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En 1373 el emperador bizantino
Juan IV participó con su
ejército en una campaña en Asia Menor a las
órdenes del sultán otomano Murat I. Juan IV tenía
un hijo de veinticinco años, Andrónico
Paleólogo, que se alió entonces con el
príncipe Sawy, hijo del
sultán otomano Murat I, en un complot para derrocar a sus
respectivos padres. El intento fracasó, y ambos príncipes
fueron desheredados y cegados. Pero Andrónico conservó
parcialmente la vista, logró escapar, se alió con los
genoveses y acusó a su padre de someterse a los turcos. El
Imperio entró así en una nueva guerra civil. En 1374, el rey Carlos V de
Francia jugó contra Pedro IV la carta que tenía en la
manga desde hacía unos años: el derrocado rey Jaime IV de
Mallorca cruzó los Pirineos al frente de unos seis mil hombres y
empleó en Cataluña una táctica de guerrillas
similar a la que Du Guesclin empleaba en Aquitania. El Papa Gregorio XI recibió la visita de una dominica llamada
Catalina de Siena. Su fama de
caer en estados de éxtasis místico y de recibir estigmas
y revelaciones le había granjeado una aureola de santidad. Se
había sentido defraudada con el regreso a Aviñón
de Urbano V y, tras cuatro años de meditación, a sus
veintisiete años se presentó en Aviñón para
convencer a Gregorio XI de que era voluntad
de Dios que restituyera a Roma como sede del Papado (y que el castigo
por desoír el mensaje divino sería soportar los
insistentes
sermones y las increpaciones de la dominica). Ese año murió sin descendencia el emperador latino de
Constantinopla Felipe II (había tenido tres hijos, pero murieron
jóvenes). El vacuo título imperial y los principados de
Tarento y Acaya los heredó su hermana Margarita, quien los
compartió con su hijo Jacobo
de Baux. En Castilla murió Sancho, el conde de Alburquerque, hermano del rey Enrique II. Dejó como heredera a una hija de pocos años, Leonor, que se convertía en el mejor partido de Castilla. Desde hacía unos dos siglos, los nobles castellanos con mayor poder político o económico que antiguamente habían sido conocidos como magnates o barones, ahora eran llamados ricoshombres, y por ello Leonor fue conocida como la ricahembra. Ahora el conde Carlos de Gravina era el último representante
masculino de la segunda casa de Anjou
(el único varón vivo además del rey de
Hungría y Polonia Luis I el Grande). Esto prácticamente
lo aseguraba como heredero del reino de Nápoles, mientras que
Hungría y Polonia le quedaban más lejos a causa de que
Luis I había tenido una segunda hija, Eduvigis, que ya había
cumplido dos años. Luis I venció las reticencias de la
nobleza polaca a aceptarlo como rey cuando concedió el privilegio de Kosyze, por el que
eximía a los nobles del pago de impuestos. (Luis I no necesitaba
dinero: casi la tercera parte del oro que circulaba en Occidente
provenía de las minas de Hungría.) Pero la muerte más destacada del año fue la de
Francesco Petrarca, a sus setenta años de edad. Durante toda su
carrera como escritor, Petrarca había buscado la inmortalidad
literaria, pero creyó que la conseguiría a través
de sus obras en latín. Durante un tiempo, su proyecto más
ambicioso fue el Africa, un
poema latino en hexámetros sobre la segunda guerra
púnica, basado en la narración de Tito Livio.
Llegó a escribir nueve de los doce libros proyectados. Sin
embargo, la obra latina de Petrarca no tardó en ser poco menos
que olvidada, fuera de círculos muy especializados, mientras que
fue su obra en italiano la que pronto lo convirtió en una de las
figuras más alabadas e imitadas de la literatura universal. La versión final de su cancionero consta de 317 sonetos, 29
canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales. Está dividido
en dos partes, la primera de las cuales contiene los poemas compuestos
supuestamente en vida de Laura y la segunda los compuestos tras su
muerte (pero en realidad consta que hay poemas tardíos
insertados en la primera parte). Aunque algunos están dedicados
a otros temas (a otros personajes, a censurar el papado de
Aviñón, etc.) los de la primera parte se centran en el
amor del poeta por Laura y los de la segunda se dividen entre aquellos
en los que el poeta llora la muerte de Laura y aquellos en los que se
arrepiente de haber consagrado su vida al amor. Petraca acabó sus Triunfos apenas unos meses antes de morir.
Constan de más de seis mil versos endecasílabos,
distribuidos en tercetos encadenados. La obra se divide en seis partes
y algunas de ellas en capítulos: Triunfo del Amor, Triunfo del Pudor,
Triunfo de la Muerte, Triunfo de la Fama, Triunfo del Tiempo y Triunfo de la Eternidad. Como en la
Divina Comedia, en cada parte aparece una sucesión de personajes
ilustres, a cada uno de los cuales se le dedica un breve espacio. En Londres acababa de ser nombrado inspector de aduanas del puerto
un escritor llamado Geoffrey Chaucer.
Hijo de un negociante, de joven había luchado en Francia y en
Castilla. Ahora tenía unos treinta y cinco años, y
había escrito el Libro de la
duquesa (cinco años antes) y una traducción al
inglés del Roman de la Rose, acabada unos dos años
atrás, poco antes de partir a Génova en una misión
diplomática. Es probable que en su viaje por Italia hubiera
conocido a Petrarca y a Boccaccio. El creciente nacionalismo
inglés estaba erradicando de Inglaterra el
francés normando, y la nobleza demandaba una hasta entonces
prácticamente inexistente literatura en lengua inglesa. Este
interés estimuló a Chaucer, que pronto fue un buen
conocedor de la literatura francesa e italiana. La cultura florecía en Francia bajo la protección del
rey Carlos V el Sabio. Ese año se escribió un
diálogo anónimo titulado El sueño del jardín,
en el que se defiende que la Corona estaba por encima del rey, quien
sólo debía rendir cuentas a Dios y a la "comunidad del
reino". Las reglas de sucesión debían ser fijas y
estables, las finanzas sanas y las leyes justas. Por esta época,
el matemático y filósofo Nicolás
de Oresme redactó su tratado De origine et mutationibus monetarum,
donde afirmaba que los recursos propios del soberano debían ser
distintos de las finanzas públicas, y que la moneda debía
ser estable y no estar sometida a "mutaciones" (devaluaciones), salvo
que realmente lo exigiera el bien del reino. El teólogo inglés John Wycliffe empezó a
enseñar en la universidad de Oxford, donde empezó a
redactar una serie de tratados con una doctrina cada vez más
revolucionarioa. En 1375
publicó De dominio diuino
y De ciuili dominio.
Impulsó una traducción de la Biblia al inglés y
envió por todo el país unos predicadores conocidos como poor priesters (predicadores
pobres), pero que fueron más conocidos como lolardos (del alemán lullen, canturrear en voz baja, por
sus salmodias). Los lolardos predicaban un igualitarismo religioso y
social basado en textos bíblicos. Pronto alcanzaron una gran
popularidad. Los mamelucos llevaban unos años atacando y asolando Armenia,
hasta que, el 13 de abril, el rey
León VI tuvo que rendirse y fue llevado prisionero a Egipto. El tratado firmado dos años antes entre Enrique II de Castilla y Carlos II de Navarra estipulaba el matrimonio entre Carlos, el heredero de Carlos II, y Leonor, hija de Enrique II, matrimonio que se celebró el 27 de mayo, cuando Carlos acababa de cumplir los catorce años. (Leonor tenía veinticinco.) Al mismo tiempo, Enrique II casó a su hijo Juan, de diecisiete años, con Leonor, hija del rey Pedro IV de Aragón. Estos matrimonios formaban parte de la estrategia del rey castellano para afianzar su dinastía. Tras algo más de un año de operaciones infructuosas en
Cataluña, el rey Jaime IV de Mallorca tuvo que cruzar la
frontera castellana para refugiarse en Soria, donde murió a los
pocos meses. Jaime IV había designado como heredera de Mallorca
a su hermana Isabel, la cual había renunciado a sus derechos
sucesorios ante Pedro IV a cambio de una dote que nunca llegó a
cobrar (dote por su matrimonio con el marqués de Montferrato,
del que había enviudado tres años atrás). En estas
circunstancias, consideró que su renuncia quedó sin
efecto y en agosto vendió sus
derechos al duque Luis I de Anjou. El rey Fernando I de Portugal promulgó la ley das Sesmarias, por la que
obligaba a los terratenientes a cultivar sus tierras, bajo pena de
expropiación. También había dictado leyes para
fomentar la navegación: el estado suministraba madera gratis a
los armadores a cambio de una tasa sobre el flete de sus navíos,
tasa con la que a su vez se sufragaba un fondo de seguros navales. Florencia había promovido una Liga antipontificia, y Catalina de
Siena logró persuadir a Lucca y Pisa para que no se unieran a
ella. Luego se presentó en la misma Florencia, para defender al
Papa Gregorio XI, pero tuvo que huir para salvar su vida ante un
motín popular. El duque Alberto III de Austria se casó con Beatriz de Hohenzollern, hija del
burgrave Federico V de Nuremberg. El gran príncipe de Moscú, Demetrio Donskói,
logró que los demás príncipes rusos (excepto los
de Tver, Nóvgorod y Riazán) lo aceptaran como caudillo
para encabezar una rebelión contra el yugo mongol. Lentamente,
los rusos empezaron a prepararse, Demetrio contruyó en
Moscú un kremlin, o
recinto fortificado. En todo momento contó con la
colaboración de Sergio Radonezhski, que contribuyó
decisivamente en el proceso de unificación de Rusia. Entre los fallecidos ese año destacan:
En 1376 Andrónico
Paleólogo, con la ayuda de los genoveses, logró derrocar
a su padre, el emperador bizantino Juan V, y a su hermano Manuel III, a quien Juan V
había nombrado emperador asociado. Así se
convirtió en Andrónico
III. El emperador Carlos IV logró que su hijo, el rey Venceslao IV
de Bohemia, fuera elegido rey de romanos. Además concertó
con el rey Luis I de Hungría y Polonia el futuro casamiento de Segismundo, su segundo hijo,
que tenía entonces ocho años, con María, la
heredera de Luis I, que tenía entonces seis. Ese año murió Eduardo de Woodstock, el príncipe
de Gales, víctima de la enfermedad que ya le aquejaba varios
años. Es recordado como el Príncipe
Negro, dicen que por el color de su armadura, pero no hay
evidencias de que realmente su armadura fuera negra, ni mucho menos de
que recibiera tal sobrenombre en vida. Al contrario, el nombre de
"príncipe negro" no está documentado hasta dos siglos
después de su muerte. Su hijo Ricardo,
de nueve años, se convirtió en el nuevo príncipe
de Gales, esto es, en el nuevo heredero del trono británico. Su
hermano Juan de Gante, el duque de Lancaster, se encargó desde
entonces de la política exterior inglesa. Geoffey Chaucer fue
elegido miembro del parlamento inglés. También murió Mariano IV, el gobernador de Arborea, en
Cerdeña, que se había sublevado contra el dominio
catalán. Su hijo Hugo IV
mantuvo la política de hostilidad hacia los catalanes. El Imperio Chichimeca se había fragmentado en varios
principados, cada vez más independientes del soberano
Techotlala. Entre estos principados destacaba el de los tepanecas, que
tenía por rey a Tezozómoc
y capital en Azcapotzalco. Tezozómoc sometió a los
aztecas y los puso bajo el gobierno del rey Acamapichtli, que adoptó
hábilmente una actitud amistosa hacia Techotlala y sumisa hacia
Tezozómoc, lo que le permitió engrandecer Tenochtitlan,
su ciudad. Además, los tepanecas y los aztecas fueron
conquistando conjuntamente las diversas ciudades-estado del valle de
México. El Papa Gregorio XI, viendo fracasados sus intentos de someter a
Florencia por la fuerza, decretó un interdicto contra la ciudad
(es decir, prohibió todos los servicios religiosos) y, en septiembre, aceptando las súplicas
de Catalina de Siena, dejó Aviñón y viajó
hasta Génova, donde le esperaba Catalina. Las súplicas de
la osada dominica vencieron finalmente la oposición de numerosos
cardenales y el Papa marchó a Roma acompañado de
Catalina. Allí llegó en enero
de 1377 y restituyó a la ciudad como sede pontificia. Los
Papas habían
residido en Aviñón durante sesenta y ocho años.
Debido a que, según la Biblia, los judíos estuvieron
exiliados en Babilonia durante setenta años, el periodo del
papado de Aviñón es denominado a veces el cautiverio babilónico del papado.
La ausencia del Papa había perjudicado gravemente a la ciudad de
Roma. Se cuenta que, cuando regresó, Gregorio XI la
encontró en ruinas y medio abandonada. El palacio papal de san
Juan de Letrán servía de refugio a algunos rebaños
de cabras, así que el Papa decidió trasladar la sede
pontificia al Vaticano, que contaba con mejores instalaciones, entre
ellas el antiguo mausoleo de Adriano, ahora conocido como Castel Sant'Angelo. El conde de Foix, Gastón III Febo, había alternado su
apoyo a Francia o a Inglaterra en la Guerra de los Cien Años en
función de su antigua contienda con los condes de Armagnac:
primeramente había sido leal al rey Felipe VI, pero Juan II se
puso de parte de Armagnac y entonces cambió de bando, y
continuó su guerra particular con la ayuda de las Grandes
Compañías. Ahora Carlos V logró ganarse el favor
del conde y lo nombró lugarteniente del Languedoc. Desde este
momento, su lealtad a Francia resultó inquebrantable. El rey Carlos V de Francia nombró obispo de Lisieux a Nicolás de Oresme,
que por esta época escribió su Livre du ciel et du monde, en el
que analiza la posibilidad de que la Tierra gire sobre sí misma,
en lugar de ser el Sol, los planetas y las estrellas los que giren a su
alrededor. Sin embargo, él mismo descarta esta posibilidad al
final de su obra. En Reims murió, con casi ochenta años, un
clérigo
llamado Guillaume de Machaut.
Había sido secretario del rey Juan el Ciego de Bohemia, luego
sirvió a Carlos el Malo de Navarra y finalmente a la casa real
francesa. Fue uno de los músicos más destacados de su
época. Sistematizó el uso de nuevas formas musicales
derivadas del canto gregoriano, como el canon y el motete. Entre sus obras destaca una
misa a cuatro voces conocida como Misa
de Notre Dame. También fue poeta, y su obra suma unos
ochenta mil versos. Muchos de sus poemas están compuestos para
ser cantados. No son muy originales, pero contribuyeron a fijar
diversas formas poéticas y musicales, como el rondó, la balada, el lai, el virelai y el canto real. Estos géneros
fueron cultivados, entre otros, por Eutache
Deschamps, que tenía ahora sobre los treinta años
y estaba al servicio de Carlos V. Entre sus obras destaca un elogio
fúnebre a Guillaume de Machaut. Por estas fechas, sin librar ninguna batalla destacada, Du Guesclin
había logrado reconquistado la mayor parte de Francia. Los
ingleses conservaban únicamente los alrededores de Calais y la
Guyena, poco más de lo que poseían antes de iniciarse la
guerra. Por otra parte, las pérdidas francesas se habían
compensado con creces con la anexión del Delfinado y el ducado
de Borgoña. Entonces murió el rey Eduardo III, y fue
sucedido por su nieto Ricardo II,
de diez años de edad, hijo del
difunto príncipe Eduardo. Durante su minoría de edad, fue
Juan de Gante quien gobernó Inglaterra. Éste
nombró conde de Buckingham
a su hermano Tomás de Woodstock
y duque de Derby a su hijo de
diez años Enrique de
Boningbroke. También murió el rey Federico III de Sicilia.
Había logrado reconquistar toda la isla, tras haber estado a
punto de perderla frente al rey Luis de Nápoles. Fue sucedido
por su hija María, de
diez años, hija de su primera esposa, Constanza y nieta del rey
Pedro IV de Aragón. Éste anexionó a la Corona de
Aragón los ducados de Atenas y Neopatria, que Federico III
había cedido a su hermana Leonor, la esposa del rey
aragonés. Leonor había fallecido dos años
atrás, y ahora Pedro IV se casaba con su amante, Sibila de Fortiá, lo que
enturbió sus relaciones con su primogénito, Juan. En Lituania murió el gran duque Olguerd. Se había casado con una princesa rusa, Uliana de Tver, que consiguió que consintiera en ser bautizado, con el nombre de Alejandro. Dejó siete hijos y fue sucedido por uno de ellos, Kestutis. El conde Amadeo VI de Saboya casó a su hijo Amadeo con Bona, hija del duque Juan de Berry,
hermano del rey Carlos V de Francia. El ban de Bosnia Tvrtko I se había apoderado de algunos
territorios servios y había socorrido a los croatas contra el
dominio húngaro. Ahora cambiaba su título por el de rey de Bosnia. Aliado con los
servios, se enfrentó a los turcos. En Valaquia murió el príncipe Ladislao I, que fue
sucedido por Radu. Tiempo atrás se había segregado de la Horda de Oro la
llamada Horda Blanca,
dominada por mongoles nómadas, los únicos capaces de
preocupar a Timur Lang. Por ello Timur ayudó a apoderarse de la
Horda Blanca al kan Tuqtamis. El teólogo ingés John Wycliffe fue citado por el Papa,
pero no tuvo que acudir a su presencia porque Gregorio XI murió
poco después, el 8 de abril de 1378.
Parece ser que, ante las dificultades que estaba encontrando en Italia,
el Papa tenía proyectado su regreso a Aviñón. La
mayoría de los cardenales permanecía en esta ciudad, y
tan sólo dieciséis estaban en Roma cuando murió el
sumo pontífice. Sólo éstos participaron en el
cónclave que eligió como nuevo Papa, con prisas y entre
los gritos amenazadores de los romanos, que exigían un Papa
italiano, al arzobispo de Bari, Bartolomeo
Prignano, que no era cardenal, y adoptó el nombre de Urbano VI. Al cabo de un tiempo
recibió por carta la obediencia de los cardenales de
Aviñón. El 20 de julio estalló una
revuelta social en Florencia, protagonizada por los ciompi, los obreros que no
pertenecían a ninguna corporación, lo que los
excluía de toda función pública y los dejaba
particularmente indefensos ante la opresión de sus amos. Se
adueñaron de la ciudad e impusieron algunas reformas, como la
creación de tres nuevas corporaciones, dos para los
pequeños artesanos que poseían una tienda y otra para los
obreros. El 31 de agosto se produjo
una nueva revuelta, pero fue aplastada por la aristocracia. El Papa Urbano VI adoptó actitudes
radicales muy poco oportunas para la delicada situación
política de Italia y del Papado, y desoyó los consejos de
prudencia que le daba Catalina de Siena. Finalmente, varios de los
cardenales italianos que lo habían elegido empezaron a dudar de
su salud mental y huyeron a Agnani. Desde allí lanzaron un
manifiesto a los príncipes de la cristiandad en el que
denunciaban las coacciones bajo las cuales había sido elegido el
nuevo Papa y declararon inválida esta elección. Entre los cardenales más prestigiosos que apoyaron este
manifiesto estaba el aragonés Pedro
Martínez de Luna. Su opinión fue decisiva y, poco
después, se celebró otro cónclave en Fondi, donde el 20 de septiembre fue elegido Papa el
cardenal Roberto de Ginebra, que adoptó el nombre de Clemente
VII y regresó a Aviñón. Se inició
así el llamado Gran cisma de
Occidente. No era, ni mucho menos, la primera vez que la Iglesia
Católica tenía dos Papas en los últimos siglos,
pero hasta entonces había sido fácil distinguir entre "el
Papa bueno" y "el malo". En la mayoría de los casos el "antipapa" había sido
elegido por el emperador alemán y apenas había contado
con unos pocos adeptos. Sin embargo, ahora la situación era
mucho más desconcertante: la mayoría de los cardenales
apoyaba a Clemente VII, pero Urbano VI había sido elegido
primero y se apresuró a formar su propio colegio cardenalicio.
En los años siguientes, los distintos reinos europeos fueron
tomando partido por uno u otro Papa y cambiando de opción
según conviniera en cada momento (el principio básico
era: el Papa de mi enemigo no puede ser el bueno). Así, como
cabía esperar, Francia apoyó a Clemente VII, lo que hizo
que Inglaterra se decantara por Urbano VI. El rey Pedro IV de
Aragón adoptó una política de neutralidad, pero su
tío Pedro, el conde de Prades, apoyó también a
Urbano VI. Pero en un primer momento todo
era desconcierto. Las cartas de Catalina de Siena a los cardenales
disidentes y las reprimendas a su Papa, Urbano VI, fueron
desoídas, y los católicos de a pie fueron
dividiéndose sin orientación alguna entre urbanitas y clementinos. En este río revuelto cobraron auge los movimientos
heréticos (según unos) o reformistas (según
otros), que estaban pasando gradualmente de ser meros movimientos
populares de protesta o rebeldía a contar con el apoyo de
teólogos reputados. Era el caso de John Wycliffe, que acababa de
escribir su tratado De ecclesia
y ahora, tras el cisma, se apresuró a publicar su De officio regis, en el que negaba
toda supremacía pontificia sobre el poder real, condenaba el uso
que daban los Papas a las indulgencias
(más o menos: paga e irás al cielo) y, finalmente,
concebía una Iglesia desligada del papado, sometida
únicamente a la autoridad de las Escrituras. Wycliffe fue
procesado por el arzobispo de Canterbury, pero el apoyo popular
impidió que se tomara medida alguna contra él. Su
doctrina puso en entredicho a la universidad de Oxford, de la que era
profesor, y ello fue uno de los factores que permitió a la
universidad de Cambridge ponerse a la par de su rival. Ese año murió el emperador Carlos IV y, de acuerdo con
lo dispuesto, fue sudedido por su hijo, el rey Venceslao IV de Bohemia.
Éste cedió entonces a su hermano Segismundo el
margraviato de
Brandeburgo. También murió Galeazzo II Visconti, el señor de
Milán, que fue sucedido por su hijo Gian Galeazzo I Visconti. Estaba
casado con Isabel, hermana del
rey Carlos V de Francia. El infante Juan, heredero del rey Pedro IV de Aragón,
enviudó de su primera esposa, Mata
de Armagnac, y en 1379
decidió casarse con Violante
de Bar, hija del duque Roberto
de Bar y de una hermana del rey Carlos V de Francia. El
matrimonio se celebró pese a la oposición de Pedro IV, y
Violante no tardó en enfrentarse abiertamente a su suegro y a la
esposa de éste, Sibila de Fortiá, ahondando las
diferencias ya existentes entre ambos y su marido. Los catalanes que
ocupaban los ducados de Atenas y Neopatria pidieron a Pedro IV que
declarara que estos territorios serían a perpetuidad parte de la
Corona de Aragón. En mayo murió el rey
Enrique II de Castilla, y fue sucedido por su hijo Juan I. También murieron el duque Otón V de Baviera-Landshut y
Felipa, la condesa del Ulster, prima del rey Ricardo II de Inglaterra.
Su hijo de cinco años, Roger
Mortimer, heredó el condado. Los burgueses de Gante y Brujas se rebelaron contra el conde Luis II
de Flandes bajo la dirección de Filips
van Artevelde, el hijo Jacob van Artevelde. Los duques de Austria decidieron repartirse sus posesiones. El
mayor, Alberto III, se quedó con Austria, mientras que Leopoldo
III se quedó con Estiria, Carintia, Carniola, el Tirol y
Alsacia. De este modo, la familia de los Habsburgo se dividió en
la línea albertina y
la línea leopoldina. El sultán otomano Murat I restableció en el trono
bizantino a Juan V, y su hijo Andrónico IV tuvo que conformarse
con la promesa de la sucesión y unos pocos territorios.
En gran príncipe de Moscú, Demetrio Donskói,
con la ayuda de Sergio Radonezhski, había logrado mover a los
rusos a la rebelión contra el yugo mongol. En 1380 se negó a pagar el tributo a
la Horda de Oro, y el kan Mamai
marchó a Rusia al frente de un ejército, dispuesto a
tomar represalias, pero los rusos lo derrotaron en Kulikovo. Poco después Mamai
fue derrotado también por Tuqtamis, el kan de la Horda Blanca,
que se adueñó de la Horda de Oro. Fray Vicente Ferrer, un
dominico valenciano de treinta años que estaba estudiando
teología y filosofía en Francia, escribió un libro
titulado De moderno Ecclesiae
schismate, en el que demostraba que el verdadero Papa era
Clemente VII y no Urbano VI, y se lo dedicó al rey Pedro IV de
Aragón, que seguía sin decantarse por uno u otro Papa. Ese año murió Margarita de Tarento, la Emperatriz
Latina de Oriente. Fue sucedida por su hijo Jacobo, que se encontraba
entonces en Morea, donde su madre lo había enviado para asegurar
su dominio sobre el principado, dominio que le era disputado por la
reina Juana de Nápoles. En Noruega murió el rey Haakon VI, que fue sucedido por su hijo de diez años, el rey Olaf II de Dinamarca, ahora también Olav IV de Noruega. Su madre, la reina Margarita, pasó a ser regente de ambos estados. También murió santa
Catalina de Siena. Su correspondencia y su libro De la doctrina divina figuran entre
los clásicos de la literatura italiana. En Damasco murió el astrónomo Shams al-Din Abú Abdallah al-Khalili,
que había publicado una serie de tablas, como su tabla para
calcular la hora a partir de la posición del Sol y de la latitud
del lugar o su tabla para determinar la dirección de la Meca a
partir de la longitud y la latitud. Para comprender la magnitud de su
trabajo hay que tener presente que estas tablas requieren sofisticados
cálculos que involucran trigonometría esférica,
así como que algunas de ellas tienen unas trece mil entradas.
Sus tablas sobre la dirección de la Meca tienen una
precisión superior a una décima de grado.
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