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Mahoma
(c. 570-632),
principal profeta del Islam. A veces se le describe como fundador de dicha
religión, aunque ello constituye una simplificación desde el punto de vista
religioso e histórico. Desde una perspectiva religiosa, los musulmanes conciben
el Islam como el monoteísmo puro original que Alá (Dios) dio a conocer a la
humanidad desde la creación, y que fue revelado mediante muchos profetas
anteriores a Mahoma. Desde un punto de vista histórico, el Islam —tal y como lo
conocemos— es una religión compleja que no debe considerarse como creación de un
solo hombre.
Nuestras fuentes de
la vida de Mahoma son textos escritos en árabe por eruditos musulmanes. Los más
antiguos datan, en la forma en que han llegado a nosotros, de más de 100 años
después de su muerte (632). El relato más antiguo de su vida que ha sobrevivido
es el compilado por Ibn Ishaq, que murió en el 768. Todas las versiones de su
obra datan de cuando menos una generación después de Ibn Ishaq.
Los relatos que
aparecen en estas obras no siempre son congruentes ni uniformes. A menudo
contienen distintas versiones del mismo acontecimiento, que en ocasiones se
contradicen entre sí. Cualquier intento de resumir la vida de Mahoma tal y como
la concibe la tradición musulmana es una selección de la enorme masa de detalles
existentes.
La vida de Mahoma
según la tradición
En la Meca
Se dice que Mahoma
nació en la Meca, ciudad de Arabia occidental (la región conocida como Al-Hijaz).
Las fechas de nacimiento son diversas. Una tradición comúnmente aceptada lo
sitúa en "el año del elefante", que se ha interpretado como una referencia al
año en que un gobernante abisinio de Yemen envió una expedición para destruir la
Kaaba de la Meca. Según la tradición musulmana, en la expedición —un estrepitoso
fracaso— las tropas invasoras llevaban un elefante. Los especialistas modernos
sitúan este episodio en el año 570 d.C.
La familia de Mahoma
pertenecía al clan de Hashim, parte de la tribu de Quraysh, que dominaba la Meca
y constituía la mayoría de la población. Hashim no era uno de sus clanes más
importantes, aunque gozaba de cierto prestigio religioso derivado de sus
derechos hereditarios a determinados cargos de la Kaaba. El padre de Mahoma,
Abdallá, murió antes de nacer el niño; su madre, Amina, falleció cuando era muy
pequeño.
La tradición da
cuenta de señales y portentos sobrenaturales en torno a la concepción y
nacimiento del profeta. Se dice que se le impuso el nombre Mahoma debido a un
sueño que había tenido su abuelo. También se afirma que recibió otros nombres,
como Abul-Qasim, Ahmad y Mustafá.
Se afirma que Mahoma
visitó Siria en su juventud como integrante de una caravana comercial de la
Meca. Mientras estaba allí fue reconocido como profeta por hombres santos y
eruditos judíos y cristianos, que afirmaban que su llegada había sido augurada
por sus propias escrituras. Su condición de profeta quedaba indicada por ciertas
marcas en su cuerpo y por señales milagrosas de su naturaleza.
Las gentes de la
Meca, la tribu de Quraysh, gozaba de buena reputación como mercaderes. Entre
ellos, una viuda llamada Jadiya, le contrató para administrar sus asuntos.
Impresionada por su honestidad e inteligencia, le propuso matrimonio. La
tradición afirma que Mahoma tenía 25 años cuando desposó a Jadiya, y que
mientras vivió no volvió a contraer nupcias. Tras la muerte de Jadiya mantuvo
relaciones con muchas otras, la más conocida de las cuales es quizá la joven
Aisha.
Se dice que Mahoma
tenía 40 años cuando sufrió su primera experiencia profética. No siempre se la
describe del mismo modo, pero una de las tradiciones más difundidas sostiene que
tuvo lugar cuando se había retirado a una cueva del monte Hira, en las afueras
de la Meca. Allí tuvo una visión del arcángel Gabriel y una experiencia de gran
dolor y tensión, hasta el punto que pensó que iba a morir. Cuando el ángel le
ordenó "predicar" (iqra), se sintió incapaz de hacerlo y no supo qué
decir. El dictado que recibió le imponía repetir la sentencia que hoy es el
comienzo del capítulo 96 del Corán: "¡Predica en el nombre de tu Señor, el que
te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Predica! Tu Señor es el
Dadivoso que te ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo
que no sabía". Tras un breve periodo durante el cual no recibió ninguna otra
revelación, éstas se reiniciaron y continuaron hasta el final de sus días.
Para comprender el
desarrollo de la predicación de Mahoma es necesario tener cierta idea acerca del
orden en que le llegaron las revelaciones. Cuando éstas fueron recopiladas tras
su muerte para elaborar el Corán, no se hallaban organizadas atendiendo a ningún
orden: las revelaciones que se consideró acaecieron en diversas épocas de su
vida se relacionaron para nutrir los capítulos del Corán. Los eruditos
musulmanes tradicionalistas y modernos elaboraron diversas hipótesis acerca de
los lazos existentes entre algunas de las secciones del Corán con episodios de
la vida de Mahoma, aunque en general suele aceptarse que las primeras
revelaciones fueron breves, y que se caracterizaban por un vigoroso lenguaje
semipoético. En todas ellas se advierte que los hombres serán inevitablemente
juzgados por Dios por su mala conducta en el mundo terrenal, y castigados con
severidad si no se corrigen. A medida que pasaba el tiempo, y al ir adquiriendo
Mahoma autoridad sobre la primera comunidad musulmana de Medina, se cree que las
revelaciones se hicieron más largas, con un tono menos urgente, centradas en la
solución de los conflictos prácticos que debían afrontar él y sus seguidores.
Existen dos relatos
que, según la tradición, se remontan al comienzo de la trayectoria de Mahoma
como profeta, aunque algunos especialistas modernos los consideran narraciones
típicas acerca de su aprendizaje. Uno de ellos tiene que ver con la visita a
Mahoma, mientras dormía, de dos ángeles que le abrieron el pecho y eliminaron
toda huella de incredulidad y de pecado que encontraron en él. El segundo cuenta
cómo Mahoma fue llevado por la noche desde el lugar de la Meca donde dormía
hasta el trono de Dios en los cielos. Por la mañana se encontró de nuevo en la
Meca. Se trata del famoso relato del Viaje Nocturno (Isra), que
proporcionó la temática para gran cantidad de alegorías en el Islam místico (sufí)
y que con toda probabilidad haya inspirado la Divina Comedia de Dante.
Las tradiciones
acerca de quiénes fueron los primeros seguidores de Mahoma en la Meca, aparte de
Jadiya, son muy variables. Sin embargo, todas coinciden en que los seguidores de
Mahoma no eran numerosos y que la mayoría de los habitantes de la ciudad les
reprochaba subvertir la religión de sus antepasados.
Un episodio
controvertido testimoniado por algunas de las fuentes tradicionales, pero que
muchos musulmanes rechazan como invención, es el de los "Versos satánicos" (un
nombre acuñado por los especialistas modernos, y que no se emplea en los relatos
tradicionales). La narración refiere que Mahoma, desesperado por atraer hacia su
causa a los habitantes de la Meca, fue tentado por Satán para proclamar como
revelación divina determinados versículos que, de hecho, eran una perversión de
la verdad. Estos versículos reconocían a tres diosas que los residentes de la
Meca adoraban, otorgándoles un lugar en el Islam como intermediarias entre Dios
y los hombres. Al oír esto, las gentes de la Meca aceptaron el Islam. Sin
embargo, el ángel Gabriel comunicó más tarde a Mahoma que la supuesta revelación
provenía de Satán y no de Dios, y le reveló las palabras exactas (que hoy leemos
en el Corán). En la versión ortodoxa, las diosas eran descalificadas como "meros
nombres", sin poder ni verdadera entidad. Cuando les fueron revelados los
versículos auténticos, los habitantes de la Meca abandonaron el Islam y
abrazaron sus antiguas creencias paganas.
En Medina
La oposición contra
Mahoma y sus seguidores en la Meca alcanzó tales proporciones que, tras enviar a
sus adeptos a buscar refugio en la cristiana Abisinia (hoy Etiopía) y después de
un intento fallido de obtener apoyo en la cercana ciudad de Taif, en el año 622
Mahoma se trasladó con algunos de sus compañeros al asentamiento agrícola de
Yatrib, a unos 300 kilómetros al norte. Este suceso, conocido como Hijra (o
Hégira), fue el punto de inflexión de la suerte de Mahoma. Tras la Hégira se
estableció la primera comunidad musulmana (umma) en Yatrib, y más tarde
el episodio marcó el inicio del calendario musulmán, conocido como "era de la
Hégira". Poco después, Yatrib cambiaría su nombre por Medina.
Según algunas
tradiciones, Mahoma había sido invitado a residir en Medina por algunos de sus
habitantes, a fin de servir como conciliador entre diversas facciones. Tal es la
explicación más generalizada de por qué se le aceptó con tanta rapidez como
figura investida de autoridad. Al principio, la comunidad que dirigió estaba
formada por musulmanes y por paganos, que convivían con gran número de judíos
residentes en la ciudad. En los años posteriores a la Héjira, la comunidad se
fue convirtiendo cada vez más al Islam, aunque se comprende que muchos de sus
miembros no aceptaron este credo por convicción. En la tradición suele
denominárseles "hipócritas" (munafiqun). Muy pocos judíos aceptaron el
Islam, aunque en su mayoría fueron expulsados o ejecutados por orden de Mahoma a
medida que su relación con ellos empeoraba. Se creía que eran agentes o aliados
de sus enemigos.
Una de las razones
que explican la creciente aceptación de la autoridad de Mahoma en Medina fueron
sus éxitos militares. Los ataques contra caravanas de la Meca desembocaron en
una importante victoria sobre una poderosa fuerza militar de esta ciudad en Badr,
en 624. Los ataques de la Meca contra Medina fueron rechazados con dificultad en
las batallas de Uhud (625) y Ditch. A medida que crecía el prestigio de Mahoma,
las tribus vecinas comenzaron a establecer alianzas con él y a aceptar el Islam.
En el 628 pudo firmar el tratado de al-Hudaibiya con la Meca. Aunque este
tratado implicaba una serie de concesiones de su parte, tuvo el efecto de
igualar el rango de su comunidad con el de la Meca. En el 630 consiguió hacerse
con el control de la Meca casi sin oposición. Los habitantes de la ciudad que se
le habían enfrentado en otra época aceptaron el Islam. La Kaaba, que ya se había
convertido en elemento central de las ideas del Islam, fue al fin abierta a los
musulmanes.
Tras la conquista de
la Meca, el prestigio y la autoridad de Mahoma siguieron expandiéndose por toda
la península arábiga, y las fuerzas musulmanas llegaron al sur de Siria. En el
632, Mahoma viajó por última vez desde la Meca a Medina para realizar las
ceremonias del peregrinaje (hach). Este episodio se denomina Peregrinaje de
Despedida, ya que poco después, tras regresar a Medina, falleció. Fue sepultado
en su casa de Medina, y la segunda mezquita en importancia del Islam se
construyó en las inmediaciones de su tumba.
Opiniones
modernas
Numerosos
especialistas modernos se han mostrado dispuestos a reconocer que los relatos de
la vida de Mahoma son auténticos en esencia (dejando al margen una cierta
cantidad de material legendario, algunos milagros y elementos sobrenaturales).
Han intentado explicar su surgimiento y éxito como profeta en términos
aceptables para el historiador moderno mediante el análisis de los factores
económicos, políticos, sociales y psicológicos pertinentes. Los estudiosos no
musulmanes han hecho especial hincapié en la importancia de las rutas
comerciales del oeste de Arabia en la creación de las condiciones sociales que
llevaron al ascenso de la nueva religión, abriendo las puertas de la región a
las influencias judía y cristiana. Sin embargo, algunos han afirmado que las
pruebas no son suficientes para recrear los acontecimientos y condiciones del
oeste de Arabia a principios del siglo VII. En cambio, han sugerido que antes de
poder evaluar la autenticidad histórica de los relatos tradicionales, es
necesario comprender en mayor profundidad cómo, cuándo y por qué surgió el
material tradicional acerca de la vida de Mahoma.
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