conmemorativas, esta victoria le dio el dominio de
todo
Sumer, pero parece ser que en realidad necesitó varias
campañas
más para lograr esta meta. En cualquier caso, Sargón
acabó
dominando una extensa región de Mesopotamia que incluía a
todo Sumer y que fue conocida como el
Imperio Acadio. Más
aún, sometió al reino de Elam, dejándolo bajo el
gobierno
del rey de Susa, una de sus ciudades menos destacadas, que a
partir
de este momento empezó a ganar influencia.
Sargón siguió combatiendo y sojuzgando
ciudades
del norte y del este, mientras la capital de Acad iba
engrandeciéndose.
Por ejemplo, la ciudad de Assur se había liberado recientemente
del dominio de Mari, e instauró una monarquía propia,
pero
sus reyes se convirtieron en tributarios de Sargón. La propia
Mari
no tardaría en someterse también al yugo acadio. Por el
contrario,
Ebla estuvo a punto de derrotar a Sargón, quien, no obstante,
logró
rehacerse. Ebla conservó su independencia y se convirtió
en un importante centro cultural que absorbió la cultura acadia
(que a su vez había incorporado la cultura sumeria). En sus
restos
se han encontrado numerosas tablillas cuneiformes escritas en
eblaíta
con textos jurídicos, religiosos, diplomáticos,
administrativos
y económicos. Incluso se han encontrado diccionarios
sumerio-eblaítas.
Según los escritos acadios, Sargón llegó en sus
campañas
hasta la costa de Canaán.
El imperio acadio fue el primer imperio
histórico
en el sentido de un pueblo que dominó militarmente a otros
pueblos
extranjeros. En este sentido, el Imperio Antiguo egipcio no era un
imperio,
sino una cultura homogénea que poblaba un territorio extenso. El
gobierno de Sargón fue opresivo para los pueblos que
sojuzgó.
Los gobernantes sumerios del sur fueron sustituidos por guerreros
brutales,
lo que causó muchas revueltas que Sargón tuvo que
sofocar.
Por otra parte, Sargón instituyó el acadio como lengua
oficial
del imperio y debió de tomar medidas para fomentarlo pues, a
pesar
del prestigio que tenía el sumerio, terminó
desplazándolo.
Indudablemente, la entrada de los acadios
conquistadores
en las ciudades de Sumer debió de generar una gran
confusión,
agravada por el hecho de que los recién llegados hablaban una
lengua
que casi nadie entendía. Tal vez las gentes más humildes,
cuya visión del mundo se reducía a su entorno más
inmediato, ni siquiera entendían por qué "de repente"
habían
aparecido hombres que hablaban una lengua tan extraña que ahora
se veían coaccionados a aprender. Era natural pensar en un
castigo
de los dioses. Con el tiempo, cuando Sumer y Acad se borraron de la
memoria
de las gentes, pervivió la leyenda de que hubo un tiempo en que
todos los hombres hablaban la misma lengua (o sea, el sumerio), pero
que
un día los dioses los castigaron y sembraron la confusión
haciendo que hablaran dos lenguas distintas. Por otra parte, los
zigurats
eran ya monumentos del pasado y lo que la gente sabía de ellos
es
que habían sido construidos para acercarse al cielo. Esto era
cierto:
muchos pueblos con divinidades celestes eligen lugares elevados para
estar
más cerca de sus dioses al hacer sus sacrificios, y los zigurats
fueron la peculiar forma que tuvieron los sumerios de plasmar esta
idea.
Sin embargo la gente encajó muy bien ambas historias: los
antiguos
construían torres cada vez más altas con la
pretensión
de alcanzar el cielo, pero los dioses se enojaron por este intento de
"invasión"
y lo evitaron sembrando la confusión: les hicieron hablar
cientos
de lenguas distintas, con lo que ya no podían trabajar
conjuntamente
y el proyecto fracasó. Los hombres se dispersaron según
sus
lenguas, y esta era la causa de que en el mundo hubiera tantos pueblos
con tantas lenguas diferentes. Por una cuestión de coherencia
esta
leyenda tuvo que ubicarse después del Diluvio (los hablantes de
lenguas extrañas no habían perecido), lo cual, por otra
parte
también encajaba en la historia: tal vez los antiguos
querían
llegar al cielo para salvarse en caso de que los dioses provocaran otro
diluvio universal.
Hacia el 2300 se
inicia un
periodo de esplendor en el valle del Indo. La llamada civilización
del Indo fue extendiéndose hasta ocupar un territorio mayor
que el actual Pakistán. Se construyeron grandes ciudades de
ladrillo
con casas rectangulares y calles de 8 metros de ancho, disponían
de instalaciones sanitarias, almacenes, piscinas y un sistema de
canales
muy estudiado. Sus habitantes cultivaban el trigo y la cebada, y se han
encontrado los restos más antiguos del cultivo del
algodón.
Disponían de una escritura reducida de 270 signos diferentes
(cuyo
significado se desconoce), que únicamente se han encontrado en
sellos,
por lo que debían de ser identificaciones de mercancías.
Sorprende la ausencia de templos en las ciudades, si bien se han
encontrado
objetos de culto, tal vez antecedentes de la futura religión de
la India. Tampoco había palacios, lo que suscita muchos
interrogantes
sobre el tipo de estructura social de esta cultura. Las capitales
más
importantes eran Harappa y Mohenjo-Daro. Se ignora si
eran
capitales de estados distintos o si formaban parte de un mismo imperio.
Hay constancia de un intenso comercio marítimo con Sumer.
Por esta época reinaba en Egipto el tercer
rey
de la VI dinastía, Pepi I, nativo de Menfis. Los
nómadas
del desierto de Libia empezaron a hostigar el país, pero fueron
rechazados cinco veces por los ejércitos egipcios, dirigidos por
un general llamado Uni. Este general consolidó
también
el dominio de Egipto sobre la península del Sinaí, rica
en
metales, e incluso supervisó expediciones a Nubia, al sur de la
primera catarata del Nilo. El Imperio Antiguo alcanzó así
su apogeo. Probablemente, Pepi I decidió que las relaciones
comerciales
que Egipto mantenía con Fenicia desde hacía mucho tiempo
no eran satisfactorias: los cananeos pagaban poco por las exportaciones
egipcias y cobraban mucho por sus productos. (Cuando dos personas
negocian
y una tiene a sus órdenes un ejército poderoso, es
natural
que llege a esta conclusión.) Los fenicios fueron exhortados a
pagar
periódicamente un tributo al rey, pero algunas ciudades
decidieron
negarse. Como consecuencia, Uni dirigió una expedición
contra
Fenicia: una columna marchó por tierra y otra, transportada por
mar, desembarcó hacia el sur de Biblos. El ejército
derribó
murallas, incendió ciudades, destruyó cosechas, se
apoderó
de toda clase de objetos valiosos y, sin duda, consiguió que las
ciudades castigadas se comprometieran a pagar el tributo.
Hacia el año 2280
muere Sargón de Acad. Inmediatamente, Sumer y los pueblos de los
montes Zagros vieron en la muerte del rey una oportunidad para
liberarse
de la tiranía acadia y se rebelaron. Sin embargo, Sargón
fue rápidamente sucedido por su hijo mayor Rimush, quien, con
ayuda
de su hermano Manishtusu, sofocó las revueltas.
En 2272 el hijo de
Pepi I
subió al trono de Egipto con el nombre de Pepi II. Era
sin
duda un niño, pues su reinado duró noventa años, y
es, al parecer, el más largo de la historia.
En 2252 Naram-Sin,
nieto de Sargón, ocupa el trono de Acad. Tras sofocar varias
revueltas
internas, Naram-Sin continuó la tradición imperial de su
abuelo, reemprendiendo expediciones a tierras lejanas. En el 2200
destruyó el floreciente reino de Ebla. Para consolidar su
autoridad
se hizo proclamar dios, organizó un cuerpo de
nobles-funcionarios
que supervisaban o sustituían a los reyes locales e
instaló
colonias de acadios en las ciudades sospechosas de rebeldía. La
cultura floreció en la corte de Acad. Los escribas acadios
desarrollaron
y superaron las tradiciones sumerias. Aunque el lenguaje de la cultura
siguió siendo el Sumerio, los comerciantes y la
administración
hablaban acadio.
Mientras tanto, como es habitual, en los cielos se
reproducían
los acontecimientos de la tierra: Los dioses acadios se mezclaron con
los
sumerios. Es fácil distinguirlos porque tienen nombre
semíticos.
Además son todos dioses celestes, como corresponde a las
culturas
de pastores. Así, Sin, dios de la luna, se
convirtió
en el dios principal de Ur (Naram-Sin significa "amado por Sin"), Ishtar,
identificada con el planeta Venus, diosa del amor y la belleza, se
convirtió
en la diosa principal de Uruk, desplazando el culto a Anu. Esto era
aceptable,
pues pronto se descubrió que Ishtar era hija de Anu.
También
estaba Shamash, dios del Sol, que no consiguió tanta
notoriedad
como sus compañeros.