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En 1493 murió el emperador
Federico III y fue
sucedido, como emperador y como archiduque de Austria, por su hijo Maximiliano I. Al recibir su
herencia, anexionó definitivamente a Austria las marcas de
Estiria, Carniola, Carintia y el Tirol, que hasta entonces
habían estado en posesión de la familia como estados
independientes, mientras que a partir de ese momento formaron un
único
ducado.
El rey Carlos VIII de Francia seguía preparando su guerra en
Nápoles, y por ello firmó con Maximiliano I el tratado
de Senlis, por el que le
entregó el Artois y el Franco Condado, territorios que Francia
poseía como dote del matrimonio convenido entre Carlos VIII y la
hija de Maximiliano I, matrimonio que el rey francés
había
rechazado al casarse con Ana de Bretaña.
Nueve años atrás había quedado huérfano
un joven neerlandés de quince años llamado Geert Geertzs. Era hijo
ilegítimo de un clérigo. Sus tutores lo internaron en una
escuela y no tardaron en presionar para que se dedicara a la vida
religiosa, tal vez porque habían malversado la escasa herencia
de su pupilo. Cuatro años después, Geert ingresó
en el monasterio agustino de Steyn,
donde fue ordenado con veintitrés años. Pero al joven no
le gustaba nada la vida monacal. Decía estar rodeado de barbarie
e ignorancia. Más adelante llegaría a decir que los
monasterios en los que pasó su juventud eran peores que
lupanares. Para hacer más agradable su existencia se
enfrascó en las letras clásicas y, ahora, a sus
veinticuatro años, era un reputado latinista. Se hacía
llamar Desiderius Erasmus Roterodamus,
y ahora es más conocido como Erasmo
de Rotterdam. Al ser nombrado secretario del obispo de Cambrai
pudo abandonar el monasterio.
En enero de 1494 se
levantó una iglesia en La Isabela, la ciudad fundada por
Colón en La Española.
Ese año murieron:
-
Umar Sayj, el rey de Ferganá, que fue sucedido por su hijo
Zahir al-Din Báber.
-
El rey Fernando I de Nápoles, que
fue
sucedido por su hijo Alfonso II.
Esto decidió al rey Carlos
VIII de Francia a iniciar su campaña napolitana. El 13 de febrero partió de Amboise con un ejército de
veintiocho mil hombres, entre franceses y mercenarios. Lo
acompañaba su cuñado, el duque Luis de Orleans.
-
El escritor Matteo Maria Boiardo. Dejó inacabado su Orlando innamorato, del
que había compuesto tres libros y parte
de un cuarto.
-
El humanista y filósofo Picco della Mirandola, a la edad
de treinta y un años. El Papa Alejandro VI le había
levantado la excomunión. Su última obra fue De ente et uno, en la que contrasta
su filosofía neoplatónica con la de Ficino.
-
El pintor Domenico Ghirlandaio. Su taller pasó a manos de
su hermano David.
Fray Tomás de Torquemada, a causa de su avanzada edad (sesenta y
cuatro
años) quedó prácticamente sustituido por cuatro
adjuntos al frente de
la Santa Inquisición. Se calcula que durante su mandato fueron
condenadas a muerte unas tres mil personas. Había recibido unas
doscientas advertencias papales que le exigían moderación
y clemencia,
pero él nunca hizo ningún caso, apoyándose en la
fe que en él tenían
los reyes de Castilla y Aragón.
El 5 de mayo Cristóbal
Colón descubrió una isla cuyos habitantes, arawaks,
llamaban Jamaica (tierra de
bosques y aguas), pero que él prefirió llamar Santiago. Las islas de Cuba, La
Española, San Juan Bautista y Jamaica constituyen las llamadas Antillas Mayores, mientras que las
demás islas del archipiélago son las Antillas Menores.
Mientras
tanto, Castilla y Portugal habían seguido negociando a partir de
las bulas del Papa Alejandro VI, y finalmente llegaron a un acuerdo que
modificaba ligeramente la decisión papal: Portugal aceptaba la
línea de demarcación a cambio de que ésta fuera
trasladada algo más hacia el oeste. Así, el 7 de junio, los reyes Juan II de Portugal
y Fernando II de Aragón firmaron el tratado de Tordesillas, que fijaba la
línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas
Cabo Verde. ¿Por qué insistió Portugal en
trasladar la línea hacia el oeste? La razón oficial fue
que los marineros portugueses habían aprendido que, para llegar
al sur de África, era más práctico no seguir la
costa, sino navegar primero hacia el oeste y luego hacia el este,
describiendo un arco que suponía cubrir una distancia mayor,
pero que se recorría en menos tiempo gracias a que los vientos
eran más favorables. Con la línea de demarcación
primitiva, Portugal estaría invadiendo constantemente territorio
asignado a Castilla, y no estaba dispuesto a aceptarlo. Los castellanos
no tuvieron inconveniente en aceptar estos argumentos porque estaban
convencidos de que las Antillas eran el extremo más occidental
de Asia, con lo que sólo estaban "regalando" a Portugal una
trozo de mar en el que, a lo sumo, podría haber alguna isla
insignificante que otra. Sin embargo, el mapa muestra que, con el
cambio, Portugal ganó el derecho a una porción
considerable de tierra. ¿Lo sabían los portugueses?
Teóricamente no, pero es posible que sus navegantes, en sus
travesías, hubieran visto aves volando hacia el oeste, u otros
signos de la proximidad de tierra. Ni siquiera puede descartarse la
posibilidad de que hubieran tocado o, al menos, divisado tierra
recientemente y que lo hubieran mantenido en secreto.
Respecto al hecho de que la línea de demarcación no
dividía realmente el mundo en dos mitades, ambas partes
prefirieron guardar silencio. La línea resolvía el
problema a medio plazo: Castilla no podía navegar hacia Oriente
y Portugal no podía navegar hacia Occidente. Si todo iba bien,
tarde o temprano volverían a chocar en las antípodas,
pero ya volverían a reunirse cuando eso sucediera y
negociarían en función de dónde sucediera.
Así se abría una carrera para tomar posiciones.
El humanista Aldo Manuzio, deseoso de ver publicado un mayor
número de libros, había decidido estudiar
tipografía él mismo y fundar su propia imprenta en
Venecia, que ahora editaba su primer libro: la gramática griega
de Láscaris. Tras ella empezó a preparar la
edición de las obras completas de Aristóteles.
Un franciscano llamado Luca Pacioli,
también conocido como Luca di
Borgo, publicó la Suma
de Aritmética, geometría, proporciones y proporcionalidad,
en la que resume los conocimientos matemáticos de su tiempo.
Pacioli tenía casi cuarenta años, y había
enseñado matemáticas en Perugia, Nápoles,
Milán, Pisa, Bolonia, Venecia y Roma. Su obra influyó en
una escuela de algebristas alemanes, que eran conocidos como cosistas, porque, siguiendo a
Pacioli, llamaban "cosa" a la incógnita. El tratado de Pacioli
incluye también la primera exposición sistemática
sobre el método contable de la partida
doble, en la que describe cómo deben llevarse los libros
contables: Inventario, Memoriale,
Giornale y Quaderno,
que corresponden aproximadamente a los actuales Inventarios y Balances,
Borrador, Diario y Mayor.
Alberto Durero había regresado a Nuremberg después de un
largo viaje por Alemania. Había trabado amistad con numerosos
artistas, y en su mente bullían muchas ideas. Entre ellas estaba
la convicción de que el arte
nuevo debía basarse en las ciencias, en especial en las
matemáticas. El 7 de julio
se casó con Agnes Frey,
cuyo hermano, Hans Frey, se
había hecho rico fabricando joyas, instrumentos musicales y
aparatos mecánicos. Gracias a su matrimonio pudo montar su
propio estudio en Nuremberg, pero antes de que acabara el año
emprendió el viaje a Italia que siempre había deseado
hacer. Ya en Augsburgo encontró las primeras influencias del
arte italiano, pero su primer contacto con Italia fue en Trento. Después pasó a
Verona y de alli a Venecia, que era su destino. Allí
quedó maravillado especialmente por las pinturas de Giovanni
Bellini.
El emperador Maximiliano I se casó con Blanca Sforza, hermana del duque de
Milán Juan Galeazzo Sforza.
A principios de septiembre el
ejército del rey Carlos VIII de Francia había atravesado
los Alpes y se dirigió a Pisa, donde el rey fue recibido como un
libertador. En efecto, Pisa estaba bajo la tutela de Florencia desde
principios de siglo y ahora, gracias a Carlos VIII, podía
recuperar su independencia. En Florencia, el dominico Girolamo
Savonarola había ganado gran influencia sobre la nobleza, y la
irrupción de Carlos VIII fue el empujón definitivo que
necesitaba para imponer su dominio. Había profetizado la llegada
a Italia de un nuevo Ciro y ya había llegado. Carlos VIII
entró espectacularmente en Florencia y 9 de noviembre Pedro de Médicis fue
expulsado de la ciudad. Savonarola se convirtió en el nuevo y
férreo gobernante y Pedro murió pocos meses
después, intentando en vano recuperar su poder.
En octubre, Carlos VIII
firmó un tratado con Ludovico Sforza. El rey Fernando I de
Nápoles protegía a su sobrino, el duque de Milán
Juan Galeazzo Sforza, que tenía ya veinticinco años, pero
pocos días después de que su tío obtuviera el
respaldo francés, el 21 de octubre,
murió envenenado y el 22 de diciembre
Ludovico
Sforza fue reconocido como duque de Milán.
El Papa Alejandro VI abrió a Carlos VIII las puertas de Roma,
mientras las tropas napolitanas retrocedían sin ofrecer
resistencia. En 1495 la nobleza
napolitana obligó al rey Alfonso II a abdicar en su hijo Fernando II, que se casó con
su tía Juana. En febrero, Fernando II fue derrotado en San Germano y huyó a Sicilia.
Carlos VIII se apoderó del reino en menos de una semana. El rey
Fernando II de Aragón se dispuso a intervenir en
defensa del nieto de su primo, pero si quería respetar el
tratado de Barcelona firmado con Carlos VIII tenía que aliarse
con el Papa. Alejandro VI no tuvo inconveniente en cambiar de bando. Al
contrario, la rápida victoria de Carlos VIII le tenía
bastante preocupado.
El 20 de febrero, la reina Isabel
I de Castilla hizo que su confesor, Francisco Jiménez
de Cisneros, fuera nombrado arzobispo de Toledo. La petición a
Roma se hizo con gran secreto, y cuando Cisneros se enteró
huyó de la corte y se tuvo que enviar a unos hombres a caballo
para que lo alcanzaran y le entregaran el nombramiento.
En marzo,
Alejandro VI reunió la Santa
Liga,
que integraba, además de a Fernando II de Aragón, al
emperador Maximiliano I, al duque de Milán Ludovico Sforza y a
la república de Venecia. Ludovico cambió también
de bando porque el duque Luis de Orleans reclamaba el milanesado porque
su abuela paterna era Valentina
Visconti, hija del duque Juan Galeazzo Visconti.
Fernando II de Aragón envió un ejército
dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, que
desembarcó en Messina, pasó a Calabria y fue derrotado en
Seminara. De allí
pasó a Reggio, desde donde hostigó continuamente al
ejército francés y le hizo perder gran parte de Calabria.
La guerra reunió soldados de diversas nacionalidades, entre
los que se extendió la sífilis. Cada cual acusó a
su enemigo favorito, y así, según el país, la
enfermedad fue conocida como mal
español, mal francés, mal alemán, mal napolitano,
etc. En honor a la verdad, el nombre acertado es el de mal
español.
La colonia fundada por Cristóbal Colón al otro lado
del océano andaba de mal en peor. Habían surgido
disensiones entre los colonos que estaban al borde de la guerra
abierta. Los reyes habían recibido quejas de la incapacidad del
virrey para mantener el orden y habían enviado un juez pesquisidor para que les
informase. Al saberlo, Colón decidió informar
personalmente a los soberanos y llegó a Cádiz en junio.
El 5 de julio el Papa Alejandro
VI nombró al arzobispo de
Toledo, Francisco Jiménez de Cisneros, reformador de los
monasterios de su diócesis.
El rey Carlos VIII de Francia no quiso dejarse acorralar en
Nápoles, y
llevó el grueso de su ejército hacia el norte, pero
éste estaba
muy diezmado por la sífilis y los coaligados lo atacaron a la
salida de los Apeninos el 6 de julio.
El rey huyó hacia adelante y se las arregló para
atravesar
el territorio enemigo rumbo a Francia. No obstante, sus soldados
conservaron el control de numerosas plazas. El rey Fernando II de
Nápoles entró en la capital con el ejército de
Gonzalo Fernández de Córdoba que, poco a poco, fue
rindiendo los destacamentos de Carlos VIII. Poco después,
Fernando II decretó la
expulsión de los judíos de su reino. Allí
habían ido a parar muchos de los expulsados de la Corona de
Aragón tres años atrás, y ahora tuvieron que tomar
de nuevo el camino del exilio.
Girolamo Savonarola había instaurado un régimen de
terror en Florencia. Había reformado la constitución, la
administración de justicia, el fisco, los vestidos, había
suprimido los juegos y las fiestas profanas, hacía quemar lo que
llamaba vanidades, que eran
cuadros, libros, objetos artísticos y otras frivolidades. Las
iglesias estaban siempre llenas, los florentinos lloraban cuando
Savoranola les recordaba sus pecados y les describía el
infierno, que él veía nítidamente. Se
multiplicaron
las torturas y las penas de muerte. Usaba niños para espiar a
sus familias, profetizaba catástrofes y denunciaba la
corrupción de la Iglesia. El Papa Alejandro VI lo llamó a
Roma para pedirle explicaciones, y le prohibió predicar, pero
Savonarola se negó a acudir y continuó con sus violentas
predicaciones. Sandro Botticelli, consagrado últimamente a temas
religiosos, terminó La
calumnia, de tema pagano y alegórico, pero moralizante, a
tono con la beatitud de la época: la Verdad, desnuda, se
enfrenta a la malvada Calumnia, guiada por la Envidia y
acompañada de la Sospecha y la Ignorancia.
Ese año murieron:
-
Yim, el hermano del sultán Bayaceto II. Alejandro VI
había renegociado el pacto que su antecesor había
establecido con el sultán: los cuarenta mil ducados anuales que
venía cobrando por retenerlo podían sustituirse por un
único pago de trescientos mil si Yim moría envenenado, y
Yim murió envenenado.
-
El rey Juan II de Portugal. Tenía entonces cuarenta
años, y su hijo Alfonso había muerto tres años
atrás,
así que fue sucedido por su primo Manuel I, de veintiséis, hijo
del duque Fernando de Viseu, al que Juan II había hecho
ejecutar. Con la esperanza de heredar Castilla, se casó con
Isabel, la hija de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de
Castilla y viuda del infante Alfonso.
-
El conde Francisco I de la Marche y
Vendôme, que fue sucedido por su hijo Carlos.
-
Segismundo, el margrave de
Bayreuth-Culmbach, hermano del príncipe elector de Brandeburgo
Juan I Cicerón. Fue sucedido por su otro hermano, el margrave
Federico de Ansbach.
-
El príncipe de Valaquia Vlad Calugarul, que fue sucedido
por Radu el Grande.
En noviembre, después de
haber recabado fondos vendiendo esclavos guanches y asociándose
con unos banqueros genoveses, Alonso Fernández de Lugo
volvió a Tenerife.
El 26 de diciembre, el Papa
Alejandro VI encargó a Francisco Jiménez de Cisneros la
reforma de los conventos franciscanos.
Erasmo de Rotterdam publicó sus diálogos Antibarbari, en los que
defendía que la cultura latina no era incompatible con la
devoción. El obispo de Cambrai había percibido el talento
de su descontento secretario, por lo que consiguió de Roma una
dispensa para que se le permitiera marchar a París a
perfeccionar sus estudios. Allí entró en contacto con
varios humanistas franceses y acentuó su aversión por lo
que él llamaba las áridas
y estériles sutilezas del escolasticismo.
Después de haber pasado un tiempo en Venecia el año
anterior, Miguel Ángel se había trasladado a Bolonia.
Allí colaboró en el ornato del arca de Santo Domingo, para la que
esculpió un ángel
candelabro, un san Petronio,
que recuerda al estilo de Donatello, y un vigoroso san Próculo. Luego
regresó a Florencia, donde esculpió un san Juan.
Alberto Durero regresó a Nuremberg tras su estancia en
Italia. Allí no sólo había estudiado arte, sino
que
volvió dispuesto a enfrentarse a las matemáticas de
Pacioli y
Euclides, así como a los tratados de arquitectura de Alberti.
El gran príncipe Iván III de Moscú trató
de invadir Suecia, pero el regente Sten Gustaffson logró
rechazarlo.
El emperador Maximiliano I convocó la dieta de Worms en la que
trató de reformar el Sacro Imperio Romano. Proclamó la Paz perpetua en toda Alemania, y
creó un tribunal que supuestamente debía regular las
querellas internas para impedir las guerras. El tribunal constaba de
dieciséis miembros y era independiente del emperador.
También implantó un impuesto general para formar un
ejército imperial.
El hijo de Maximiliano I había cumplido diecisiete
años, y era conocido como Felipe
el Hermoso. Maximiliano I le cedió el gobierno de los
Países Bajos, que había heredado de su madre,
María de Borgoña. En 1496
lo casó con Juana, hija de los
reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, que ese
año recibieron del Papa Alejandro VI el título de Reyes Católicos, y es con
este sobrenombre con el que
son más conocidos en la historia. El rey Manuel I de Portugal
quiso competir en catolicismo con sus vecinos y expulsó de su
reino a todos los judíos y musulmanes, cuyo número
había aumentado sensiblemente tras su expulsion de Castilla y
Aragón (en el caso de los judíos) y de la conquista de
Granada (en el caso de los musulmanes, que no fueron oficialmente
expulsados de sus tierras, pero sí estaban siendo "motivados"
para abandonarlas).
Bartolomé Colón fundó en La Española la
ciudad de Santo Domingo de
Guzmán, que era el santo de su padre, Domenico Colombo.
Giovanni Caboto convenció finalmente al rey Enrique VII de
Inglaterra para que financiara una expedición naval hacia
Occidente. Caboto sería gobernador de las tierras que encontrase
(bajo la soberanía inglesa) y disfrutaría de todos los
beneficios comerciales que obtuviera, siempre que pagara la quinta
parte a la Corona. Sin embargo, su barco no era un "último
modelo" y pronto tuvo que regresar a puerto
sin
haber
encontrado nada.
En abril, el príncipe
elector Fererico III de Sajonia visitó Nuremberg, y allí
fue retratado por Alberto Durero. Federico III trató de
convencer al pintor de que se trasladara a su corte, pero Durero
rehusó la invitación y permaneció en su ciudad
natal.
El 25 de junio el mencey Bencomo
capituló ante Alonso Fernández de Lugo, con lo que la
isla de Tenerife cayó bajo el dominio de Castilla, que
completó así la conquista de las islas Canarias.
El rey Fernando II de Nápoles, con la ayuda de Gonzalo
Fernández de Córdoba, dominaba ya todo su reino, salvo
Gaeta y el castillo de Cosenza, que seguían en manos de los
franceses. Pero Fernando II murió el 7
de octubre, y fue sucedido por su tío Federico I, con la oposición
de Fernando el Católico, que se consideraba con mayores
derechos. Federico I expulsó definitivamente a los franceses y
nombró a Gonzalo duque de Santangelo.
Ese año murió el conde Carlos de Angulema, que fue
sucedido por su hijo Francisco,
que tenía entonces dos años de edad. También
murió el duque Carlos II de Saboya, a la edad de siete
años, y su tío abuelo Felipe se convirtió en el
nuevo duque.
Tras una breve estancia en los Países Bajos, Erasmo de
Rotterdam regresó a París, donde trató de llevar
una vida independiente viviendo de sus lecciones a jóvenes
ricos, para los que empezó a redactar unos manuales de
conversación latina.
El obispo de la ciudad polaca de Ermeland,
llamado Ukasz Watzenrode,
tenía un sobrino de veintitrés años que acababa de
terminar sus estudios en la universidad de Cracovia. Watzenrode
pretendía introducir a su sobrino en la carrera
eclesiástica, y tenía ciertamente los medios para
conseguirlo, pero le sugirió que, para facilitar las cosas,
marchara a Bolonia a especializarse en derecho canónico. El
joven se llamaba Niklas Koppernigk,
pero en la universidad había empezado a usar la forma latina de
su nombre: Nicolaus Copernicus,
y por ello es más conocido como Nicolás
Copérnico.
Era hijo de un comerciante acomodado y durante su estancia en Cracovia
su interés principal había sido la astronomía. En
Bolonia conoció al matemático Domenico
Maria Novara, que lo animó a compaginar la
astronomía con sus estudios de leyes.
Las últimas obras del Perugino, tras La entrega de las llaves, que
había pintado en la capilla Sixtina, eran más bien
repetitivas, pero el maestro recibió un notorio estímulo
cuando entró en su taller un prometedor discípulo de
trece años llamado Rafaello
Sanzio, aunque es más conocido como Rafael.
Miguel Ángel se había trasladado a Roma. Al parecer,
un comerciante había enterrado a sus espaldas una escultura suya
en mármol, el Cupido dormido,
para después "descubrirla" y venderla como pieza antigua. La
compró un cardenal que descubrió el fraude, pero se
interesó por el escultor y lo llamó a Roma. Allí
el banquero y coleccionista Galli
le encargó una estatua en mármol, el Baco ebrio, que terminó en 1497. El dios levanta la copa con la mano
derecha mientras adopta una original postura basculante que revela su
embriaguez.
Por esta época Leonardo da Vinci terminaba su famoso fresco
sobre La última cena,
bastante mal conservado hoy en día, en parte por un experimento
que hizo sobre él con huevo para mejorar su conservación.
En los últimos años, Leonardo se dedicó a
diseñar varios modelos de máquinas voladoras, con las que
un hombre podía mover unas alas con sus pies mediante un
complicado sistema de correas y poleas. A lo largo de su vida, Leonardo
diseñó máquinas de todo tipo: bombas,
grúas, máquinas hiladoras, carros cubiertos, catapultas,
etc. No cabe duda de que cualquiera de ellas hubiera sido muy
útil si hubiera funcionado.
Andrea Mantegna, tras un viaje a Roma, había regresado a
Mantua, donde Isabel de Este Gonzaga
le encargó diversas obras para decorar su studiolo. Entre ellas destaca El Parnaso, en el que un coro de
musas danzantes recuerda vagamente a Botticelli.
En los últimos tres años, Aldo Manuzio había
publicado más de cuarenta libros, entre ellos cinco
volúmenes con las obras completas de Aristóteles,
así como obras de Teócrito, Hesíodo y
Aristófanes. Manuzio era un impresor muy diferente a los que le
habían precedido en su oficio. Hasta entonces, los impresores
eran meros artesanos que imprimían cualquier manuscrito que
caía en sus manos y que consideraban que podía ser
rentable, o bien trabajaban por encargo. Sin embargo, Manuzio era un
humanista que elegía escrupulosamente los textos y los revisaba
meticulosamente, haciéndose responsable de la calidad de la
edición. Puede considerarse el primer editor en el sentido
moderno.
El duque de Medinaceli conquistó Melilla, en el norte de
África, aunque en realidad no había mucho que conquistar,
porque la ciudad se la habían estado disputando desde
hacía más de un siglo los reinos de Marruecos y
Tremecén, y ya no era más que unas desoladas ruinas.
Los Reyes Católicos tenían cinco hijos: Isabel, la
mayor, tenía veinte años y llevaba dos casada con el rey
Manuel I de Portugal; el segundo era Juan, de diecinueve, que por ser
varón era el príncipe de Asturias y Gerona, heredero de
los reinos de Castilla y Aragón; Juana, de dieciocho, se
había casado el año anterior con Felipe el Hermoso, el
conde de Borgoña, hijo del emperador Maximiliano I; las menores
eran María, de quince,
y Catalina, de doce.
Maximiliano I quiso redondear su política matrimonial casando
con Juan a su hija Margarita, la que había estado prometida con
el entonces Delfín y
ahora rey Carlos VIII de Francia. La boda se celebró en abril en Burgos, pero casar a su hija no
iba a
ser tarea fácil para el Austria: Juan, de constitución
débil, murió poco después. El disgusto que se
debió de llevar Maximiliano I lo debió de compensar con
creces la alegría de Manuel I de Portugal, ya que ahora su
esposa
Isabel se convertía en la nueva heredera de los reinos de
Castilla y Aragón, al menos mientras
sus padres no le dieran un hermano varón.
El 2 de mayo Giovanni Caboto
zarpó de Bristol y tomó rumbo a Occidente por segunda
vez. Contaba con un único barco y una tripulación de
dieciocho hombres. (El rey Enrique VII era bastante más
tacaño que los Reyes Católicos.)
Aunque los franceses habían sido expulsados del reino de
Nápoles, todavía conservaban posiciones más al
norte, en los Estados Pontificios. Gonzalo Fernández de
Córdoba terminó de expulsarlos de Italia al tomar el
puerto de Ostia, y de allí entró en Roma antes de
regresar a Castilla. En la campaña había contado con la
ayuda del ejército pontificio, capitaneado por el duque de
Gandía Juan Borgia, el hijo del Papa. Poco después, en junio, Juan fue a cenar a casa de su
madre, y al regresar al Vaticano despidió a sus
compañeros para ir al encuentro de una persona enmascarada que
lo esperaba cerca del río. No se sabe quién era ni
qué pasó luego, pero el cadáver de Juan fue sacado
del Tíber degollado y con graves heridas por todo el cuerpo. Su
bolsa, con treinta ducados, se halló intacta, luego no fue
víctima de un ladrón. El Papa estuvo tres días
llorando y sin comer. Hizo llegar este comunicado al colegio de
cardenales:
Han matado al duque de
Gandía, nuestro dolor es explicable,
porque lo queríamos tiernamente. Ya no apreciamos en nada el ser
Papa, ni cualquiera otra cosa. Si tuviéramos siete tiaras, las
daríamos para volverle a la vida. Puede que el Señor haya
querido castigarme por mis pecados, pues ciertamente él no
merecía una muerte tan cruel.
No cabe duda que Alejandro VI sentía un gran aprecio por su
hijo, y ello hizo sospechar que el asesinato había sido planeado
por su hermano César, movido por los celos. Por otra parte, los
aspavientos del pontífice sólo duraron unos días,
y luego volvió a ser el mismo de siempre. Juan Borgia
dejó un hijo de dos años, conocido como Juan de Borja, que heredó el
ducado de Gandía, donde creció. Desde ese momento, la
rama valenciana de los duques de Gandía se instaló en el
reino de Valencia y se desentendió completamente de los asuntos
de Italia.
No tardó en producirse otro escándalo: Giovanni
Sforza, el marido de Lucrecia Borgia, abandonó Roma
en secreto atemorizado por que, según él, era amante de
su esposa, su cuñado el cardenal César Borgia. El Papa
anuló el
matrimonio alegando que Giovanni era impotente.
Ese mismo año, César Borgia sobrevivió a la
sífilis, y lo hizo con tanta facilidad que su médico, Gaspare Torelle, le dedicó su
tratado sobre el que él llamaba morbo gálico.
Afirmó que César podía ser considerado como
bienhechor de la humanidad, pues su caso había arrojado mucha
luz sobre el tratamiento de la nueva enfermedad.
Alejandro VI había tratado de someter a Girolamo Savoranola,
al que llamaba jocosamente el parabolano,
el que habla por parábolas. Le propuso nombrarlo cardenal
(gratis, cuando lo normal era pagar una sustanciosa suma), pero
Savonarola lo rechazó en un sermón en el que decía
que la única forma en que Alejandro VI podría acallarlo
sería convirtiéndolo en mártir: No quiero un capelo rojo, quiero sangre
roja. Entonces el Papa lo excomulgó, y éste
replicó publicando un libro de teología titulado El triunfo de la cruz.
Continuó celebrando misa y predicando:
Dios gobierna al mundo
por medio de agentes que pueden equivocarse.
Para conocer si los ministros de Dios se equivocan, observemos
cómo viven. Si no practican la caridad y las buenas obras, no
estamos obligados a obedecerlos.
Ese año murió el duque Felipe I de Saboya, y fue
sucedido por su hijo Filiberto II el
Hermoso, de diecisiete años.
La autoridad del gran príncipe Iván III de
Moscú era cada vez más sólida. Muchos
príncipes de estados fronterizos habían abandonado al
gran duque de Lituania para someterse a él. Había
adoptado el título de autócrata,
junto a un complejo ceremonial cortesano. Impuso a los boyardos la
obligación de servir de por vida a un mismo príncipe e
hizo redactar un nuevo código legal, el Sudiébnik.
El rey Juan I de Polonia dirigió una campaña contra
los otomanos, pero fue derrotado en Moldavia.
El rey Juan I de Dinamarca, Noruega y Suecia logró que Sten
Gustafsson dejara el gobierno de Suecia y marchara exiliado a
Finlandia.
Mamadú Turé, el monarca del imperio Songhai,
regresó de una larga peregrinación a la Meca con la que
se aseguró el apoyo de los musulmanes. A su paso por Egipto
había logrado que el sultán le otorgara un título
que tenía vacante, un título glorioso en su día,
pero que, como puede observarse, estaba muy devaluado: ahora era nada
menos que el Califa Mamadú Turé.
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