CONTENIDO
Capítulo 1:
Los albores de Norteamérica
Capítulo 2:
El periodo colonial
Capítulo 3:
El camino de la independencia
Capítulo 4:
La formación de un gobierno nacional
Capítulo 5:
La expansión hacia el oeste y las diferencias regionales
Capítulo 6:
Conflictos sectoriales
Capítulo 7:
La Guerra Civil y la Reconstrucción
Capítulo 8:
Crecimiento y transformación
Capítulo 9:
Descontento y reforma
Capítulo 10:
Guerra, prosperidad y depresión
Capítulo 11:
El Nuevo Trato y la Segunda Guerra Mundial
Capítulo 12:
Estados Unidos en la posguerra
Capítulo 13:
Décadas de cambio: 1960-1980
Capítulo 14:
El nuevo conservadurismo y un nuevo orden mundial
Capítulo 15:
Un puente hacia el siglo XXI
Bibliografia
PERFILES ILUSTRADOS
El advenimiento de una nación
La transformación de una nación
Monumentos y sitios conmemorativos
Agitación y cambio
Una nación del siglo XXI

AGRADECIMIENTOS
 
Reseña de Historia de Estados Unidos es una publicación del Departamento de Estado de EE.UU. La primera edición (1949-50) fue elaborada bajo la dirección editorial de Francis Whitney, en un principio por la Oficina de Información Internacional del Departamento de Estado y más tarde por el Servicio Cultural e Informativo de Estados Unidos. Richard Hofstadter, profesor de historia en la Universidad Columbia, y Wood Gray, catedrático de historia de Estados Unidos en la Universidad George Washington, colaboraron como consultores académicos. D. Steven Endsley de Berkeley, California, preparó el material adicional. A través de los años, la obra ha sido actualizada y revisada en forma exhaustiva por varios especialistas, entre ellos Keith W. Olsen, profesor de historia de Estados Unidos en la Universidad de Maryland, y Nathan Glick, escritor y ex director de la revista Dialogue (Facetas) de USIA. Alan Winkler, catedrático de historia en la Universidad Miami (Ohio), escribió los capítulos de ediciones anteriores sobre la época posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Man of the People: A Life of Harry S. Truman y For the Survival of Democracy: Franklin Roosevelt and the World Crisis of the 1930s.    Esta nueva edición ha sido revisada y actualizada cabalmente por Alonzo L. Hamby, profesor distinguido de historia en la Universidad de Ohio. El profesor Hamby ha escrito mucho sobre la política y la sociedad estadounidenses. Algunos de sus libros son Man of the People: A Life of Harry S. Truman y For the Survival of Democracy: Franklin Roosevelt and the World Crisis of the 1930s. Vive y trabaja en Athens, Ohio.

Director Ejecutivo—
George Clack
Directora Administrativa—
Mildred Solá Neely
Dirección de Arte y Diseño—
Min-Chih Yao
Ilustración de portada—
Tom White
Investigación fotográfica—
Maggie Johnson Sliker
 


 
Capítulo 13:
Décadas de cambio: 1960-1980

Proyecto Salón Hogar
 


El piloto del módulo, Edwin Aldrin Jr. en la Luna el 20 de julio de 1969.
(National Aeronautics and Space Administration (NASA))
"He soñado que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los ex esclavos y los hijos de los que fueron amos de esclavos se podrán sentar juntos a la mesa de la fraternidad".
-- Martin Luther King Jr., 1963

En 1960, Estados Unidos estaba al borde de un importante cambio social. La sociedad del país siempre había sido más abierta y fluida que la de la mayoría de las naciones del mundo. Sin embargo, había estado dominada ante todo por varones blancos chapados a la antigua. En los años 60, empezaron a autoafirmarse con mayor fuerza y éxito algunos grupos que habían estado inhibidos o subordinados: los afro-estadounidenses, los estadounidenses nativos, las mujeres, los descendientes étnicos blancos de la "nueva inmigración" y los latinos. Gran parte del apoyo que recibieron provino de una población joven, más numerosa que nunca, usuaria de un sistema de escuelas superiores y universidades que se expandía a un ritmo sin precedente. Afiliados a menudo a estilos de vida "contraculturales" y a la política radical, muchos descendientes de la generación de la Segunda Guerra Mundial se perfilaron como impulsores de un nuevo Estados Unidos caracterizado por un pluralismo cultural y étnico que sus padres solían ver con zozobra.

EL MOVIMIENTO DE LOS DERECHOS CIVILES DE 1960 A 1980

La lucha de los afro-estadounidenses por la igualdad llegó a su clímax a mediados de la década de 1960. Después de varias victorias graduales en la década anterior, los afro-estadounidenses se comprometieron aún más a fondo con la acción directa no violenta. Algunos grupos, como la Conferencia del Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC por sus siglas en inglés) formado por sacerdotes afro-estadounidenses, y el Comité Estudiantil de Coordinación de la No Violencia (SNCC) integrado por activistas más jóvenes, pugnaron por la reforma mediante la confrontación pacífica.

En 1960 algunos estudiantes de educación superior afro-estadounidenses organizaron un plantón en un restaurante segregado de Woolworth, en Carolina del Norte, y se negaron a retirarse del lugar. El plantón atrajo la atención de los medios y dio lugar a otras manifestaciones similares en todo el Sur. Al año siguiente los trabajadores partidarios de los derechos civiles organizaron "giras de la libertad", en las que afro-estadounidenses y blancos viajaban juntos en autobuses hasta las terminales segregadas del Sur, dando lugar a confrontaciones que captaban el interés de los medios informativos y propiciaban el cambio.

Esos grupos organizaron también concentraciones, la mayor de las cuales fue la "Marcha a Washington" en 1963. Más de 200.000 personas se reunieron en la capital del país para manifestar su compromiso con la igualdad para todos. El momento culminante de una jornada de canciones y discursos llegó cuando tomó la palabra Martin Luther King Jr., quien se había perfilado como el principal vocero de los derechos civiles. "He soñado que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los ex esclavos y los hijos de los que fueron amos de esclavos se podrán sentar juntos a la mesa de la fraternidad", proclamó.

En sus inicios, los progresos del movimiento de los derechos civiles no estuvieron a la altura de su retórica. Al principio el presidente Kennedy no quiso presionar a los sureños blancos para que apoyaran los derechos civiles pues necesitaba sus votos para otros proyectos. Sin embargo, los acontecimientos impulsados por los propios afro-estadounidenses lo obligaron a actuar. En 1962, cuando a James Meredith se le negó la admisión a la Universidad de Mississippi a causa de su raza, Kennedy envió tropa federal para imponer el cumplimiento de la ley. Cuando las protestas contra la segregación fueron recibidas con violencia por la policía en Birmingham, Alabama, envió al Congreso un nuevo proyecto de ley de derechos civiles donde se imponía la integración obligatoria en los lugares públicos. A pesar de todo, ni la "Marcha a Washington" fue capaz de agilizar la aprobación de esa medida por un comité del Congreso donde aún seguía empantanada en 1963, cuando Kennedy fue asesinado.

El presidente Lyndon B. Johnson tuvo más éxito. Haciendo gala de la habilidad negociadora que empleó tan a menudo en los años que fue líder de la mayoría en el Senado, Johnson convenció al Senado de que debía limitar las tácticas dilatorias que intentaban impedir la votación final sobre la amplia Ley de Derechos Civiles de 1964, por la cual se prohibió la discriminación en todos los alojamientos públicos. Al año siguiente, la Ley de Derechos de los Votantes de 1965 autorizó al gobierno federal para registrar a los votantes en los lugares donde los funcionarios locales negaran el registro a los afro-estadounidenses. En 1968, un millón de afro-estadounidenses se registraron en el extremo Sur y el número de funcionarios afro-estadounidenses elegidos en todo el país aumentó en forma sustancial. En 1968 el Congreso aprobó la legislación que prohibió la discriminación en la vivienda.

Sin embargo, una vez desatada, la revolución de los derechos civiles generó líderes impacientes tanto por el ritmo del cambio como por la meta de incorporar a los afro-estadounidenses en la corriente principal de la sociedad blanca. El elocuente activista Malcolm X fue el personaje más destacado que abogó por la separación entre los afro-estadounidenses y la raza blanca. Stokely Carmichael, un líder estudiantil, se desilusionó también por las ideas de no violencia y cooperación entre razas. Él popularizó la consigna del "poder negro" que debía ser conseguido "por todos los medios necesarios" según las palabras de Malcolm X.

La violencia acompañó las exhortaciones de los militantes a la reforma. En 1966 y 1967 estallaron desórdenes en varias ciudades grandes. En la primavera de 1968, Martin Luther King Jr. fue abatido por la bala de un asesino. Varios meses después el senador Robert Kennedy, que era vocero de los menos favorecidos, opositor de la Guerra de Vietnam y hermano del presidente asesinado, corrió la misma suerte. Para mucha gente, esos dos homicidios marcaron el final de una era de inocencia e idealismo. La creciente militancia de las izquierdas, aunada a la inevitable reacción de los conservadores, abrió una brecha en la mentalidad de la nación que tardaría años en cerrarse.

Sin embargo, para entonces un movimiento a favor de los derechos civiles que contaba con el apoyo de veredictos judiciales, leyes del Congreso y reglamentos administrativos federales ya se había entretejido irreversiblemente en la urdimbre de la vida estadounidense. La principal cuestión era cómo implementar los conceptos de igualdad y libre acceso, no decidir sobre la legalidad de la segregación o la privación del derecho de voto. Los debates de la década de 1970 y después giraron en torno a temas como el transporte de niños en autobuses fuera de sus respectivos barrios para lograr el equilibrio racial en las escuelas metropolitanas o el uso de la "acción afirmativa". Estos programas y políticas fueron considerados por algunos como medidas activas para garantizar la igualdad de oportunidades en educación y empleo, mientras que otros los interpretaron como una discriminación a la inversa.

Los tribunales sortearon todos esos problemas con fallos que a menudo no eran congruentes. Entre tanto, el continuo avance de los afro-estadounidenses en las filas de la clase media y su silenciosa irrupción en suburbios que habían sido mayoritariamente blancos reflejaron un cambio demográfico profundo.

EL MOVIMIENTO FEMINISTA

En las décadas de 1950 y 1960 un creciente número de mujeres casadas ingresó a la fuerza de trabajo, pero en 1963 la paga que recibían en promedio era de sólo el 63% de la de los varones. Betty Friedan publicó en ese año The Feminine Mystique (La mística femenina), una explosiva crítica a las pautas de vida de la clase media, con la cual expresó una sensación generalizada de descontento que, según decía, era compartida por muchas mujeres. Al decir que a menudo la mujer no tenía otra salida para su expresión que "encontrar esposo y tener hijos", Friedan alentó a sus lectoras a asumir nuevos papeles y responsabilidades y a descubrir su propia identidad personal y profesional, en lugar de dejar que una sociedad dominada por los hombres la definiera por ellas.

El movimiento feminista de las décadas de 1960 y 1970 se inspiró en el movimiento de los derechos civiles. La mayoría de sus miembros eran de clase media y, por lo tanto, participaban del espíritu de rebeldía que se apoderó de grandes segmentos juveniles de su clase en los años 60.

La legislación de la reforma propició también el cambio. En el debate por el proyecto de ley de derechos civiles de 1964, los opositores esperaban anular toda la cuestión proponiendo una enmienda que prohibiera la discriminación por motivos de género y no sólo de raza. La enmienda fue aprobada primero, y más tarde se aprobó como proyecto de ley, dando a las mujeres un valioso instrumento legal.

En 1966 un grupo de 28 profesionales del sexo femenino, entre ellas Friedan, fundaron la Organización Nacional de la Mujer (NOW por sus siglas en inglés) "a fin de actuar para que la mujer estadounidense participe cabalmente en la corriente principal de la sociedad actual del país". Aun cuando NOW y otras organizaciones feministas similares tienen hoy un gran número de miembros, se puede decir que su influencia fue mayor a principios de la década de 1970, esa época en la que se destacó también la periodista Gloria Steinem y muchas otras mujeres descubrieron la revista Ms.. Su activismo provocó también la formación de grupos antifeministas, a menudo dirigidos por mujeres, la más destacada de las cuales fue la activista política Phyllis Schlafly. Por lo común, esos grupos abogaban por los papeles de género más "tradicionales" y se oponían a la enmienda constitucional propuesta a favor de la "igualdad de derechos".

Aprobada por el Congreso en 1972, parte de esa enmienda sostenía que "la igualdad de derechos ante la ley no será negada o restringida ni por el gobierno federal ni por el de cualquier estado por motivos de sexo". En los años siguientes, 35 de los 38 estados necesarios la ratificaron. Los tribunales procedieron también a ampliar los derechos de la mujer. En el caso Roe v. Wade de 1973, la Corte Suprema reconoció el derecho de la mujer al aborto en los tres primeros meses de embarazo; eso fue interpretado como una victoria importante para el movimiento feminista, pero el caso Roe precipitó también el crecimiento de un movimiento contra el aborto.

Sin embargo el movimiento feminista pareció estancarse entre mediados y fines de los años 70, pues no logró hacerse atractivo más allá de la clase media. Hubo divisiones entre las feministas moderadas y las radicales. Sus adversarios conservadores organizaron una campaña contra la Enmienda de la Igualdad de Derechos y ésta expiró en 1982 sin obtener la aprobación de los 38 estados necesarios para su ratificación.

EL MOVIMIENTO DE LOS LATINOS

Después de la Segunda Guerra Mundial, estadounidenses de origen mexicano y puertorriqueño fueron objeto de discriminación en Estados Unidos. Los nuevos inmigrantes llegados de Cuba, México y América Central, a menudo sin capacitación laboral y sin saber hablar inglés, eran discriminados también. Algunos hispanos trabajaban como peones agrícolas y a veces se les explotaba con crueldad en las faenas de recolección; otros iban a las ciudades y ahí encontraban dificultades, igual que los primeros inmigrantes, en su búsqueda de una vida mejor.

Los chicanos o estadounidenses de origen mexicano se movilizaron en organizaciones como la Asociación Nacional México-Americana, de tintes radicales, pero no asumieron una actitud beligerante antes de la década de 1960. Después de haber esperado que el programa de Lyndon Johnson contra la pobreza ampliara las oportunidades para ellos, se dieron cuenta de que las burocracias no respondían a los grupos menos militantes. El ejemplo del activismo afro-estadounidense, en particular, enseñó a los chicanos la importancia de la política de presión en una sociedad pluralista.

La Ley Nacional de Relaciones Laborales de 1935 excluyó a los trabajadores agrícolas de la garantía que en ella se consagra sobre el derecho de organizarse y negociar colectivamente. Sin embargo César Chávez, fundador de la organización predominantemente hispana de los Trabajadores Agrícolas Unidos, demostró la eficacia de la acción directa para lograr el reconocimiento de su sindicato por los empleadores. Los dueños de viñedos de California accedieron a negociar con el sindicato sólo después que Chávez encabezó un boicot nacional de consumidores.

Los hispanos empezaron a participar también activamente en la política. En 1961 Henry B. González fue elegido representante de Texas en el Congreso. Tres años después Eligio ("Kika") de la Garza, también de Texas, siguió los mismos pasos y Joseph Montoya, de Nuevo México, llegó al Senado. En las décadas de 1970 y 1980, el ritmo de la participación política de los hispanos se hizo más vivo. Varios hispanos prominentes fueron miembros del gabinete de los presidentes Bill Clinton y George W. Bush.

EL MOVIMIENTO DE LOS NORTEAMERICANOS NATIVOS

En la década de 1950, los norteamericanos nativos lucharon contra una política del gobierno por la cual se decidió expulsarlos de sus reservaciones y llevarlos a ciudades para que se asimilaran a la corriente principal del país. Con frecuencia, muchas de las personas desarraigadas tuvieron dificultades para adaptarse a la vida urbana. En 1961, cuando esa política fue suspendida, la Comisión de Derechos Civiles de EE.UU. declaró que "la pobreza y las privaciones son comunes" entre los norteamericanos nativos.

Al observar el desarrollo del nacionalismo en el Tercer Mundo y el progreso del movimiento de derechos civiles en las décadas de 1960 y 1970, los norteamericanos nativos adoptaron una actitud más militante para defender sus derechos. Una nueva generación de dirigentes acudió a los tribunales para defender lo que aún les quedaba de sus tierras tribales o para recobrar las que les fueron quitadas en otras épocas, a menudo en forma ilegal. Impugnaron las violaciones a varios tratados en cada uno de los estados y conquistaron la primera de sus muchas victorias en 1967, al obtener el reconocimiento de sus derechos sobre tierras y aguas que por largo tiempo les habían sido negados. El Movimiento Indígena Estadounidense (AIM por sus siglas en inglés), fundado en 1968, ayudó a canalizar fondos del gobierno a organizaciones controladas por norteamericanos nativos y brindó asistencia a los indígenas desamparados en las ciudades.

Las confrontaciones se volvieron más comunes. En 1969 un grupo de 78 norteamericanos nativos desembarcó en la isla Alcatraz, en la bahía de San Francisco, y la tuvo en su poder hasta 1971 cuando fue desalojado por oficiales federales. En 1973 el AIM se apoderó de la aldea de Wounded Knee en Dakota del Sur, que a fines del siglo XIX fue escenario de la masacre de un campamento de indígenas sioux a manos de soldados. Los militantes de ese movimiento quisieron poner de relieve las condiciones de pobreza y alcoholismo que imperaban en la reservación aledaña a la ciudad. El episodio terminó cuando un norteamericano nativo fue muerto y otro resultó herido, después de lo cual el gobierno accedió a reexaminar los derechos concedidos en diversos tratados.

A pesar de todo, el activismo indígena produjo resultados. Otros estadounidenses cobraron mayor conciencia de las necesidades de sus compatriotas nativos. Funcionarios del gobierno respondieron con medidas entre las que figuraron la Ley de Ayuda a la Educación de 1975 y la Ley de Vivienda y Autodeterminación para Estadounidenses Nativos de 1996. En 1992 el primer norteamericano nativo, Ben Nighthorse Campbell, fue elegido para un escaño del Senado por Colorado.

LA CONTRACULTURA

La agitación a favor de la igualdad de oportunidades despertó también otras formas de descontento. Los jóvenes en particular rechazaron las pautas estables de la vida de clase media forjadas por sus padres en los decenios siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Algunos optaron por el activismo político radical, pero fue mucho mayor el número de los que adoptaron un nuevo estilo en el modo de vestir y en la conducta sexual.

Los signos visibles de la contracultura permearon varios sectores de la sociedad de Estados Unidos a fines de los años 60 y a principios de los 70. El cabello largo y las barbas se volvieron muy comunes. Los pantalones de mezclilla y las camisetas deportivas reemplazaron a los pantalones anchos, las chaquetas y las corbatas. El consumo de drogas ilegales se incrementó. El rock and roll se impuso, proliferó y dio lugar a muchas variantes musicales. El "rock pesado" se hizo muy popular y las canciones con mensaje político o social, como las del cantante y autor Bob Dylan, se oían por doquier. La contracultura juvenil culminó en agosto de 1969 en Woodstock, un festival musical realizado en el medio rural del estado de Nueva York, que se prolongó tres días y al que asistió casi medio millón de personas. El festival se convirtió en mito gracias al cine y a muchas grabaciones y le dio nombre a toda esa época, conocida como "la generación de Woodstock".

Una manifestación paralela de la nueva sensibilidad de los jóvenes fue el surgimiento de la Nueva Izquierda, un grupo de jóvenes radicales en edad universitaria. Los miembros de ese grupo, que tenían homólogos cercanos en Europa occidental, eran en muchos casos los hijos de la generación anterior de radicales. Sin embargo, ellos rechazaron la retórica al viejo estilo marxista. En su lugar, dijeron que los estudiantes universitarios, como ellos mismos, eran una clase oprimida que podía entender especialmente la lucha de otros grupos oprimidos de la sociedad del país.

Los miembros de la Nueva Izquierda participaron en el movimiento de derechos civiles y en la lucha contra la pobreza. Su mayor éxito — y el tema en que lograron reunir una multitud de seguidores — fue su oposición a la Guerra de Vietnam, un asunto de interés emotivo para sus coetáneos en edad de reclutamiento. A fines de la década de 1970, la Nueva Izquierda Estudiantil ya había desaparecido, pero muchos de sus activistas se abrían paso en el círculo tradicional de la política.

LA DEFENSA DEL MEDIO AMBIENTE

La misma energía y la sensibilidad que alimentaron el movimiento de derechos civiles, la contracultura y la Nueva Izquierda alentaron también el movimiento ecologista a mediados de los años 60. Muchos cobraron conciencia de la situación en 1962, a raíz de la publicación del libro de Rachel Carson Silent Spring (Primavera silenciosa), donde se dijo que los plaguicidas químicos, en particular el DDT, provocaban cáncer y otros males. La preocupación del público por el medio ambiente siguió aumentando todo el decenio de 1960 pues mucha gente se percató de la amenaza que implicaba para su propia salud y para la belleza de su entorno la presencia de otros contaminantes, como las emisiones de los vehículos, los desechos industriales y los derrames de petróleo. El 22 de abril de 1970, escuelas y comunidades de todo el país festejaron por primera vez el Día de la Tierra. Por medio de seminarios se ilustró a los estadounidenses sobre los peligros de la contaminación ambiental.

Pocos negaron que la contaminación fuera un problema, pero las soluciones propuestas implicaban gastos e inconvenientes. Muchos pensaron que eso reduciría el crecimiento económico del cual dependía el nivel de vida de muchos estadounidenses. Sin embargo, el Congreso enmendó en 1970 la Ley del Aire Limpio de 1967 para desarrollar normas nacionales uniformes sobre la calidad del aire. También fue aprobada la Ley para el Mejoramiento de la Calidad del Agua, por la cual la responsabilidad de limpiar los derrames de petróleo en el mar se hizo recaer sobre el contaminador. También en 1970, la Agencia de Protección Ambiental quedó constituida como un organismo federal independiente para encabezar la campaña contra los abusos a ese respecto. En los tres decenios siguientes, la APA, reforzada por una legislación que le dio más autoridad, llegó a ser una de las dependencias más activas del gobierno y emitió reglas rigurosas sobre la calidad del aire y el agua.

KENNEDY Y EL RESURGIMIENTO DEL LIBERALISMO DEL GOBIERNO GRANDE

Ya en 1960, el gobierno se había vuelto una fuerza cada día más poderosa en la vida de la gente. Durante la Gran Depresión de la década de 1930, nuevas agencias del ejecutivo fueron creadas para lidiar con muchos aspectos de la vida del país. En la Segunda Guerra Mundial, el número de civiles empleados por el gobierno federal aumentó de 1 millón a 3,8 millones y luego se mantuvo estable en 2,5 millones en los años 50. Los gastos federales, que se sostuvieron en 3.100 millones de dólares en 1929, se elevaron a 75.000 millones en 1953 y a 150.000 millones en la década de 1960.

La mayoría de los estadounidenses aceptaron que el gobierno ampliara sus funciones, aunque no se ponían de acuerdo en cuanto al límite que esa expansión debía tener. En general, los demócratas querían que el gobierno garantizara el crecimiento y la estabilidad; deseaban que las prestaciones federales se ampliaran a la educación, la salud y el bienestar. Muchos republicanos aceptaban cierto nivel de responsabilidad del gobierno, pero querían limitar los gastos de éste y restablecer en mayor grado la iniciativa individual. La elección presidencial de 1960 reveló una nación dividida casi por igual entre esas dos visiones.

John F. Kennedy, el vencedor demócrata por estrecho margen a la edad de 43 años, fue el hombre más joven que hubiera llegado a la presidencia. Se mostró capaz, coherente y enérgico en una serie de debates por televisión con su opositor Richard Nixon. En su campaña propuso que el país entrara con dinamismo a la nueva década y dijo: "La Nueva Frontera está aquí, ya sea que la busquemos o no". Concluyó su primer discurso como presidente con una elocuente exhortación: "No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país". En el breve periodo de Kennedy en la presidencia, su combinación especial de simpatía, ingenio y personalidad — mucho más que su agenda legislativa específica — lo ayudó a mantener su popularidad e influyó en las futuras generaciones de políticos.

Kennedy quería ejercer un liderazgo fuerte para llevar beneficios económicos a todos los ciudadanos, pero el precario margen de su victoria impuso límites a su mandato. Aunque el Partido Demócrata controlaba ambas cámaras del Congreso, los demócratas conservadores del Sur se aliaron a menudo con los republicanos en asuntos referentes al alcance de la intervención del gobierno en la economía. Ellos se opusieron a los planes de aumentar la ayuda federal para educación, proveer un seguro de salud para ancianos y crear un nuevo Departamento de Asuntos Urbanos. Así, a pesar de su elevada retórica, las políticas de Kennedy fueron a menudo limitadas y modestas.

Una prioridad consistía en poner fin a la recesión que ya estaba en marcha cuando Kennedy asumió la presidencia y reanudar el crecimiento económico. Pero él perdió la confianza de los líderes empresariales en 1962, cuando logró poner coto a lo que el gobierno veía como un aumento excesivo de precios en la industria del acero. Aunque alcanzó su objetivo inmediato, el presidente se distanció así de una importante fuente de apoyo. Cuando sus asesores económicos lo convencieron de que un considerable recorte de impuestos estimularía la economía, Kennedy respaldó un proyecto de ley a ese respecto. Sin embargo, la oposición conservadora en el Congreso pareció destruir toda esperanza de aprobar un proyecto que, a juicio de la mayoría de los congresistas, habría aumentado el déficit del presupuesto.

En general el expediente legislativo del gobierno de Kennedy fue desalentador. Él mostró simpatía por los líderes de los derechos civiles, pero sólo suscribió las metas de su movimiento cuando las manifestaciones encabezadas por Martin Luther King Jr. lo obligaron a actuar en 1963. Igual que Truman antes que él, no pudo obtener la aprobación del Congreso ni para brindar ayuda federal a la educación pública ni para un programa de atención médica exclusivo para ancianos. Sólo logró un aumento modesto en el salario mínimo. Sin embargo obtuvo fondos para el programa espacial y fundó el Cuerpo de Paz para enviar a los países en desarrollo hombres y mujeres que les ayudaran a satisfacer sus necesidades.

KENNEDY Y LA GUERRA FRÍA

Cuando el presidente Kennedy asumió el cargo se comprometió a mantener con vigor la Guerra Fría, pero también esperaba hallar algún arreglo y no quería comprometer a las fuerzas estadounidenses. En su primer año y medio en el cargo, rechazó la intervención del país tras el fracaso de la invasión a la Bahía de Cochinos dirigida por la CIA en Cuba, cedió de hecho al control comunista la nación de Laos en el sudeste de Asia sin salida al mar y accedió a la construcción del Muro de Berlín. Las decisiones de Kennedy reforzaron la impresión de debilidad que el primer ministro soviético Nikita Khrushchev tuvo de él en su única entrevista personal, una junta cumbre celebrada en Viena en junio de 1961.

En el otoño de 1962, la administración supo que la Unión Soviética estaba emplazando en secreto armas nucleares ofensivas en Cuba. Después de estudiar varias opciones, Kennedy decidió imponer una cuarentena para impedir que los buques soviéticos llevaran más suministros a la isla. Exigió públicamente que Moscú retirara las armas y advirtió que un ataque desde la isla traería represalias contra la URSS. Al cabo de varios días de tensiones en los que el mundo estuvo más cerca que nunca de una guerra nuclear, los soviéticos accedieron a retirar los misiles. Los opositores acusaron a Kennedy de haber corrido el riesgo de un desastre nuclear, siendo que la diplomacia serena podría haber sido eficaz, pero la mayoría de los estadounidenses y gran parte del mundo no comunista aplaudieron su gesto decidido. La crisis de los misiles hizo que él fuera por primera vez el líder reconocido del Occidente democrático.

En retrospectiva, la crisis de los misiles en Cuba marcó un viraje en las relaciones de EE.UU. y la URSS. Ambas partes vieron la necesidad de aliviar las tensiones que podrían haberlos llevado a una confrontación militar directa. Al año siguiente, Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña firmaron un histórico Tratado para la Proscripción Limitada de Ensayos Nucleares que prohibió las pruebas de esas armas en la atmósfera.

Indochina (Vietnam, Laos, Camboya), que fue posesión de Francia antes de la Segunda Guerra Mundial, era un campo de batalla más en la Guerra Fría. El esfuerzo de Francia por reafirmar su control colonial en la región halló la oposición de Ho Chi Minh, un comunista vietnamita cuyo movimiento Viet Minh emprendió una guerra de guerrillas contra el ejército francés.

Truman y Eisenhower, ansiosos de obtener el apoyo de Francia para su política de contención en Europa, dieron a ese país ayuda económica que liberó recursos para la lucha en Vietnam. Pese a todo, los franceses sufrieron una derrota decisiva en Dien Bien Phu en mayo de 1954. En una conferencia internacional realizada en Ginebra se concedió la independencia a Laos y Camboya. Vietnam fue dividido, quedando en el poder en el norte Ho y en el sur Ngo Dinh Diem, un católico romano anticomunista, en una población mayoritariamente budista. Las elecciones debían realizarse dos años después para unificar al país. Convencido de que la caída de Vietnam podía conducir a la pérdida de Birmania, Tailandia e Indonesia, Eisenhower apoyó a Diem en su negativa de hacer elecciones en 1956 y en efecto estableció a Vietnam del Sur como un estado cliente de Estados Unidos.

Kennedy aumentó la ayuda y envió un pequeño número de asesores militares, pero una nueva guerra de guerrillas continuó entre Norte y Sur. La popularidad de Diem aumentó y la situación militar empeoró. A fines de 1963, Kennedy aprobó en secreto un golpe de estado. Para sorpresa del presidente, Diem y su poderoso cuñado, Ngo Dien Nu, fueron asesinados. La presidencia de Kennedy terminó tres semanas más tarde, en esa coyuntura de incertidumbre.

EL PROGRAMA ESPACIAL

En el segundo periodo de Eisenhower, el espacio exterior llegó a ser otro escenario para la competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En 1957, la URSS lanzó el Sputnik, un satélite artificial, con lo cual demostró que podía construir cohetes más potentes que los estadounidenses. Éstos lanzaron su primer satélite, el Explorer I, en 1958. Sin embargo, tres meses después de que Kennedy asumió la presidencia, la URSS colocó al primer hombre en órbita. La respuesta de Kennedy consistió en comprometer a Estados Unidos a llevar a un hombre a la Luna y traerlo de vuelta "antes del fin de la década". Con el Proyecto Mercury en 1962, John Glenn fue el primer astronauta estadounidense que orbitó la Tierra.

Después de la muerte de Kennedy, el presidente Lyndon Johnson apoyó con entusiasmo el programa espacial. A mediados de la década de 1960, científicos estadounidenses desarrollaron la nave espacial Gemini para dos personas. Gemini fue el primero en varios aspectos, entre ellos una misión de ocho días en agosto de 1965 — el vuelo espacial más largo de la época — y el primer reingreso a la atmósfera terrestre controlado automáticamente en noviembre de 1966. En el programa Gemini tuvo lugar también el primer acoplamiento de dos naves tripuladas en vuelo y se hicieron las primeras caminatas de EE.UU. en el espacio.

Con la nave espacial Apollo, para tres tripulantes, se alcanzó la meta de Kennedy y se demostró al mundo que Estados Unidos había superado la capacidad soviética en el espacio. El 20 de julio de 1969, ante cientos de millones de espectadores que lo veían por televisión en todo el mundo, Neil Armstrong fue el primer ser humano que caminó en la superficie de la Luna.

Después hubo otras misiones Apollo, pero muchos estadounidenses empezaron a cuestionar el valor de los vuelos espaciales tripulados. A principios de los años 70, cuando otras prioridades se hicieron más apremiantes, Estados Unidos redujo su programa espacial. Varias misiones Apollo se cancelaron y sólo fue construida una de las dos estaciones Skylab proyectadas.

LA MUERTE DE UN PRESIDENTE

John Kennedy se labró un prestigio mundial por la forma en que manejó la crisis de los misiles en Cuba y ganó también gran popularidad en su país. Muchos pensaron que él ganaría con facilidad la reelección en 1964. Sin embargo fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, cuando viajaba en un auto descubierto en una visita a Dallas, Texas. Su muerte, magnificada por la cobertura de televisión, fue un evento traumático igual que el fallecimiento de Roosevelt 18 años antes.

En retrospectiva resulta claro que la buena reputación de Kennedy le debió más a su estilo personal y a la elocuente expresión de sus ideales que a la implementación de sus políticas. Él estableció una agenda impresionante, pero gran parte de ella quedó estancada en el Congreso después de su muerte. Si Kennedy llegó a ser visto como una fuerza a favor del cambio y el progreso fue en gran parte por la habilidad política y las victorias legislativas de su sucesor.

LYNDON JOHNSON Y LA GRAN SOCIEDAD

Lyndon Johnson, el tejano líder de la mayoría en el Senado antes de ocupar la vicepresidencia junto a Kennedy, fue un político magistral. Se formó en el Congreso, donde adquirió la notable habilidad de lograr que las cosas se realizaran. Él sabía suplicar, halagar o amenazar, según fuera necesario para lograr sus fines. Su idealismo liberal era tal vez más profundo que el de Kennedy. Como presidente, se propuso usar su poder con dinamismo para eliminar la pobreza y hacer que los beneficios de la prosperidad llegaran a todos.

Johnson ocupó la presidencia decidido a asegurar la aprobación de la agenda legislativa de Kennedy. Sus prioridades inmediatas fueron los proyectos de ley de su antecesor para reducir los impuestos y garantizar los derechos civiles. Con sus dotes de convencimiento y apelando al respeto de los legisladores por el presidente asesinado, logró la aprobación de ambos en su primer año en el cargo. Las reducciones tributarias estimularon la economía. La ley de Derechos Civiles de 1964 fue el instrumento legislativo de mayor alcance en ese rubro desde la Reconstrucción.

Johnson se ocupó también de otras cosas. Ya en la primavera de 1964 había empezado a usar el término "Gran Sociedad" para describir su programa socio-económico. Ese verano logró que fuera aprobado un programa de empleos federales para jóvenes de escasos recursos. Ese fue el primer paso de lo que se llamó la "Guerra contra la Pobreza". Obtuvo una aplastante victoria sobre el candidato republicano conservador, Barry Goldwater, en la elección presidencial de noviembre de ese año. Fue significativo que la elección de 1964 diera a los demócratas liberales un firme control del Congreso por primera vez desde 1938. Así lograron la aprobación de algunas leyes frente a la oposición conjunta de los republicanos y los conservadores demócratas del sur.

La Guerra contra la Pobreza llegó a ser el elemento central del programa de la Gran Sociedad de la administración. La Oficina de Oportunidades Económicas, instituida en 1964, impartió capacitación a los pobres y creó varias agencias de acción comunitaria guiada por una ética de "democracia participativa" que aspiraba a dar a los pobres voz en los programas de vivienda, salud y educación.

La atención médica fue el siguiente tema. Bajo el liderazgo de Johnson, el Congreso promulgó el programa de salud Medicare para los ancianos y Medicaid, el programa de asistencia médica para los pobres.

Johnson tuvo éxito en el intento de brindar más ayuda federal a la enseñanza elemental y secundaria, que por tradición era una función estatal y local. Por la medida promulgada se aportaron fondos a los estados en proporción a su población infantil perteneciente a familias de bajos ingresos.

Convencidos de que el país se enfrentaba a una "crisis urbana" caracterizada por la decadencia del centro de las ciudades, los arquitectos de la Gran Sociedad idearon una nueva ley de vivienda por la cual se dispuso dar un complemento al ingreso de los pobres y se instituyó el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano.

Otras leyes causaron un impacto en muchos aspectos de la vida estadounidense. Se dio ayuda federal a artistas y académicos para alentar su trabajo. En septiembre de 1966, Johnson promulgó como leyes dos proyectos sobre transporte. El primero de ellos proveyó fondos a los gobiernos estatales y locales para desarrollar programas de seguridad, y el otro estableció normas federales de seguridad sobre automóviles y neumáticos. El segundo programa fue fruto de los esfuerzos del joven luchador social radical Ralph Nader. En su libro Unsafe at Any Speed: The Designed-In Dangers of the American Automobile (Inseguros a cualquier velocidad: los peligros incluidos en el diseño de los autos estadounidenses) de 1965, Nader afirmó que los fabricantes de coches sacrificaban la seguridad en aras de la línea y lanzó la acusación de que los defectos de ingeniería contribuían al alto índice de muertes en las carreteras.

En 1965, el Congreso abolió las cuotas discriminatorias de 1924 en materia de inmigración según el origen nacional. Esto desató una nueva oleada de inmigración que, en gran parte, provino del sur y el este de Asia y de América Latina.

La Gran Sociedad fue la mayor explosión de actividad legislativa desde el Nuevo Trato. Sin embargo desde 1966 el apoyo se empezó a debilitar. Algunos de los programas de Johnson no estuvieron a la altura de las expectativas y muchos no contaron con fondos suficientes. Al parecer, lo único que pasó fue un empeoramiento de la crisis urbana. Sin embargo, ya sea por los gastos de la Gran Sociedad o por el vigoroso resurgimiento económico, la pobreza disminuyó, al menos en forma marginal, en el gobierno de Johnson.

LA GUERRA DE VIETNAM

La insatisfacción con la Gran Sociedad fue igualada y superada por el descontento hacia la situación en Vietnam. Una serie de hombres fuertes sudvietnamitas no tuvieron mucho más éxito que Diem en la tarea de movilizar a su país. Los insurgentes del Viet Cong, pertrechados y coordinados por Vietnam del Norte, ganaron terreno en el campo.

Decidido a contener el avance del comunismo en Vietnam del Sur, Johnson hizo suya la Guerra de Vietnam. A raíz del ataque naval de Vietnam del Norte contra dos destructores de EE.UU., Johnson logró que el Congreso aprobara la Resolución del Golfo de Tonkín el 7 de agosto de 1964, por la cual se permitió al presidente "tomar todas las medidas necesarias para repeler cualquier ataque armado contra las fuerzas de Estados Unidos y prevenir futuras agresiones". Después de su reelección en noviembre de 1964, él mismo emprendió una política de escalada. El número de soldados — voluntarios y reclutas — aumentó de 25.000 a principios de 1965 a 500.000 en 1968. Una campaña de bombardeos provocó el caos en Vietnam del Norte y del Sur.

La espeluznante cobertura de televisión, presentada con un sesgo crítico, debilitó el apoyo a la guerra. Algunos estadounidenses la consideraron inmoral; otros vieron consternados cómo una campaña militar masiva parecía ser ineficaz. Grandes protestas, sobre todo de jóvenes, y una creciente insatisfacción pública general apremiaron a Johnson a iniciar negociaciones de paz.

LA ELECCIÓN DE 1968

En 1968 había agitación en el país por la Guerra de Vietnam y el desorden civil, expresado en alborotos urbanos que reflejaban la ira afro-estadounidense. El 31 de marzo de 1968, el presidente desistió de su intención de contender por la reelección. Una semana después, Martin Luther King Jr. fue baleado y muerto en Memphis, Tennessee. El hermano menor de John Kennedy, Robert, como aspirante a la nominación del Partido Demócrata, realizó una emotiva campaña contra la guerra y fue asesinado en junio.

En la Convención Nacional Demócrata en Chicago, Illinois, los manifestantes se enfrentaron a la policía en las calles. El Partido Demócrata dividido nombró candidato a la vicepresidencia a Hubert Humphrey, quien había sido el héroe de los liberales pero ahora se mostraba leal a Johnson. La oposición de los blancos a las medidas a favor de los derechos civiles en la década de 1960 le dio fuerza a la candidatura del representante de un tercer partido, el gobernador de Alabama George Wallace, un demócrata que se impuso en su estado natal, Mississippi, y en Arkansas, Louisiana y Georgia, que en esa época solían apoyar al candidato demócrata. El republicano Richard Nixon, quien tomó como base de su campaña un plan para sacar al país de la guerra y reforzar "la ley y el orden" en el interior, ganó por estrecho margen.

NIXON, VIETNAM Y LA GUERRA FRÍA

Decidido a lograr "la paz con honor", Nixon retiró poco a poco las tropas estadounidenses y redobló sus esfuerzos por pertrechar al ejército sudvietnamita para que continuara la lucha. Ordenó también intensas acciones ofensivas norteamericanas. La más importante de éstas fue la invasión de Camboya en 1970 para cortar las líneas de abastecimiento de los norvietnamitas hacia Vietnam del Sur. Eso desató otra oleada de protestas y manifestaciones. Estudiantes de muchas universidades se lanzaron a las calles. En la Universidad Estatal de Kent, en Ohio, los soldados de la guardia nacional llamados para restablecer el orden fueron presa del pánico y mataron a cuatro estudiantes.

Sin embargo, en el otoño de 1972, el número de soldados en Vietnam era menor de 50.000 y la conscripción militar que tanto descontento causaba en los medios universitarios casi había desaparecido. En 1973 se firmó un alto al fuego, negociado en nombre de Estados Unidos por el asesor de Nixon en asuntos de seguridad nacional, Henry Kissinger. A pesar del retiro de los soldados estadounidenses, la guerra se prolongó hasta la primavera de 1975, cuando el Congreso suspendió la ayuda a Vietnam del Sur, y Vietnam del Norte consolidó su control sobre todo el país.

La guerra causó la devastación de Vietnam, con millones de muertos o inválidos, y causó también un trauma en Estados Unidos. Los estadounidenses ya no estaban unidos por un amplio consenso en torno a la Guerra Fría y se mostraban suspicaces ante cualquier otra intervención en el exterior.

No obstante, a medida que el caso Vietnam perdió ímpetu, el gobierno de Nixon tomó medidas históricas para estrechar sus nexos con las principales potencias comunistas. El paso más dramático consistió en establecer una nueva relación con la República Popular de China. En los 20 años siguientes al triunfo de Mao Zedong, Estados Unidos siempre había afirmado que el gobierno nacionalista de Taiwán representaba a toda China. En 1971 y 1972 Nixon suavizó la posición de su país, redujo las restricciones al comercio y fue el primer presidente estadounidense que visitó a Beijing. El "Comunicado de Shanghai" firmado durante esa visita instituyó una nueva política estadounidense: que China era una sola, que Taiwán era parte de ella y que una solución pacífica de la disputa, concertada por los propios chinos, sería conveniente para Estados Unidos.

Nixon tuvo el mismo éxito al aplicar la política que él y su secretario de Estado Henry Kissinger llamaron la distensión. Tras varias reuniones cordiales con el líder soviético Leonid Brezhnev, ambos convinieron en limitar sus arsenales de misiles, colaborar en el espacio y reducir las restricciones al comercio. Las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT) culminaron en 1972 con un acuerdo sobre control de armas para contener la expansión de los arsenales nucleares y restringir los sistemas de misiles antibalísticos.

LOGROS Y DERROTAS DE NIXON

Nixon fue el vicepresidente de Eisenhower y luego contendió sin éxito por la presidencia en 1960 y lo consideraban uno de los políticos más astutos de Estados Unidos. Aunque Nixon suscribía el valor republicano de la responsabilidad fiscal, admitió la necesidad de ampliar el papel del gobierno y no rechazaba el estado benefactor en sus rasgos básicos. No se oponía en principio a los derechos civiles de los afro-estadounidenses, pero sentía desconfianza por las grandes burocracias federales de derechos civiles. A pesar de todo, su gobierno aplicó con vigor las órdenes judiciales de integración en las escuelas, incluso cuando estaba tratando de granjear el voto de los sureños blancos.

Su mayor problema interno fue tal vez la economía. Le heredaron una baja de ésta, en comparación con el máximo alcanzado en la época de Vietnam y de Johnson, y una incesante oleada inflacionaria que fue subproducto de la guerra. Para enfrentar el primer problema llegó a ser el primer presidente republicano que apoyó el gasto deficitario como una forma de estimular la economía; el segundo lo resolvió imponiendo controles de salarios y precios, una política a largo plazo en la que las derechas no creían en 1971. En el corto plazo, esas decisiones estabilizaron la economía y crearon condiciones favorables para la reelección de Nixon en 1972. Su victoria fue abrumadora sobre el pacifista senador demócrata George McGovern.

Factores ajenos al control de Nixon socavaron su política económica. En 1973 la guerra de Israel contra Egipto y Siria indujo a Arabia Saudita a imponer un embargo sobre los envíos de petróleo al aliado de Israel, Estados Unidos. Otras naciones miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cuadruplicaron sus precios. Los estadounidenses enfrentaron ambas formas de escasez, exacerbadas a juicio de muchos por la excesiva regulación de la distribución y el rápido aumento de precios. Aunque el embargo terminó al año siguiente, los precios siguieron siendo altos y afectaron la vida económica del país en todos sus aspectos: la inflación llegó al 12% en 1974 y causó perturbaciones que elevaron más aún la tasa de desempleo. El auge económico sin precedente que Estados Unidos habían gozado desde 1948 llegaba a su fin.

La retórica de Nixon sobre la necesidad de imponer "la ley y el orden" ante la elevación del índice de criminalidad, el creciente consumo de drogas y las actitudes más complacientes hacia el sexo halló eco en la mayoría de los estadounidenses. Sin embargo, esa preocupación no bastó para acallar la inquietud suscitada por el allanamiento de Watergate y por la economía. Para entusiasmar y acrecentar el número de sus partidarios políticos, Nixon arremetió contra los manifestantes, atacó a la prensa pretextando que deformaba las noticias y trató de acallar a sus opositores. Lejos de lograrlo, causó una impresión desfavorable cuando muchos que lo vieron por televisión lo percibieron como una persona inestable. Para complicar los problemas de Nixon, el vicepresidente Spiro Agnew, su muy franco vocero contra los medios y los liberales, fue obligado a dimitir en 1973, comprometiéndose a "no impugnar" una acusación penal por evasión de impuestos.

Es probable que Nixon no haya sabido con anterioridad del allanamiento de Watergate, pero trató de encubrir los hechos y le mintió al pueblo estadounidense a ese respecto. Las pruebas de su participación se multiplicaron. El 27 de julio de 1974, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes recomendó por mayoría de votos que se lo sometiera a juicio político. Ante la eminente destitución de su cargo, dimitió el 9 de agosto de 1974.

EL INTERLUDIO DE FORD

El vicepresidente de Nixon, Gerald Ford (designado para sustituir a Agnew), era un hombre sin pretensiones que había pasado la mayor parte de su vida pública en el Congreso. Su primera prioridad consistió en restañar la confianza en el gobierno. No obstante, consideró necesario evitar el espectáculo de un posible juicio contra Nixon y concedió un indulto general a su antecesor. Esta medida fue muy impopular, aunque tal vez era necesaria.

En política pública, Ford siguió el rumbo trazado por Nixon. Los problemas económicos seguían siendo graves pues la inflación y el desempleo aumentaban sin cesar. Un recorte de impuestos y un aumento en las prestaciones por desempleo ayudaron un poco, pero la economía seguía siendo débil.

En política exterior, Ford adoptó la estrategia de distensión de Nixon. Su principal manifestación fueron tal vez los Acuerdos de Helsinki de 1975 en los que Estados Unidos y las naciones de Europa occidental reconocieron de hecho la hegemonía de la URSS en Europa oriental a cambio de la afirmación soviética de los derechos humanos. El acuerdo tuvo poca significación inmediata, pero a la postre pudo haber contribuido a que el mantenimiento del imperio soviético fuera más difícil. Las naciones occidentales usaron con eficacia las "reuniones periódicas de revisión de Helsinki para llamar la atención sobre los abusos cometidos por los regímenes comunistas del bloque oriental contra los derechos humanos.

LOS AÑOS DE CARTER

El ex gobernador demócrata de Georgia, Jimmy Carter, ganó la presidencia en 1976. Después de presentarse en su campaña como alguien ajeno a la política de Washington, prometió aplicar un nuevo enfoque de gobierno, pero su falta de experiencia a nivel nacional le complicó las cosas desde el inicio de su presidencia.

En la esfera económica, Carter permitió al principio una política de gasto deficitario. Cuando la Junta de la Reserva Federal, responsable del rumbo de la política monetaria, aumentó la oferta de dinero para cubrir el déficit, la inflación subió a 10% al año. La respuesta de Carter consistió en recortar el presupuesto, pero eso afectó programas sociales que eran el corazón mismo de la política nacional demócrata. A mediados de 1979, la indignación de la comunidad financiera lo obligó de hecho a designar a Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal. Volcker era un "halcón de la inflación" que elevó las tasas de interés para contener las alzas de precios, aunque eso implicara consecuencias negativas para la economía.

Carter fue criticado también cuando no logró que fuera aprobada una política eficaz en materia de energía. Presentó un programa completo para reducir la dependencia del país con respecto a las importaciones de petróleo extranjero y dijo que era el "equivalente moral de la guerra". Sus opositores impidieron que fuera aprobado en el Congreso.

Aunque Carter se decía populista, sus prioridades políticas nunca fueron del todo claras. Apoyó el papel del gobierno como protector, pero luego inició el proceso de desregulación, es decir, la supresión del control gubernamental sobre la vida económica. Con el argumento de que algunas restricciones del siglo anterior limitaron la competencia y elevaron los costos para el consumidor, apoyó la supresión del control sobre la industria del petróleo, aerolíneas, ferrocarriles y camiones.

Carter no tuvo éxito en sus intentos políticos de atraer el apoyo del público o del Congreso. Hacia el final de su periodo, su índice de desaprobación llegó al 77% y los estadounidenses volvieron los ojos una vez más al Partido Republicano.

El principal logro de Carter en política exterior fue la negociación de un acuerdo de paz entre Egipto, bajo el presidente Anwar al-Sadat, e Israel, gobernado por el primer ministro Menachem Begin. En su doble papel de mediador y participante, convenció a los dos líderes de poner fin a un estado de guerra que había durado 30 años. El tratado de paz ulterior fue firmado en la Casa Blanca en marzo de 1979.

Al final de un debate largo y a menudo emotivo, Carter logró también que el Senado ratificara los tratados por los cuales en el año 2000 se cedería a Panamá el canal que lleva su nombre. Él fue un paso más adelante que Nixon y concedió el reconocimiento diplomático formal a la República Popular de China.

Carter tuvo menos éxito con la Unión Soviética. Aunque ocupó la presidencia cuando la distensión era máxima y dijo que Estados Unidos ya se habían librado de su "desorbitado temor al comunismo", su insistencia en que "nuestro compromiso con los derechos humanos debe ser absoluto" le creó antagonismo con el gobierno soviético. Se firmó un acuerdo SALT II que limitaba aún más los arsenales nucleares, pero éste no fue ratificado por el Senado de EE.UU. pues muchos de sus miembros pensaron que el tratado no era equitativo. La invasión soviética en Afganistán acabó con el tratado en 1979 e indujo a Carter a reforzar la defensa, lo cual preparó el terreno para los enormes gastos que se harían para ese fin en los años 80.

Carter tuvo su mayor desafío de política exterior en Irán. A raíz de la revolución fundamentalista dirigida por el líder musulmán chiíta Ayatollah Ruhollah Khomeini, que sustituyó a un régimen corrupto, pero amigable, Carter recibió en Estados Unidos al sha derrocado, quien viajó para someterse a un tratamiento médico. Indignados por eso, militantes iranios respaldados por el régimen islámico tomaron la embajada de EE.UU. en Teherán y mantuvieron como rehenes a 53 estadounidenses por más de un año. La prolongada crisis de los rehenes fue el hecho dominante en el último año de su presidencia y perjudicó en gran medida sus posibilidades de reelección.