ANTERIOR |
JAIME II EL JUSTO |
SIGUIENTE |
---|
En 1291 murió el emperador
Rodolfo I de Habsburgo. Había tenido trece hijos, aunque algunos
habían muerto ya. Poco antes de morir había intentado que
los príncipes electores reconocieran a su primogénito,
Alberto, como rey de romanos, pero no lo logró. Sin duda Rodolfo
I había logrado que los Habsburgo pasaran de ser una familia
relativamente modesta entre la nobleza alemana a estar entre las
más poderosas; pero no fue capaz de reconstruir la autoridad
imperial. La nobleza le había dado su apoyo mientras Otakar II
de Bohemia fue una amenaza, pero después las cosas
cambiaron. Más concretamente, se invirtieron: ahora la nobleza
alemana recelaba de las ambiciones de los Habsburgo y el hijo de Otakar
II, el rey Venceslao II de Bohemia y duque de Polonia, logró
decantar la elección hacia Adolfo
de Nassau. Alberto de Habsburgo no acató la
decisión, pero en un primer momento no pudo hacer gran cosa
contra su rival porque se produjo una revuelta en sus dominios en favor
del nuevo emperador. Esto sucedió en sus posesiones
occidentales, en los territorios que antaño habían
pertenecido al reino de Borgoña. Estaban divididos en unos
"condados-sin-conde" llamados cantones,
y ése era uno de los problemas principales: desde mediados de
siglo, los Habsburgo habían decidido que los condes locales no
les eran suficientemente leales y los habían sustituido
por bailíos o
jueces. Los nativos consideraban humillante esta ruptura de la cadena
feudal que los llevaba a estar gobernados por funcionarios
foráneos cuya máxima preocupación era asentar su
autoridad castigando severamente cualquier insubordinación, lo
que provocaba más descontento, más insubordinaciones y
más injusticias. Mientras el Imperio estuvo en manos de los
Hohenstaufen, los nativos tenían el recurso de apelar al
emperador y enfrentarlo a los Habsburgo, pero con un emperador de la
casa de Habsburgo esta vía se cerraba. El 1 de agosto, tres de los cantones, Schwyz, Uri y Unterwalden, se unieron en un pacto
perpetuo para defender sus libertades. Se formó así la Confederación Helvética,
nombre derivado de la tribu celta que habitó la región en
tiempos de los romanos: los helvecios. Con el tiempo el territorio
pasó a ser conocido por el nombre del primero de los tres
cantones: Schweiz o Suiza. Alrededor de estos acontecimientos no tardó en forjarse una
leyenda: El símbolo de la opresión caprichosa de los
bailíos habsburgueses quedó plasmada en la historia del
bailío Gessler, que
ordenó a los suizos que saludaran a su sombrero, colgado en un
palo. El ballestero Guillermo Tell
se negó a pasar por tal humillación y, como castigo, fue
obligado a disparar contra una manzana puesta sobre la cabeza de su
hijo. Lo logró, pero fue acusado de tener preparada una segunda
flecha que hubiera disparado contra el bailío en caso de que su
hijo hubiera muerto. Fue encarcelado, logró escapar y luego
mató a Gessler. La historia no es original. El episodo del arco
y la manzana ya aparece en la Gesta Danorum de Saxo
Gramático, escrita casi un siglo atrás, y ya entonces
era viejo. La nobleza escocesa llevaba ya un año envuelta en disputas
sucesorias. Como ningún pretendiente al trono obtenía un
apoyo suficiente, los escoceses recurrieron nuevamente al arbitraje del
rey Eduardo I de Inglaterra, que, ya en 1292,
escogió a Juan de Baliol
(tataranieto por parte de abuela del rey David I). El motivo de la
elección fue claro: era el más débil de todos los
candidatos. La intención de Eduardo I era gobernar Escocia a
través de un rey títere que necesitara de su apoyo para
mantenerse en el trono. Uno de los apoyos con los que había contado el rey Sancho IV
de León y Castilla en su enfrentamiento contra su padre, Alfonso
X, había sido el rey Muhammad II de Granada, y la alianza se
mantuvo cuando los benimerines irrumpieron en la península, pues
constituían una amenaza tanto para los cristianos como para los
nazaríes. Las derrotas que sufrieron los africanos habían
permitido a Muhammad II deshacerse de sus rivales, los Escayuela, que
se habían retirado a Marruecos. Ahora, Sancho IV le ayudó
incluso a tomar Tarifa a los
benimerines, plaza estratégicamente situada en el estrecho de
Gibraltar, de gran importancia para prevenir una eventual
invasión desde Marruecos. Tanto era así, que al final
Sancho IV decidió que era mejor mantenerla en sus manos, y
aquí se rompieron las relaciones cordiales entre ambos reyes. En
la toma de Tarifa, Sancho IV recibió la ayuda del rey Jaime II
de Aragón, en cumplimiento del acuerdo firmado el año
anterior. También participó el infante Juan, el hermano
de Sancho IV, excarcelado también el año anterior. En abril murió el Papa
Nicolás IV, y pasó el año sin que los cardenales
llegaran a un acuerdo sobre la sucesión. Al parecer había
varias tendencias opuestas: la de los cardenales influidos por el rey
Carlos II de Nápoles, que intentaban elegir un nuevo
títere de los angevinos, la de los cardenales que propugnaban un
Papa fuerte que marcara su propia política, y la de los que
propugnaban un Papa "angélico", dedicado exclusivamente a la
religión y que se abstuviera de intervenir en política. Roger Bacon salió finalmente de la cárcel y se puso a
escribir un Compendium Studii
Theologiae, pero murió sin terminarlo. Una invasión mongola hizo que el rey Jorge I de Bulgaria
abandonara el país y se refugiara en Constantinopla, donde fue
encarcelado. Fue sucedido por su hijo Teodoro
Svetoslav, quien restableció la unidad de su país
y lo libró del dominio mongol. En el extremo Oriente, Marco Polo seguía siendo uno de los
hombres de confianza de Qubilay Kan, que mantenía su
política de confiar a extranjeros los cargos de responsabilidad.
Una muestra de la separación que había entre la clase
dominante y el pueblo chino la da el hecho de que Marco Polo
había aprendido el persa y el mongol, las lenguas de la
administración, pero nunca llegó a hablar o leer el
chino. Tras más de veinte años lejos de su patria,
tanto él como sus dos tíos expresaron a Qubilay su deseo
de regresar a Venecia, y el Gran Kan se lo concedió con
renuencia, no sin antes encomendar a Marco una última
misión: en su viaje, los Polo debían acompañar y
custodiar a una princesa de la familia de Qubilay hasta Persia, con
cuyo kan iba a contraer matrimonio. En Java murió el rey Kertanagara, que fue sucedido por su
yerno Raden Vijaya. Con
él se inicia la edad de oro javanesa. Trasladó la capital
a Mahapahit, dominó un
extenso
territorio y la talasocracia Srivijaya de Sumatra acabó
desmembrándose ante la presión conjunta javanesa y
siamesa. En 1293 se inició la gran
guerra de Carelia, que
enfrentó a Suecia y el principado de Nóvgorod. Ramon Llull seguía
encarcelado en Túnez, donde empezó a escribir la Taula general (Tabla general) en la
que plasma su sistema filosófico organizado deductivamente a
partir de unos pocos principios y expuesto con la ayuda de un original
sistema de figuras, colores, letras, casillas, círculos
concéntricos, etc. Esta obra fue acabada en Nápoles, ya
en 1294, pues en el ínterin
fue liberado y, ante la hostilidad del populacho, salió del
país en una galera genovesa. La autoridad del rey Eduardo I de Inglaterra provocó una revuelta de algunos de sus barones, que a su vez generó una revuelta en Gales, la cual no llegó a amenazar seriamente el dominio inglés. El rey no tardó en dominar la situación. El rey Carlos II de Nápoles casó a su hijo Felipe con Catalina,
la hija de Nicéforo, el déspota de Épiro. Como
dote recibió la mayor parte de la costa de Épiro y las
islas, que se convirtió en el despotado
de Rumanía. Nicéforo murió ese mismo
año y fue sucedido por su hijo Tomás.
El 5 de julio los cardenales
eligieron finalmente un nuevo Papa, tras veintisiete meses de
deliberaciones. El designado fue Pietro
Angeleri, que adoptó el nombre de Celestino V. En teoría
había ganado la corriente que quería un Papa
apolítico, pues Celestino V era un eremita ingenuo y
tímido, casi analfabeto, de setenta y ocho años, que
había fundado
unos cuarenta años antes la orden de los Eremitas de san Damián (que
después serían conocidos como celestinos), pero en la
práctica esto suponía la victoria de los partidarios de
Carlos II, pues el apocado Celestino V fue una
marioneta en sus manos. El rey Sancho IV de León y Castilla se enemistó de
nuevo con su hermano
Juan, el cual se unió a los benimerines para atacar Tarifa. El
rey
encomendó la defensa de la plaza a Alonso Pérez de Guzmán,
el conde de Niebla, más conocido en la Historia como Guzmán el Bueno. Se cuenta
que Juan tenía en su poder a un hijo de
Guzmán, y amenazó con matarlo si no se rendía,
pero Guzmán, como
respuesta, le arrojó un cuchillo desde lo alto de las murallas,
por si
no tenían con qué matarlo. El dominio de Carlos II sobre el papado sólo duró unos meses más, pues el 13 de septiembre Celestino V abdicó para retirarse de nuevo a su vida de eremita. Al parecer, su renuncia al papado le fue sugerida por el cardenal Benedetto Caetani, que el 24 de diciembre fue elegido Papa con el nombre de Bonifacio VIII. Bonifacio VIII representaba el polo opuesto a Celestino V.
Había sido legado pontificio en Francia bajo el pontificado de
Nicolás IV y desaprobaba la sumisión de éste a los
angevinos. Estaba dispuesto a devolver al Papado la autoridad que a su
juicio le correspondía y como primera medida precautoria impuso
una estrecha vigilancia a su antecesor para evitar que los enemigos que
sin duda tenía pensado hacerse en un futuro próximo
pudieran oponérselo como Papa legítimo y provocar un
cisma. Celestino V había escuchado con interés los proyectos
de Ramon Llull sobre cruzadas y evangelización, mientras que
Bonifacio VIII no quiso saber nada de ellos y Llull se marchó a
París. Ese año murió Qubilay Kan. Dejó doce hijos,
pero fue sucedido como emperador de China por su nieto Timur,
si bien ya no llevó el título de Gran Kan. Así se
reconoció definitivamente el fraccionamiento del Imperio Mongol.
Qubilay había encargado a un monje tibetano el diseño de
un alfabeto adecuado para escribir su idioma. Desde los tiempos de
Gengis Kan, los mongoles habían utilizado un alfabeto turco de
influencia china, pero con él se producían confusiones
entre vocales e incluso entre palabras de significado muy
diferente. Sin embargo, la propuesta de Qubilay no le
sobrevivió. En Rusia murió Dimitri, el gran príncipe de
Vladímir, y fue sucedido por Andrei.
También murió el duque Luis II de la Alta Baviera, y
sus dos hijos, Rodolfo I y Luis IV, se repartieron el ducado.
(El primero recibió además el Palatinado.) El paso de
Luis II a Luis IV se debe a que, poco antes, el duque Otón III
de la Baja Baviera había nombrado duques a sus hijos Luis III y Esteban I, con lo que el antiguo
ducado de Baviera estaba ahora repartido entre un total de cinco
duques. También murió el duque Juan I de Brabante, que
fue sucedido por su hijo Juan II. El emperador Adolfo de Nassau nombró vicario imperial de
Lombardía (es decir, su representante en Italia) a Matteo
Visconti. Su tío abuelo Ottone, que tenía ya más
de ochenta años, le cedió el señorío de
Milán (Matteo I). Un florentino de veintinueve años llamado Dante Alighieri terminó una
especie de diario íntimo, en prosa con treinta y un poemas
intercalados, sonetos y canciones, que tituló La vita nuova (Vida nueva). En
él cuenta su amor por Beatriz,
a la que conoció a la edad de nueve años y no la
volvió a ver hasta nueve años después. Entonces se
enamoró rendidamente de ella, pero Beatriz murió unos
seis años más tarde (o sea, alrededor de 1290). La vita
nuova es, pues, una recopilación de los poemas que Dante compuso
en su juventud, inspirados en su mayoría por Beatriz, junto con
explicaciones de las circunstancias en que fueron compuestos y otras
reflexiones personales y literarias. Dante formaba parte de un grupo de poetas, el mayor de los cuales
fuera tal vez Guido Cavalcanti
(que tenía entonces treinta y nueve años) y que
incluía también a Guido
Orlandi, Lapo
Gianni, Dino Frescobaldi
o Gianni Alfani. Se
consideraban herederos de Guido Guinizelli en lo que se ha llamado (a
partir de un verso de Dante) el Dolce
stil novo, que desplazó en Italia a la poesía
provenzal, con un arte más depurado, más original, y con
un lenguaje poético más refinado e intelectual. Dentro de la subjetividad inevitable en este tipo de afirmaciones,
no es descabellado decir que estos poetas son los primeros literatos
posteriores a la desaparición de la cultura clásica cuya
obra trasciende a su época, en el sentido de que hoy en
día sigue vigente, no ya por su interés histórico
o testimonial, sino por su valor artístico intrínseco.
Por razones que
no es éste el lugar de analizar, Dante ha destacado por encima
de sus amigos, y sus poemas se han convertido en la primera
aportación
medieval a la literatura clásica universal. Como muestra he aquí un soneto de La vita nuova. Dante explica que un amigo, por hacerle un favor, lo llevó (sin decirle dónde iban) en presencia de un grupo de mujeres entre las cuales estaba Beatriz. Al verla, el poeta se quedó abobado sin saber qué decir o hacer, y las mujeres se burlaron de él. Su amigo tuvo que llevárselo aparte y luego se marchó llorando a casa. A riesgo de ofender a algún purista, incluyo también una transcripción fonética para que quienes no sepan italiano puedan hacerse una idea aproximada de cómo suena el poema.
(*) Vuestra burla mata la piedad que yo podría
suscitar en otros porque hace que los otros también se burlen de
mí; la piedad que, de otro modo, suscitaría el ver mis
ojos muertos que desean morir. En 1295,
el rey Jaime II de Aragón proclamó al infante Alfonso de
la Cerda como legítimo rey
de León y Castilla. Sancho IV no pudo hacer nada, pues
murió poco después, el 25 de
abril. Dejó un hijo de nueve años, que se
convirtió en Fernando IV.
Sin embargo, su tío Juan alegó que el matrimonio de
Sancho IV no había sido reconocido por la Iglesia y que, por
consiguiente, Fernando era un hijo ilegítimo, por lo que no
tenía derecho a la corona. Juan se proclamó rey a
sí mismo y contó con el apoyo del rey Dionisio I de
Portugal. Por su parte, Jaime II invadió Murcia. Otro
pretendiente al trono fue Enrique el Senador, el hermano de Alfonso X
el Sabio, que se había librado de su cautiverio en Italia y
había regresado a Castilla apenas un año atrás. En medio de este caos, la actitud de María de Molina, la
madre de Fernando IV, fue decisiva. Contentó a Enrique
concediéndole la regencia durante la minoría de edad del
rey (aunque no su tutela). También logró pactar con Jaime
II una nueva frontera entre Aragón y Castilla a lo largo del
río Segura, lo que
suponía que la Corona de Aragón ampliaba su territorio a
expensas de Murcia, pero Jaime II devolvía a Castilla las plazas
ocupadas al sur del río. De este modo, María de Molina
sólo tuvo que combatir contra el rey portugués. Por su parte, el rey Muhammad II de Granada decidió
aprovechar estos desórdenes para apoderarse de Tarifa, pero
allí estaba todavía Guzmán el Bueno, que antes de
rendirse a los musulmanes prefirió hacerse vasallo de Jaime II
de Aragón, con cuya ayuda mantuvo a salvo la ciudad. Sin embargo, Jaime II había aceptado este acuerdo por su fidelidad al principio de no combatir en dos frentes al mismo tiempo. Igual que había hecho las paces con Castilla para combatir en Sicilia, ahora estaba dispuesto a ceder Sicilia para combatir en Castilla. El 25 de junio firmó la paz de Anagni con el Papa Bonifacio VIII y el rey Carlos II de Nápoles. En virtud de este tratado, Jaime II renunciaba a sus derechos sobre Sicilia, e incluso se comprometía a ayudar a la Iglesia en caso de que su hermano Federico se negara a entregarla. Además devolvía las Baleares al rey Jaime II de Mallorca, aunque éste reinaría como vasallo de la Corona de Aragón. Por su parte, Bonifacio VIII le levantaba la excomunión y le prometía en secreto las islas de Córcega y Cerdeña (es decir, que si Jaime II las tomaba a los genoveses, el Papa lo reconocería como gobernante legítimo). Roberto, el hijo de Carlos II, fue liberado de su cautiverio. Estos pactos por los que Jaime II renunciaba a tantos territorios a los que podría perfectamente no haber renunciado, le valieron el sobrenombre de Jaime II el Justo. El monarca estaba comprometido con Isabel, hija de Sancho IV, pero anuló el compromiso y se casó con Blanca, hija de Carlos II. Ese año murió Carlos Martel, el hijo de Carlos II, sin
haber logrado que los húngaros le reconocieran su título
de rey de Hungría. También murió Juan I, el
déspota de Valaquia, que fue sucedido por su hijo Constantino. También murió Margarita,
la vizcondesa de Béarn,
esposa del conde Roger Bernardo III de Foix, el cual tuvo que
disputarle la herencia de Béarn al conde de Armagnac. El asunto
se resolvió en un combate singular, al más puro estilo
medieval. El emperador bizantino Andrónico II nombró emperador
asociado a su hijo de dieciocho años, Miguel IX Paleólogo. Un grupo de "espirituales" había logrado del Papa Celestino V
el derecho a separarse de la orden franciscana con el nombre de ermitaños pobres, bajo la
dirección de Ángel de
Clarino, pero ahora Bonifacio VIII anulaba esa decisión.
La mayor parte de los ermitaños pobres se declaró en
rebeldía y se mantuvieron fieles a su doctrina de pobreza
absoluta (en contraste con la orden franciscana, que ya acumulaba
grandes riquezas). Fueron conocidos como Fraticelos. Los Caballeros Teutónicos habían sofocado
definitivamente las revueltas de los nativos, y los colonos alemanes no
tardaron en enriquecerse gracias a la explotación de las tierras
prusianas y el comercio. Los Polo entregaron a la princesa que tenían bajo su
custodia, tras un largo y penoso viaje en el que había muerto la
mayor parte de los miembros de la expedición. Entonces se
enteraron tanto de la muerte de Qubilay como de la del pretendiente de
la joven. De todos modos, su misión estaba cumplida y los
viajeros regresaron a Venecia. Sus paisanos no creyeron sus
fantásticos relatos hasta que no vieron las riquezas que
habían traído de Oriente. En diciembre se reunió el parlamento de Sicilia, que se negó a aceptar el tratado de Anagni. En su lugar, nombró señor de Sicilia a Federico, el hermano de Jaime II de Aragón, y le prestó su apoyo en la defensa de la isla frente a los angevinos.
www.proyectosalonhogar.com |