ANTERIOR |
LA BATALLA DE POITIERS |
SIGUIENTE |
---|
En 1355 murió el duque
Juan III de Brabante, y fue
sucedido por su hija Juana, la esposa del duque Venceslao I de
Luxemburgo. Su hermano, el emperador Carlos IV del Sacro Imperio
Romano, fue coronado como tal en Roma por el Papa Inocencio VI. Eduardo de Woodstock, el príncipe de Gales, tenía ya
veinticinco
años, y demostró sus dotes militares cuando en septiembre desembarcó en la Guyena
y realizó exitosas incursiones en territorio francés con
tropas reducidas. No estaba interesado en ganar batallas, sino en
hacerse con un buen botín. El rey Juan II de Francia convocó los Estados Generales,
donde se encontró con una furiosa oposición a los
impuestos, en constante aumento. Allí destacó la figura
de Etienne Marcel, un
comerciante en paños que se había convertido en el hombre
más rico de París. Exigió que los impuestos fueran
fijados por los Estados Generales y no por el rey, así como que
se permitiera a los Estados Generales supervisar su recaudación.
En diciembre fue elegido preboste de
los comerciantes de París. Creó una gorra roja y azul
para que la llevaran sus adeptos, y habló, quizá por vez
primera, de la "voluntad del pueblo".
El rey Carlos II de Navarra contaba cada vez con más adeptos
entre la nobleza francesa, y ahora se atrajo también a la
burguesía apoyando la política fiscal que defendía
Etienne Marcel. En abril de 1356
Juan II lo
hizo arrestar, y muchos achacaron este arresto a las simpatías
de Carlos "por el pueblo". Carlos tenía un hermano menor,
llamado Felipe, que
siguió defendiendo sus intereses y mantuvo las alianzas con
Inglaterra, con la nobleza hostil a Juan II y con la burguesía. El rey Pedro I de Castilla se reconcilió con su hermanastro
Fadrique, que abandonó entonces la rebelion nobiliaria que
había estallado en Toledo dos años antes. Los rebeldes se
rindieron en Toro poco
después. Castilla y Aragón habían acumulado una serie de
tensiones en los últimos años. Por una parte, Castilla
había salido al Mediterráneo aliándose con
génova, mientras que Aragón se había aliado con
Venecia y habían chocado en varias ocasiones; Pedro I de
Castilla apoyaba a Inglaterra en la Guerra de los Cien Años,
mientras que Pedro IV de Aragón se decantaba con Francia.
Más aún, había acogido a los nobles castellanos
desterrados por su apoyo a Francia. En septiembre
Pedro I declaró la guerra a Pedro IV. Se inició
así la que sería conocida como Guerra de los dos Pedros. Castilla
contó, además de con el apoyo inglés, con el del
reino de Granada, mientras que Aragón recibió el apoyo de
Francia y el de Marruecos. El infante Fernando, hermanastro del rey
Pedro IV exiliado en Castilla, puso la región de Alicante (el sur del reino de
Valencia, que había formado parte del reino musulmán de
Murcia) en manos del monarca castellano. Pedro IV contraatacó llamando a Enrique, el hermanastro de
Pedro I, que entonces estaba en Francia. Era conocido como Enrique de Trastámara, porque
el conde Rodrigo Álvarez de
Asturias le había cedido dicho condado. Enrique
acudió a Aragón a la cabeza de un ejército de
mercenarios que reforzó sensiblemente el ejército
aragonés a la vez que puso en aprietos a Pedro I, pues la
nobleza castellana era reacia a luchar contra Enrique. Tras tomar algunos castillos de Carlos II, el rey Juan II condujo a
la Guyena un ejército de
unos cuarenta mil hombres, dispuesto a terminar con las incursiones del
príncipe de Gales. Eduardo contaba con unos doce mil hombres que
reunió en cuanto tuvo noticia de la ofensiva francesa. Los
ejércitos se encontraron el 17 de
septiembre cerca de la ciudad de Poitiers. Eduardo había
ocultado a sus arqueros (unos tres o cuatro mil) entre la
vegetación de una colina de forma que protegían todos los
accesos. Si Juan II hubiera tenido algo de entendimiento, habría
rodeado la colina y habría esperado a que los ingleses, carentes
de todo apoyo, se rindieran por el hambre o descendieran atacando en
desventaja; pero Juan II no era inteligente, sino caballero, y no
concebía otra forma honrosa de ganar una batalla que lanzarse a
la carga. Los franceses no habían aprendido gran cosa de las
derrotas de Courtrai y Crécy. Ante el hecho de que soldados de a
pie habían derrotado a ejércitos de caballeros no
habían sacado mayor conclusión que la vaga idea de que
era mejor combatir a pie que a caballo. Por ello Juan II ordenó
a sus hombres que desmontaran y se lanzaran a la carga. Así, un
ejército de caballeros protegidos por pesadas armaduras que
apenas les permitían moverse, se enfrentó a un
ejército de infantería ligera sabiamente protegido por
arqueros de arco largo. La batalla fue una repetición de
Crécy, salvo por el hecho de que algunos franceses lograron
llegar hasta las líneas inglesas, por lo que el príncipe
Eduardo tuvo más bajas (unos 2000 hombres, contando muertos y
heridos). Por su parte, unos 2500 caballeros franceses resultaron
muertos, y otros tantos fueron hechos prisioneros. Pese a la matanza, los franceses, superiores en número,
podrían haber atacado de nuevo y haber obtenido una victoria,
pero en el momento más crítico huyeron presas del
pánico y el príncipe Eduardo ordenó contraatacar.
Lo peor de todo fue que entre los cautivos estuvo el propio rey Juan
II. Parece ser que combatió valientemente, y a su lado estaba el
menor de sus hijos, que tenía entonces catorce años, que,
según le llegaban los enemigos, iba gritando "Mira a la derecha, padre; ahora a la
izquierda..." Fue capturado con su padre, y desde entonces fue
conocido como Felipe el Audaz.
No obtuvo el mismo
reconocimiento su hermano mayor, el delfín Carlos, que
huyó de la batalla y se ganó la fama de cobarde y
desertor. (Es probable que huyera por orden de su padre, para evitar
que Francia se quedara sin rey ni heredero y se agravara así la
crisis dinástica.) El príncipe Eduardo trató brutalmente a sus
prisioneros que no eran caballeros, mientras que éstos gozaron
de todos los privilegios que puede tener un prisionero de guerra. En
particular Juan II fue tratado con honores de rey (a pesar de que la
postura oficial inglesa era que Juan II no era rey de Francia, sino tan
sólo conde de Valois). Entre los muertos en Poitiers estuvo el duque Pedro I de
Borbón, que fue sucedido por su hijo Luis II. En octubre, el delfín
Carlos convocó los Estados Generales, que estuvieron dominados
por Etienne Marcel y Robert le Coq.
Marcel dominaba todo el comercio de París y tenía
más poder en la capital que el propio delfín. Carlos se
vio presionado a establecer reformas, a dar más poder a la clase
media y a establecer nuevos sistemas de impuestos; pero adoptó
una estrategia de contemporizar para no convertirse en un títere
de Marcel. Por su parte, Juan II enviaba proclamas desde su cautiverio
en Burdeos prohibiendo reunirse a los Estados Generales y declarando
nulas todas las decisiones que tomaran. El 25 de diciembre, el emperador
Carlos IV promulgó en Nuremberg la bula de oro, cuyos cuatro primeros
artículos ordenaban el curso de las monedas, disminuían
los peajes y proclamaban la paz pública, mientras que los
veintisiete restantes regulaban la elección imperial. En ella se
ratificaba la lista de los príncipes electores: el arzobispo de
Maguncia, al que se asociaba el título de archicanciller de Alemania, el
arzobispo de Colonia, archicanciller
de Italia, el arzobispo de Tréveris, archicanciller de Arles (del reino
de Borgoña), el rey de Bohemia, gran escanciador, o copero mayor,
el conde Palatino del Rin, gran
senescal, el duque de (la Alta) Sajonia, gran
mariscal, y el margrave de Brandeburgo, gran chambelán. (En ese
momento, los príncipes electores laicos eran el propio Carlos IV
(rey de Bohemia, de la casa de Luxemburgo), el conde palatino Roberto I
y el margrave Luis de Brandeburgo (ambos de la familia Wittelsbach), y
el duque Roberto II de la Alta
Sajonia, que acababa de suceder a su padre, Roberto I. A la muerte del emperador, el arzobispo de Maguncia debía
convocar a los electores en Frankfurt, donde debía tener lugar
la elección en un plazo menor de treinta días. El elegido
debía obtener, por lo menos, cuatro votos, aun cuando algunos
príncipes estuvieran ausentes. La coronación debía
tener lugar inmediatamente en Aquisgrán. Se suprimía la
coronación en Roma y todo tipo de injerencia del Papa en la
elección del emperador. Los príncipes electores fueron equiparados a reyes:
ejercían la
justicia soberana sobre sus tierras y tenían autoridad sobre los
demás nobles del Imperio. Los electorados se
convertían en territorios indivisibles, transmitidos
hereditariamente de padre a hijo primogénito. Ese año Simone Boccanegra recuperó su título de
dux de Génova. Un noble de origen servio llamado Balsa
independizó a Albania del Imperio de Esteban IX. Suecia seguía dividida entre el rey Magnus VII y su hijo
Erik. Una rebelión de partidarios de Erik derrocó al
duque de Finlandia Bengt Algotsson, pero Magnus VII logró
dominar el territorio y unirlo a sus posesiones. En 1557 el rey Carlos II de
Navarra fue liberado por sus partidarios y no tardó en entablar
una alianza con Etienne Marcel. En marzo,
el delfín Carlos tuvo que aceptar un programa de reformas que
limitaba sus propios poderes. Carlos concertó con el conde Luis
II de Flandes el matrimonio entre Margarita,
la hija de éste (de siete años) y el conde y duque Felipe
I de Borgoña (de once), hijo de la reina Juana. Beatriz de Castilla logró que su esposo, el rey Alfonso IV de
Portugal se reconciliara con su hijo Pedro y así terminó
la guerra civil que enfrentaba a padre e hijo desde el asesinato de
Inés de Castro. Sin embargo, el rey no tardó en morir, y
así Pedro se convirtió en el rey Pedro I de Portugal. Mientras tanto, el rey Pedro IV de Aragón convenció a
su hermanastro Fernando para que se pasara a su bando y lo
nombró procurador general de Aragón. Se puso al frente de
los nobles castellanos refugiados en Aragón, lo que dio lugar a
algunos roces con Enrique de Trastámara. Mientras tanto, el rey
Pedro I de Castilla tuvo que sofocar una revuelta en Andalucía
encabezada por Juan de la Cerda,
el cual fue derrotado por Egidio Boccanegra en la batalla de Trigueros. El rey David II de Escocia fue liberado tras once años de
cautiverio en Inglaterra en virtud del tratado de Berwick, que reconocía la
supremacía inglesa sobre Escocia. En Holanda seguía la guerra entre los hoeken y los
kabeljauwen. El conde Guillermo V enloqueció y tuvo que ser
encerrado. Fue sucedido por su hermano Alberto.
Matias Cantacuceno, el hijo del emperador bizantino Juan VI
Cantacuceno, renunció a sus pretensiones imperiales, con lo que
Juan V Paleólogo quedó como único emperador. Ese año murió el burgrave Juan II de Nuremberg y fue
sucedido por su hermano Alberto I
y por su hijo Federico V. En México, los chichimecas habían acogido en su territorio a un pueblo al que las crónicas llaman "los regresados", dando a entender que se trataba de un grupo de emigrantes del valle. Los regresados trajeron consigo importantes avances culturales: la escritura, el calendario, la cerámica, etc. El rey chichimeca Quinatzin murió y fue sucedido por Techotlala. En París, Etienne Marcel era cada vez más poderoso. El
22 de febrero de 1358 llegó a
ordenar el asesinato de los mariscales de Champaña y de
Normadía, consejeros del delfín Carlos a los que se
responsabilizaba de los desastres militares, pero Carlos era
un hábil diplomático y orador, y terminó
ejerciendo un cierto control sobre el preboste tras admitirlo en el
Consejo Real. La mayor parte de los cadáveres que dejó la batalla de
Poitiers eran de campesinos franceses, y ahora el campesinado estaba
sometido a los impuestos adicionales fijados para costear la guerra y
recaudar el exorbitado rescate que los ingleses pedían por el
rey Juan II. El 21 de mayo
estalló una revuelta campesina dirigida por Guillaume Karle, un antiguo soldado,
que, al grito de ¡Muerte a los
caballeros! se dedicó a atacar las casas de la nobleza y
a incendiar sus castillos. Esta revuelta fue conocida como la jacquerie, derivado del nombre Jacques Bonhomme, que empleaban las
clases superiores para referirse a un campesino típico, a un
cualquiera. La jacquerie conmocionó el delicado status político de Francia,
pues las noticias sobre la crueldad de los campesinos pusieron a los
habitantes de las ciudades de parte de la nobleza, y ello puso en un
aprieto a Etienne Marcel y su proyecto reformista. Incluso el propio
rey Carlos II de Navarra se encontró con que su interesada
"defensa del pueblo frente a la nobleza" se volvía ahora contra
él, ya que se hacía sospechoso de apoyar a los
sublevados. Carlos el Malo trató de cortar de raíz estas
sospechas empleando su propio ejército para sofocar la revuelta.
El 10 de junio capturó a
Karle y masacró despiadadamente a miles de campesinos. Luego
entró con su ejército en París, gracias al cual el
gobierno de Etienne Marcel pasó a ser dictatorial. El
delfín Carlos no dejó de hacer notar que entre las tropas
de Carlos el Malo había numerosos mercenarios ingleses, y
también se las arregló para que la burguesía de
varias ciudades distintas de París recelara de Marcel.
Finalmente, el 31 de julio Marcel
fue asesinado durante un tumulto popular por Jean Maillart, uno de los
partidarios del delfín. Ese año murió el duque Alberto II de Austria, que
legó el ducado a tres de sus once hijos: Rodolfo IV (de diecinueve
años), Alberto III (de
nueve) y Leopoldo III (de
siete). El rey Muhammad V de Granada fue traicionado por su ministro Ibn al-Jatib, que dio el trono a Ismaíl II, hermano del monarca. Ibn al-Jatib, como la mayor parte de los ministros de Muhammad V, fue un ilustrado y, de hecho, es considerado como el último historiador de Al-Ándalus. En uno de sus tratados aparece una referencia al uso bélico de la pólvora. En Marruecos murió el rey Abú Inán, tras
protagonizar una situación similar a la que dio fin al reinado
de su padre: tras una exitosa campaña en el norte de
África, la defección de los beduinos árables lo
obligó a refugiarse en Fez, donde murió. Marruecos
cayó en la anarquía, mientras distintos aspirantes al
trono luchaban entre sí. Los turcos otomanos atacaban Grecia sin que
el emperador bizantino Juan V ni los servios de Esteban X pudieran
hacer nada para frenar sus incursiones. El emperador latino Roberto II
regresó finalmente a Morea, desde donde trató de oponerse
a los turcos, también sin éxito. En Japón murió el shogun Ashikaga Takauji, pero el
doble gobierno de las dos Cortes se mantuvo con sus sucesores y los del
emperador Daigo II. Los imperiales dominaban la isla de Kyushu,
mientras que en el norte muchos señores se independizaron. El
país vivía en una guerra civil con combates
esporádicos, pero encarnizados. Pedro, el conde de Prades y tío del rey Pedro IV de
Aragón, enviudó
de Juana de Foix y, a sus cincuenta y tres años, ingresó
en el convento
de san Francisco de Barcelona. Isabel, la hija del derrocado rey Jaime III de Mallorca, se
casó con Juan Paleólogo,
marqués de Montferrato. Pedro IV el Ceremonioso aprobó el
matrimonio, y le prometió una generosa dote si renunciaba a sus
hipotéticos derechos sucesorios a la corona de Mallorca. El rey Pedro I de Portugal firmó un tratado de alianza mutua
con Pedro
I de Castilla al tiempo que entablaba negociaciones secretas con Pedro
IV de Aragón. Con su apoyo a Enrique de Trastámara, Pedro
IV estaba convirtiendo la guerra de los dos Pedros en una guerra civil
castellana. Pedro I llegó a exasperarse de la lealtad cada vez
más flaqueante de sus nobles y desencadenó una
persecución sangrienta que disminuyó aún
más el número de sus partidarios. Se ganó el
sobrenombre de Pedro I el Cruel,
y entre sus víctimas estuvo su hermanastro Fadrique. En 1259 Pedro I envió una flota que
partió de Sevilla bajo la dirección de los capitanes
Egidio y Bartolomé Boccanegra
y atacó infructuosamente Barcelona. También atacó
las fronteras aragonesas, que fueron defendidas por el infante Fernando
de Aragón. Aunque Córcega pertenecía nominalmente a la Corona de
Aragón, lo cierto es que la isla gozaba de una completa
autonomía. Por iniciativa de Sambucuccio
de Alando, la región noreste aceptó la
soberanía genovesa. Ese año murió el rey Ismaíl II de Granada y su
hermano Muhammad V pudo recuperar su trono. Continuó así
su gobierno ilustrado, durante el cual se fundaron varios hospitales,
en los que destacó el médico Muhammad al-Saquri. Además
Muhammad V pudo intervenir en la caótica política de los
benimerines, en Marruecos. Durante un tiempo llegó incluso a
ocupar la ciudad de Ceuta. El rey Juan II de Francia aceptó los Preliminares de Londres, en los que
entregaba a Inglaterra el norte de Francia (casi la mitad de su reino)
a cambio de su liberación, pero el delfín Carlos se
negó a aceptar estas condiciones, y los Estados Generales,
reunidos el 19 de mayo, apoyaron su
decisión en un clima de fervor patriótico. El rey Eduardo
III de Inglaterra decidió entonces dar una nueva lección
a los franceses, ya que las derrotas de Crécy y Poitiers no les
habían
bastado. Mientras hacía los preparativos casó a su hijo Juan de Gante (llamado así
por la ciudad en que había nacido), con Blanca de Lancaster, la hija del
duque Enrique II de Lancaster. Finalmente, el 28 de octubre,
Eduardo III desembarcó en Calais con un ejército y se
dirigió a Reims, en cuya catedral eran coronados los reyes de
Francia. Su intención era entrar en la ciudad y hacerse coronar.
Se encontró con un clima adverso. Sus hombres tuvieron que
caminar entre la lluvia y el barro hasta las puertas de Reims, donde
llegaron el 30 de noviembre. Sin
embargo, su adversario no era ya el caballeroso Juan el Bueno, sino su
hijo, que pronto sería conocido como Carlos el Sabio. El delfín
había cuidado que la ciudad estuviera bien aprovisionada y
dejó que los ingleses la asediaran bajo la lluvia y el
frío. Al cabo de unas semanas Eduardo III, ante las enfermedades
y las malas condiciones climáticas, optó por abandonar el
asedio, y sus tropas pasaron el invierno haciendo correrías por
Francia, aunque sin obtener ninguna victoria destacada, pues
ningún ejército francés les salió al paso. El duque Juan IV de Bretaña había dejado un hijo,
conocido como Juan de Montfort,
que tenía tan sólo cuatro años cuando murió
su padre, pero que ahora tenía ya dieciocho y, al igual que su
padre, trató de arrebatar el ducado a su tia-abuela Juana con la
ayuda de Eduardo III. Así se reabrió el frente
bretón. El conde Carlos de Chatillon-Blois, marido de la
duquesa, tuvo que enfrentarse al ejército de Juan. En Moldavia murió el voivoda Sas, y fue sucedido por Balc, pero un señor llamado Bogdan, que poseía ciertos
territorios en Transilvania, aprovechó para cruzar los
Cárpatos e
invadir Moldavia. El rey Luis I de Hungría, como represalia, le
confiscó sus territorios en Transilvania, y la respuesta de
Bogdan fue rebelarse
contra Luis I y convertir a Moldavia en un principado independiente.
Así se convirtió en el voivoda Bogdan I. Entre los fallecidos este año cabe destacar:
En 1360 Valdemar IV
aprovechó la muerte de Erik para reconquistar
Escania, el territorio que Suecia había arrebatado a Dinamarca
hacía casi tres décadas. Murat I conquistó la ciudad de Adrianópolis. Se cuenta que el rey Pedro I de Portugal, recordado como Pedro I el Justiciero, hizo ejecutar
a los asesinos de su amante Inés de Castro y que, en la asamblea
de Cantahede, el rey
presentó pruebas de que se había casado en secreto con
Inés, tras lo cual ordenó trasladar su cadáver a
un monasterio y obligó a la nobleza a rendirle honores de reina. Boccaccio terminó su tratado De casibus uirorum, en el que narra
la vida de los hombres más desdichados de la humanidad, desde
Adán a Petrarca, que se le aparecen en sueños para
contarle sus desdichas. Luego inició una vasta
compilación de la
mitología clásica, de la que llegaría a escribir
quince libros bajo el título de De genealogiis deorum, en los que
realizó un incalculable esfuerzo de erudición. En el Imperio de Mali murió el mansa Sulaymán, y se inició un periodo de disturbios por la sucesión, ya que entraban en conflicto las tradiciones locales y las tradiciones musulmanas al respecto.
www.proyectosalonhogar.com |