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L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 
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En 250, el reino de Qin continuaba el proceso de expansión iniciado años atrás que le había llevado a apoderarse de media China y a derrocar a la monarquía Cheu. Por estas fechas se anexionó el pequeño territorio dominado por los Cheu, con lo que la dinastía fue definitivamente destruida. El rey nombró canciller a un magnate comercial llamado Lu Buwei. Poco después murió el monarca y Lu asumió la regencia del sucesor Cheng, menor de edad.

En la India tuvo lugar el Tercer Concilio Budista, en Pataliputra, por iniciativa del rey Asoka. Parece ser que Asoka se convirtió al budismo. En cualquier caso, durante su reinado el budismo se expandió más allá de las fronteras de la India. Según la tradición, Asoka envió misioneros a Bactriana (en el Imperio Seléucida), a Birmania y Ceilán. No obstante a esto, los Maurya potenciaron igualmente las otras dos religiones indias: el jainismo y el hinduismo. Los fundamentos del hinduismo están recogidos en los veda, antiquísimos textos transmitidos oralmente, considerados como una revelación. A ellos se añadieron los textos correspondientes a la tradición, interpretación humana de la doctrina revelada. Estos textos fueron adquiriendo su forma definitiva en un largo periodo que se inicia con el reinado de los Maurya.

El brahmanismo había generado nuevas variantes. Su versión más popular reconocía una tercera vía para la liberación del alma: la vía de la devoción, consistente en la devoción incondicional hacia alguna de las antiguas divinidades brahmánicas. Los dioses que contaron con mayor número de adoradores fueron Visnú y Siva. El budismo, por su parte, empezó a escindirse en dos sectas principales. Una era conocida como el Gran Vehículo, porque consideraba que el budismo podía llevar a la salvación a toda la humanidad, y consideraba a Buda como una divinidad encarnada. Frente a ella estaba el Pequeño Vehículo, más fiel a las enseñanzas originales de Buda, que reconocía a su doctrina como incompleta y según la cual la salvación requería una vida monástica.

Ceilán era a la sazón un reino con capital en Anuradhapura, y ese mismo año se había convertido en rey Tissa, el introductor del budismo. Algo después de que los cingaleses llegaran a la isla les siguieron los Tamiles, y actualmente ambos rivalizaban por la hegemonía.

El Imperio Seléucida se desmembraba sin que su rey Antíoco II pudiera hacer nada para evitarlo: Diódoto, el gobernador de Bactriana, declaró su independencia y lo mismo sucedió en Partia, donde un caudillo de una tribu nómada, llamado Arsaces, afirmó también su independencia. Dijo ser descendiente de Artajerjes II, lo cual era falso sin duda, pero le dio popularidad entre sus súbditos. De este modo se desgajaron del Imperio dos extensas regiones, que se sumaban a las que ya se habían segregado los años anteriores. Por el contrario, las relaciones de Antíoco II con Egipto habían mejorado, hasta el punto de que repudió a su esposa Laódice para casarse con Berenice, hermana de Ptolomeo III. Ese año murió Nicomedes I de Bitinia y fue sucedido por Ziaelas. El trono del Ponto fue ocupado por Mitrídates II, que tuvo que hacer frente a los gálatas (los galos que se habían asentado en Asia Menor).

Por esta época destacaba en Alejandría el matemático Apolonio, de Perga, una ciudad costera de Asia Menor. Destacan sus estudios sobre las secciones cónicas. También estaba Ctesibio, que usó agua y chorros de aire para mover máquinas. Construyó un reloj de agua en el que un chorro iba levantando un flotador cuya altura marcaba la hora. Pero la figura más notable de la época era a la sazón el director de la Biblioteca: Eratóstenes, de Cirene, quien calculó nada menos que el radio de la Tierra. En efecto, le llegó la noticia de que en Siena, una ciudad cercana, más al sur, el día del solsticio de verano (el 21 de junio) el Sol se hallaba a medio día justo en el zénit (las columnas no producían sombra alguna). Esto se debía a que la ciudad estaba justo sobre el trópico de Cáncer. Por otra parte, observó que ese día en Alejandría no ocurría lo mismo, sino que los palos producían una pequeña sombra. Entendió que esto sólo podía deberse a la curvatura de la Tierra, de modo que mandó medir la distancia entre las dos ciudades y, junto con la medida de un palo y la de su sombra, calculó que la Tierra es una esfera de 40.000 kilómetros de circunferencia, una cifra casi exacta.

Había otro genio griego, amigo de Eratóstenes, pero no vivía en Alejandría, sino en su ciudad natal, Siracusa. Era pariente del rey Hierón II. Se llamaba Arquímedes, realizó importantes descubrimientos matemáticos, sobre el cálculo de áreas y volúmenes, obtuvo una aproximación del número pi con 10 decimales exactos, pero sus avances en física tuvieron mucha más fama. Descubrió la sencilla fórmula matemática que regula la palanca y comprendió que no había ningún límite teórico a su posibilidad de multiplicar las fuerzas, lo que le llevó a exclamar "dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". Se cuenta que Hierón II le retó a mover algo grande. Arquímedes eligió un barco situado en el muelle y lo llenó de carga y pasajeros. Construyó un complicado sistema de poleas y con él sacó el barco del agua sin ayuda de nadie.

Más famosa es la historia de la corona. Se cuenta que Hierón II encargó a Arquímedes que descubriera si una corona de oro que había encargado a un joyero era auténtica o si el joyero había empleado otros metales para abaratarla. Para ello Arquímedes necesitaba conocer el peso y el volumen. Lo primero era fácil, lo segundo no (el rey no estaba dispuesto a fundir su corona). Un día Arquímedes observó cómo el agua se desbordaba de su bañera al introducirse él, y comprendió que el agua desplazada debía tener el mismo volumen que la parte sumergida de su cuerpo, así que podía determinar el volumen de la corona metiéndola en un recipiente con agua hasta el borde y recogiendo el agua desbordada. Se cuenta que salió del baño gritando ¡Eureka! (lo encontré) y, en su euforia por contarle su idea al rey, se olvidó de vestirse.

Mientras tanto, Roma y Cartago seguían en guerra. En 249 Roma dispuso de una nueva flota y la envió contra Lilibeo bajo el mando de Publio Claudio Pulcro (el hermoso), hijo menor de Claudio el Ciego y hermano de Apio Claudio Caudex. En lugar de mantener el asedio a Lilibeo, Claudio decidió atacar a la flota Cartaginesa, que estaba en Drepanum, algo más al norte. Como era habitual en la época, en las naves iban sacerdotes encargados de dictaminar si los augurios eran buenos, para lo cual se basaban en el comportamiento de unos pollos. Los pollos no querían comer, lo cual era muy mala señal, pero Claudio demostró su opinión acerca de tales sandeces arrojando los pollos al mar. "Si no quieren comer, que beban", dijo. Pero si él no era supersticioso, sus hombres sí que lo era, así que su sacrilegio debió de causar no poca inquietud. El caso es que los cartagineses vieron venir a la flota romana, cuando Claudio confiaba en un ataque por sorpresa. Su flota fue destruida y a él se le impuso una pesada multa por traición. Poco después se suicidó.

Finalmente, los cartagineses encontraron a un excelente general. Se llamaba Amílcar Barca y, con tan sólo 22 años, fue puesto al mando de los ejércitos sicilianos en 248. Trató de llevar la guerra a Italia, y durante dos años dirigió ataques contra las costas de la península. En 246 tomó Panormo (Palermo) por sorpresa y continuó haciendo incursiones por Sicilia. Lilibeo resistía mejor que nunca.

Ese mismo año murio el rey parto Arsaces I, y fue sucedido por su hermano Tirídates, que estableció su capital en Dara y luego en Hecatómpilos. Bajo su reinado Partia extendió sus fronteras. También murió Ptolomeo II, y fue sucedido por su hijo Ptolomeo III. Poco después murió Antíoco II. Su primera esposa, Laódice, se las arregló para envenenar a su exmarido, asesinar después a Berenice junto al hijo de ésta, y poner en el trono a su propio hijo, que pasó a ser Seleuco II. Inmediatamente Ptolomeo III inició la Tercera Guerra Siriapara vengar a su hermana, y llegó a conquistar Mesopotamia. Se cuenta que la esposa de Ptolomeo III, una princesa cirenaica llamada también Berenice, decidió cortarse el pelo y depositarlo en un templo de Afrodita como ofrenda para que los dioses protegieran a su marido. Un día, la cabellera desapareció y, para consolar a la reina (o tal vez para evitar que rodaran cabezas cuando volviera Ptolomeo III), un astrónomo griego le explicó que la cabellera no había sido robada sacrílegamente, sino que los dioses habían aceptado la ofrenda y la habían depositado en el cielo y, en efecto, le señaló una constelación "nueva" que desde entonces es conocida como la Cabellera de Berenice (Coma Berenices, en la nomenclatura latina posterior).

En 245 subió al trono de Esparta un rey revolucionario. Se llamaba Agis IV. Trató de imponer un nuevo orden y sugirió que la tierra fuera redistribuida entre 4500 ciudadanos, entre los cuales incluía a los periecos (pero no a los ilotas). Sin embargo, una buena parte de Esparta no aceptaba estas ideas, y logró el apoyo del otro rey, Leónidas II.

En 242 Arato había logrado unir a casi todo el Peloponeso en la Liga Aquea. Faltaba Esparta, con la que no se podía contar, y Corinto. Con unos pocos soldados, realizó una hábil incursión con la que logró tomar el Acrocorinto (la fortaleza de la ciudad), expulsó a la guarnición macedónica y logró la adhesión de los corintios a la Liga. Este año murió Alejandro II de Épiro. Estaba casado con su hermana Olimpia, que continuó como regente del reino. Por esta época, un ilirio llamado Agrón, que era jefe de un grupo de bandidos se proclamó rey de Iliria, independizándo así su territorio de Macedonia.

Mientras tanto Roma había construido una nueva flota, con la que derrotó a la flota cartaginesa y privó de suministros a Amílcar, que no tardó en comprender que no estaba en condiciones de seguir luchando. En 241 Amílcar firmó la paz, con lo que puso fin a la Primera Guerra Púnica. Cartago se vio obligada por primera vez a abandonar completamente Sicilia, que pasó a manos de Roma, salvo Siracusa, que siguió gobernada por Hierón II, aliado de Roma. Además Cartago tuvo que pagar una pesada indemnización.

Roma se encontró así en una situación nueva. Hasta entonces, los territorios conquistados estaban habitados mayoritariamente por pueblos italianos (con unos pocos griegos) con una cultura y una lengua afines. Roma no tuvo excesiva dificultad en vender la idea de una "confederación italiana", aunque ella era la única con poder decisorio en última instancia. En cambio, en Sicilia había una mezcla de griegos, cartagineses y tribus nativas, que poco tenían que ver con la cultura italiana. Por ello un nuevo sistema de gobierno fue inaugurado. El territorio fue considerado como un botín de guerra, encomendado a un nuevo funcionario encargado de las "tareas de gestión de la victoria" (en latín, provincia). Con el tiempo, la palabra "provincia" fue aplicada al territorio mismo. El funcionario fue llamado pretor, (algo así como presidente, el nombre que antiguamente se había dado a los cónsules).

Ptolomeo III regresó de Babilonia. Comprendió que no estaba en condiciones de afirmar sus conquistas, así que decidió abandonar Mesopotamia y conservó únicamente las posiciones de Siria y Canaán que juzgó le podían ser útiles. A su paso por Jerusalén hizo una ofrenda en el templo siguiendo los ritos judíos. Los Ptolomeos siempre tuvieron muy clara la importancia de contentar a todos sus súbditos en cuestiones religiosas. El rey se llevó a Egipto algunas estatuas y objetos religiosos que Cambises había tomado siglos antes, por lo que los agradecidos egipcios le concedieron el sobrenombre de Ptolomeo Evergetes (el benefactor). Ptolomeo III usó su potencial bélico también en Nubia, donde hacía siglos que no se conocía el dominio egipcio. Durante su reinado, la Biblioteca de Alejandría llegó a albergar 400.000 volúmenes. El rey ordenó que todos los viajeros que llegaran a la ciudad prestasen sus libros para ser copiados.

Seleuco II tenía un hermano, Antíoco, que aprovechó los disturbios causados por Ptolomeo III para apoderarse de Asia Menor. Muchas ciudades griegas de la zona lograron igualmente la independencia. Los dos hermanos se encontraron en Ancira. Antíoco se había aliado con Mitrídades II, el rey del Ponto y entre ambos derrotaron a Seleuco II. Luego Mitrídates II se casó con la hermana de Antíoco, que le dio como dote Capadocia, de modo que Mitrídates II vio multiplicada la superficie de su reino. Entre tanto murió Eumenes I de Pérgamo, y fue sucedido por Atalo I. Al mismo tiempo, el rey espartano Leónidas II logró llevar a juicio a Agis IV, que terminó siendo ejecutado. También murió este año el rey de Macedonia Antígono I Gonatas. Fue sucedido por su hijo Demetrio II,  que se casó con Olimpia, la hermana y viuda de Alejandro II de Épiro, de modo que Épiro fue anexionado a Macedonia. El nuevo rey tuvo que enfrentarse a la Liga Etolia y se alió con el rey Agrón de Iliria.

La derrota de Cartago frente a Roma le había ocasionado serios problemas con sus soldados mercenarios, a los que no podía pagar. Una parte de ellos estaba en África, y en 240 ocuparon las ciudades de Útica e Hipona, devastaron los campos y llegaron a asediar la misma Cartago. Amílcar reunió a todos los hombres leales que pudo hallar y se dispuso a hacerles frente. El norte de África, desde el actual Marruecos hasta Libia, estaba poblado por tribus nómadas llamadas Bereberes. Había muy poca cohesión y abundantes disputas entre ellas, pero se unían rápidamente ante cualquier amenaza exterior. Las tribus bereberes que poblaban el oeste de cartago eran los Númidas, que formaban dos tribus, los Masilios y los Masesilios. Eran excelentes jinetes, y Amílcar logró que muchos de ellos entraran en sus filas. Al mismo tiempo, otro grupo de mercenarios se rebeló en Cerdeña. Éstos observaron con preocupación cómo Amílcar iba reduciendo poco a poco a los rebeldes de África, y comprendieron que en cuanto la situación allí estuviera dominada, Ámilcar pasaría a Cerdeña. Por ello en 239 solicitaron la protección de Roma. Una vez más, Roma aceptó la petición de ayuda y envió tropas a Cerdeña. Cartago protestó con todo derecho, pues esto era una violación del tratado de paz, pero Roma declaró la guerra a Cartago y exigió como condición para anularla que Cartago cediera no sólo Cerdeña, sino también Córcega. Los cartagineses indignados no tuvieron más remedio que aceptar este abuso, y Roma se apropio de las islas, si bien tuvo que iniciar una larga campaña de luchas contra las tribus locales.

En 238 cumplió 21 años el rey Cheng de Qin, que relevó de la regencia al canciller Lu, que permanece como consejero, pero en 237 es sucedido por Li Si, que iba a diseñar la política china de las próximas décadas.

Ese mismo año Amílcar logró derrotar definitivamente a los mercenarios que amenazaban Cartago. A partir de entonces pudo planear la reconstrucción de su país. Roma había expulsado a Cartado de Sicilia y después le había arrebatado Córcega y Cerdeña. Con esto, Cartago había perdido toda influencia sobre el Mediterráneo y el comercio, la base de su prosperidad, se veía amenazado de muerte. Esto produjo un enfrentamiento entre los gobernantes de Cartago y Amílcar. La oligarquía que gobernaba Cartago vivía del comercio, por lo que era partidaria de evitar en el futuro cualquier confrontación con Roma y tratar de recuperarse cuanto antes de los estragos de la guerra. En cambio, Amílcar odiaba a Roma con todo su ser, pues si bien había vencido a Cartago honorablemente, luego la había extorsionado rompiendo todos los acuerdos en su beneficio. Ambas partes llegaron a un acuerdo. Amílcar persuadió al senado cartaginés para que le pusiera al frente de una expedición a España. Allí Cartago tenía unas pocas colonias, pero Amílcar planeaba extender la influencia cartaginesa sobre toda la costa y también en el interior. Su idea era reclutar y entrenar allí un ejército con el que poder atacar a Roma, aunque se guardó muy bien de revelar estos planes. El senado cartaginés aceptó con gusto la idea de que Amílcar se alejara de Cartago. Tal vez muriera en España antes de que pudiera volver. Amílcar partió acompañado por su yerno Asdrúbal y su hijo Aníbal, de nueve años de edad. El plan inicial de Amílcar había sido dejar a su hijo en Cartago, pero éste le imploró que le llevara con él, a lo cual Amílcar accedió a condición de que el niño jurara enemistad eterna hacia Roma. Estableció su base en Gades (la actual Cádiz), desde donde ocupó fácilmente varios poblados del valle del Guadalquivir, pero luego se encontró con la firme oposición de los Turdetanos, descendientes de los Tartesios, según la tradición. Su caudillo Istolacio formó un gran ejército de celtas e íberos, pero Amílcar venció y mandó ejecutar a Istolacio. Esto no dio fin a la resistencia turdetana. Otro caudillo, llamado Indortes, consiguió el apoyo de los Vetones y los Lusitanos y, comprendiendo que no podían detener a los cartagineses en los terrenos llanos, ofrecieron resistencia desde las montañas, probablemente en Sierra Morena.

En 235  Atalo I de Pérgamo se enfrentaba definitivamente a los galos, que todavía continuaban sus pillajes por Asia Menor. Desde esta fecha, los galos permanecieron en Galacia, donde no tardaron en civilizarse. Atalo I hizo esculpir una estatua en Atenas en conmemoración de su victoria. Se llamaba El galo moribundo, aunque a veces se la conoce por el título erróneo de El gladiador muerto. Es una de las muestras más famosas del arte de la época que se conserva en la actualidad.

Los gálatas establecieron un sistema de gobierno muy diferente de la monarquía, más acorde con las tradiciones galas. El territorio estaba dividido en tres regiones, correspondientes a tres tribus galas que habían entrado en Asia Menor. Cada una de ellas estaba gobernada por cuatro tetrarcas.

Ese año murio el rey Diódoto I de Bactriana, y fue sucedido por su hijo Diódoto II que, aliado con el rey parto Tirídates frustró el intento de Seleuco II de recuperar lo que había sido la parte oriental del Imperio. También murió el rey de Esparta Leónidas II y fue sucedido por su hijo Cleomenes III. Éste se había casado con la viuda de Agis IV, y decidió continuar su proyecto, pero comprendió que primero necesitaba afirmar su autoridad. Reunió cuantos hombres pudo y se enfrentó a la Liga Aquea en una serie de batallas de las que salió siempre victorioso.

En 232 los romanos eligieron tribuno de la plebe a Cayo Flaminio, que logró imponer una distribución de tierras en favor de los más pobres, pese a la oposición de los senadores y, en particular, de su propio padre. Estimuló la creación de juegos para los plebeyos y trató de disuadir a los senadores de todo interés por el comercio (donde podían ejercer muchas formas de competencia desleal sobre los menos poderosos). Entre tanto Amílcar había sitiado a Indortes, que fue capturado y asesinado cuando trató de romper el cerco. Ahora Amílcar dominaba el sur de España y logró engrosar su ejército con indígenas.

En 231 Roma había sometido finalmente a los nativos de Córcega y Cerdeña, y convirtió a ambas islas en su segunda provincia, después de Sicilia. Por primera vez desde el reinado de Numa Pompilio, las puertas del templo de Jano estuvieron cerradas, en señal de que Roma no mantenía guerra alguna. Sin embargo contemplaba con recelo los éxitos de Amílcar en España, que, tras haber afianzado el sur, se estaba ocupando de la costa oriental. Puesto que no tenía motivos para actuar, se limitó a enviar una embajada con la intención de intimidar a Amílcar, cosa que no logró. Amílcar fundó la ciudad de Akra Leuké, cerca de la actual Alicante, y la convirtió en la base de sus operaciones.

Ese mismo año, el rey Agrón de Iliria, que ya había conquistado varias ciudades de Épiro, realizó una incursión por el Peloponeso. Al año siguiente, en 230, ayudó a Demetrio II de Macedonia a levantar el sitio que los etolios habían impuesto a la ciudad macedónica de Medione, pero murió inmediatamente después de esta victoria.

La Primera Guerra Púnica
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