Breve
Introducción a la Psicología Página
Proyecto Salón Hogar
(1). ¿De que se
trata? | (2). La maquina suave | (3). Vivimos y aprendemos | (4).
El recuerdo y el olvido
(5). La busqueda de un motivo | (6). La revelación de nuestros
sentimientos | (7). Soy lo que soy
(8). Descarrilandose | (9). Hacia un mundo mejor
El recuerdo y el olvido
Durante el caluroso verano de 1976, al jugar en el patio de su casa
un primo mío recibió un
golpe y
quedó inconsciente. Aun cuando sólo fue por un par de minutos, al
volver en sí se hallaba muy desorientado. Durante algunas horas no
pudo recordar qué día
era, aun cuando varias veces se le dijo: “miércoles”. Y, durante
cinco horas, no pudo
recordar qué lo puso en ese estado de confusión y ansiedad. Sin
embargo. paulatinamente
fue reconstruyendo los hechos que lo llevaron a este breve estado de
inconsciencia. Lo
primero en volver a su mente fueron los nombres de sus amigos y
luego la secuencia del
juego de baloncesto.
Inventando el pasado
Esta historia verdadera ilustra algunos hechos importantes acerca de
la memoria. En primer lugar,
un golpe en la cabeza puede ocasionarle fallas. Quienes han perdido
el conocimiento en los
accidentes automovilísticos suelen darse cuenta de que no pueden
recordar los sucesos del
accidente. Este parece haber destruido su conciencia de dicha
experiencia antes de brindarles la
oportunidad de arraigarse en su memoria. Aun los hechos previos al
accidente -como el
detenerse a tomar una taza de café, digamos unos 15 minutos antes-
también suelen olvidarse. En
otras palabras, el golpe parece “liberar” parte del material que ya
se ha almacenado en la
memoria.
Los accidentes son muy comunes en la sociedad moderna, y, la pérdida
temporal de la memoria
que a menudo les sigue, es cosa de todos los días. Pero el relato
del niño jugando fútbol revela un
aspecto mucho más importante de la manera como recordamos, pues el
niño no fue golpeado por
un zapato, como bien sabían sus compañeros. El juego de fútbol que
recordaba se había llevado a
cabo una semana antes. El miércoles del accidente él estaba jugando
con los mismos amigos y en
el mismo patio cuando, durante una jugada ruda en la cual se
aventaban al perseguirse, cayó y se
golpeó la cabeza contra el duro piso de tierra. Lo que el niño hizo
fue “recordar” una secuencia de
hechos para explicar su condición actual. El recuerdo, o sea, la
historia que construyó,
concordaba bastante con los intereses y hábitos del niño, pero era
absolutamente incorrecta.
Su memoria había tomado varias partes de la información, produciendo
una versión razonable y
significativa.
Más compleja que las computadoras
Hasta hace poco, los psicólogos suponían que la memoria humana
trabajaba como una
computadora o como un sistema de archivo: se guarda la información y
luego se puede buscar
(incluso si los procesos de recuperación eran confusos y algunas
tarjetas inexplicablemente se
perdían). Actualmente se sabe que el mecanismo de la memoria humana
es mucho más complejo
que el de la computadora más desarrollada. Al recordar algo lo
reconstruimos de una manera
creativa, añadiendo partes aquí, eliminando partes allá; planeamos y
modelamos un patrón
significativo.
Si un golpe en la cabeza causa la pérdida de la memoria, el cerebro
tratará de compensarla
mediante el uso de los fragmentos de información disponibles y
sugiriendo los probables
argumentos más coherentes. Algunas veces, como en el caso del niño
en el patio de su escuela,
aceptamos tales sugerencias -recordamos algo que nunca sucedió.
Para la mayoría de nosotros, la mayor parte del tiempo, la memoria
es un don incuestionable.
Además, trabaja muy bien. Algunas veces nos sorprendemos al recordar
algo sin querer. A
menudo nos apena no poder asociar un nombre a determinado rostro.
Pero, ¿qué tan seguido nos
detenemos a pensar en nuestra asombrosa capacidad para recordar las
cosas?
Muy poco-y demasiado
La vida sería terrible sin la memoria. Viviríamos en un remolino de
aterradoras primeras veces”.
Por ejemplo, se sabe que algunas personas con daños en el cerebro,
viven en un mundo horrible,
continua e instantáneamente renovado. Sin la memoria no existirían
el habla, las relaciones sociales,
el arte, la política, ni los partidos de fútbol. No resulta
exagerado afirmar que si la raza humana
careciera de memoria, simplemente no existiría.
Por otro lado, la memoria puede ser demasiado perfecta. Luna, el
neurofisiólogo ruso ha detallado
el caso de “S”, un hombre con una capacidad total y casi
incontrolable para recordar (Luria,
1969). Sus recuerdos le venían a la mente sin orden ni concierto. A
los eventos importantes les
perseguían recuerdos muy detallados de las ocasiones más triviales.
Y, mientras la mayoría de
nosotros se concentra en recordar, “S” tenía que producir técnicas
para olvidar.
Con el paso del tiempo, se dio cuenta de que cada vez le era más
difícil arreglárselas con la
realidad. Como una persona sin memoria sólo existe en el instante
preciso, “S” se volvió incapaz
de reconocer precisamente el “ahora”. Su percepción y su memoria se
fusionaron; la experiencia
inmediata y las imágenes del pasado se atropellaban para captar su
atención, dejándolo confuso en
extremo.
El trabajo de la memoria
Deberíamos estar agradecidos por tener recuerdos parciales,
razonablemente eficientes. Pero,
¿cómo funciona la memoria?, ¿podemos mejorar su eficacia?
La memoria es un sistema formado por tres fases: entrada,
almacenamiento y recuperación. Para
recordar algo, primero debemos haberlo experimentado (haciendo a un
lado los casos
excepcionales, como el del niño que se golpeó la cabeza); esto
constituye la entrada. Debemos,
también, haberlo almacenado y, por supuesto, debemos poder hacerlo
salir del almacén de la
memoria. Pero el sistema es mucho más complicado de lo que indica
nuestro esquema. La
memoria es un proceso dinámico que implica la organización creativa
y la reconstrucción, y, aun
cuando un golpe fuerte en la cabeza puede “liberar” algunos de
nuestros recuerdos, las personas
en busca de la caja “secreta” que los retiene en el cerebro tienen
poco éxito. Karl Lashley, un
psicólogo de gran austeridad e ingenio se pasó toda la vida tratando
de localizar la sede de la
memoria. Operó sistemáticamente ratas entrenadas, seccionando sus
cerebros y descubrió que,
para que las ratas olvidaran lo aprendido, debía removerse
quirúrgicamente gran parte de su
materia gris (Lashley, 1960).
Los resultados obtenidos por otro investigador resultan aún más
intrigantes. Pietsch, realizó varios
cientos de operaciones en salamandras. Su proyecto no era extirpar
partes del cerebro, sino
reorganizarlo. Demostró que una complicada “tergiversación” del
cerebro tenía muy poco o
ningún efecto sobre la memoria de las salamandras. Siendo así, ¿cómo
se almacena la
información? ¿Cómo es posible que el quitar o cambiar de lugar
ciertas áreas del cerebro no
afecten la memoria y en cambio un golpe en la cabeza puede borrar un
hecho notable ocurrido en
la vida de una persona?
La analogía con los hologramas
Una posible explicación surgió al establecer una analogía con los
descubrimientos de la física
moderna. A Dennis Gabor, físico de la Universidad de Londres, se
atribuye el descubrimiento de
una forma sorprendente de fotografía. Descubrió que la exposición de
una placa fotográfica, sin
lentes, a un objeto iluminado por rayos láser daba lugar a un
proceso muy peculiar. En la placa
misma se mostraba un patrón de giros y puntos. Pero, si a través de
la placa se hacía pasar un
rayo de luz láser, el objeto original parecía haber sido reproducido
en tres dimensiones. Dichos
“hologramas” tienen una apariencia fantasmagórica. Se trata de
imágenes sólidas que flotan en el
aire, se pueden rodear y atravesar. Pero eso no es todo: una placa
con un holograma expuesto se
puede quebrar en fragmentos más pequeños, cada uno de los cuales,
correctamente iluminado,
reproducirá la imagen original.
Muchos psicólogos afirman que este principio de almacenamiento se
puede aplicar a la memoria
-aun cuando todavía se sabe muy poco acerca de él. Para ser exactos,
piensan que la memoria no
se localiza en algún rincón del cerebro, sino que constituye una
función del patrón general de la
actividad cerebral. De ser éste el caso, entonces, como sucedió en
la placa holográfica, el
cerebro puede ser cambiado de sitio (Pietsch), o ser reducido en su
tamaño (Lashley) sin
necesidad de destruir la información almacenada. Esta es una teoría
muy importante, pues insiste
en los patrones y procesos relacionados con los descubrimientos que
demuestran que la memoria
no es un procedimiento mecánico, sino un sistema de organización, el
cual se esfuerza por tener
patrones significativos.
La memoria parece tener tres niveles. En primer lugar, hay un
sistema de “almacenamiento
sensorial” breve, exacto y brillante, casi semejante a la conciencia
misma. Al almacenamiento
sensorial (que dura menos de un segundo) le sigue inmediatamente la
“acción de repetición” sin
perder ningún detalle. A partir de este nivel, la información pasa
directamente a un almacén de
memoria “a corto plazo”, donde permanece durante 20 segundos o más.
Se requiere de un
esfuerzo deliberado para transferir los hechos de corto plazo a la
tercera etapa del proceso: el
sistema de memoria a largo plazo. Solemos organizar o repetir las
listas de compras o las
instrucciones. Sin tal esfuerzo las olvidamos. Podemos mejorar
nuestra memoria concentrándonos
en esta etapa de transferencia del corto al largo plazo.
La suma de nuestras experiencias se almacena en los sistemas de
memoria a largo plazo. Las
pruebas sugieren que, con entrenamiento o bajo hipnosis, se pueden
recuperar enormes episodios
de la vida, localizados en los almacenes de largo plazo. Arreglando
de una manera misteriosa,
quizá “holográfica”, y contenida dentro del cerebro de cada
individuo, la memoria constituye una
autobiografía única y completa.
¿Por qué olvidamos?
Si no olvidáramos, quedaríamos reducidos al estado de confusión
experimentado por “S” en las
investigaciones de Luna. En cierto sentido, olvidar resulta esencial
para la supervivencia. Pero,
¿por qué cuando realmente deseamos recordar algo, no siempre podemos
hacerlo?
Existen varios factores involucrados en esto, pero la lista es menos
simple de lo que se podría
imaginar. “Sucedió hace tanto tiempo”, solemos decir, y, no obstante,
ninguna evidencia científica
puede probar que el tiempo causa el olvido. Las habilidades
aprendidas, tales como andar en
bicicleta, conducir un auto y nadar se recuperan rápidamente después
de largos períodos de
abandono. Todos podemos recordar sucesos de la infancia -en realidad,
las personas mayores
narran con más claridad los recuerdos de su infancia que los hechos
más recientes. Quienes han
estado solos cierto tiempo -existen muchos exrehenes y ex-prisioneros
que han dado una gran
información al respecto- suelen redactar sus memorias, basándose en
incontables experiencias
pasadas, evocando piezas en prosa y en verso que aprendieron muchos
años antes. Al contrario
de lo que se piensa, el tiempo no borra nuestras experiencias
pasadas.
Pero el tiempo se halla relacionado indirectamente con el proceso
del olvido. Puede ocurrir que,
durante cortos períodos de tiempo, algo interfiera con el
establecimiento de la información en los
almacenes de la memoria. Tal vez algo sorprendente sea lo negativo
que resulta aprender algo
similar a la información que se trata de recordar. Pruebe con este
sencillo experimento para
demostrar este efecto:
Copie las doce silabas “sin sentido” que se muestran en la Lista 1 y
que un amigo haga lo mismo.
Ambos deben tardarse cinco minutos en aprendérselas. Ahora diga a su
amigo que descanse
durante cinco minutos mientras usted trata de memorizar la Lista 2.
Para finalizar, intenten ambos
reproducir, en hojas por separado, las silabas de la Lista 1.
Seguramente encontrará que a su amigo le resulta más fácil hacerlo.
Al aprenderse la Lista 2 creó
una interferencia, en el establecimiento de la Lista 1 en su memoria.
Su amigo no tuvo este
problema. La Lista 2 actúa, por así decirlo, hacia atrás e influye
en lo bien que se puede recordar
la Lista 1. A este proceso se le conoce como inhibición retroactiva.
Pero la interferencia, o inhibición, también puede funcionar (al
igual que hacia atrás) hacia adelante.
A dicha interferencia se le conoce como inhibición pro-activa.
Aprenda ahora la Lista 3.
Posteriormente, como en el primer experimento, pida a un amigo que
aprenda junto con usted la
Lista 4. Como hizo antes, intenten reproducir la Lista 4 en hojas
por separado. De nuevo volverá
a perder. El aprender la Lista 3 interferirá con su aprendizaje de
la última lista -éste es un ejemplo
del funcionamiento de la inhibición pro-activa.
Lista 1
FOF, DUT, LEB, PID, HAF, ROP, SUW, BOC. RIS, BAF, GIR, HAB.
Lista 2
CIR, DAC, GIZ, WAB, POG, RUZ, HES, JUQ KIW, QON, MIB. LUW.
Lista 3
POR, GAR, NOL, GAC, LUN, REd, KEB, BIV, TUL. FID, KAC. PES.
Lista 4
LUB. MOJ. RU, KIB, HUJ, JUP, PAG, QUD, WUF, GAl, CEV. DOB.
Los recordatorios significativos
Las sílabas sin sentido, como las que acaba de utilizar, se han
empleado durante cien años en los
experimentos psicológicos. Estas silabas tienen la ventaja de
carecer relativamente de sentido. Si
hubiéramos usado palabras relacionadas con su ocupación, varios
factores hubieran intervenido en
el sencillo experimento que acaba de realizar. O suponiendo que su
amigo es un canadiense de
habla francesa y que usted no tiene ningún conocimiento de ese
idioma, ¿habría sido justa la
prueba si se hubieran empleado una docena de palabras francesas
comunes?
Sin embargo, aun las silabas sin sentido tienen cierto tipo de
significado o familiaridad. Usted verá
que una lista de palabras tales como ZOP, POB, ING, HAN, es mucho
más fácil de recordar
que, por ejemplo, UOY, KFI, PWK. La memoria opera con base en la
significación yen la
posibilidad de pronunciar las sílabas, y, aun cuando ambas listas
carecen totalmente de sentido, los
“sonidos” del primer grupo parecen tener más sentido que los del
segundo -pues los primeros se
hallan representados por secuencias de letras que aparecen en la
mayoría de los idiomas
europeos.
Otra razón que explica por qué nuestra memoria puede darnos malos
resultados, ya ha sido
mencionada en la historia del niño que perdió el sentido a
consecuencia de un golpe. Su memoria
creó un recuerdo inexacto. Los entrevistadores hábiles saben que
solemos “recordar” material que
en realidad hemos inferido de lo que se nos ha dado previamente. Los
abogados son
particularmente sensibles a este aspecto de la memoria al interrogar
a un testigo. La pregunta:
“¿Vio usted a alguien atacar a la anciana?” puede provocar un
recuerdo bastante diferente al que
se produciría al preguntar: “¿Vio usted a un hombre atacar a la
anciana?”
Hay un experimento que prueba este punto. A unos estudiantes se les
mostró una película en
donde se produce una colisión entre dos automóviles y luego se les
pidió calcular la velocidad a la
que iban. Aun grupo se le preguntó: “¿A qué velocidad iban cuando se
hicieron pedazos?” y al
otro: “¿A qué velocidad iban cuando se produjo la colisión?” Debemos
recordar que ambos
grupos vieron la misma película. ¿Podrían las diferentes palabras
-“se hicieron pedazos” y “se
produjo la colisión”- alterar su recuerdo de la velocidad? La
respuesta es “si” -y el efecto fue
notorio. El primer grupo (se hicieron pedazos) hizo un cálculo
promedio de 65 km por hora y el
segundo (se produjo la colisión) sugirió unos 50 km por hora.
Los trastornos
La significación y la organización se notan claramente en los
trastornos anormales como la amnesia
y la fuga. La fuga -período de tiempo durante el cual el paciente
puede trasladarse a otra ciudad y
comportarse de una manera poco común- es un caso extraño de
disfunción de la memoria.
Cuando la víctima de la fuga “vuelve en sí”, olvida todos los
sucesos ocurridos durante el ataque,
el cual algunas veces puede durar bastante tiempo. La fuga y los
sucesos acaecidos durante ésta
parecen estar relacionados con los procesos extremadamente complejos
de la inhibición y la
ansiedad. A las victimas se les brinda una nueva vida por un breve
lapso de tiempo -sin ser
responsables de sus actos. La amnesia (una pérdida menos específica
de la memoria) puede
resultar de un daño cerebral, pero algunos casos de amnesia
aparentemente también son
consecuencia de la represión de recuerdos.
La represión, en la cual se “bloquea” a la memoria, no siempre es
una incapacidad grave. Se ha
informado de casos extremos de amnesia en los cuales el paciente ha
mantenido una vida
evidentemente normal. Sigmund Freud sostuvo que todo olvido (además
de las equivocaciones
involuntarias y los “lapsus linguae”) tienen un motivo. Olvidamos
muchas cosas que nos serían
embarazosas o perjudiciales y reprimimos” los episodios de nuestra
niñez que pudieran hacernos
sentir ansiedad o culpabilidad.
Aun cuando la teoría de Freud no se puede corroborar científicamente
ni abarca tanto como se
había sugerido, tiene algo de verdad -una cierta exactitud
pragmática que la mayoría de nosotros
reconoce. La ansiedad puede hallarse involucrada en algunas fallas
simples de la memoria. Piense
en el escurridizo nombre que escapa de su mente justo cuando lo
necesita. Está ahí, en la punta de
la lengua y, sin embargo, mientras más se esfuerza por recordarlo,
más desesperado se siente y es
menos probable que lo logre.
Si no lo puede recordar, deje de preocuparse. Conforme su ansiedad
disminuya, probablemente el
nombre emergerá hasta su conciencia.
No complique el asunto
La memoria, por tanto, se encuentra claramente influida por el
carácter de la información que se
desea recordar, por nuestro estado mental, así como por varios
factores. También es importante la
situación en que nos encontremos al memorizar la información. Los
conceptos de inhibición
retroactiva y proactiva establecen claramente que el aprendizaje se
debe realizar a una velocidad
constante. Si necesita saber algo en la mañana, apréndalo antes de
irse a dormir. Y no “complique
el asunto” con hechos innecesarios. Endel Tulving, psicólogo de la
Universidad de Toronto, ha
explorado los factores que ayudan a recordar o impiden hacerlo
cuando una persona tiene sólo
unos cuantos segundos para asimilar listas de palabras (Tulving,
1978). Sus resultados son
fascinantes, a no ser por su complejidad.
Algunas personas pueden recordar las palabras presentadas de esta
manera, si se les pide que lo
hagan en la misma habitación donde las aprendieron. Otros lo hacen
mejor si se les dan “claves”
sin relación alguna con las listas, etc. Tulving sostiene que el
recuerdo es un proceso constructivo,
el cual depende de las “huellas de la memoria” mismas y del
“ambiente cognoscitivo” de la persona
que va a recordar, en el momento de realizar dicho proceso. La
memoria se relaciona con el
“estado general de la mente” de la persona, insistiéndose una vez
más en la importancia de la
organización y del significado.
Año tras año, a medida que los especialistas llevan a cabo
complicadas investigaciones, la
memoria va surgiendo como la más asombrosa de todas las facultades
humanas. En realidad no se
puede esperar una explicación sencilla acerca de una facultad que
nos sitúa en el tiempo y registra
nuestra propia individualidad y de la cual depende, en términos
reales, nuestra percepción de “la
vida”.
Aún cuando en la actualidad falta llegar a una explicación
definitiva acerca de la fisiología de la
memoria, desde el comienzo de la historia los seres humanos han
comprendido bastante bien
cómo funciona en la práctica y han desarrollado métodos para hacerla
más eficiente. Las reglas
para lograrlo son pocas: evitar la ansiedad y organizar el material
que se va a memorizar.
Para decirlo más claramente, la ansiedad es enemiga de la memoria y
la relajación, su amiga. Si se
encuentra encerrado y se siente tenso, descanse unos minutos antes
de intentar memorizar hechos
importantes.
Después, organícelos. Al organizarlos antes de su “asimilación”,
usted aumenta la eficiencia del
almacén de su memoria -podrá recordarlos mejor. No trate de
memorizar cosas que no entienda;
dése tiempo para entenderlos y organizarlos.
Formas para mejorar la memoria
Pruebe algunos trucos de memorización, tan útiles ahora como cuando
los utilizaron los oradores
griegos. Existen muchas variaciones sobre las tres estrategias
mnemotécnicas básicas: el contexto y
las imágenes, la visualización y las frases mnemotécnicas. Todas
mejoran con el uso y se basan en
la asociación -la cual es otra forma de decir organización.
El contexto y las imágenes. La memoria se puede incrementar hasta
siete veces más, siempre que
haya un contexto apropiado. Tomemos como ejemplo una lista de
compras. Usted necesita:
zapatos, cerillos, peras, una coliflor, unas pasas y un cinturón.
Mezcle todos estos artículos
inconexos en una historia sencilla -a fin de relacionarlos dentro de
un contexto. Cuanto más raro y
gracioso sea el juego de palabras, tanto mejor -¡le será mucho más
fácil recordar! He aquí el final
de nuestro ejemplo:
“Necesitas zapatos, pero “¿esperas encontrarlos del color de los
cerillos? No sé, pero, si pasas
por la tienda esconde en tu cinturón una coliflor y me la traes.’’
Esta es una de las pocas técnicas donde las estrategias o historias
más extrañas dan muy buenos
resultados.
Las imágenes visuales son otra técnica muy útil. Imagine una
habitación que conozca bien, o un
jardín -o bien un mapa o una casa de muñecas. Una vez ubicado,
simplemente “esconda” los
hechos en diferentes lugares de la habitación. Cuando necesite
recordarlos, reconstrúyala en su
mente y búsquelos. Ahí estarán.
Las siglas representan la estrategia más usada por los estudiantes
de psicología que desean
recordar una forma de clasificar las diferentes psiconeurosis: ¡AH!
PAN HOF. Las letras iniciales
actúan como percheros donde se “cuelgan” las neurosis: la Ansiedad,
la Hipocondría, la
Personalidad múltiple, la Amnesia, la Neurosis depresiva, la
Histeria conversiva, las Obsesiones
compulsivas y las Fobias.
Para casi todas las listas, que los estudiantes deben aprender, hay
una oración que se ha vuelto
tradicional. Pero muchas son tan vulgares que no las podemos
reproducir. La elaboración de sus
propias frases mnemotécnicas constituyen una actividad divertida, la
cual aumenta la eficacia de
esta tan notable capacidad del cerebro humano.
Aquí se presentan algunas guías más para obtener un aprendizaje más
efectivo:
¿El todo o las partes? ¿Es más sencillo aprender un poema de 12
líneas como un todo o como
12 líneas independientes? En este caso, el método total es mejor que
el parcial. Pero esto no
siempre es así, como podría confirmarlo cualquier jugador de tenis.
El aprendizaje de los golpes y
tácticas de movimiento, por separado, mejora la calidad del juego en
general.
La práctica general o distribuida. Aprenda un poco cada vez, en
lugar de hacerlo todo de
golpe. Si puede dedicar dos horas al día para aprender algo, divida
su tiempo en porciones de
media hora. Es obvio que el cerebro necesita tiempo para considerar
la información de entrada y
registrarla en el banco de memoria a largo plazo. Estudiar antes de
dormir también parece
aconsejable.
La retroalimentación. Examinar el proceso de aprendizaje permite
localizar el problema en el
momento en que ocurre, asimismo hace más emocionante el aprendizaje;
la expectativa y la
curiosidad son factores importantes que estimulan el proceso.
No es sólo una caja de registro
A lo largo de este capítulo se ha insistido en dos temas
relacionados: la organización y el
significado. La memoria no es simplemente un sistema de
almacenamiento de hechos y
experiencias inconexas entre sí: se trata de un proceso dinámico que
opera con una mayor eficacia
sobre el material significativo y bien organizado.
En los dos últimos capítulos hemos visto que nuestra capacidad para
aprender, nuestra
susceptibilidad al condicionamiento clásico y operante, así como
nuestros recuerdos, nos capacitan
para enfrentarnos a la vida. Estas facultades nos permiten llevar
una vida fructífera y llena de
satisfacciones. ¿Qué nos hace decidir exactamente cuál será la vida
fructífera y satisfactoria, y qué
nos lleva a conseguirla? En el capítulo 5 se analiza el tema de la
motivación humana.
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